Los seres humanos tendemos a hacer más compleja la vida, y en ese hacer muchos somos heridos o herimos, muchas veces intencionalmente y otras sin querer, pero igual herimos, por eso es necesario que observemos con cuidado nuestro actuar, momento a momento, y aprendamos a valorar a las personas no esperando que sean como queremos que sean, sino como son, actuando siempre con bondad en cada situación, porque es lo único que al final reconforta nuestro espíritu.

La humillación es el único evento en la vida humana que se convierte en inolvidable. La pérdida de la dignidad en manos de otro ser humano, puede ser perdonada, pero, rara vez, si es posible, olvidada.Pero sanar la humillación y pérdida de la dignidad es algo que sólo se puede sanar internamente. Ningún terapeuta, psicólogo, doctor o persona-medicina puede hacerlo. El avergonzar conscientemente a otra persona es un acto de insensibilidad que se da través de los tiempos. El sentirnos humillados nunca nos sucede cuando estamos firmes y fuertes, si no, cuando internamente estamos débiles, dudando de nuestra capacidad y autenticandose.

Para sanar la experiencia de ver reflejada nuestra autocrítica en el mundo -a través de vivir la agresión de otros humanos- necesitamos dejar de "golpearnos" internamente y comenzar a tenernos en consideración propia, siendo nuestra prioridad. Si honramos lo que somos sin arrogancia ni sentido de orgullo, sino que lo hacemos de una manera equilibrada, y caminemos por la vida de una manera que nos permite honrar y respetar a todos los demás seres vivos.

Decidir que tenemos el derecho a SER, y respaldar ese derecho con amabilidad, en lugar de juicios y prejuicios, nos permitirá perdonarnos y agradecer a nuestro "agresor" por habernos enseñado la riña que en realidad sucedía en nuestro interior.

he dicho...Patricio Varsariah