Mi vida, con todos sus altibajos, giros inesperados, me ha traído a este momento. Fueron necesarias cada una de las situaciones intrincadas, confusas y dolorosas que he vivido para traerme aquí, ahora mismo. Y admito que tengo un poco de miedo, y tengo la capacidad de sonreír incluso con una lágrima, tengo el coraje de pedir ayuda cuando la necesito y la sabiduría de aceptarla cuando me la ofrecen, así que creo que lo tengo todo. Solo tengo que creerlo para poder dar el siguiente paso.

Todos tenemos el dolor causado por problemas de salud, y cuando experimentamos este tipo de dolor solemos decir que no tenemos nada que agradecer, porque olvidamos algo importante de lo que estamos pasando: el dolor de un problema de salud es SÓLO para toda la vida, para los que aún tenemos la oportunidad de una vida. 

Hace unos años, conocí a una persona en el hospital. Me dijo que lo único que lamentaba era no haber apreciado cada año con la misma pasión y propósito que había tenido en los dos últimos años de su vida, tras ser diagnosticada con cáncer terminal. "He logrado mucho últimamente y aprecio mucho cada paso", dijo. "Si lo hubiera sabido, habría empezado antes".

Sus palabras me hicieron sentir mucha tristeza y una sonrisa a la vez. Lo verdaderamente milagroso fue ver la gratitud genuina en sus ojos en ese momento. Estaba sinceramente agradecido por haber logrado todo lo que había logrado en los últimos dos años. Y su sentimiento siempre me ha acompañado. Así que, aunque estoy de acuerdo en que los problemas de salud nunca son agradables y a menudo pueden ser muy dolorosos y debilitantes, el dolor aún puede ser mediado por un sentimiento de gratitud por estar vivo. Por tener aún la oportunidad de seguir adelante. Por tener una vida que valga la pena, desde el momento hasta el preciado momento.

La muerte es una de las realidades más difíciles de afrontar. La persona que dio sentido a nuestra vida ya no está (al menos no en persona), y no somos los mismos sin ella. Tenemos que cambiar nuestra forma de ser: ahora somos un mejor amigo que se siente solo, un niño sin madre, una viuda en lugar de esposa, un padre sin hija o un vecino de alguien nuevo. Queremos que la vida sea como era antes de morir, y sin embargo, nunca lo será. 

¿Pero podemos estar agradecidos por tener el don de esta persona en nuestras vidas? Sí…

He lidiado con la pérdida de mis padres y, últimamente, de mi madre, así que sé por experiencia que cuando pierdes a alguien sin quien no puedes imaginar vivir, se te abre el corazón. Y la mala noticia es que nunca se supera del todo la pérdida, nunca se olvida. Sin embargo, al revés, poco a poco aprendemos que esta también es la buena noticia.

En definitiva, entiendo que, si bien la muerte es un final, también es una parte necesaria de la vida. Y aunque estos finales suelen parecer tristes, son esenciales para apreciar la belleza; de lo contrario, es imposible valorar a una persona o algo, pues carecerían de límites. Los límites realzan la belleza, y la muerte es el límite definitivo, un recordatorio para valorar a esa persona especial y apreciar la maravillosa vida que tenemos. La muerte también es un comienzo, porque, aunque hayamos perdido a alguien querido, este final, como la pérdida de cualquier situación valiosa, es un momento de renovación.

Aunque sea profundamente triste, nos impulsa a reinventar nuestras vidas, y en esta reinvención, nos brinda la oportunidad de experimentar la belleza de maneras y en lugares nuevos e inesperados. Finalmente, la muerte es una oportunidad para celebrar la vida de esa persona y agradecer la belleza que nos mostró.

Todos necesitamos estos buenos consejos de vez en cuando...

Porque fácilmente olvidamos lo importante que es afrontar las pérdidas inesperadas y los cambios difíciles que nos depara la vida (por mucho que tratemos de evitarlos). Olvidamos enfrentar el dolor y los pensamientos negativos, y aprovecharlos para levantarnos y seguir adelante.

Sí, debemos recordar levantarnos y hacer lo que necesitamos para ser felices. Las cosas que nos asustan. Las que nadie más puede hacer por nosotros. Las que marcan la diferencia entre simplemente existir y vivir plenamente, entre conocer el camino y recorrerlo, entre una vida de promesas vacías y fracasos y otra llena de felicidad, esperanza y paz.

De hecho, millones de personas viven su vida sin personalizarla, sin darse cuenta de que pueden hacerlo. No seas uno de ellos. No te conformes con la vida predeterminada. No tengas miedo. No dejes que tus expectativas te impidan ver la belleza de tu propia vida.

Ten fe.

Patricio Varsariah