Somos como una rama de un árbol.
Publicado por Patricio Varsariah el lunes, mayo 6, 2019

Cuando observamos un árbol en otoño, este nos llama la atención por la magnitud del mismo, por la estructura vacía, despojada que dibuja sus ramas. A diferencia de otras estaciones, en el otoño podemos observar la intimidad del árbol, el fuerte y nutrido esqueleto que le da forma. Contemplamos entonces la corteza de las ramas, sus continuas ramificaciones en extremidades cada vez más minúsculas. También nos percatamos de cómo miran hacia arriba, buscando el Sol que las alimenta. La aparición de algún que otro nido, descubierto ahora ya su escondite, nos recuerda el maravilloso maridaje, la excelente cooperación entre la vida vegetal y la animal.
Cada uno de nosotros somos como una ramita de ese árbol. Así lo ha querido la vida, la cual nos ha hecho únicos, especiales, diferentes. Aunque partimos del mismo tronco humano, nos separamos en esencias individuales. La savia del árbol, la energía de vida, circula por todo él sin dejar alguna de sus partes sin alimento. Del mismo modo, la energía divina y sus cualidades nutren a todos los humanos, sin excepciones. Decía que cada uno somos una rama distinta, pero nos empeñamos en ser la misma. ¿Pero el árbol sería igual de bello y espléndido, abundante, si solo estuviera formado por su tronco, como un mástil que se levanta a lo alto? Seguro que no.
La Vida ha querido que vivamos su plenitud, su autenticidad, en carne propia. Nos ama a cada uno como una madre ama a cada hijo. Quiere lo mejor para cada uno de nosotros. Quiere ser vivida, honrada, magnificada, ensalzada, con la voz cristalina, verdadera y especial de cada uno. Y de ahí nace nuestro sentido como seres humanos. Estamos aquí para, como humanos, expresar lo mejor que Dios nos ha dado, sus mejores virtudes. ¿Cómo podemos manifestar nuestra divinidad, nuestro sentido? Viviendo la vida con nuestros propios ojos, no con los ojos de los demás. Siendo lo que tu corazón te pide que seas, aunque ello suponga ser un elemento extraño y anodino en medio de una multitud o vivir sin la lógica común de lo que es adecuado.
¿Podemos imaginar una ardilla que quiera ser pez? ¿O un oso que quiera ser hormiga? Los animales, con su infinita variedad, no se plantean ser otro animal diferente al que son. Son su propia naturaleza. Siguen su curso. ¿Por qué te empeñas en ser igual que otro que, en realidad, es diferente?
Sé como la rama y sigue tu camino. Ello te proporcionará sentido de vida y felicidad. Sé como la rama: única, enamorada, enfocada en el Sol que le da vida.
he dicho..
Patricio Varsariah.
He aprendido a no intentar convencer a nadie.
El trabajo de convencer es una falta de respeto,
es un intento de colonización del otro.
es un intento de colonización del otro.