Siempre eligiendo, siempre en la incertidumbre.
Publicado por Patricio Varsariah el sábado, febrero 12, 2022

La vida humana está tejida de pequeñas y grandes decisiones. El hombre es un ser libre y como tal, no puede dejar de elegir continuamente. Cada paso que damos es una elección entre el avanzar o el retroceder, entre el caminar o quedarnos parados.
Nos damos cuenta de que siempre dejamos atrás lo que no hemos elegido y esa sensación de que al tomar algo tenemos, sin más remedio, que dejar algo nos produce en ocasiones una gran incertidumbre y desazón.
No podemos dejar de pensar: "y si hubiera dicho que no en vez de sí en aquella ocasión, o al revés... y si cuando decidí no ir a ese lugar, hubiera elegido ir. Qué hubiera pasado si en vez de matricularme en esto me hubiera matriculado en lo otro, o si en vez de trabajar hubiera intentado estudiar..." Y así hasta el infinito. Siempre eligiendo, siempre en la incertidumbre. Pero gracias a esa limitación de la misma condición humana el hombre se hace a sí mismo único e irrepetible.
Mis elecciones, mis decisiones, las importantes y las que lo son menos, me han ido configurando tal y como soy.
Pero precisamente porque mi libertad y esa continua necesidad de elegir me hacen, dependo de mis decisiones para tomar el camino que puede hacerme feliz o dejarlo equivocándome por completo. Lo que me humaniza y realiza lo más profundo de mi ser persona es que las decisiones que tome estén profundamente meditadas, tomadas desde lo profundo de mi conciencia y de lo que para mí es importante y vital, desde los valores que tengo y en los que creo.
Si prescindo de eso y me dejo llevar por aparentes seguridades que otros me proponen, tal vez, o mejor, seguramente, me equivoque y en ocasiones de modo irremediable.
Todos nosotros, a lo largo de nuestra vida, nos encontramos con situaciones en las que hemos de tomar una decisión, nos vemos obligados a comprometernos con alguien o algo de alguna manera, tenemos que elegir un camino dejando otros a un lado. Pocas personas dirán que estas situaciones son fáciles, porque no lo son.
La mayoría de las veces tomar una decisión implica renunciar a pequeñas comodidades que venimos disfrutando con la ilusión de conseguir comodidades mayores. Siempre hay que valorar ventajas e inconvenientes de las opciones que se nos presentan, para intentar elegir aquella alternativa que mejor se adapte a nuestra personalidad.
Por tanto, al tomar una decisión estamos poniendo de manifiesto intereses y prioridades personales.
¿Qué moraleja sacas tú de todo esto?¿Cómo tomas tú las decisiones que componen tu vida de cada día? ¿Qué consejos das a los demás?
Yo te daría un no-consejo: piensa, mira en tu interior, procura saber si estás hecho para eso, no escuches al que busca empujar por un camino que él o ella, no sigue o al que busca sentirse seguro apuntando a muchos a su camino.
Escucha tu corazón y tu mente, sólo eso. Al final sólo tú vas a ser responsable de la decisión y sus consecuencias, sé tú mismo.
Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
Patricion Varsariah