¿hay que sentarse a meditar para obtener algo?
Publicado por Patricio Varsariah el martes, julio 12, 2016

Bien sabemos que no podemos evitar que el tiempo pase. Que nos desgastemos, nos volvamos viejos y muramos.Pero sí creo, sinceramente creo que está en nuestras manos que el tiempo no transcurra en vano. Que lo que hacemos cada uno con su tiempo hace la diferencia. Mientras yo escribo estas palabras, quizá tu plantas un árbol y otro siembra el caos. Todos al unísono y al mismo tiempo. Que el tiempo que llevemos de caminar la tierra sea bello y pleno, como digo, depende en parte de cada uno, y de esto se desprende la inevitable pregunta. ¿Cómo lograrlo? Primero: sinteticemos la búsqueda tachando de la lista toda salida fácil, rápida y barata. Segundo: Empezar por dar el primer paso. Paradójicamente, parando.
En mi caso, y en el de muchos a lo largo del mundo, parar nos condujo a sentarnos:a meditar. ¿Y cómo se hace? Simple. Te sientas sobre un almohadón redondo con las piernas cruzadas, la columna derecha...- Es decir que, durante los minutos que dure la meditación, nos ocuparemos de observar nuestro cuerpo. Y también la respiración. Por la nariz, tranquila. Sin artilugios, ni sobreesfuerzos. - ¡No parece fácil! Fácil, difícil. Son sólo palabras. Muchas veces apropiadas para no hacer aquello que podría otorgarnos algunos beneficios. - ¿Cómo cuáles? Calma, confianza, creatividad, amorosidad, respeto...- Es que yo... ahora... justo que ando con este dolor de espalda, y mi familia... y los horarios del trabajo...O que es tarde, y el clima... Sí, sí. Entiendo.
Lo interesante del caso es que esta batería de problemas que plantea el personaje de mi narración son algunas de las razones por las cuales se hace necesario echar mano de “algo” que nos permita no envejecer prematuramente; no volvernos como el árbol, seco y quebradizo antes que despunte el día.
La práctica diaria de la meditación, de esta intimidad con nosotros mismos, y la ecuanimidad emocional a la que accedemos, la denomino: rejuvenecimiento sin cirugías. Y explico. Cuanto más corremos escapándonos de la vejez, más rápido llegamos a ella. ¿Por qué? Pues, porque para correr todo el tiempo física y mentalmente se necesita tener mucha energía. Energía igual a: sangre, oxígeno, voluntad, tiempo, espacio, dinero, etc.
Cuanto más velozmente usamos nuestro caudal energético, más velozmente también lo consumimos (a mayor fricción por el aceleramiento, mayor calor, mayor consumo y menor rendimiento en todo sentido). A todo esto se suma el reabastecimiento de lo agotado, que pocas veces efectuamos adecuadamente. Esto sería, dormir varias horas profundamente, descansar con más asiduidad, comer más frugalmente. Mantener mayor contacto afectivo, en cantidad y calidad, con las personas que queremos. Realizar juegos, gimnasias o actividades recreativas y paseos en o cerca de lugares poco contaminados o enriquecidos con oxígeno puro. Contentarnos con lo que tenemos, que muchas veces es más de lo que nos hace falta, y pedir menos. Pero... siempre hay un pero, ¿lo hacemos? Si en algo de todo esto no nos ocupamos, difícilmente podremos recuperar las pilas gastadas.
De manera que valdría la pena cuestionarnos si tiene algún sentido tanto dinero invertido (tirado) en cosmética, pastillas, cirugía y otros menesteres estéticos, si nada de lo que aquí comento hacemos. Lamento recordarlo pero... “No son las arrugas de la cara las que determinan la vejez, sino las del alma”. y Tu te preguntaras : Entonces, ¿hay que sentarse a meditar para obtener algo? Otra vez mi personaje preguntando. No.
No nos sentamos esperando a que algo específico suceda. Aunque al principio de la práctica es esperable hacerlo con esa intención. Pero luego, con el tiempo de estar allí, intimando, como dije antes, con nosotros mismos, vamos notando que a lo que llamamos metas u objetivos, en realidad, se trata más bien de respuestas que el cuerpo nos da, desde el dolor y la ignorancia, y que luego se transmutan en aclaración o visión de nuestra existencia. O sea, buen uso de nuestra energía y tiempo.
Por eso, el meditar es para mí un lifting de rejuvenecimiento, pues, aunque no volveré a ser tan tierno y flexible como al nacer, sí sé que en la medida que pueda dejar caer mis durezas mentales y corporales, mi savia vital se incrementará circulando casi sin impedimentos y más que un sobreviviente, me sentiré flexiblemente vivo.
El hombre, cuando nace, es blando y flexible; cuando muere, queda rígido y duro. Las plantas, al nacer, son blandas y flexibles; cuando mueren, quedan duras y secas. Lo duro y lo rígido son compañeros de la muerte. Lo blando y flexible son compañeros de la vida.