17 Octubre 2019
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, octubre 17, 2019

Se dice que solo los peces muertos nadan con la corriente. La vida es difícil. Y la regla es agradecer al Universo o a Dios o a quien sea o lo que sea que elijan agradecer. Si todo fuera esponjoso y fácil, no hubiéramos sido probados, forjados en el fuego de la vida.
No creceríamos ni aprenderíamos ni tendríamos la oportunidad de superarnos a nosotros mismos. Si la vida fuera una serie de días encantadores, pronto nos aburriríamos. Si no lloviera, no habría ningún sentimiento de gran alegría cuando finalmente se detiene y podemos salir a pasear o ir a la playa. Si todo fuera fácil, no podríamos hacernos más fuertes.
Entonces, agradece que sea una lucha algunas veces, y reconocer que solo los peces muertos nadan con la corriente. Para el resto de nosotros, habrá momentos en que sea una lucha cuesta arriba y corriente arriba. Tendremos cascadas de batalla, presas y torrentes furiosos. Pero no tenemos otra opción. Nadamos o nos dejamos llevar. Y cada movimiento de nuestra cola, cada oleada de nuestras aletas, nos hacen más fuertes y más en forma, más delgados y más felices.
Hay una estadística que sugiere que, para muchas personas, la jubilación es una muy mala idea. Muchos de nosotros que estamos dentro de un tiempo relativamente corto y que hay que entregan el maletín. Hemos dejado de nadar contra la corriente y somos arrastrados.
Sigue nadando, pececito, sigue nadando. Intentamos ver cada revés como una oportunidad para mejorar. Las pruebas nos hacen más fuertes, no más débiles. Solo se carga con todo lo que se puede cargar, aunque agradezco que a veces parezca que es mucho más. Y, por supuesto, las luchas no llegan a su fin, pero hay momentos de calma en el medio: remansos donde podemos descansar por un tiempo y disfrutar el momento antes de que se nos cruce el próximo obstáculo.
Nadie está exento de las pruebas de la vida, pero todos siempre podemos encontrar algo positivo en todo, incluso en los peores momentos.
La depresión te agobia como una roca en un río. No tienes oportunidad. Puedes luchar, rezar y esperar que tengas la fuerza para nadar, pero a veces tienes que dejarte hundir. Porque nunca conocerás la verdadera felicidad hasta que alguien o algo te saque de ese río, y nunca lo creerás hasta que te des cuenta de que fuiste tú mismo quien te salvó.
Y eso es lo que es la vida, lo que debe ser: una serie de luchas y pausas. Y sea cual sea la situación en la que nos encontremos ahora, va a cambiar.
Entonces, ¿en qué estamos? ¿Calma o lucha? ¿Llueve o vamos a la playa? ¿Aprendiendo o disfrutando? ¿Pescado muerto o salmón sano? Y ESO ES LA VIDA, Sobre todo, no te apresures a renunciar a tus sufrimientos. El camino difícil al que estamos llamado a caminar puede, de hecho, ser nuestro único camino hacia el éxito.
La fricción es necesaria. La facilidad de la vida conduce a la complacencia y a la atrofia de la voluntad y el espíritu humanos. Dentro de nuestras luchas vive nuestra fuerza, dentro de nuestras pruebas vive nuestros triunfos. La fricción crea una plataforma para el cambio, genera calor y / o fervor y crea una carga motivacional que nos brinda la oportunidad de ser mejores. Una gema no se puede pulir sin fricción y tampoco una persona sin dificultades. La fricción interna y la fricción externa agudizan nuestros sentidos y reviven nuestras resoluciones internas. La fricción es incómoda, las dificultades son angustiosas, pero ambas son necesarias. No podemos encender un fósforo sin fricción. Por incómodo que sea, nuestra adversidad finalmente enciende un fuego y agudiza nuestra voluntad de florecer. Hoy, no nos desanimemos, no seamos amargos en nuestro sufrimiento, más bien déjenos alentarnos mientras consideramos nuestras pruebas como un medio que eventualmente nos hará mejores.
Feliz día.
Patricio Varsariah.