Hace tanto que no escribía en mi diario por Dios, y en un año tan significativo, donde todo tiene sentido, donde nada ocurre al azhar, donde las personas que se alejan de ti sin lugar a dudas, es para tu crecimiento, (seguramente te hacían daño), donde las personas que llegan, si llegan…, traerán luz, porque de algo estoy seguro ahora, nadie que no traiga consigo luz llegará a tu vida, de eso  sí tengo certeza. 

Habrá cambios, como desde  Enero en adelante, la naturaleza comenzará a gemir, no, no se acabará el mundo (sonrio) muchos me lo preguntan “oye, y crees que se acabe el mundo), no, por supuesto que no, sólo cambiará, como lo está haciendo, todos estamos cambiando, o no lo sienten?. Pero hoy no quiero hablar de eso, hoy senti ganas de escribir, de plasmar en este diario lo feliz que me siento, por qué?, por ninguna razón en especial, tal vez porque me detuve un instante en la penumbra de la noche, todo estaba muy obscuro, y yo seguí escuchando el silencio y como se mecían los arboles, de pronto, algo me hizo mirar el cielo, había una estrella brillante, enormemente brillante, luego otras más a su lado y otra y otra… habían millones, me sentí tan protegido, tan grande y pequeño, que todo perdió importancia en ese momento. Creo qeu el viento cesó y yo logré callar mis pensamientos.

A veces miro desde la cumbre, aquel lugar alto donde el horizonte se pierde, sólo para saberme, tomar consciencia que todavía existo y miro y siento como la ciudad palpita y en ella las personas, el tráfico y el mundo, con toda la inocencia y pueril sometiemiento y todo el engaño y bajeza con que son (somos) manejados. Miro y me desprendo de mí mismo para perdonar, ¿qué más podría hacer?, eso y sentir que quisiera ser un haz de luz y no tener pensamiento.

La vulgaridad de la vulnerabilidad en que nos movemos me asombra. Los dos caminos, el libre albedrío, el poder decidir….