La Vida no quiere dejarnos como nos encontró y nos sacude, zarandea, golpea, desgarra, disuelve y pulveriza. Más su interés es siempre positivo y si comprendiésemos por qué actúa así, facilitaríamos su misión y nos ahorraríamos grandes dosis de sufrimiento. Madurar con la vida es aprender a sufrir, soportar el dolor, a aceptarlo, a integrarlo en nuestra vida y a perderle el miedo.

Es hora de olvidar... Esta parece haberse convertido en la frase de las personas en los últimos tiempos. Y en verdad me enternece el hondo contenido de comprensión que encierra esta bella expresión.

Indudablemente la vida está llena de tropiezos, de experiencias dolorosas, de males a veces inevitables que hacen llenar los ojos de lágrimas de sólo pensar en ellos. Y por eso pienso que es loable el intento de dejar atrás el sabor amargo y los rencores que llenan el corazón y dificultan la acción.

Una cosa es trabajar liberados de rencores, y otra muy diferente es hacerlo en perpetuo estado de "amnesia". Una cosa es la generosidad de corazón que entiende que es necesario continuar siempre más allá de los dolores, y otra cosa es olvidar el motivo de los dolores. Si un hombre se quema una mano, es mil veces más prudente que busque remedio a su quemadura y que trate de no tener la mente siempre en su dolor; pero en nada le beneficia el olvidar que fue el fuego quien lo quemó.

De ahí que quizás propondría una frase diferente: Es hora de comprender...

Es hora de comprender que el conflicto forma parte de la misma existencia, y que es reflejo entre los hombres del conflicto cósmico que hace que día y noche se turnen en su aparición, que el mar suba y baje sobre las arenas de la playa, que el verano y el invierno se sucedan el uno al otro en una aparente guerra que escapa a nuestro corto entendimiento. Es claro que la naturaleza nos muestra un conflicto sano, del cual devienen crecimiento y construcción enraizados en etapas de destrucción y silencio.

Así como la naturaleza también los seres humanos tenemos días y noches, momentos oscuros de la civilización y momentos luminosos. Unos y otros tienen profundas causas, y el conflicto marca siempre la llegada de cada uno de esos momentos.Por eso es preferible el estudio profundo, la comprensión de esas crisis y no el olvido de ellas. De la comprensión nace la sabiduría, y sólo de ese modo podremos hacer que las crisis sean un poco más llevaderas.

Está en el ser humano el borrar la ignorancia a medida que avanza; y el recuerdo saludable es su mejor aliado. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y eso le sucede porque olvidamos.

Dicen que en cuestión de relaciones humanas tener mala memoria es muy aconsejable.Para que los agravios pasados no nos estén atormentando una y otra vez. Hay algo muy importante a comprender, en esta alquimia interior, y es que “la mente capta las cosas tal como le parecen que son, y no como son realmente”. Por lo tanto, deberíamos partir de que no sabemos como son las cosas, porque inevitablemente, las empañamos con nuestra visión coloreada y deformada por nuestros esquemas personales (o traumas), o por nuestra propia ignorancia simplemente. Partiendo de aquí, de una sana humildad, de un querer llegar a conocer la verdad, podemos emprender el viaje de retorno a lo mejor de nosotros mismos, o a la “recuperación de ese ojo sagrado”, como dirían los sabios del antiguo Egipto. De ese Ojo, que nos dará la posibilidad de “Ver y Conocer la Verdad”, trascendidos todos los velos de la ilusión y la pasión que enceguece.

Gracias por leer.

Patricio Varsariah.