Me gustaría compartir contigo unos conceptos personales sobre diferentes virtudes, como la espontaneidad que es una virtud, de las más grandes, porque con ella sale a relucir lo que somos realmente, lo que pensamos sin censuras, lo que sentimos sin tapujos. No hay sentimiento más bonito que la felicidad, y cuando ésta es compartida crece hasta límites insospechados. Sentimos que los días pasan y que no es bueno que estos acaben sin que escribas una línea, te bebas un buen vaso de vino (Ahora no puedo, temporalmente quizá ) y tengas una conversación que te saque una sonrisa, o dos.

No vivir en el pasado solamente tener presente que los recuerdos son el sustento de nuestro presente y que los buenos, esos que tienen un sitio privilegiado en nuestra mente, son la base de nuestra alegría. La lógica está para llevarle la contraria y que las decisiones que tomas son siempre las acertadas porque si te equivocas, te ayudarán a terminar llegando a la correcta.

Quisiera contarte que las palabras se las lleva el viento pero que los hechos permanecen, que tu proceder te defina y que debes cuidar a los que más quieres. Merece la pena transmitir todo lo bueno que pasa por tu cabeza porque si no, se quedará en eso, en mero pensamiento y sería maravilloso que lo transformaras en realidad.

No hay nada mejor que un paisaje verde para tus ojos, una canción para tus oídos que te transporte a un sitio muy querido y un olor a flores -de rosas a ser posible-. Cuando surge un  imprevisto puede dar lugar a grandes e inolvidables momentos. No hay nada mejor que sentir que has aprovechado el tiempo, por poco que tuvieras, queriendo y sintiéndote querido/a.

Finalmente quisiera compartir, que en definitiva, que no hay sensación comparable a saber que no hay otro sitio en el mundo, como el de tu hogar en el que desearas estar en aquel momento.