Hoy he soñado que nada importaba que a todo lo que daba relevancia no la tenía, nada me satisfacía las necesidades que exhala mi alma. 

Si me quedo en silencio, escucho mi corazón (al que hoy le falta oxigeno) latir y comunicarse conmigo, como gritando desgarrada mente unas veces y susurrando otras. A veces me tapo los oídos y no le hago caso, es entonces cuando alza la voz, porque pierdo el rumbo justificándome en mi propio egoísmo. 

Sin embargo, cuando me habla suave y delicadamente es cuando más lo necesito, porque sabe bien que él me conoce y que yo lo sé, y que si me trata de enmendar algo es porque no lo hago correctamente. Supongo que me ve loco y descarriado en muchas ocasiones, sobre todo, cuando me dejo arrebatar por la corriente y no hinco mis piernas en el lodo.

Cuando grita me dice que no me crea nada, ni siquiera que voy por buen camino. Me dice que no soy nada diferente a los demás, que todos somos igual de mágicos y que me pierdo si me creo “mejor”. 

Me dice que escribir todo esto a veces no es más que echarle madera a mi orgullo y que el equilibrio está entre mi sinceridad y mi torpeza. 

Yo le contesto que hago lo que puedo, pero inmediatamente sé que no es así, que hago lo que me da la gana, incluso a veces, sabiendo que no es “todo lo que puedo”. 

Me abate el cansancio de no ver resultados pero sé bien que lo que me abate es la ceguera que no me permite ver que todo, absolutamente todo, ha servido para algo. Veo entonces que mi “locura” tiene tintes de clarividencia y de racionalidad porque quizás es todo este mundo el que está loco. 

Su voz delinea pues solo un mensaje, el amoroso mensaje de que me sumerja en la locura del existir.

he dicho..

Patricio.Varsariah