Un esfuerzo total
Publicado por Patricio Varsariah el lunes, febrero 8, 2016

Hoy quiero escribir sobre esas piedras que encontramos en nuestro camino y que en muchas ocasiones tropezamos, pero lo mas importante no es tropezar y no es malo, encariñarse con la piedra sí. ¿Para qué repetir antiguos errores, habiendo tantos errores nuevos por cometer..?
Entre los años 1878 y 1880 Edison trabajó en al menos 300 teorías para poder desarrollar la bombilla incandescente eficiente, lo que demuestra la importancia de la perseverancia y de la voluntad de no rendirse antes de tiempo, así como de la voluntad de levantarse tras tropezar. Thomas Edison, cuando dio a conocer al mundo el proceso por el cual había creado la bombilla incandescente de alta resistencia, después de muchísimas pruebas y errores, dijo: “No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos.” Lo que nos enseñan las palabras de Edison es muy significativo: podemos tropezar muchas veces, cometer muchos errores, pero lo importante es siempre aprender.
Cometer errores es muy humano, pero lo que debe enseñarnos cada error es a levantarnos y a aprender de lo sucedido. De nada sirve lamentarse o buscar explicaciones en otras personas, cuando lo realmente eficaz es reflexionar y aprender la lección. Desde pequeños nos enseñan que los mejores son aquellos que no cometen fallos y aprendemos luego que no es así,ya que en el camino de la vida cometemos incontables errores, uno tras otro y a medida que envejecemos nuestro cerebro aprende mejor de los errores que de los aciertos. Un hombre se puede equivocar muchas veces, pero no se convierte en un fracaso hasta que empiece a culpar a otros por sus propios errores.
Hay personas que no son capaces de admitir errores, que son tan exigentes con ellas mismas y con los demás que cualquier error es visto como un fracaso y una derrota. El perfeccionismo puede ser una virtud en cierta medida, especialmente en aquellas tareas que son más relevantes, pero puede ser dañino si a cada identificación de un error le sigue una gran bronca interna. Evitar el perfeccionismo debe tener como base la aceptación de nosotros mismos y la idea de que las metas son flexibles en la medida que se tengan que adaptar para hacer frente a un cambio en las condiciones. Esto no significa que debamos abandonar nuestras metas, sino que es necesario verlas con realismo y aprender que hay distintos caminos para alcanzarlas. Un aspecto importante para poder aceptar la realidad que nos rodea tiene que ver con la celebración de los logros. Si vamos de castigo en castigo, olvidando un error solamente cuando se produce otro, nos perderemos todo aquello que consigamos.
Cada error es una lección, pero algo que es esencial evitar, es cometer una vez tras otra el mismo error, es decir, tropezar continuamente con misma piedra, ya que significa que no estamos evolucionando ni aprendiendo. Cada vez que nos enfrentemos a situaciones parecidas a otras del pasado en las que cometimos un error, es aconsejable realizar un examen de conciencia y preguntarnos: ¿Cuáles fueron las consecuencias negativas del error? ¿Vale la pena hacer lo mismo con el riesgo de cometer el mismo error? ¿Puedo hacer algo diferente? Las respuestas a estas preguntas no echaran una mano valiosa a la hora de proceder de nuevo, pero esta vez con más acierto…
Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa.