Hoy quiero escribir sobre un refrán popular que dice : “Quien bien te quiere te hará llorar”, si bien es cierto que los refranes populares suele acertar la mayoría de las veces, en esta ocasión para mi no es aceptable y no debe ser aplicable. Es muy posible que a lo largo de tu vida hayas escuchado esta frase en reiteradas ocasiones, pero yo me pregunto :  ¿Por qué razón deberíamos ofrecer sufrimiento y lágrimas a la persona que amamos?.. Esta idea, construida en realidad por el amor romántico, nos trae una vez más el concepto casi inevitable, de que amar es sinónimo de padecer. Suele decirse que el amor es el sentimiento más irracional que existe: es pasión, locura y obsesión… Y como tal, el sufrimiento es parte inevitable de esta emoción tan humana y cegadora. Teniendo en cuenta estas visiones tan clásicas sobre el concepto del amor y las relaciones afectivas, me encuentro ante la prioridad y la necesidad de enfocar esta idea por nuestro bien, por nuestro equilibrio personal y emocional de la siguiente manera :

Es importante tener en cuenta que si aceptamos la idea de que amar implica tener que sufrir, seremos mucho más permisivos desde el principio a ciertas cosas, a ciertas renuncias, límites, manipulaciones y egoísmos. Podemos preocuparnos por la otra persona, y sufrir por su bienestar si se da la circunstancia. No obstante, este tipo de sufrimiento no tiene nada que ver con el que por ejemplo, nos puede infringir nuestra pareja de modo voluntario.. Quien dice amarte hoy y mañana te deja para volver al cabo de los días, no te ama: te lastima. El amor no son excusas, no son reproches ni ironías que buscan hacer daño con las palabras. Nada de esto nos hace feliz, y nada de esto vendría de un corazón que sabe del respeto, que sabe lo que es el amor auténtico, maduro y responsable. Amar es alegrarnos porque la otra persona exista. Querer a alguien es sentir alegría en el interior y buscar cada día la manera de hacer feliz al otro.

El amor nunca debe ser ciego, jamás deberemos lanzarnos a una relación con el corazón abierto, una venda en los ojos y con la autoestima en el bolsillo de la otra persona. Es necesario construir un amor consciente, maduro y responsable. E importante no olvidar nunca que quien te ama no te hace daño. Quien te quiere con integridad y respeto, buscará hacerte feliz en cada momento. Pensemos en el amor como una pequeña llama que encuentras… que te encuentra. Es un fuego que nos ilumina y reconforta, pero al cual,  hay que avivar cada día para que se mantenga, para que nos envuelva con más intensidad y perfección con su luz, con su calor, para que nos haga aún más feliz. El amor debe darse con la madurez de dos personas que se sienten completas, que no ven sacrificios en sus renuncias sino actos sinceros que fortalecen el vínculo, que desplazan al ego para priorizar al conjunto: a la pareja.

Se que son muchos los que han decidido cerrar las puertas al amor porque están cansados de sufrir. Porque tienen el corazón lleno de heridas de la decepción, de huellas del desengaño y vacíos del desencanto. Pero para amar de forma consciente y segura primero hemos de saber amarnos a nosotros mismos. Y aunque siempre valdrá la pena una soledad digna que una compañía de carencias, un nuevo  “te quiero” con otra voz más sincera valdrá la pena para curar los desengaños del ayer. Todos tenemos nuestras espinas, nuestros pesares del pasado. No obstante, el amor es una aventura que siempre merecerá la pena en cualquier momento de nuestra vida. Para ello ha sido para mi muy necesario tener en cuentas los siguientes aspectos que me han guiado y ayudado a curar los desengaños del ayer :

Tengo muy claro que en ocasiones el amor no es eterno. Por ello, cuido de no darlo todo a cambio de nada, atiendo mi crecimiento personal, no relego trabajos, sueños y amigos… No dejo atrás lo que me define, o en un momento dado, puedo perderlo todo. Amo sin depender: dependo de mi mismo pero nunca dejo de construir el amor en cada detalle, de alentarlo en cada gesto, en cada palabra. Creo y aliento mi autoestima, mi identidad…  Me ofrezco en libertad y con integridad, sin miedos, sin rencores del ayer, sin inseguridades que otros deban resolver por mi, muestro coraje por aquello que quiero, y lo que quiero es ser feliz, no ser lastimado. No busco un amor perfecto o una relación ideal. No existe, la relación la edifico cada día, encajando mis esquinas con mis vacíos, mis asperezas con mis suavidades, mis sombras con mis luces… Amar de verdad implica crecer juntos en las dificultades, es querer y comprender, es sobrevivir con la amistad, disfrutar de la pasión y construir una complicidad sencilla, sin artificios ni falsedades, por que al FINAL quien te ama no te lastima, ni se complace con tus lágrimas, porque quien bien te quiere te hará feliz.

Finalmente Yo no lleno vacíos, no tapo ausencias, no ocupo espacios: yo amo. Hay quien encuentra su felicidad curando heridas, los vacíos de otros. Nadie puede negar que en ocasiones, puede ser reconfortante ser el bálsamo que cura tempestades pasadas, el antídoto para esas amarguras que otros dejaron en el corazón de quien amamos ahora. Ser esa pieza clave en el día a día del ser querido es importante. Ahora bien, nadie ha nacido para ser una muleta cotidiana, ni un pañuelo de lágrimas, ni aún menos, esa pócima con la cual, hace olvidar un amor imposible o un amor que hizo daño. Cuando me ofrezco a alguien lo hago  en plenitud. Yo no sustituyo a nadie ni soy el agua que llena los vacíos no resueltos de una persona inmadura, no estoy para auxiliar sino para amar y ser amado.