La vida se me parte, no puedo retener los pedazos de lo “real” y de aquello que si lo es, (y a pesar de ello, no se “ve”, curioso.) Se pasean los trazos en tenue danzas ante mis ojos mostrándome siempre, los dos o tres lados que posee cada milagroso instante, sincronizando los tiempos para que imaginemos que se mueve.

Imaginamos – la – vida – en – un – largo – eterno – e -interminable – espacio – tiempo. (“Y sin embargo, se mueve” ) y sin embargo todo acontece en -UN – solo – magnífico – instante que une del primero hasta el último punto, como un infinito e incansable juego de domino en cadena. Cada movimiento determina el siguiente, cada acción determinará la siguiente…

Tengo una sensibilidad que me agota, me deja exhausto y cansado.Me hace sumergir de una forma tan intensa y profunda en el dolor, en el placer, en la alegría… El fuego no me quema, ¡arde en mí!, el aire no me mueve ya que, ¡soy huracán!, el agua es un remanso en mi emoción. Me disuelvo de una manera extraña en la vida, y soy en ella, soy todo y entero en el crepúsculo, en el sendero yermo, en la muerte, en la vida que florece en cada bocanada del día. Esta sensibilidad me deja tan exhausto,que a ratos dejo de existir. Es ahí cuando me quedo quieto, inerte y blanco. No hay hombre,hijo, mujer o madre que puedan llegar a mí, porque soy ellos. Entre el cielo y la tierra estoy yo con esta sensibilidad, que a ratos  me deja pleno, y otros, me deja tan exhausto…