A veces, creo ser libre, libre de la vida y de los días, libre de mí mismo, de todo lo que veo que ata y ciego a tantos seres humanos con los que convivo en el día a día, libre del deseo de poseer, de la liviandad, de lo fútil, de lo superfluo, pero…, no es así. Estoy prisionero de mis pensamientos, tanto como de la vida, estoy prisionero del querer ser, del temor, ufff, ese… ¡ese es fiero!, el temor es uno de las peores amarras que tiene el individuo, temor al fracaso, temor al desamor, temor a la soledad, temor a no ser autosuficiente como esencia, temer fallar en el cometido de lograr lo que nuestra humanidad (como individuo) nos demanda. Puede un ave ser feliz en una jaula? como ser libre si estamos amarrados a tantos deseos?, como ser íntegros si nos corrompemos con nosotros mismos día a día al no ser consecuentes con lo que nuestra esencia nos exige?

Los seres humanos somos todos tan infinitamente distintos, tan diversos, tanto…, pero aún así, con todo lo que nos distingue, subimos por la misma escalera, una que va marcando nuestras necesidades a nivel existencial, algunos de nosotros evitamos esos peldaños que nos ponen en aprietos, pero…, tarde o temprano, salen a flote esas demandas a exigir sus derechos. ¿Mis peldaños?, los tengo marcados de azul para darles prioridad, a veces…, cuando la vida me traga y logro ignorarlos miro para atrás y veo las huellas azules que dejan mis pisadas cuando sigo avanzando, así, no se pierden en el olvido.

Y los tuyos, dejan huella...?