Me cuesta inventar minutos que sean míos, esos donde escribo y mi alma queda limpia.

Hoy, después de tanto tiempo me puse a escuchar a Ismael Serrano, es curioso como de pronto nos gusta mucho una canción o un autor y lo escuchamos sin darle tregua, luego nos cansa y lo guardamos en algún lugar oscuro de nuestra memoria y tacto. Pasa el tiempo y de pronto como salido de la nada, se te cae en las manos una canción de esas que cargan letras que te dejan pensando, en ese preciso instante ¡¡plaff!!, se derrumban un montón de sensaciones, de recuerdos…, es como si el tiempo se devolviera y eres exactamente la que eras en ese momento, y viene el dolor o la alegría, el amor que cosquillea en tu estómago, el sentimiento de perdida o las sensaciones que despertaba un aroma, bueno a mi me pasa eso con los olores, las flores, la tierra, el café, un perfume… cada aroma trae consigo una vivencia un ser humano. 

Ismael Serrano, bailaba junto a mí específicamente con canciones como, Ana, Vértigo, Poemas de Neruda, Papá cuéntame otra vez…, por alguna razón, en mí se despertó algo que todavía no logro identificar, no era profundidad, tal vez era un tomar consciencia de la humanidad que habita en cada ser humano, la versatilidad que se arraigaba en aquellos cuerpos que convivían o pasaban junto al mío y que yo, no daba el valor que merecían. 

Deje de ser tan egocéntrico y pensar que solo palpitaba en mi la profundidad y el cuestionamiento, la búsqueda, la comprensión, el sufrimiento, ese existencial que cala los huesos, tal vez tomé consciencia de que en cada ser humano hay mucho más de los que vemos… puede ser, sólo me consta que me hizo bien. En fin, creo que las canciones de Ismael Serrano me hicieron un poco más generoso y más humano. ¡