Para documentar huellas invisibles de soledad, abandono, desamparo, escribo versos empapados de tristeza, poemas de amor y desamor.Costuro mis heridas con cicatrices de recuerdos con metáforas de lágrimas, con figuras de dolor. Beso la puta soledad y lloro a carcajadas esta melancolía me enloquece y me mata. Allá a lo lejos, se escucha un canto de amor lastimero, y un aprendiz de poeta llora.¡Ah cómo duele la vida!

Amo a la oscuridad que te da forma, y te deja caer como una gota corrosiva sobre mi piel, que se vuelve insolente, y no entiende la penumbra que muerde la esperanza. Por eso prefiero que te unas a otro cuerpo, alimentes otro calor acostumbrado, aunque el dolor de saberlo se encadena a mi otros dolores. Te digo ahora, sin remilgos, la vida se me está yendo por un hoyo de hormigas.

No hay ojos donde me mire y los nombres de los años que cargo, los ignoro. Precisamente hoy, uno de esos años, me desafía, vuelve revuelto de ruidos embriagados. Reclama deserción, cuando traicionó mis sueños. Pude tener todo, hasta tenerte a ti, si llegas más temprano. Mi piel añora el suave tacto de tus manos, que nunca me tocaron. Me despido, de la misma manera que te conocí. Lo recuerdo bien, pasó un tiempo para que me dirigieras una palabra, después hablábamos de todo menos de nosotros, y al final, cuando tenemos que hablar, mi tiempo se termina.

Quiero pedirte un beso, no te espantes, no quedará huella alguna del beso; lo juro por Dios que me está abriendo las puertas del cielo, nadie lo sabrá y cuando regreses a tu mundo, reirás a carcajada por haber besado a un moribundo…” La ironía de mi triunfo, porque… ¡El beso me gustó!

he dicho...