Para mí, el silencio no es solo quietud, sino un refugio.
Publicado por Patricio Varsariah el miércoles, septiembre 17, 2025

Como persona introvertida, anhelo esos espacios de tranquilidad para reconectarme conmigo mismo. Si mi mente está abrumada, recurro al silencio para volver a la calma. En esos momentos me siento conmigo mismo, escucho la música del silencio y recuerdo quién soy más allá del ruido del mundo
El silencio nos permite percibir aquello que a menudo pasamos por alto...
Silencio. El diccionario lo define como “la ausencia total de ruido”, pero para mí significa mucho más. El silencio no es vacío, sino plenitud. Una bendición silenciosa. Una belleza secreta que la mayoría de nosotros ignoramos en la vorágine de la vida.
Sí, las palabras importan. Las conversaciones nos conectan. Compartir historias puede sanar y reconfortar. Pero demasiado ruido puede resultar agotador, agotando el espíritu hasta que no queda nada por dar. La charla constante dispersa nuestra atención, sin dejar espacio para la reflexión.
Por eso, el silencio se siente como volver a casa. Es la pausa en la que la mente respira, el momento en que nos reencontramos con nosotros mismos. A veces, el silencio se siente como música, no se oye, pero se siente; una melodía sin instrumentos, un ritmo que tranquiliza el corazón, una voz que susurra suavemente: “Eres suficiente”.
Después de un día largo y agotador, el silencio se convierte en un bálsamo. Alivia el estrés, calma la tormenta de pensamientos y restaura la fuerza para seguir adelante. Unos momentos de tranquilidad pueden devolver la sonrisa al corazón, preparándonos para lo que sigue.
Hay consuelo en el silencio. En él, puedes concentrarte mejor. Puedes escuchar tu voz interior, esa que a menudo se pierde en el ruido constante del mundo. Claro, no siempre es fácil estar en silencio, especialmente cuando hay tanto revuelo dentro de uno.
Pero por eso es necesario. Si eres amable y gentil contigo mismo, si permites el perdón y la presencia, el silencio deja de ser algo aterrador y se convierte en un compañero.
Ve a tu lugar favorito o siéntate tranquilamente en la naturaleza. Observa cómo las nubes se mueven y cambian de forma. Escucha el canto de los pájaros como si te recordaran que debes soltar y simplemente estar presente. Respira el aroma de las flores como si te envolviera en un abrazo invisible. En estos momentos, el silencio no se siente vacío, sino lleno de vida. Si de verdad quieres conectar contigo mismo, apaga la televisión, la radio, deja de navegar por internet.
Silencia los pensamientos que te agobian. Busca un espacio tranquilo y disfruta de la soledad. Ahí, en esa quietud, te encontrarás contigo mismo. Ahí descubrirás lo que realmente importa. En el silencio, percibes lo que normalmente pasas por alto. Tus deseos se simplifican. Dejas de anhelar más y te das cuenta de que ya tienes todo lo necesario.
El silencio te devuelve la serenidad, reconfortándote con la verdad de que ya eres todo lo que necesitas ser.Creo que también deberíamos practicar el silencio en nuestras relaciones. No siempre es necesario hablar. Podemos estar en silencio con nuestros seres queridos, presentes en el momento, simplemente sintiendo su presencia. Quizás viendo las estrellas juntos, o tomando una taza de té en silencio. Creo que estas son las relaciones más sanas: aquellas donde el silencio no pesa, sino que reconforta, donde estar juntos es suficiente.
El silencio tiene su propio lenguaje. Expresa emociones que las palabras no pueden expresar. En la alegría, brilla en nuestros ojos. En la tristeza, se manifiesta en lágrimas silenciosas. En el amor, se esconde en miradas tiernas y en una quietud reconfortante.
El silencio no es la ausencia de vida. Es la presencia de todo lo que da sentido a la vida. Cuando honramos el silencio, honramos la vida misma. En la serenidad del momento, volvemos a nosotros mismos, tocamos el ritmo sagrado del mundo y recordamos que: la presencia es suficiente.
Si en estas palabras hallaste consuelo o un instante de reflexión, guárdalas contigo y deja que te sostengan en tu camino.
Patricio Varsariah.