¡Ay, el género humano! Somos tan controversiales, tan ridículamente propensos a la incongruencia, al juicio, a la moralización. Y como dice la Biblia “Antes de ver en el ojo ajeno, mírate en el propio” ¿No resulta así que las personas religiosas son aun más conscientes del “ojo ajeno” que aquéllas que se dicen ateas? Nunca entenderé al ser humano y como referencia, poco me conozco. Con estos planteamientos comienzan mis esfuerzos dirigidos a una mayor comprensión de mí misma, que finalmente, y como resultado, me servirá para entender mejor al género humano…