Soy un escritor accidental. Empecé a escribir para compartir lo que estoy aprendiendo. Me ha ayudado a combatir el estancamiento que es como una plaga. Todo lo que aprendo alimenta mi motor de notas. Las ideas de mis notas se convierten en historias y publicaciones potenciales. Es emocionante porque me ocupo mucho más de temas que me hacen cobrar vida.

Ahora es un ciclo. Aprender. Escribir. Publicar. Repetir. Ese proceso es como supero el estancamiento mental. Es una de las muchas cosas que hago para alterar mi rutina a propósito. Es una situación en la que todos ganan. 

Aprendo y comparto porque me impuesto una misión una misión en la vida que es lograr que más personas lleguen a sentirse como yo, en ese estado completo de asombro, en los cortos años que dura esta maravillosa existencia.

Siempre tendré algo que compartir mientras siga aprendiendo algo nuevo. Disfruto tanto el proceso que lo he convertido en un hábito de por vida. La droga más adictiva del mundo no es la cocaína, la heroína o el alcohol. Es la comodidad.

La vida es una curiosa paradoja. Es un crecimiento estimulante o un estancamiento paralizante. Las experiencias que nos moldean y nos enseñan también pueden adormecernos y convertirnos en una burbuja confortable.

Las rutinas, los rituales y los hábitos diarios pueden apagar tu curiosidad y cegarte ante las maravillas ocultas de la vida. Pueden reducir rápidamente tu mundo, confinándolo a lo familiar, lo predecible, lo seguro.

La vida también puede enmascarar el estancamiento con el ajetreo. Corres de una tarea a otra, llenando tus días de obligaciones y compromisos. Te vuelves muy apegado a tu agenda y a tu lista de tareas pendientes. Pero estar ocupado no es lo mismo que estar satisfecho. Puede ser un disfraz inteligente que enmascara una falta de dirección y propósito.

Te dices a ti mismo que te estás “adaptando a una rutina cómoda” y “haciendo las cosas”, cuando en realidad, poco a poco te estás convirtiendo en una exhibición de tu antiguo yo.

Te convences de que la estabilidad es seguridad, el estancamiento es serenidad. Cambias la emoción de hacer algo diferente por la previsibilidad de lo mundano.

Te despiertas, trabajas, comes, duermes, repites. Los días se vuelven borrosos, las semanas se disuelven y, de repente, los años pasan, dejándote la gran pregunta: "¿Adónde se fue el tiempo?" ¿Qué he estado haciendo con mi tiempo?

Hace muchos años comencé a sentir que la vida era una repetición de lo mismo; que no había nada nuevo ni en mí; y que, por el contrario, continuaba retrocediendo, por así decirlo, sobre lo antiguo. Los estudios muestran una correlación entre el estancamiento y un mayor riesgo de depresión y ansiedad. Contribuye a los sentimientos de desesperanza, aburrimiento y falta de sentido de propósito.

El precio del estancamiento es demasiado alto para ignorarlo. Te conviertes en un espectador de tu propia vida, viendo pasar el mundo desde los confines seguros pero asfixiantes de tu rutina. La estructura es esencial para hacer cosas reales. Si bien la eficiencia es excelente, un estilo de vida en piloto automático puede restarle importancia. Dejas de elegir activamente tu camino y te conviertes en un pasajero de tu propia vida.

¿Cómo maximizamos el dinamismo de la vida sin sucumbir a su círculo de comodidad?

Comienza con la conciencia. Reconocer las señales de advertencia. La falta de interés real, dar por sentado lo obvio y la curiosidad menguante. El antídoto contra el estancamiento se esconde en nuestras experiencias diarias. Hay oportunidades para romper el molde, para salir de las líneas que con tanto cuidado hemos trazado a nuestro alrededor.

Cuando me siento demasiado cómodo, salgo de mi rutina a propósito para notar más, pensar diferente o probar algo completamente nuevo. A veces, funciona en un entorno nuevo. Muchas veces me toma tiempo apreciar lo ordinario que paso por alto.

Tomo posesión de mi rutina. También busco el malestar, no por sí mismo, sino como catalizador del crecimiento. Ahora estoy alimentando mis curiosidades. Cada paso desconocido es una grieta en el muro del estancamiento. Tu mente, se revelará ante el estancamiento. Puedes prescindir entonces de estimulantes artificiales. 

Encuentra el espacio donde conviven crecimiento y comodidad. Superar el estancamiento consiste en encontrar el equilibrio. No se trata de abandonar por completo la comodidad ni de lanzarse de cabeza a lo desconocido. Piense en ello como un ciclo.

El crecimiento es incómodo a medida que aprendes y te adaptas. Sin embargo, a medida que dominas nuevas habilidades y experiencias, tu zona de confort se expande. Intentas un crecimiento aún mayor sin sentirte abrumado. Entonces, nutre tus intereses. Todo lo que te importa puede guiarte hacia nuevas experiencias. Agitar las cosas. Pero no tiene por qué ser una alteración total.

Un suave empujón es todo lo que necesitas para empezar.

¿Qué fue lo que alguna vez prendió fuego a tu alma? ¿Fue escribir, arte creativo, pintura, codificación, música o un pasatiempo que siempre quisiste explorar? Reconectarse con tus curiosidades infunde significado y propósito a la vida.

Escurécete más allá de lo familiar, incluso si te da miedo. Deja que tu mente divague, sigue tus caprichos y mira adónde te lleva. Te obliga a adaptarte, aprender y crecer, reavivando la chispa de la curiosidad y el compromiso.

La vida es un proceso de devenir, una combinación de estados por los que tenemos que pasar. En lo que la gente falla es en querer elegir un Estado y permanecer en él. Esta es una especie de muerte.

La vida es un regalo, pero requiere participación activa. El mayor peligro no es el fracaso sino el estancamiento. No estás destinado a vivir en piloto automático. No dejes que la vida te adormezca en un sueño de estancamiento. Sal de las arenas movedizas, quítate el polvo y comienza a vivir tu vida extraordinaria.

Saludos.
Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.
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