Tememos la vejez, aunque ignoramos sí llegaremos a ella.La vejez no es simplemente una edad cronológica de la vida, sino un estado del espíritu humano. Se es viejo cuando se deja de soñar

Parada en mi gran duda existencial, cuestiono todo lo que he sostenido por algún tiempo como real- verdadero- lógico y necesario.  Si a los 4 años es la de edad del ¿ por qué?, después de los 40 es la edad del ¿ para qué?, listas con hartas excusas y justificaciones es tiempo de “indagarlo” todo- ¿ para qué? para encontrar un sentido, para soltar equipaje, para dejar de meter la panza, para sonreír sin motivo, para volvernos espirituales… Sí!! esa es un acción complaciente: volvernos al ser…mirar adentro… porque mirar afuera y confrontarnos con el espejo: ¡Uf que horror! 

Es que la vejez es una recurrente categoría a la que las mujeres después de los 30 visitan a menudo. ¿Por qué? Porque la vejez es una conversación limitante que el mundo femenino cree, alimenta, sostiene pero sobre todo: teme!

Las chicas se miran las maculas violáceas (ojeras) que la carga de la rutina pinta sobre el lienzo de sus párpados, cuentan los hilos de plata que peina su experiencia, detectan con horror y critican los cráteres que avanzan en las pampas de sus muslos, y  sufren como una tragedia griega el avance intempestivo del tiempo. De hecho hay quienes quisieran iniciarle juicio por daños y perjuicios.

Los hombres, sin embargo, vemos crecer nuestros vientres como globos de cantoya, perder el cabello, agrietar nuestra piel; pero nuestra reacción es diferente, seguimos preocupados por el penal que erró nuestro equipo favorito.

Pregunto : ¿Es el miedo a la vejez una necesidad o un invento? 

Primero antes que nada, el miedo ¿ es una necesidad o un invento? Depende. Los miedos racionales no defienden, nos protegen. Los irracionales, nos esclavizan, nos vuelven locos. Pero la vejez… ¿ por qué preocupa tanto a las mujeres? Porque el mito de la eterna juventud, perfecta belleza y  felicidad que hemos consumido a través de los medios de comunicación, más el photoshop y el concepto erróneo que sostenemos sobre la vejez nos hace creer que ser viejo o estarlo o vernos es una condición que se dará de un momento al otro, un cambio radical que afectará nuestra belleza física, nuestras aptitudes, nuestra particular forma de vincularnos con el mundo y nos estrecha el camino con la muerte. 

Y permítanme agregar nos hace ver los cuentos de hadas a la inversa, de sentirnos y vernos decrépitos/as  nuestra princesa o  príncipe comerá de la manzana envenenada para dormirse y – ya no vernos!

Morir jóvenes nos aterra, pero envejecer mucho más. Pensamos ¿ quienes seremos cuando veamos un rostro diferente? Seremos los mismos, nuestros rostro está todo el tiempo a merced del paso de la vida. Desde que nacemos, envejecemos…. 

Vivir con la creencia de que envejecer es también la pérdida del derecho de ser amados, reconocidos, ha sido el emblema de la industria de la vejez.

Gracias a nuestro miedo, se ganan millones y millones cada día. Cremas milagrosas, maquillaje, píldoras, mascarillas, recursos caseros, aparatología, un sin fin enfocado a psicoanalizar desde la estética, una inseguridad emocional. Tener el busto turgente, erecto no es garantía de satisfacción amorosa. En la vida, no hay garantías en ningún aspecto. Es una zona de incertidumbre, lo sé, es muy inquietante aceptar que somos en un pantano movedizo, pero no hay más que eso.

¿Cuál es mi propuesta? 

Encender la luz, dejarnos de escondernos, lanzar al piso las sábanas, y aprender a amar con dignidad nuestro cuerpo. La vejez es una realidad que nos compete a todos, pero la decrepitud de nuestro ser es una elección personal.  Aferrarnos a pensamiento negativos, tóxicos, y faltos de respeto a nuestra esencia y figura es un pasaje certero a opacarnos, endurecernos y paralizarnos. La belleza exterior  trasmuta, pero la interior se cultiva, y se cosecha.

Verse bonitas y guapos nos llena de adrenalina, pero vernos serenos y seguros nos inunda de una satisfacción personal que ningún labial será capaz de proyectar más brillo.

El paso del tiempo, es cierto, socava inexorablemente para todos su ser corporal. Pero, felizmente, no nos reducimos a eso. “Mientras el yo externo se desmorona,nuestro hombre interior se renueva día tras día”. La vejez nos da la oportunidad de experimentarlo y de hacerlo realidad.

Primero con el ejercicio del yo interior y el cultivo de la vida espiritual que desarrolla nuevos hábitos de corazón: serenidad, desprendimiento, capacidad contemplativa, que permiten disfrutar del hecho mismo de vivir y de los mil pequeños detalles: la belleza de la naturaleza y del arte en todas sus formas, la conversación, la compañía de los seres queridos, los momentos de “soledad sonora” para el recuerdo, la reflexión sobre los misterios de la condición humana, el descubrimiento del sentido y el valor de la vida. Y, sobre todo, la atención a las necesidades de los que nos rodean y el amor desinteresado y discreto, como el mejor servicio que podemos hacerles.

La vejez tiene su lado más oscuro en la proximidad de la muerte. La atención al yo interior ayuda a mirarla sin miedo. Vivir espiritualmente es cultivar lo que en nosotros desafía su presencia: “No moriré del todo”, decía ya el poeta pagano. Ser creyente genera fuerzas que hacen posible enfrentarnos a ella con esperanza. ser cristiano, en definitiva, consiste en creer en el amor de Dios,  en que nada, ni la muerte, puede separarnos de ese amor.

Cuanto mas envejecemos, más necesitamos estar ocupados. Es preferible morir antes que arrastrar ociosamente una vejez insípida. Trabajar es vivir. FINALMENTE : Lo mejor que tiene la vejez es que se encuentra uno cerca de la meta.   

Patricio Varsariah.