Sobre el propósito, la mortalidad y la vida .
Publicado por Patricio Varsariah el martes, octubre 7, 2025

La gente se incomoda cuando escribo sobre lo inevitable. No es mi intención hacerlo por provocación; lo hago para encontrar claridad. No pienso que la vida carezca de sentido. Solo me gusta recordar que he de morir. Recordar nuestra mortalidad es una idea antigua, tan persistente como la propia existencia humana.
En nuestro abrumador intento por vivir, hemos olvidado cómo hacerlo. La vida se ha vuelto inconmensurablemente mejor desde que me vi obligado a dejar de tomármela en serio.¿Acaso no muere todo al final, y demasiado pronto?
Dime: ¿qué planeas hacer con tu única y preciosa vida? O dejas que esa pregunta te devuelva a lo esencial o sigues distrayéndote.
La mayoría de la gente llama a su “cultura del ajetreo” propósito, carrera o equilibrio. Pero creo que mucho de lo que hacemos es simplemente “distracción” con una mejor imagen de marca. Todos pasamos el tiempo a toda prisa hasta que nos vemos obligados a bajar el ritmo. La diferencia está en si permaneces despierto mientras lo haces.
Con los años he aprendido a edificar, día tras día, mi propia realidad, guiado por el existencialismo. Rechazo la idea de una vida prefabricada, trazada por otros antes de ser vivida. Al final, todo converge en lo mismo: lo inevitable siempre encuentra su cauce. Solo que, a veces, nuestras distracciones son tan hábiles que logran disfrazarlo.
Nos obsesionamos con correos electrónicos sin leer. Nos obsesionamos con lo que piensan los desconocidos.
Perdemos horas “desconectándonos” de trabajos que nunca quisimos. Todo porque es más fácil que preguntarse: “¿Qué haría si realmente me tomara mi existencia en serio?”. Y no, no me refiero a serio en el sentido de solemnidad. Me refiero a serio en el sentido de estar despierto. Totalmente enganchado, “lográndolo”, pero aun así jugando con intensidad.
Crear tu propia realidad no es tan difícil. Ni siquiera es caro. Se trata de decidir a qué dedicar tu energía limitada. De reconocer cuándo estás viviendo la vida de otra persona y tener el coraje de volver a tu propio camino.
Si lo que buscas es un propósito, elige algo. No importa qué, mientras te haga sentir vivo. Luego construye alrededor de ello, aunque sea frágil, imperfecto o temporal. Y cuando deje de encajar, cámbialo. La vida no se trata de elegir bien, sino de atreverse a elegir.
¿Y el miedo a fallar? Claro que fallarás. Todos lo hacemos. Tropiezas, decepcionas, pierdes tiempo, te equivocas de camino y de personas. ¿Y qué? Nadie sale ileso de estar vivo. Lo único que realmente importa es que elijas vivir a tu manera, bajo tus propios términos. Tómate lo suficientemente en serio como para intentarlo.
El tiempo se acaba, inevitablemente. Pero la pregunta que persiste no es cuándo, sino qué estás haciendo mientras ocurre. No hablo de pesimismo. Hablo de lucidez. Recordar que vas a morir no es una obsesión mórbida: es una brújula. Te arranca del piloto automático y te devuelve al presente.
Podrías dejar la vida ahora mismo. Deja que ese pensamiento guíe lo que haces, dices y piensas. La idea no es nueva: recuerda que morirás, y sabrás cómo vivir.
Cuando te levantes por la mañana, piensa en el privilegio de estar vivo, de pensar, de disfrutar, de amar. Cada día es una vida entera, un universo que se abre y se cierra en ti. Si el final está escrito, el desarrollo sigue siendo tuyo para escribirlo. Si nada importa por defecto, entonces puedes decidir qué importa. Eso no es tristeza; es libertad disfrazada de fatalidad.
La mayoría se distrae porque mirar hacia dentro da miedo. Medir la propia vida exige valentía. Preguntarse hacia dónde vas, en qué inviertes tus días, qué historia estás construyendo... no es cómodo. Pero el enemigo no es la distracción: es la inconsciencia. Hay una gran diferencia entre perder el tiempo y usarlo con intención.
Así que crea cosas absurdas. Enamórate, aunque se acabe. Aprende, aunque olvides. Intenta, aunque falles. Tómate con menos solemnidad, pero con más propósito. La mortalidad no es la amenaza; el arrepentimiento sí lo es.
El tiempo ya corre. No se detiene para nadie.
¿Qué realidad estás moldeando mientras lo dejas pasar? El objetivo no es huir de las distracciones, sino elegir aquellas que te despierten, que te construyan, que te acerquen un poco más a ti.
No vivas como si cada día fuera el último; eso sería una carga imposible. Vive, simplemente, como si fuera tuyo. Como si algún día tuvieras que responderte con honestidad: ¿Qué hiciste con tu única y preciosa vida?
Todo termina, y más pronto de lo que creemos. Las distracciones seguirán ahí, seductoras y constantes. La cuestión es si las usas para esconderte… o para crear algo que deje huella, aunque sea solo en ti.
Tienes una sola oportunidad y ninguna garantía. Puedes adormecerte y llamarlo rutina, o puedes despertar y llamar a eso vivir. No mañana. No cuando estés listo. Ahora. Mientras todavía hay curiosidad en tu pecho y fuego en tu alma.
No le debes nada al universo.Pero te debes a ti mismo una vida que valga la pena recordar.Porque todo termina, sí…pero el medio puede ser innegable.
Patricio Varsariah.