¿Es la capacidad de hacer lo que queramos, cuando queramos? ¿O es algo más profundo, algo más significativo? ¿Es la capacidad de expresarse libremente sin miedo al juicio o la persecución?
¿O es el poder de liberarse de las cadenas invisibles de la vida?

La libertad es un concepto complejo que filósofos y políticos han debatido durante siglos. No existe una definición única de libertad en la que todos estén de acuerdo, pero generalmente se refiere a la capacidad de actuar o pensar sin restricciones.

La libertad no se trata solo de circunstancias externas, sino también de estados mentales internos. Se trata de la capacidad de vivir el momento presente sin sentir el peso de los arrepentimientos del pasado o las preocupaciones sobre el futuro. Se trata de elegir nuestro propio camino en lugar de ser dictados por las normas o expectativas sociales.

Algunas personas creen que la libertad es la capacidad de hacer lo que quieras, cuando quieras. Esta visión de la libertad a menudo se asocia con el individualismo y la autosuficiencia. Sin embargo, otros creen que la libertad no se trata de hacer lo que quieras, sino de hacer lo correcto. Esta visión de la libertad se asocia a menudo con la responsabilidad y el deber.

Sin embargo, la libertad no es absoluta. Siempre hay límites para lo que podemos hacer, y siempre hay consecuencias para nuestras acciones. Sin embargo, la libertad es esencial para una vida plena y significativa. Nos permite perseguir nuestros intereses, expresarnos y conectarnos con los demás.

La libertad es lo que haces con lo que te han hecho, esta frase dice mucho sobre el espíritu humano y nuestra capacidad para superar nuestras circunstancias. Incluso cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles, todavía tenemos el poder de elegir cómo responder a ellas. Podemos elegir ser definidos por nuestras dificultades, o podemos elegir usarlas como un catalizador para el crecimiento y el cambio, y es válida en todos los aspectos de la vida.

Ya sea una infancia difícil, un trauma pasado, una relación fallida, una crisis de salud o las circunstancias actuales, estas experiencias pueden hacernos sentir atrapados e impotentes. La buena noticia es que podemos decidir cómo respondemos a estas experiencias, que es donde reside la verdadera libertad.

Nos empoderamos cuando nos apropiamos de nuestras experiencias y las usamos como un catalizador para el crecimiento y el cambio. Podemos transformar nuestro dolor en propósito y usarlo para inspirar a otros. Podemos dejar atrás el pasado y abrazar experiencias significativas ahora, encontrando alegría y significado en nuestras luchas. Solo hay una decisión que debes tomar: estás trabajando en tu libertad o estás aceptando tu esclavitud.

Para algunas personas, la libertad puede significar liberarse del pasado y crear un futuro mejor para ellos. Para otros, puede significar encontrar paz y aceptación en el momento presente. Independientemente de cómo definas la libertad, mi mensaje es claro: tenemos el poder de dar forma a nuestras propias narrativas y determinar nuestros caminos, incluso frente a la adversidad. Al reconocer cómo nuestras experiencias nos han moldeado y elegir responder a esas experiencias de manera constructiva, podemos trascender las limitaciones que de otro modo podrían detenernos y vivir una vida con significado, propósito y realización. 

Si bien es posible que no siempre tengamos control sobre las circunstancias en las que nacemos o los eventos que nos suceden a lo largo de nuestras vidas, podemos elegir cómo respondemos a esas experiencias.

La libertad no es la ausencia de sufrimiento. La libertad no es la ausencia de compromisos, sino la capacidad de elegir y comprometerme con lo que es mejor para nosotros. Muchos pensadores y artistas a lo largo de la historia han reconocido la importancia de la agencia, la resiliencia y la responsabilidad personal frente a la adversidad. Sirve como un recordatorio de que incluso frente a las dificultades, podemos dar forma a nuestros destinos y determinar nuestros propios caminos a seguir.

La idea de que la verdadera libertad no es necesariamente la ausencia de problemas o dificultades, sino la capacidad de tomar el control de nuestras circunstancias y aprovecharlas al máximo. En otras palabras, podemos experimentar dificultades, obstáculos o injusticias, pero podemos elegir cómo responder a ellos y permitirles que den forma a nuestras vidas.

Podemos tomar medidas para cambiar nuestras circunstancias, encontrar significado o propósito en nuestras luchas, o simplemente elegir vivir nuestras vidas de una manera que se alinee con nuestros valores y creencias, a pesar de los muchos desafíos de la vida.

Se le puede quitar todo a un hombre menos una cosa: la última de las libertades humanas: elegir la actitud de uno en cualquier conjunto de circunstancias, elegir su propio camino. Las personas que pueden encontrar significado en las experiencias difíciles tienden a ser más resistentes y más capaces de hacer frente a la adversidad.

El hombre está condenado a ser libre; porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace. Depende de ti darle [a la vida] un significado. La importancia de la libertad personal y la responsabilidad individual para crear significado y propósito en la vida. Somos libres de elegir nuestros valores, metas y acciones, pero también somos responsables de las consecuencias de esas elecciones.

La única forma de lidiar con un mundo sin libertad es volverse tan absolutamente libre que tu propia existencia sea un acto de rebelión.

El existencialismo puede ser particularmente relevante para las personas que han experimentado traumas o adversidades. Si bien el impacto del trauma puede ser significativo y duradero, las personas aún pueden encontrar formas de recuperar su representación y crear una vida significativa para ellos mismos.

Debemos ser libres no porque reclamemos la libertad, sino porque la practicamos. Aprende a practicar la libertad, incluso cuando la vida es dura. Transforma nuestras experiencias en oportunidades de crecimiento y autodescubrimiento.

Gracias por tu generosidad y la paciencia de leerme.

Patricio Varsariah