Todo nos condiciona y configura..
Publicado por Patricio Varsariah el sábado, julio 22, 2017

Llegamos al mundo esencia, luz y amor. Nos construimos una coraza defensiva, un carácter o personalidad para sobrevivir, por miedo al vacío, a lo desconocido. Con el tiempo, el carácter toma el mando y nos precipita hacia el destino. La parte oscura, lo inconsciente toma las riendas y ahoga nuestra esencia; terminamos viviendo poseídos por la coraza, las manías y la neura.
Algunos tragan y se protegen acumulando sobrepeso, otros se anulan en la relación y soportan lo insoportable; hay personas acusadoras y rígidas, y otras que lo permiten, se culpabilizan y cargan.
Si miramos a nuestro alrededor, ¿a cuántas personas conocemos que llegado un momento manifiestan los excesos, las inercias y el deterioro a nivel físico y emocional?
Cada personalidad tiene su motivación principal, sus inercias y una pasión que le gobierna, lo que explica que se repitan las vivencias y experiencias, las tendencias inconscientes que a veces pudieran parecer “mala suerte”.
Nos identificamos con la máscara, con eso que no somos y nos perdemos, no nos vemos ni nos dejamos ver. Nos creamos un personaje con un sistema de defensas -la propia neurosis-, ante el miedo ontológico y la angustia existencial.
La verdad que no nos conocemos, nos suponemos. Para salir de la cárcel del ego hay que desenmascararse. Preguntarse ¿Quién soy La gente podrá hacer cualquier cosa, no importa cuán absurda, con el fin evitar enfrentar su propia alma.
“Conócete a ti mismo” es la frase que debemos grabarnos. Hoy crece el número de personas que se quieren conocer, sin embargo, muchos prefieren vivir una existencia distraída. Distraerse de si es ignorancia de uno mismo, evitar la realidad por miedo, es engañarse.
Cabe preguntarse: ¿Con qué me evado, me alejo de mí y de mis necesidades? ¿Cómo dejo de habitarme y me convierto en un disfraz, una caricatura de mí mismo? ¿De qué maneras me engaño y me ignoro? ¿Qué hago para distraerme: trabajar demasiado, ver televisión, tabaco, drogas, cirugía estética, pasatiempos varios, comer, estar en el bar, internet, relaciones tóxicas…?
Hoy tenemos a nuestro alcance muchas alternativas para tomar conciencia, ver, verse: hacer terapia individual y terapia de grupo, asistir talleres de autoconocimiento, hacer rituales chamánicos, trabajo corporal, arteterapia, llevar un diario, meditar… para evitar caer en los patrones neuróticos, el autoengaño y el punto ciego de cada carácter. Necesitamos un trabajo de individuación, de sanación y toma de conciencia para liberarnos de nuestros condicionamientos del carácter, familiares y sociales, incluidos los de los ancestros.
Tanto nuestra alma como nuestro cuerpo se componen de elementos que todos estuvieron ya presentes en la serie de antepasados. Y también: Hasta que lo inconsciente se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino.
En la veintena y treintena se experimenta y se arriesga al sentirse invulnerable. A los cuarenta se toma conciencia de que la vida pasa y uno se pregunta qué es lo que quiere hacer que aún no ha hecho. La crisis de los 40 es una oportunidad para transformar la vida y vivirla de una manera más consciente y auténtica. Si no se aprovechó, a los 50 vuelve a haber otra oportunidad para hacer cambios y atreverse a elegir el camino no transitado, soltar los apegos y los miedos, afrontar justamente aquello que se estuvo evitando.
Pero no hay más ciego que el que no quiere ver. Como dije en otro escrito “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”.
Por fin, cuando no se tuvo el coraje de arriesgarse, a partir de los 60 la pregunta es más bien: ¿qué he hecho con mi vida? Entonces, como un autómata sonámbulo ya va dirigido hacia su destino, es presa conducida por su carácter.
Cierto es que hay también acontecimientos sorpresivos y fortuitos que trascienden nuestro entendimiento, destinos que se ven unidos incomprensiblemente al de otros, y también hay milagros. Todo nos condiciona y configura..
Hay personas que necesitan abrirse al mundo mientras que otras necesitan dejar de huir y conectarse consigo mismas. Los rígidos perfeccionistas necesitan relajarse y disfrutar, a riesgo de que su corazón se vuelva de piedra. Los rencorosos resentidos ven peligrar la salud de su hígado mientras no amen y perdonen. Los miedosos necesitan conectar con lo salvaje e instintivo y atreverse a vivir desde el coraje de su corazón.
El perezoso el postergado, un año de egoísmo y tomar plena conciencia de sí. Los que van de sobrados, dadores generosos, precisan mirar hacia dentro. Los gulosos y seductores compulsivos, un año de abstinencia. Los hay que necesitan desapegarse del sufrimiento, mientras que otros precisan entrar en el dolor.
Todos necesitamos conectarnos con la inocencia y la espontaneidad, sabernos merecedores de lo bueno, dejar de depender de la mirada del otro. A saber: los que necesitan que se les vea tiene que verse a sí mismos.
El perezoso el postergado, un año de egoísmo y tomar plena conciencia de sí. Los que van de sobrados, dadores generosos, precisan mirar hacia dentro. Los gulosos y seductores compulsivos, un año de abstinencia. Los hay que necesitan desapegarse del sufrimiento, mientras que otros precisan entrar en el dolor.
Todos necesitamos conectarnos con la inocencia y la espontaneidad, sabernos merecedores de lo bueno, dejar de depender de la mirada del otro. A saber: los que necesitan que se les vea tiene que verse a sí mismos.
La salida de la neurosis siempre va en dirección contraria a las inercias y a la pasión del carácter que nos domina, atreverse a hacer aquello que nunca te atreviste a hacer; ser valientes, tomar conciencia del discurso mental que cada uno se cuenta, proponerse tareas concretas.
Todos necesitamos reequilibrarnos: los caracteres emocionales necesitan ponderación, compensar con lo racional; los mentales más tierra, realidad e instinto; los viscerales sentir, empatizar, ver al otro. Lo que nos sana a todos es la plena atención a los propios mecanismos condicionantes, trabajar el autoengaño con la toma de conciencia, y meditar.
Algunas personas no maduran, pasan de estar verdes a podarse directamente. Estar sano, madurar bien es tener un ego liviano y flexible, y un corazón tierno y dulce. Estar conectado consigo mismo, viéndose y viendo al otro, expuesto al amor y abierto a la vida.
El autoconocimiento es transformador. Para ello, es preciso involucrar al testigo interno, mantener la presencia momento a momento, y así la zona libre de juicios y condicionamientos irá ganando terreno. Poner la personalidad al servicio de la esencia, alinear el carácter con el Espíritu, dejarle las riendas. Cuidar la relación con uno mismo, atender el jardín interior, limpiarlo, nutrir la tierra, arrancar las malas hierbas, y regalarse
El adquirir el compromiso de darse cuenta proporciona una notable libertad. Siendo así, de seguro conseguiremos ir puliendo el genuino diamante que todos y cada uno somos, crear una vida singular y hacer de nuestra existencia una preciosa obra de arte.
Las personas nacen suaves y blandas; muertos son rígidos y duros. Las plantas nacen flexibles y tiernas; muertas, son quebradizas y secas. Así, quien sea rígido e inflexible es un discípulo de la muerte. Quien sea suave y adaptable es un discípulo de la vida. Lo duro y rígido se quebrará. Lo suave y flexible prevalecerá.
Saludos.