Si está destinado a ser, será.
Publicado por Patricio Varsariah el domingo, octubre 12, 2025

¿Alguna vez te has preguntado por qué intentamos controlar tanto en la vida?
Intentamos controlarlo todo: los resultados, el comportamiento de los demás, nuestras expectativas e incluso aquello que realmente no podemos cambiar. Pero cuanto más tratamos de controlar, más se nos escapa la vida.
Piénsalo: ¿puedes contener el viento en tus manos? ¿O atrapar el agua en un puño? Cuanto más lo intentas, más se escurre. La vida funciona igual. En el momento en que intentamos controlarla por completo, perdemos la alegría de vivir.
A menudo creemos que los resultados dependen de nosotros. ¿Pero la realidad? Cargamos con el peso de los resultados mucho más de lo que deberíamos. Ese peso se transforma en ansiedad, estrés y miedo. Tu tarea es sencilla: enfócate en tu trabajo, da lo mejor de ti, pon tu corazón en cada acción. ¿El resultado? Nunca ha estado realmente en tus manos, y nunca lo estará.
Cuanto más nos apegamos a un sueño, una relación o un resultado, más poder les damos sobre nuestra mente. Aunque sigamos trabajando, el miedo y la preocupación se instalan: “¿Y si no sucede? ¿Qué pensarán los demás si fracaso?” Ese pensamiento constante consume nuestra energía como un veneno lento.
Cuando aliviamos la mente y aprendemos a soltar el control, la paz surge de forma natural. Nos sentimos libres. Trabajamos sin miedo y disfrutamos plenamente de cada momento. Trabaja con el corazón, pero no dejes que los resultados te roben la paz. Tu deber es actuar, no preocuparte por los frutos de tus acciones.
Haz tu parte con entrega, pero sin agotarte por lo que aún no ha ocurrido. Podemos controlar nuestras acciones, pero no los resultados. El tiempo, las circunstancias y los demás están fuera de nuestro alcance.
Comprender esto nos permite vivir mejor, entregándonos al 100% a nuestro trabajo, sin el peso del estrés.
Piensa en un agricultor: siembra sus semillas y trabaja duro en el campo. ¿Puede controlar la lluvia o el sol? No. Aun así, se esfuerza al máximo. Así deberíamos vivir también nosotros: enfocados en lo que podemos hacer, sin temer por lo que no podemos controlar.
Dar lo mejor de ti está en tus manos. Lo que venga —y cuándo venga— es tarea de la vida. Soltar el control no es debilidad. Es verdadera fortaleza.
Cuando sentimos luz interior, nos volvemos imparables: el estrés desaparece, el miedo se desvanece y solo quedan energía pura y paz. Esa energía nos acerca a nuestros sueños.
Reflexión final:Deja de intentar controlarlo todo. Concéntrate en vivir, no en controlar. Da lo mejor de ti en cada acción. Confía en que la vida te traerá lo mejor. Suelta. Vive plenamente. La paz llegará, y la vida se volverá naturalmente hermosa. Si está destinado a ser, será.
Gracias por acompañarme en esta lectura. Espero que tu día esté lleno de luz y buenas ideas.
Patricio Varsariah.