Una vez que haya terminado el día y hayamos terminado de hablar de todo lo que está mal, una vez que te hayamos asentado en la penumbra, ¿qué habremos hecho con nuestra propia vida? 

Una vez que hayamos terminado de criticar a otras personas y su apariencia, con quién han elegido estar y qué están haciendo o no, ¿qué habrás hecho con tu propia vida? Una vez que hayas terminado de hablar poéticamente sobre todos los males que existen, por los cuales hay más de los que la mayoría puede comprender, ¿qué habrás hecho con su propia vida? 

¿Habrás aumentado el ruido o habrás aportado claridad? ¿Habrás ofrecido tu energía a los testaferros, los supuestos salvadores, o la habrás aprovechado para los tuyos? ¿Habrás criticado las ofrendas de otros o habrás sacado algo de lo que le dieron? ¿Habrás notado lo malo o habrás agregado algo bueno? ¿Fue tu ira una salida para la expresión o una herramienta para el cambio? ¿Hiciste la zona cero la revolución dentro de tu propio corazón? 

Una vez que te hayas acostado en tu cama, tranquila o tranquilo, sin más discusiones, sin más añoranza ni esperanza, y una vez que te levantes de nuevo por la mañana, con los ojos hinchados y el silencio, ¿qué habrás hecho con tu propia vida? ¿Se habrán utilizado tus pensamientos para construir un mundo nuevo o para destruir las ruinas? ¿Se habrán utilizado tus palabras para levantar y alentar, o reprimir y alejar? ¿Tus acciones habrán sido un rayo de esperanza para alguien o una prueba de que todo es inútil? ¿Habrá hecho la cosa más audaz y valiente, que es mirar dentro de su propia inconsciencia, ver el telón de fondo desde el que proyecta todo lo demás? ¿Habrás hecho lo que la mayoría no pudo, que es simplemente mantener espacio para lo que duele? 

Aunque el progreso es lento, existe. La evolución es el alma de todo lo que somos. Pero por muy malas que sean las cosas, somos mundos mejores de lo que habían sido nuestros antepasados. Nuestros propios bisnietos contarán la misma historia. Porque el mundo no existe para salvarnos, y siempre habrá algo de lo que necesitemos salvarnos. Entonces, una vez que hayamos terminado con nuestro bien, la pregunta que tenemos que hacernos es: ¿qué haremos con nuestra propia vida? 

No hay experiencia universal, solo hay experiencia y lo que elegimos hacer con ella. No estamos atados a lo que percibimos ni a lo que pensamos al respecto. Las posibilidades de interpretación son ilimitadas. 

Siempre habrá contraste, siempre habrá sabiduría y maldad. Esto es lo que nos da la libertad de crear. Y entonces nuestra decisión debe ser este sentimiento rotundo, una noción que impulse todo lo demás, una sola pregunta: ¿Qué haré con mi propia vida?

Saludos.
Patricio Varsariah.