El Universo está conspirando y poniéndome a prueba. 

He pasado muy enfermo en los últimos meses y escribir en mi página web, en algunas ocasiones me ha permitido explorar zonas oscuras de mí mismo que prefería guardar en el silencio y no tocar por temor a despertar a los demonios y el ejercicio me resulta peligroso, arriesgado y valiente. La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara.

A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar.

Al considerar lo habitual que es la enfermedad, el tremendo cambio de espíritu que con lleva, el asombro que resulta que, cuando las luces de la salud se apagan, emerjan países aún sin descubrir; qué yermos y desiertos del alma revela un ligero ataque de influenza; qué precipicios y céspedes rociados de brillantes flores avista un ligero ascenso de temperatura; qué antiguos e inexorables robles se desarraigan en nosotros por un acto de enfermedad…

Mientras busco el antídoto o la medicina para curarme, lo nuevo, aquello que solamente se puede encontrar en lo ignoto, hay que seguir transitando por escribir, por el amor, los libros y caminar, aun a sabiendas de que nos llevan al abismo, que es, casualmente, el único sitio donde uno puede encontrar el antídoto.

En ocasiones veo que es necesario encaminarse hacia el abismo con la enfermedad a cuestas.

A veces, no se trata de querer ser un valiente guerrero, trato simplemente de encarar y aceptar una realidad muy concreta y sobre todo, muy particular.

Gracias por tu cercanía y ser ese refugio al que puede acudir cuando así lo quiera.

Patricio.