Tu y tus verdaderos sentimientos.
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, noviembre 25, 2021
La vida me enseño a pelear día a día para poder seguir sin mirar atrás abriendo caminos entre las espinas y creer que lo malo puede cambiar, nos enseña cada segundo que no se puede parar, que hay que continuar y superar el dolor,aunque duela el corazón si llegamos a caer siempre hay que levantarse.
Pensando en mis pensamientos he llegado a la conclusion de que el principio de los tiempos, cuando no existía nada. Cuando ni siquiera el tiempo existía porque nadie había inventado nada para llevarle la cuenta. Cuando el hombre todavía no existía, en mitad del universo estaban reunidos los vicios y las virtudes que más tarde poblarían a los humanos en mayor o menor medida. Muchas veces es difícil comprender nuestros propios sentimientos, tan contradictorios, tantos. Pero cuando realmente indagamos en lo mas profundo del corazón, cuando realmente nos ponemos en los extremos, vemos claramente lo que sentimos.
En la vida, cada momento esta enmarcado con una carga emocional, con un sentimiento. Una sonrisa, una mirada, un abrazo, una lágrima. Cargas que se guardan y acumulan en la memoria, que se superponen y enredan, que nos hacen dudar de lo que sentimos. Y muchas veces, esas cargas llegan a pesar más de lo que una persona cree soportar, esa carga te aplasta, te hace arrodillarte y no te deja volar. No te permite respirar, ni pensar con claridad, solo puedes llorar, sin encontrar solución. Podemos seguir siendo unos presos bajo las cargas, los momentos, o destapara capa por capa esas cargas. Desgranar y borrar, archivar y liberar. Quedándote solo lo que realmente quieres, esas cosas que quieres guardar hasta el final de los días, esas cosas que recuerdas y automáticamente te hacen sonreír. Esos abrazos acostados en la cama bañados por el sol, esas carcajadas hasta el atardecer, esos besos apasionados bajo la luna o simplemente esas miradas sinceras. Esas largas conversaciones y esos juegos. Buscar en el interior de cada sentimiento enterrado y encontrar la verdadera substancia. Se que los malos momentos no se pueden borrar, por más que lo intentemos, yo mismo lo he intentando. Pero de que te sirve vivir preso de esos momentos, de que te vale llorar cada vez que lo recuerdas, de nada.
En la vida hay que ser sincero, equivocarte, pero siempre rectificar. Hay que expresar lo que sientes, dejar volar esos malos momentos, liberarlos, por que muchas veces no son tan malos como crees, solo son un error. cuando solo quedas tú y tus verdaderos sentimientos, te das cuenta de lo que sientes, de lo que necesitas, lo que echas de menos, lo que no valoras y deberías, de lo tus errores. Y debes actuar en consecuencia. Muchas veces es difícil comprender nuestros propios sentimientos, tan contradictorios, tantos.Pero cuando realmente indagamos en lo mas profundo del corazón, cuando realmente nos ponemos en los extremos, vemos claramente lo que sentimos.
La convivencia, la rutina, el cansancio del día a día, o los problemas cotidianos hacen peligrar nuestra relación de pareja. Con el tiempo, generalmente cuando creemos que ya tenemos una pareja estable y sólida, dejamos de preocuparnos por nuestra relación y descuidamos los pequeños detalles que son fundamentales para mantener el amor.
La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento, no reaccionar o un simple aguantarse: es fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone a nuestra disposición para el continuo progreso interno. A veces las prisas nos impiden disfrutar del presente. Disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia, virtud que podemos desarrollar y que nos permitirá vivir sin prisas. La paciencia nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos. La paciencia es la virtud por la que soportamos con ánimo sereno los males y los avatares de la vida, no sea que por perder la serenidad del alma abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores.
Es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse: es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida, grandes o pequeñas. Identificamos entonces nuestra voluntad con la de esa “chispa” divina de la que procedemos, y eso nos permite mantener la fidelidad en medio de las persecuciones y pruebas, y es el fundamento de la grandeza de ánimo y de la alegría de quien está seguro de hacer lo que le dicta su propia conciencia.
Saludos.
Patricio Varsariah