Como estamos rodeados del mar hace unos días pasé la tarde relajándome en la playa. Fue una verdadera alegría dejar que el tiempo llenara sus velas de viento y pasara a mi lado. Fue un placer dejar que el agua salada besara las almas desnudas de mis pies mientras me agachaba sobre el tramo de arena para recoger algunas piedras de esas que dejan las olas después de besar la orilla.

Pero una hora más tarde, me encontré mirando a un sol que se hundía rápidamente, pesado por una carga de piedritas en mi bolsillo. Y al igual que las olas frente a mí que constantemente refluían y fluían, un pensamiento contemplativo surgió en mi mente:

¿Con qué frecuencia pasamos las horas de nuestros días ejerciendo energía innecesaria para recopilar más recuerdos, más momentos, más cosas y luego agotarnos mientras continuamos aferrándonos a ellos?

¿Realmente necesitamos agregar otro artículo a la gran cantidad de ropa en el armario? ¿Realmente necesitamos lanzar otro proyecto paralelo o deberíamos duplicar el que ha estado modificando y postergando durante años?

¿Realmente necesitamos asumir más responsabilidades en nuestro trabajo porque todos los que nos rodean parecen estar haciéndolo? ¿Realmente necesitamos conectarnos con más personas o hemos considerado conectarnos más profundamente con las personas que ya conocemos?

Es un hecho que la búsqueda de grandes riquezas puede llevarnos a la ruina y la búsqueda de más puede llevarnos a menos: menos energía física, mental y emocional y, ciertamente, menos riqueza interior.

En otras palabras, demasiado de algo nunca es demasiado bueno. Inclina la balanza hacia el estrés y, por lo tanto, naturalmente nos desequilibramos a medida que nos empantanamos con el peso innecesario que ahora estamos agobiados por llevar.

Pero si hay algo que he aprendido en los últimos años, es que, en un mundo en rápido movimiento, no hay nada más estimulante para la mente y el cuerpo que vivir despacio. Y en un mundo cada vez más complejo, no hay nada más tranquilizador para el alma que simplificar su pequeño espacio dentro de él.

¿De qué otra manera puedes llegar a tu propia esencia interior si no te afeitas las cosas que consumen tu atención y, por lo tanto, te distraen de tu propósito más íntimo?

En muchos de mis escritos anteriores he expuesto el concepto de multiplicidad versus simplicidad, y cómo simplificar nuestra vida puede ayudarnos a encontrar más paz y armonía interior.

La verdad es que, cuando se trata de cómo podemos simplificar nuestra vida, realmente se reduce a una simple pregunta ...debemos vivir despacio un día a la vez.

¡Gracias por leer! Y, como siempre puedes compartirlo.

Hasta la próxima semana,
Patricio Varsariah.