El río de la vida fluye entre las orillas del dolor y el placer.La mente, sólo se convierte en un problema cuando se niega a fluir con la vida y se queda estancada en las orillas. Fluir con la vida quiere decir aceptación: dejar llegar lo que viene y dejar que se vaya lo que se va. No desee, no tema, observe lo que sucede cómo y cuando sucede, puesto que usted no es lo que sucede, usted es a quien le sucede. A fin de cuentas, usted ni siquiera es el observador. Usted es la potencialidad última, cuya manifestación y cuya expresión es la consciencia que todo abarca. 

Cuando usted está mareado, ve el mundo dando vueltas a su alrededor. Obsesionado con la idea de los medios y las metas, los trabajos y los propósitos, usted se ve aparentemente funcionando. En realidad sólo mira. Todo lo que ocurre, ocurre en el escenario. La alegría y la tristeza, la vida y la muerte, son reales para el hombre cautivo, para mi están en el espectáculo, y son tan irreales como el propio espectáculo.Yo puedo percibir el mundo igual que usted, pero usted cree que está dentro de él, mientras que yo lo veo como una gota iridiscente en la vasta extensión de la consciencia.

La condición humana está hecha de ambiciones, de deseos, de demandas, de insatisfacciones. Esto, se ve cuando dejamos por un momento el ruido de la mente y entramos en silencio por nuestro interior, sintiendo lo que se moverá por dentro.Veremos emociones, inquietudes, desasosiego interior, reclamos que supondrán deseos, unos, sin realizar y otros realizados pero algunos insatisfechos. Deseos del pasado o del presente. El caso, es que algunos de estos deseos, estarán bien guardados en el inconsciente, reclamando con su ruido y desasosiego, salir a la claridad, a la luz, para ser aceptados identificados. En muchos casos, este trabajo, nos dará miedo. 

Traer al presente todo aquello que está retenido, lo que nos gusta y lo que no, es saludable. De lo contrario, viviremos en el desasosiego de esa dualidad, de dos mundos separados pidiendo unirse. Por un lado, el mundo de los deseos (lo que me gusta y no me gusta), y por otro un deseo de autorrealización que intuyo solo entiende de energías unidas y no desintegradas como ese ruido interior en muchos casos refleja. Visto así parece difícil unificar estos dos mundos, pero en realidad, solo es cuestión de ponerse a ello. Para aclarar y dar luz a lo que estará retenido, a la espera de ser reconocido y aceptado. 

Una forma de crecer, es acogiendo con un corazón ya fortalecido esas partes nuestras que estarán desintegradas, viviendo esa energía que nos provoca una emoción determinada. Siendo una con ella, no rechazándola, trayendo al presente, una cuestión del pasado. El caso es vivir esa experiencia acogiendo lo que surja, uniendo, aceptando. Este estado corporal es esclavo del tiempo y transcurre entre el nacimiento y la muerte. Hasta la evidencia actual de “yo soy” es, como la vigilia y el sueño, un estado transitorio. Esta necesidad de predicciones, de saber lo que va a suceder, demuestra nuestro apego a este estado corporal. Dependemos los unos de los otros por nuestra intimidad mutua, nuestros gustos, nuestros amores. Este apego a nuestra intimidad nos impide liberaros de este estado corporal, emocional, intelectual, y mientras dure esta identificación no podremos comprender la consciencia.

Acoger lo que no me gusta de mí mismo y lo que no me gusta de los demás. Hay ciento de circunstancias que el inconsciente tiene miedo de reconocer, asumir y liberar. Pero será una liberación soltar esa carga, ya que irá permitiendo espacios, nuevos huecos ahora abiertos y antes taponados, para hacer posible una meditación sin cosas escondidas aún sin aflorar. Solo vivencia de Ser sin que haya ningún protagonista. La vivencia de Ser se hace posible cuando Conocemos y Amamos lo que estará retenido.