¿Por qué cerrar tu vida con compromisos?
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, enero 9, 2020
El compromiso siempre procede de la inconsciencia. Por ejemplo, tú amas a una mujer y quieres que se case contigo, pero ella quiere que te comprometas. Y tú eres tan inconsciente…; comprometes muy fácilmente el futuro, que no está en tus manos. ¿Cómo puedes asegurar algo para mañana? El mañana no es de tu propiedad. Puede que estés aquí, y puede que no. ¿Y quién sabe qué pasará mañana? El amor que tan de repente te ha poseído puede desaparecer.
Pero casi todo hombre se compromete con su mujer: “Te amaré toda la vida”. Y la mujer también se compromete: “No solamente te amaré en esta vida, sino que rezaré a Dios para que vuelvas a ser mi marido en todas las vidas”.
Pero nadie es consciente de que ni un solo momento del futuro está en sus manos. Todos los compromisos crearán problemas. Mañana, de repente, puede acabar tu vida de la misma manera que ha aparecido. Fue algo que ocurrió, no fue un acto tuyo, no lo hiciste tú. Mañana, cuando el amor haya desaparecido y encuentres tu corazón completamente marchito, ¿qué harás?
La única salida que la sociedad te deja es volverte falso, ser hipócrita. Aunque ya no haya amor, sigue aparentando, sigue al menos diciendo: “Te amo”. Tú sabes que tus palabras no llevan ningún significado y la mujer también se da cuenta, porque tus palabras no suenan sinceras. Y en lo que al amor se refiere, no se puede engañar a una mujer; ella tiene una tremenda sensibilidad. De hecho, cuando hay amor no hay necesidad de repetirlo. Tú lo sabes y ella lo sabe. La repetición surge solamente cuando el corazón ya no irradia amor, y lo tienes que sustituir con palabras.
Pero las palabras son muy pobres. Tus acciones estarán mostrando algo, tu rostro estará mostrando algo, tus ojos estarán mostrando algo, y tus palabras tratarán de probar justo lo opuesto. Pero el problema ha surgido porque no has sido lo suficientemente consciente para decirle a la mujer: “¿Cómo puedo yo comprometerme? Soy un frágil ser humano, no soy absolutamente consciente. La mayor parte de mi ser está en una profunda oscuridad, que yo ni siquiera conozco. No soy consciente de los deseos que tendré mañana, tampoco tú lo eres.
Así que por favor no te comprometas a nada conmigo y yo no me comprometeré a nada contigo. Nos amaremos el uno al otro mientras el amor siga siendo auténtico y verdadero, pero en el momento en que sintamos que ha llegado el tiempo de aparentar, nos apartaremos; eso sería feo e inhumano. Simplemente aceptaremos que el amor que solía haber ya no existe y es tiempo de partir. Recordaremos todos los días y momentos hermosos que hemos pasado juntos. Permanecerán siempre frescos en nuestra memoria. Y no quiero destruirlos aparentando; tampoco quiero que tú te conviertas en una hipócrita.
Nunca forméis ningún compromiso. Poned bien claro que los compromisos crearán situaciones difíciles. Y pronto descubriréis que no podéis cumplirlos.
Y la responsabilidad… Nos han cargado desde nuestra niñez con la idea de la responsabilidad, que somos responsables para con nuestros padres, que somos responsables para con nuestra esposa o esposo, que somos responsables de nuestros niños, responsables para con nuestros vecinos, de que somo responsables para con la sociedad, que somos responsables para con la nación. Parece ser que solamente estamos aquí para ser responsables para con todo el mundo; excepto con nosotros mismo. Es una situación extraña.
Te cuento una experiencia personal, cuando yo era muy joven una persona me dijo: “Lo más importante de nuestra religión es servir a los demás”.
“Comprendo, sólo hay una cosa que no puedo entender: ¿entonces qué harán los demás?” –le dije.
“Servirán a otros, por supuesto” dijo esa persona.
“Esto es muy extraño –le respondí- Si todo el mundo sirve a todo el mundo, ¿por qué no nos servimos a nosotros mismos? ¿Por qué toda esta complejidad, por qué convertirlo en una carga; por qué yo debería servir a los demás y esperar que los demás me sirvan a mí?”.
En mi inocencia yo estaba diciendo una verdad que todas las religiones han olvidado. De hecho, el mismo significado de responsabilidad ha cambiado en manos de los religiosos, políticos, o los que llaman bienhechores: los profesores y los padres. Ellos han cambiado el significado de la palabra responsabilidad. La han hecho equivalente a deber: es tu deber. Nunca deberíamos hacer nada por deber. Hagamos algo porque lo amamos, o no lo hagamos.
Entiende claramente que tu vida o la mía tiene que ser una vida de amor; y responder desde este amor es a lo que yo llamo responsabilidad. No es responsabilidad, es respuesta-habilidad. Y el amor tiene la habilidad de responder. No hay ninguna otra fuerza en el mundo que tenga mayor capacidad para responder. Si amamos, seremos capaces de responder; no será una carga. El deber es una carga.
Cualquier respuesta que surja del amor será hermosa. Sin amor, la responsabilidad es fea y simplemente muestra que tienes mente de esclavo. Así que en lo que a mí concierne, si de verdad anhelas libertad, espontaneidad, estar en el momento, no es cuestión de hacer una síntesis. Tendrás que cambiar tu actitud respecto al negocio: tu sinceridad, tu verdad; tendrá que dejar de ser explotación. Tu constancia simplemente desaparece; tú traer algo nuevo a la existencia. El compromiso es absolutamente absurdo. Tú no te puedes comprometer a ti mismo porque el tiempo no está en tus manos; ni la vida está en tus manos, ni el amor está en tus manos. ¿Entonces sobre qué bases te vas a comprometer?
Tu condición es casi como de dos hombres que en una noche de luna llena los dos estaban tumbados bajo un árbol disfrutando de la luna, y uno de ellos dijo: “La luna es tan hermosa que me gustaría comprarla”. El segundo le dijo: “¡Olvídate del asunto, yo no la pienso vender! ¡Ni lo pienses!”. Ninguno de los dos poseía la luna, pero en su inconsciencia uno creía que la poseía y al otro le gustaría comprársela. Y el otro dice: “No te enfades. Si no quieres vendérmela estará bien. Pero estoy dispuesto a pagar cualquier precio por ella, pide lo que quieras. Y además no está bien, somos viejos amigos”. Pero el segundo le dice: “¡Olvídate de ello! ¡Amigos o no, no la venderé a ningún precio!”. Y ambos hablaban muy en serio. Esta es la situación de vuestros compromisos.
Un hombre le dice a una mujer: “Te amaré para siempre”, y justo al día siguiente se enamora de otra mujer. Él es una víctima de las ciegas fuerzas biológicas. No es que cuando él decía: “Te amaré para siempre”, estuviera mintiendo; no es eso, él era absolutamente honesto. El hombre que estaba dispuesto a comprar la luna no mentía, estaba sinceramente interesado en comprarla. Y el que no quería venderla tampoco mentía. Estaba siendo absolutamente honesto al no querer venderla a ningún precio.
Cuando el hombre dijo: “Te amaré para siempre”, estaba diciendo absolutamente la verdad; pero no era consciente de que el mañana no estaba bajo su control. Solamente podemos hablar acerca de este momento: “Te amo ahora. En cuanto a mañana, ya veremos lo que ocurre. Ni yo estoy ligado ni tú estás ligada a mí. Si mañana de nuevo sentimos que estamos enamorados, será una gran sorpresa”.
¿Por qué cerrar tu vida con compromisos? ¿Por qué no dejarla abierta a la sorpresa?, ¿por qué no dejarla abierta a las aventuras? ¿Por qué encerrarse en una tumba? Sufres, porque empiezas a pensar: “He prometido, me he comprometido. Ya no importa si quiero cumplir la promesa o el compromiso. Mi integridad está en juego. Puedo aparentar, pero no puedo aceptar que fui un imbécil por comprometerme”.
No es cuestión de hacer una síntesis con la fidelidad y la infidelidad, con lo auténtico y lo falso. Tendremos que dejar lo falso y escuchar a nuestra alma y seguirle a cualquier precio; siempre será barato. Cualquier cosa que tengamos que perder lo perderemos, pero si escuchamos a nuestra alma, al final seremos los vencedores, y nuestra será la victoria.
He dicho…
Patricio Varsariah.