Escribir no me convierte en escritor. Me convierte en un mejor pensador. Me permite explorar mis pensamientos. El resultado es la claridad mental. No necesito que me guste. Simplemente funciona. Por eso escribo. Llevo años escribiendo. Ha cambiado mi relación conmigo mismo y ha mejorado la forma en que proceso mis pensamientos. 

La gente suele decir que "piensa demasiado". No. Lo que ocurre es que sienten demasiado y no procesan lo suficiente. Escribir me ayuda a identificar mis errores de pensamiento. Es como un interrogatorio. No escribo solo para sentirme mejor. Escribo para procesar la verdad sin prejuicios. Escribo para dejar de mentirme a mí mismo. Esa responsabilidad es la clave. No puedes solucionar lo que no enfrentas. Escribir me ayuda a enfrentar mi propia realidad. También me ayuda a dejar de adoptar las perspectivas de los demás, esperando que encajen.

Escribir es una herramienta funcional, una especie de filtro mental. Es la solución a muchos problemas de la vida. Escribir es pensar. Es resolver problemas. Es afrontar las decisiones diarias y las opciones difíciles, y organizarlas de forma que sean fáciles de comprender. El cerebro es un mal lugar para almacenar información valiosa. Todo se convierte en un caos mental. Escribir me ayuda a ordenar mis ideas. No escribo para descubrir lo que pienso; escribo para obligarme a pensar.

Escribir no solo calma mi caos mental. Me ayuda a procesar mis pensamientos inconscientes: miedos, ansiedades y preocupaciones. No puedo superarlos todos solo con pensar. Escribo para comprender la sabiduría sobre cómo afrontar la vida sin perder la cordura. 

Escribir significa hacer las paces con mis pensamientos. Procesar mis sentimientos. Reconocer todo lo que alberga mi mente inconsciente. Y encontrar un mejor camino. Escribir es esa válvula de escape para mis pensamientos y sentimientos. Puede solucionar mis problemas antes de que existan.

 Somos las historias que nos contamos. Si mi mente está atrapada en el bucle de “no puedo” o “no soy lo suficientemente bueno”, escribir me permite reescribirlas. Escribo un fracaso del pasado y encuentro la lección que contiene en lugar de identificarme con él. Lo reinterpreto. Me hace responsable. Dejo de ser víctima de mi pasado. Literalmente, escribo mi camino hacia una versión más fuerte de mí mismo. Escribir amplía mi perspectiva de la vida.

Escribo como si nadie me estuviera leyendo. Esa es la clave para la libertad de expresión. Así me libero de mis propios límites. O sacas a la luz mis sombras para que pierdan su poder. Escribir me ayuda a darme cuenta de que mis peores pensamientos son solo pensamientos. 

La alternativa a escribir es fingir que tus pensamientos se organizarán solos. No lo harán. Se acumulan, generan discusiones, te deprimen y te convencen de que todo está perdido. Entonces empiezas a compensar todo con excesos. O te enredas en una espiral de pensamientos negativos. La alternativa es dejar que la mente descontrolada domine tu vida. Y así es como la gente se desmorona. Poco a poco, mientras insisten en que están "bien". Escribir significa no dejarse arrastrar por pensamientos que nunca te tomaste el tiempo de analizar.

Escribir no es un pasatiempo. Es una herramienta, un arma. Un espejo de mi yo interior. Llámalo diario, blog, notas... como quieras. Pero hazlo. Si no expresas tus pensamientos, ocuparán espacio en tu cabeza y alterarán tu realidad. Desde el primer momento que escribes, aunque mal, ves lo que realmente hay. Lo que puedes trabajar. 

Escribir no lo cura todo, pero lo hace visible. Y una vez visible, es más fácil de solucionar, o al menos de sobrellevar. Esa es la clave, la claridad, no el consuelo. Puedes ignorar el poder transformador de la escritura, pero tu mente no te lo perdonará. Seguirá llevándote a tu peor lugar. Seguirá creando caos. Domina tu mente expresando tus pensamientos. 

Escribir es encender la luz y darle sentido a lo que ves. Te ayuda a deshacerte de lo innecesario. La solución está ahí. Solo tienes que ayudarte. «Debo escribirlo todo, cueste lo que cueste. Escribir es pensar. Es más que vivir, es ser consciente de la vida.

 Tu mente siempre generará remordimientos del pasado, ansiedad por el futuro y distracciones por las expectativas ajenas. No puedes evitarlo. Pero no tienes que vivir con ello. Escribir te permite crear un espacio para reconectar contigo. Es el acto de darle sentido a la vida. No es nada especial. Trátalo como algo esencial. 

Escribir es el mantenimiento del alma. Nadie resolverá tus problemas internos. Solo tú puedes salvarte. Y tienes los medios. Es más barato que la terapia y más efectivo que quejarse. Escribir no pide nada y te devuelve una versión más clara de ti. Siempre está ahí. No tienes que compartirlo. Tú decides. El trabajo está en el proceso. La solución está en el camino. 

Patricio Varsariah.