Las personas que se proponen cambiar pueden influir en la trayectoria de sus vidas. Se convierten en mejores versiones de sí mismas. Casi todas las áreas de tu vida pueden mejorar si tomas el control del progreso o la dirección. 

Toda nuestra vida, en la medida en que tiene una forma definida, no es más que un cúmulo de hábitos —prácticos, emocionales e intelectuales— organizados sistemáticamente para nuestro bien o para nuestro mal, y que nos conducen irresistiblemente hacia nuestro destino, sea cual sea este último.

Los hábitos que has adoptado para tu riqueza, tus relaciones, tu salud, tu vida intelectual o tu carrera profesional te están beneficiando o perjudicando. Una forma de medir su eficacia es comparar tu yo del pasado con el del presente.

¿Has progresado en los últimos dos años? ¿Eres más sabio que hace seis meses? ¿Has aprendido alguna habilidad complementaria el año pasado? 

Por incómodas que sean, las preguntas difíciles que nos hacemos cada trimestre o año tienen como objetivo ayudarnos a crecer y diseñar un futuro mejor. La falta de claridad sobre nuestro rumbo en la vida puede manifestarse en casi todos los ámbitos. Por eso es fundamental tomar las riendas de tu cambio.

A menudo, el camino hacia la grandeza comienza en el momento en que nuestras preferencias por la comodidad y la certeza se ven anuladas por un propósito mayor que requiere desafío y contribución.

Las personas exitosas aplican los principios de vida de forma diferente.

Pero la verdadera pregunta es: ¿cómo adoptar buenos hábitos que puedas mantener? 

El cambio es difícil de enseñar, incluso a las personas inteligentes. Por eso debes diseñar tu propio cambio. No existe una verdad universal; solo existe lo que funciona para tus circunstancias particulares. Si puedo ahorrar el 40 % de mis ingresos cada año, no significa que debas adoptar el mismo enfoque para generar riqueza.

Si invertir el 10% de tus ingresos es lo que puedes permitirte ahora mismo, cíñete a eso. Mientras puedas hacerlo de forma constante, es suficiente.

Lo más importante es que ese hábito sea sostenible. Cada persona juega un juego diferente en la vida. Y tiene que funcionar para ti; de lo contrario, te rendirás. Aprende a comprender tu propio juego y, lo más importante, qué quieres obtener de él para tu futuro, y luego juega a tu manera.

Piensa por ti mismo para decidir 1) qué quieres, 2) qué es verdad y 3) qué debes hacer para lograr el n.° 1 a la luz del n.° 2… y hazlo con humildad y mente abierta para que consideres las mejores ideas disponibles. 

Solo tú estás a cargo de la trayectoria de tu vida; no los expertos, mentores, o personas exitosas ni personas influyentes. Te conoces a ti mismo mejor que nadie. Haz lo que funcione para ti y para tu yo futuro. No importa lo que aprendas de los expertos, debes aprender a aplicar, medir y hacer más de lo que te funciona. 

Tus propias metas y ambiciones deben definir el rumbo de tu vida. “Cuando te dejas atrapar por la creencia de que solo hay una manera correcta de hacer algo, te preparas para el fracaso.

No existen reglas ni principios universales en la vida. Tu situación personal determina las reglas que debes aplicar en tu vida. Pero primero, define tu destino: define lo que quieres y luego identifica los principios, hábitos, rituales y comportamientos que te funcionen a largo plazo.

Si este escrito te aportó consuelo o reflexión, sigue adelante. Tú tampoco estás sola o solo.

Te envío un susurro de "gracias".

Patricio Varsariah.