Como se suele decir: «Nada hace fracasar tanto como el éxito». Y es que el triunfo mal digerido (algo que suele ser habitual) produce una especie de atontamiento y emborramiento que conducen, antes o después, a estrellarse. No es fácil practicar la humildad, pero sí imprescindible para mantenerse en la cresta de la ola. Conviene no confundir experiencia con infabilidad, y a menudo se confunden. La concentración y la atención, sin relajarse demasiado, son fundamentales para tener éxito, no puntual sino recurrente.