Cuando cae presa del cáncer, todo el organismo está en guerra. Las células cancerosas se comportan como bandidos armados que campan al margen de la ley se vuelven y dejan poco espacio a los tejidos circundantes para que se multipliquen, además de envenenarlos... Como un ejército, requisan los vasos sanguíneos que tienen más a mano y los fuerzan a que las nutran de oxígeno y de los nutrientes que necesitan para el crecimiento de lo que en breve se convertirá en un tumor. 

No obstante, en determinadas circunstancias estas bandas de salvajes se descomponen y pierden virulencia: 1-. cuando el sistema inmunológico se moviliza contra ellas, 2-. cuando el organismo se niega a generar la inflamación (imprescindible para que se reproduzcan), y 3-. cuando los vasos sanguíneos se niegan a reproducirse y facilitar su crecimiento. 

Y aquí es donde entra en juego la importancia de una buena alimentación y de ejercicio físico que hará que nuestro sistema inmunitario esté más fuerte para combatirlas, así como para evitar que los vasos sanguíneos se reproduzcan y alimentos con alto poder antiinflamatorio.