De mi experiencia personal he aprendido a reconocer que existen tres fuerzas que nos permiten resistir y reconstruirnos: El primer factor es la adquisición de recursos internos. Durante los primeros meses de vida, en los primeros años, el hecho de haber sido amado, el hecho de que mi madre me amara, me da confianza en mí mismo. Cuando recibo un golpe, sufro, pero mantengo la esperanza de reconstruirme. No es que piense que no significa nada, el golpe me hace sufrir, pero mantengo la esperanza y voy a buscar a mi alrededor a las personas que me ayudarán a reconstruirme. Este es el primer factor de la resiliencia, la adquisición de los recursos internos en mi memoria y en mi aprendizaje afectivo.

El segundo factor es la significación que se le atribuye al hecho. Algunos no están traumatizados por un hecho porque, para ellos, no significa nada. Es un accidente de la vida, nada grave, por lo tanto se sigue adelante. Pero otros quedarán profundamente heridos por ese mismo hecho, porque para ellos significa demasiadas cosas y los hiere.

Y el tercer factor, es la disposición de recursos externos alrededor de la persona herida, de apoyo afectivo sensato. Y son las dos palabras claves de la “resiliencia”. Yo -como niño herido- no tengo ninguna oportunidad de retomar mi vida de hombre,  si no hay alrededor mío alguien que me ame… una familia, una mujer, un hombre, amigos… y no tengo ninguna oportunidad de retomar mi vida si no le doy sentido a la violencia insensata.

Añadamos el humor. Hay que  destacar la importancia del humor para luchar contra el sufrimiento. Porque el humor permite poner a distancia el sufrimiento. Si yo le cuento el horror de lo que me sucedió, eso lo va a molestar, le voy a arruinar la velada y usted me va a hacer callar porque le va a molestar. Contar las cosas tal como son es a menudo obsceno, insoportable. Entonces la molestia que voy a provocar en usted a causa de mi drama, de mi tragedia, hará que yo me calle. Usted me hará callar y me voy a separar en dos. Entonces voy a estar disociado. Habrá una parte de mi personalidad que usted aceptará y otra que sufrirá en silencio.

Por el contrario, si logro llegar a contar lo que me sucedió provocando en usted una sonrisa, haciéndolo reír, interesándolo, haciendo una obra de teatro, en ese momento usted no me va a sacar del mundo de los humanos porque va a estar interesado o entretenido. Y yo me habré podido expresar manteniendo mi lugar en el mundo de los humanos gracias al humor. Además, el humor es cercano a la poesía. Es decir: no me someto sino que represento, domino y hago una representación teatral, una hermosa representación, una representación divertida de lo que sucedió, y  por lo tanto se puede transformar el sufrimiento en una carcajada.