¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Publicado por Patricio Varsariah el martes, agosto 24, 2021
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.
Cerrando círculos, O cerrando puertas, O cerrando capítulos. Como quieras llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando. ¿Terminó con su trabajo?, ¿Se acabó la relación?, ¿Ya no vive más en esa casa?, ¿Debe irse de viaje?, ¿La amistad se acabó?
Podemos pasarnos mucho tiempo en el presente “revolcándonos” en los porqués, en devolver el casete y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse.
En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó.
No esperemos que nos devuelvan, no esperemos que nos reconozcan, no esperemos que alguna vez se den cuenta de quiénes somos. Soltemos el resentimiento, el prender “nuestro televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único que conseguimos es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si andamos por la vida dejando “puertas abiertas”, por si acaso, nunca podremos desprendernos ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de “regresar” (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron ¡Si podemos enfrentarlos ya y ahora, hágamoslo!, si no, déjemoslo ir, cerremos capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve.
Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque ya no encajamos allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Tu ya no eres el mismo o la misma que se fue, hace dos días,hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.
Cerremos la puerta, pasemos la hoja, cerremos el círculo. Ni Tú serás la misma o el mismo, ni el entorno al que regresemos será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.
Es salud mental, desprendernos lo que ya no está en nuestra vida.
Recordemos que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir, porque: cuando vinimos a este mundo ‘llegamos’ sin ese adhesivo, por lo tanto es “costumbre” vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy nos duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, y necesidad.
Pero … cierra, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojamos, nos ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.
¡Esa es la vida!
Patricio Varsariah.