Aprendemos más no cuando la vida es fácil, sino cuando nos pide crecer.

¿Alguna vez has pensado en lo aburrida que sería la vida si todo siempre saliera bien? ¿Si solo fuera un camino recto y perfecto, sin desvíos, sin decepciones, sin sorpresas?
Quizás sería pacífico. Pero no sería real.

Porque la vida no funciona así. Es caótica, impredecible y llena de giros inesperados, y, sinceramente, eso es lo que la hace significativa.

La vida no solo está hecha de sol. También está hecha de sombras. No solo risas, sino también lágrimas. No solo días tranquilos, sino tormentas que te sacuden.

Lo sentimos todo: alegría, tristeza, miedo, asombro, porque eso es lo que significa estar vivo. Así como una pintura necesita luces y sombras para ser bella, nosotros necesitamos altibajos para convertirnos en quienes estamos destinados a ser. Incluso hay un dicho: “Si no hay altibajos en tu vida, significa que estás muerto”. Y es cierto, el movimiento, el cambio, el contraste, todo es parte de lo que nos sigue creciendo.

Tengo la costumbre de que siempre que algo me ayuda a crecer, siento una fuerte necesidad de compartirlo con la gente que quiero. Especialmente con mis seres más queridos. Me siento con ellas e intento explicarles todo lo que aprendí, con la esperanza de que no tengan que pasar por el mismo dolor que yo. Y siempre escuchan, dulcemente, amablemente, y dicen: "Tienes razón". Pero luego llega la vida... y la atraviesan de todos modos.

Más tarde los oiré decir las mismas cosas que una vez les dije, pero ahora con sus propias historias, sus sentimientos, su sabiduría ganada con esfuerzo. Fue entonces cuando me di cuenta: algunas lecciones simplemente no se pueden transmitir. Hay que vivirlas. Hay que sentirlas en la piel. Solo entonces se hacen verdaderamente tuyas.

Seamos honestos, cuando llegan los momentos difíciles, no los agradecemos precisamente. Nos preguntamos: ¿Por qué a mí? ¿Y ahora qué? ¿No he sufrido ya suficiente? Pero ¿y si esos momentos no están aquí para arruinarte? ¿Y si están aquí para despertarte? Para enseñarte a apreciar la luz. Para impulsarte hacia algo mejor. Para ayudarte a descubrir una fuerza que no sabías que tenías.

A veces, cuando la vida nos tira hacia atrás, nos prepara para ser lanzados hacia adelante, como una flecha. A veces, cuando nos quitan algo, es sólo para hacer espacio para algo más grande. Y cuando te encuentres en un túnel, sumido en la oscuridad, no lo olvides: siempre hay luz al final. Algunos túneles son simplemente más largos que otros.

La verdad es que no existe una vida sin lucha. Pero sí existe la posibilidad de crecer a través de ella.
Cada momento bajo tiene algo que enseñar. Cada momento doloroso trae un mensaje. Cada tormenta que llega tiene el poder de despejar tu camino, no solo bloquearlo. Incluso en los días en los que sientes que apenas puedes resistir, recuerda esto: eso, en sí mismo, es fortaleza. A veces, sobrevivir es suficiente. Y a veces, esa silenciosa perseverancia se convierte en la base de todo lo hermoso que construirás más adelante.

A menudo buscamos los momentos culminantes, la alegría, la emoción, la claridad. Y tememos los momentos bajos, la confusión, la tristeza, el miedo. Pero aquí hay algo que olvidamos: La paz que anhelamos no reside en las alturas. Existe bajo ellas. Vive en lo más profundo de nosotros mismos, ese lugar tranquilo que se mantiene firme sin importar lo que la vida nos depare.

No tienes que arreglar los momentos bajos. No tienes que temer que los buenos terminen. Solo tienes que estar presente. Siente lo que sientes. Y recuerda: debajo de todo, de todo el caos, de todo el cambio, hay una parte de ti que siempre está en calma. Siempre con los pies en la tierra. Siempre completa.

El objetivo no es evitar las bajas ni perseguir las altas. El objetivo es vivir plenamente. Confiar en que incluso los momentos más difíciles forman parte de la historia que te estás formando para ser una persona más sabia, más fuerte y compasiva.

Así que la próxima vez que la vida te dé un giro inesperado, no te resistas. Abre la puerta.
Deja que te enseñe. Deja que te impulso. Deja que te recuerde lo que importa. Porque un día mirarás atrás y te darás cuenta: No fueron los capítulos fáciles los que te formaron. Fueron aquellos en los que seguían adelante, incluso cuando era difícil.

Si mis palabras te trajeron consuelo o reflexión, gracias por tu interés y tu tiempo.

Patricio Varsariah.