Cuando crees que alguien tiene la responsabilidad de un problema en tu vida necesitas hablarlo mucho para auto-convencerte de que la solución no está en ti.
Cuando descubres que la responsabilidad de lo que te sucede en la vida es únicamente tuya (por acción, omisión o consentimiento) comprendes que la solución está en el silencio, para poder recibir los mensajes de tu inconsciente.
En el primer supuesto vives de cara al exterior, pero encarcelado en ti; en el segundo experimentas la libertad aún sin salir de ti.