Enfrentamos solos esta vida. Nadie vive nuestra vida por nosotros. No hay droga ni embrujo que nos pueda extirpar, ni por un instante, de nuestra propia vida. Podemos negarlo, pero es inútil: estamos aquí solos, para participar en cada precioso momento de acuerdo a nuestra voluntad. Los precedentes de los antecesores pueden ser útiles, pero a la larga son sólo referencias. El parecer de aquellos que nos seguirán es asimismo meramente una consideración. Lo que importa es ser, simplemente ser. Acepta quien eres. Se quien eres.

Si hay dioses en los cielos, quizás conozcan el futuro. Como ser humano, sólo puedo decir que el futuro está aún por crearse. Sigamos adelante y forjémoslo, pero hagámoslo lo más bellamente que podamos. Su grado de elegancia es determinado por nuestra voluntad y por la perfección de nuestra propia personalidad. Por lo tanto, no suspires ante la desgracia o la adversidad. El ser feliz o el estar triste depende completamente de ti.

Alguna vez has tenido un nudo en los cordones de tu zapato?. Tienes que agacharte para desanudarlo. Las dificultades en la vida nos confrontan a todos; la gente responde a su manera a la adversidad. Algunos sucumben, otros se sobrexcitan. Algunos se manejan con determinación, otros responden con engaños. Demasiado frecuentemente, la penuria destruye a una persona.

Cuando se ven confrontados con alguna dificultad, debemos responder con modestia: ajustarnos a la situación. Inclinar la cabeza ante ella y concentrarnos en ella hasta que encuentremos una solución. No aplicar excesiva fuerza ni te doblegas mansamente al destino. Examinamos la situación y cuidadosamente la deshacemos. De la misma manera en que te agachas a desanudar un nudo en el cordón de tu zapato, debemos agacharnos para encontrar guía.

Incluso la modestia puede volverse un error si nos volvemos mansos e inseguros. Algunas personas se vuelven tan humildes que se derrotan a sí mismas. Son talentosas pero su personalidad está tan escindida que no pueden alcanzar su potencial. Por lo tanto, tiene que haber límites incluso para la modestia. Funciona. Como cualquier otra cosa, debe ser aplicada de la manera correcta.

Ya no hay nada que pintar.Lo hemos visto todo desde lo clásico a lo absurdo.Ya no hay nada que escribir.Son tantos los libros triturados como los leídos.Ya no hay nada que cantar.Lo que alguna vez fue vanguardia ahora es música de fondo. En un mundo donde la expresión parece vana, es difícil el mantener la creatividad. Pero la creatividad es un impulso primario. Los hombres de las cavernas pintaron en las paredes; todas las casas tienen alguna imagen en exposición. Los escribas primitivos escribieron relatos de sus experiencias; la gente todavía mantiene diarios. Los primeros chamanes cantaron; nosotros todavía vivimos con música. No podemos abandonar la expresión creativa en nuestra vida cotidiana, aunque parece difícil salir con algo nuevo.

La única manera de tener una expresión fresca es ir profundamente dentro. En cierto sentido, el extremo pluralismo de hoy en día elimina la obligación de hacer lo mismo que los demás. En una época, los artistas, monjes, escritores, músicos y artesanos estaban obligados hacia sus señores feudales. Hoy no estamos constreñidos por estándares jerárquicos. Somos libres para estar directamente en comunión con nuestro llamado interior.

Por coincidencia, esto refleja un entendimiento más sofisticado de lo divino. Ya no estamos en una posición de súplica con lo que es divino. Más bien, lo divino es una cualidad de nuestro interior. Algunas personas son como cucharones. No importa qué traten de recoger, termina escurriéndoselos otra vez. Para ese tipo de personas es extremadamente difícil acumular algo en la vida. Si tú eres como el cucharón, aún mayor razón para concentrarte en los recursos que tienes. La pobreza de cualquier clase no necesita ser un elemento disuasivo si sabes cómo utilizar la riqueza que posees. Debes abrazar tu destino, trabajar con él, y tomar ventaja de eso.

En última instancia, no podemos asir nada de forma permanente en la vida. Nacemos desnudos, morimos desnudos, y a decir verdad vivimos desnudos. Lo que tomamos para nosotros –nuestra ropa, nuestra riqueza, nuestras relaciones- son externas a nosotros. Nos son fácilmente quitadas por una golpiza del destino. Tratamos de internalizar nuestras experiencias y nuestro entendimiento. Incluso eso podemos perder por el estrés, la senilidad, una memoria pobre, pensamiento desorganizado, drogas o un shock. En verdad, todos somos cucharones. Lo poco que la vida nos ofrece gotea y se escurre.

Quizás incluso la más pobre de las situaciones es riqueza, porque toda la futilidad de la vida nos lleva a abrazar nuestro corazón. Después de todo, es mayor que todos los infinitos y más sutil que la menor de las briznas. Sentirlo requiere de gran fortaleza. Notarlo requiere la delicadeza de una libélula. Cuando te canses de aferrarte a la vida, encontrarás el modo de entrar en tu corazón.