Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. 
    Mi pequeño sitio donde digo libremente lo que pienso y siento.   

Todos tenemos obligaciones y deberes hacia nuestros semejantes. Pero parece bastante curioso que, en la sociedad neurótica moderna, las energías de los hombres se consuman en ganarse la vida y rara vez en la vida misma. Se necesita mucho coraje para que un hombre declare, con claridad y sencillez, que el propósito de la vida es disfrutarla. Hay tanto que amar y admirar en esta vida que es un acto de ingratitud no ser feliz y estar contento en esta existencia.                                                        Mis escritos están encauzados como un camino de crecimiento personal y espiritual.

El amor no necesita ser perfecto, sino verdadero.

octubre 15, 2024


El amor no necesita ser perfecto, sino verdadero. Un amor verdadero es aquel al que se le conoce por lo que ofrece y no por lo que exige. La frase “Que no te vendan amor sin espinas” forma parte de un tema de Joaquín Sabina llamado “Noches de boda”. Esta hermosa canción es un compendio de extraordinarios parabienes. Expresa el enfoque de una ética realista, que no renuncia a soñar. Esa frase en particular nos remite a una de las realidades más crudas de la vida: toda forma de amor trae consigo sus propios lastres de sufrimiento. 

Definitivamente no hay amor perfecto, la armonía total no existe más que en los cuentos de hadas. El amor humano, el real, es un sentimiento paradójico, contradictorio, imperfecto. Está dotado de luces y sombras, de felicidades y tristezas. En una frase: de rosas y espinas.

Que el amor no es perfecto es una verdad que casi todos reconocemos, al menos de dientes para afuera. Definitivamente, resulta más fácil resumirlo en una frase que asumir las implicaciones y las consecuencias que tiene esta verdad. Es muy frecuente, especialmente al comienzo de una relación, que uno de los dos, o ambos, pretendan justamente hacer eso: venderte amor sin espinas.

Muchas relaciones comienzan así, con la promesa de ese horizonte en el que brillará para siempre el Sol, en medio de un cielo sin nubes. De una u otra manera, las dos personas vinculadas por el amor quieren creer que la felicidad completa sí existe.  El enamoramiento facilita sacar esa faceta de cada uno que es toda comprensión, todo afecto, toda consideración. Aunque no lo expresen de ese modo, muchos enamorados buscan en el otro la respuesta definitiva a su existencia.

Presumen que la pareja salva, completa y otorga sentido. Salva de la soledad y la tristeza; llena todo aquello que se experimenta como vacío; otorga sentido a una vida que no parece tener un rumbo definido. El amor sin espinas puede ser cualquier cosa, menos amor, así como una rosa sin espinas es una flor falseada, maquillada, de mentiras. El problema del amor sin espinas es que es una bella mentira que muchos quieren creer. 

Ese deseo no es totalmente consciente. Si les preguntas, dirán que saben perfectamente que ningún amor es perfecto. Pero en la práctica actúan como si lo esperaran todo de su pareja. Como más temprano que tarde dejan de sonar los violines y desaparecen los arcos iris, los enamorados del amor sin espinas se convierten también en unos eternos decepcionados.

¿Por qué hay personas que una y otra vez se dejan llevar por las fantasías de amores perfectos y felicidades eternas, a pesar de que conscientemente saben que se trata de auténticos sueños imposibles? 

Los seres humanos llevamos dentro de nosotros una especie de nostalgia por el paraíso perdido. No sabemos cómo, ni por qué, extrañamos ese edén que en realidad nunca hemos conocido. Aun así, queremos volver allí. Lo experimentamos realmente como una pérdida y nos duele no alcanzar esa condición de plenitud, de perfección. En otras palabras, aunque conscientemente no hayamos estado jamás en ese lugar, inconscientemente sentimos que está allí, esperándonos.

En algunas personas ese deseo de plenitud infinita es bastante marcado. No logran apreciar ni disfrutar de los amores imperfectos y los conflictos o vacíos que deja una relación son experimentados como una prueba de que eso “no es amor verdadero”. 

En realidad, sí hubo un momento en nuestras vidas en donde todo fue plenitud. Se trata del tiempo en que formábamos parte del cuerpo de nuestra madre y existíamos sin sentir todo el peso de la individualidad. En el vientre de la madre somos uno con el universo. Es un estado de fusión completa, de perfecta sintonía. Una condición en la que sobran las preguntas y las respuestas, y no hay lugar para la duda o la angustia de vivir.

Romper el cordón umbilical es aventurarnos a un mundo en donde comenzamos a estar solos por siempre jamás. Por mucho que tengamos figuras amorosas a nuestro alrededor, en lo esencial vamos por nuestra cuenta en la vida.  El enamoramiento crea la sensación de volver a entrar en ese entorno en donde el solo hecho de existir está dotado de sentido. Trae las reminiscencias de ese paraíso que perdimos para siempre al momento de nacer.

Convertirnos en una persona individualizada y habitadas por la falta de esa totalidad es una tarea difícil y angustiante. No siempre llevamos a cabo ese proceso conscientemente y no siempre renunciamos al deseo imposible de volver a encontrar la plenitud. 

El precio es trasegar por la vida en busca de una realidad que jamás volverá. No tener la capacidad para ser feliz de la única forma en que podemos serlo los humanos: de manera imperfecta.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

Soy un aprendiz de por vida, sé lo suficiente para saber que no sé nada.

octubre 14, 2024


La vida tiene una forma de humillarnos. En un momento, sientes que lo tienes todo resuelto. Te sientes confiado, incluso seguro, de algo que sabes. Y de repente, te topas con un muro. Aprendes algo nuevo, algo que sacude tu confianza. De repente te das cuenta de que lo que creías que era correcto en realidad estaba mal.

Mi secreto para domar mi ego: Un gran desafío de la vida: saber lo suficiente para pensar que tienes razón, pero no saber lo suficiente para saber que estás equivocado. Lo que hace que esta idea sea tan poderosa es el simple hecho de que ninguno de nosotros es inmune a ella. No somos inmunes; cuando sobrestimamos nuestra capacidad porque no sabemos lo suficiente para ver nuestros propios errores. Puedo pensar que soy muy bueno en algo, pero es porque no sé lo que no sé.

Cuando menos sabes, más probable es que creas que lo sabes todo. Por eso trato de no sobreestimar mis conocimientos. Sé lo suficiente para saber que no sé nada. Por eso soy un aprendiz de por vida.

Si tienes demasiada confianza en algo, una creencia, una opinión, un conocimiento, lo discutes, lo defiendes y te mantienes firme. Sabes que tienes razón. ¿Por qué no la tendrías? Has investigado. Has aprendido. Pero el problema es que solo sabes lo suficiente. Lo suficiente para pensar que has acertado. Pero no lo suficiente para ver las grietas. Los puntos ciegos del conocimiento. Esas grietas son donde se esconde la verdad. El peligro de "saber" es que se convierte en una trampa. Un sesgo cognitivo.

Nada es tan difícil como no engañarse a uno mismo. Expertos, académicos, profesionales... todos caen en esta trampa a veces. Es la naturaleza humana. Llegamos a un punto en el que sabemos lo suficiente para sentirnos seguros. Pero el exceso de confianza se convierte en un sesgo. Nos ciega a lo mucho que no sabemos.

El entendimiento humano, una vez que ha adoptado una opinión (ya sea como la opinión aceptada o como algo que le resulta agradable), atrae todo lo demás para que la apoye y esté de acuerdo con ella. Y aunque se encuentren un mayor número y peso de ejemplos en el otro lado, sin embargo, o bien los descuida y los desprecia, o bien los deja de lado y los rechaza por alguna distinción, para que por esta gran y perniciosa predeterminación la autoridad de sus conclusiones anteriores pueda permanecer inviolable.

Tomemos el tiempo de Galileo. Las mentes más brillantes del mundo estaban absolutamente convencidas de que la Tierra era el centro del universo. Convencidas más allá de toda duda razonable. Y, sin embargo, estaban equivocadas. No porque no fueran sabios, sino porque no sabían lo suficiente para saber que estaban equivocados.

La verdadera tragedia no fue su ignorancia, sino su certeza. Galileo no solo desafió el conocimiento establecido; luchó contra la arrogancia de las personas que creían que ya habían descubierto el mundo.
Entonces, ¿cómo evitamos caer en la trampa del efecto? La respuesta es simple: no lo hacemos. No del todo, al menos. Pero podemos hacerlo mejor. Comienza con la humildad intelectual. Tienes que mantenerte curioso, abierto y siempre cuestionarte si has visto el panorama completo. Desafíate a ti mismo, incluso cuando estés seguro, especialmente cuando estés seguro.

Todos tenemos puntos ciegos en nuestro conocimiento y opiniones. La mala noticia es que pueden hacernos ciegos a nuestra ceguera, lo que nos da una falsa confianza en nuestro juicio y nos impide repensar. La buena noticia es que, con el tipo correcto de confianza, podemos aprender a vernos a nosotros mismos con más claridad y actualizar nuestras opiniones. 

En la formación para conductores nos enseñaron a identificar nuestros puntos ciegos visuales y eliminarlos con la ayuda de espejos y sensores. En la vida, como nuestras mentes no vienen equipadas con esas herramientas, tenemos que aprender a reconocer nuestros puntos ciegos cognitivos y revisar nuestro pensamiento en consecuencia. 

A todo el mundo le gusta tener razón. Se siente bien. Pero esa sensación puede hacerte sentir una falsa sensación de seguridad. Cuando crees que lo has descubierto, ese es el momento de hacer una pausa. El reconocimiento de que, sin importar cuánto sepas, siempre hay algo que no sabes te mantiene humilde.
Y no se trata solo de hechos o datos. Se aplica a la vida misma.

A las decisiones que tomamos, a las personas que juzgamos y a las creencias que tenemos. Creemos que lo tenemos todo resuelto. Pero tal vez no sea así. Tal vez estamos demasiado cerca como para ver el panorama general. O tal vez no hemos mirado los detalles con suficiente atención.

Admito que es incómodo pensar así, pero, sinceramente, ahí es donde se produce el crecimiento, ahí es donde evolucionamos. La certeza cierra las puertas a nuestro crecimiento. La duda, en cambio, mejora nuestro conocimiento. Es incómodo, pero nuestras mejores vidas dependen de ello.

Al final, todo se reduce a esto: el conocimiento es un proceso. Tú y yo estamos constantemente aprendiendo, desaprendiendo y volviendo a aprender. Es interminable. Y eso es bueno. Nos mantiene humildes. Nos mantiene abiertos a nuevas ideas y perspectivas. Si dejamos de cuestionar y dudar, dejamos de crecer.

En el momento en que dejamos de cuestionarnos, dejamos de aprender. La duda te abre a aprender más y a ver las cosas desde diferentes perspectivas. El mayor desafío no es el conocimiento que nos falta, sino nuestra incapacidad para reconocer lo que no sabemos. Necesitamos cuestionar más, explorar más y estar menos seguros de lo que damos por sentado. El objetivo no es socavar tu confianza, sino mantener la puerta abierta a nueva información.

El objetivo de toda la vida es la humildad cognitiva: reconocer los límites de nuestro conocimiento. No digo que debamos dudar de todo o quedar paralizados por la incertidumbre, pero deberíamos ser más curiosos y menos rígidos en cuanto a lo que creemos que es la única verdad. Para buscar la verdad, es necesario, una vez en el curso de nuestra vida, dudar, en la medida de lo posible, de todas las cosas.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

El miedo a la opinión de los demás.

octubre 14, 2024


A la gente no le importa (y eso es bueno). Probablemente no te preocuparías por lo que la gente piensa de ti si supieras con qué frecuencia lo hacen.

El miedo a las opiniones de los demás puede hacer más daño a tu vida de lo que crees. Es la voz en nuestra cabeza que nos pregunta: “¿Qué pensarán?”. Nos hace dudar, dudar y contenernos. El rechazo social existe, pero ¿podría estar todo en nuestras cabezas? Tu vida no es tuya si siempre vives para impresionar a los demás. ¿Por qué nos importa tanto? ¿La verdad honesta?

La gente no piensa en ti tanto como crees. Piensan más en sí mismos de lo que crees. Y eso es algo bueno. Para mantenerme fiel a mí mismo, recuerdo que no tengo ninguna responsabilidad de vivir a la altura de lo que otras personas creen que debo lograr. Yo no tengo ninguna responsabilidad de ser como ellos esperan que sea. Es su error, no mi fracaso. La gente no te presta tanta atención como crees. La mayoría de las veces, se centran en sí mismos.

El miedo a la opinión de los demás nos hace pensar que cada uno de nuestros movimientos está siendo juzgado. Empezamos a vivir para impresionar, para evitar las críticas, para obtener aprobación. Pero el miedo a la opinión de los demás te lleva por un camino completamente diferente en la vida. Los estudios muestran que sobrestimamos lo que los demás piensan de nosotros. Se llama el “efecto foco”. Puede que sientas que el foco está sobre ti, pero en realidad, todos los demás están atrapados en sus propias cabezas, las personas no notan ni recuerdan un error como lo hacemos nosotros. Están demasiado ocupados con sus propios problemas.

Ese miedo a ser juzgados te quita el poder de hacer todo lo que te hace sentir vivo. La mayoría de las personas se abstienen de hacer las cosas que quieren porque temen lo que los demás puedan pensar. Pero las opiniones que tanto te preocupan rara vez son tan malas como crees. El miedo son en su mayoría suposiciones. A la gente no le importa mucho porque está pensando en su propia vida.

¿Con qué frecuencia te obsesionas con la vida de otra persona?, Probablemente no mucho. Puede que notes algo en esa persona, pero sigues adelante. Y así es exactamente cómo te tratan las personas. Claro, hay momentos en que los demás pueden tener pensamientos sobre ti. Pero esos pensamientos son breves y no tan profundos o importantes como crees.

Sin embargo, el miedo a la opinión de los demás cambia tu enfoque de la vida. Te hace querer hacer cosas solo para que los demás aprueben tus acciones. Intentas controlar cómo te ven los demás. Te hace dudar de ti mismo. Y cuando vives así, tu vida ya no es tuya. Vives para una audiencia que ni siquiera te presta atención.

Los ojos de los demás son nuestras prisiones; sus pensamientos nuestras jaulas. Una vez que aceptas que a la gente no le importas, serás tú mismo. Integras todo tu ser para vivir tu mejor vida. Puedes tomar riesgos sin mirar constantemente por encima del hombro. La energía que desperdicias preocupándote la puedes usar para vivir tu vida. Para bailar. Para sentir libertad. La danza es magia fuerte. El cuerpo puede volar sin alas. Puede cantar sin voz. La danza es magia fuerte. La danza es vida.

Bailar sin mirar por encima del hombro siempre ha sido el ritmo de mi vida. Encuentras verdadera satisfacción cuando te concentras en lo que quieres, no en lo que la gente piensa. Dejas de ser prisionero de juicios imaginarios.
Todos podemos superar el miedo a la opinión de los demás con conciencia. Date cuenta de lo que estás haciendo. Observa cuándo estás tomando decisiones basadas en las opiniones de los demás. Sé brutalmente honesto. ¿Estás haciendo algo porque quieres o porque tienes miedo de que te juzguen? Dilo. Nómbralo para dominarlo. A continuación, cambia tu enfoque. Dicen que la autocompasión ayuda. Trátate a ti mismo como tratarías a un amigo. ¿Le dirías a tu mejor amigo que se preocupe por esa cosa incómoda que dijo hace dos semanas? No. Entonces, ¿por qué te haces eso a ti mismo? Déjalo ir.

Siéntete cómodo con la incomodidad. Te enfrentarás a juicios de todas formas. Es inevitable. Y aquí está la parte que cambia la realidad: cuando dejas de preocuparte tanto por las opiniones de los demás, la gente comienza a respetarte más. La confianza es magnética. Limita tu exposición a la sobrecarga de opiniones. Si buscas constantemente la aprobación, da un paso atrás. Reduce el ruido. Concéntrate en lo que realmente te importa, no en lo que obtendrá más me gusta o aplausos.

El miedo a la opinión de los demás se crea en nuestras mentes. La mala noticia es que nunca desaparecerá por completo. Somos humanos y estamos programados para preocuparnos, pero podemos controlar cuánto poder le damos. Ahí es cuando las cosas se ponen serias. Tú decides quién eres, no ellos. A la gente no le importa. Y esa es la mejor noticia. Así que, déjate llevar. Comienza a vivir tu vida para ti, no para las opiniones de los demás. Tú eres la única persona que tiene que vivir contigo misma. 

No me importa tanto lo que soy para los demás como lo que soy para mí mismo.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

Esa enfermedad emocional.

octubre 8, 2024


La época en que vivimos en la cual las cosas innecesarias son nuestra única necesidad, y me pregunto: ¿por qué como sociedad no podemos curarnos de la esa enfermedad emocional? Sólo decir que la misma sociedad, con sus valores equivocados a veces, es la que produce el malestar emocional. La gente no se da cuenta, pero la presión que nos imponemos todos, a veces es bestial. Queremos tener todas las cualidades; ser guapos, inteligentes, cultos, ordenados, eficientes tener muchos amigos… y en muchos casos, si no se cumplen una sola cosa ¡nos ponemos a temblar!

Las necesidades son propias de todo organismo vivo, consiste en una sensación provocada por la idea de que nos falta algo ya sea a nivel material, orgánico o sentimental. Se trata de unos de los componentes fundamentales de la vida, no sólo de los humanos, sino de las demás especies.  No nos percatamos de que la capacidad de las personas más fuertes interiormente es la de tener bastante con lo que la vida nos trae y nos quita, y en eso reside a veces la clave de la felicidad.
            
A veces cuando nos referimos a necesidad emocionales nos referirnos a aquellas cosas que una persona considera que le son vitales para sentirse a gusto consigo mismo y con su entorno; estas necesidades varían con la edad y con las características propias de cada uno, y en muchos casos suelen responder a ciertos trastornos emocionales.
                        
Siempre estamos necesitados de algo. Cuando nadie nos ofrece el hombro, nuestra cabeza busca otra salida; la aprobación, y en esos casos deseamos encontrar desesperadamente que alguien nos diga algún cumplido, o quizás aquello que deseamos que nos digan. Pero no sirve cualquier persona, debe ser alguien a quien consideremos superior o al menos igual a ti, alguien a quien admires y nos considere en una escala superior a nuestro parecer.
            
El hecho de llegar a comprender de lo que tenemos es lo suficiente, es como una capacidad que poseen las personas fuertes. Interiormente tenemos bastante con lo que la vida nos trae y nos quita. Podríamos decir, que en la renuncia está la fortaleza. En cambio, la enfermedad de nuestro siglo en la continua necesidad, creyendo que necesitamos más y más para ser feliz.
            
A pesar de ello siempre estamos esperando algo que necesitamos. Pero conforme pasa el tiempo, las exigencias para que se cumplan esas funciones van en aumento hasta que nos volvemos adictos a todas las necesidades sociales. Llegamos a perder los límites, de los cuales no debemos pasar y nos volvemos propensos a cometer todos aquellos actos que en un principio creemos que nos son indispensables para vivir.
            
Así nos pasamos la mayor parte de nuestra vida, buscando la felicidad en los lugares equivocados, sin pensar que aquello que necesitamos para hacernos felices, es posible que la encontremos en los lugares más sencillos. Pensemos siempre que Dios nos puso la felicidad en lugares cercanos, pero quizás no nos demos cuenta. Nunca estamos contentos y siempre necesitamos más. El no admitir que lo que tenemos es justamente lo que necesitamos, es la causa de nuestros sufrimientos.
             
Cuando queremos cosas que no tenemos y no podemos conseguirlas, no aceptamos las situaciones difíciles presentes, no valoramos lo que tenemos y nos quejamos continuamente, llegando el momento en que la vida nos lo quite y sufrimos más por tener eso que no nos agrada tener. Entonces es el momento en que perdemos hasta lo que necesitamos.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

Todos tenemos una “sombra”.

octubre 8, 2024


Enfrentarse a tu alma es aterrador. Examinar las partes de nosotros mismos que preferiríamos no ver requiere coraje. La verdad es difícil de manejar, por lo que la mayoría de las personas se distraen. Las personas hacen cualquier cosa para evitar mirar sus miedos, culpa, dolor, debilidades y comportamientos oscuros.

No se puede llegar a la conciencia sin dolor. Las personas harán cualquier cosa, sin importar lo absurdo que sea, para evitar enfrentarse a sus propias almas. Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad.

Todo lo que has intentado enterrar es una pista para la autoconciencia, la auto iluminación y la integración de todo tu ser. Pero enfrentar nuestra verdad real es difícil, por lo que la evitamos. Encontramos distracciones, incluso absurdas, para evitar ese momento de tranquilidad en el que tal vez tengamos que mirar hacia adentro. Es más fácil mantenerse ocupado que enfrentar nuestro dolor pasado o cuestionar nuestras elecciones.

Pero la verdad inquietante es que cuanto más tiempo la evitemos, más poder adquirirá nuestro yo inconsciente para controlar la dirección de nuestras vidas. Lo más aterrador es aceptarse a uno mismo por completo. Todos tenemos una “sombra”: la parte inconsciente de nuestra personalidad que contiene las partes de nosotros mismos que negamos. La sombra esconde las cosas que no queremos reconocer: nuestros miedos, inseguridades y deseos ocultos. La mayoría de nosotros pasamos la vida huyendo de las sombras. Fingimos que no existen.

Es como si pensáramos que podemos superar nuestra oscuridad sin siquiera mirarla directamente. Y ahí es donde nos perdemos el punto. Cuando te niegas a reconocer tu oscuridad, esta te controla desde las sombras. Influye en tus decisiones, acciones y relaciones sin que te des cuenta. Crees que tienes el control, pero no es así. Tus miedos no examinados y tus emociones reprimidas sí lo tienen.

Para ganar el control, debes hacer consciente la oscuridad. Hasta que no hagas consciente lo inconsciente, éste dirigirá tu vida y lo llamarás destino”. Eso significa enfrentar las partes incómodas de ti mismo. También significa integrar todas las partes ocultas de ti mismo y elevarte por encima de ellas para vivir tu mejor vida. Es un trabajo duro, pero es el camino hacia la auto iluminación. Es la única manera de volvernos completos. Es la única manera de crecer.

Evitamos enfrentarnos a nuestra oscuridad porque amenaza nuestra autoimagen. Queremos creer que lo tenemos todo bajo control. Admitir que tenemos impulsos más oscuros o dolor sin resolver puede destruir esa ilusión. Así que nos escondemos detrás de mecanismos de defensa. Nos engañamos a nosotros mismos pensando que estamos evolucionando, pero en realidad, solo estamos construyendo nuestras vidas en torno a nuestro dolor sin resolver. Racionalizamos, proyectamos nuestros defectos en los demás o negamos que exista un yo oculto. Evitas tu alma porque parece demasiado amenazante para enfrentarla. 

Tu mente te convence de que no podrás manejar el dolor o la verdad si los enfrentas. Estos mecanismos de defensa nos ayudan a evitar el malestar, pero también nos mantienen estancados. No cambiamos. Nos quedamos en un bucle, evitando precisamente lo que podría liberarnos: la autoconciencia. La gente hará cualquier cosa para evitar enfrentarse a la sombra del yo.
Algunas personas se vuelcan en el trabajo, pensando que la productividad llenará el vacío. Otras buscan consuelo en las adicciones, cualquier cosa que adormezca el dolor. Algunas personas se pierden en las relaciones, siempre buscando a alguien más que las complete porque no pueden enfrentarse a sí mismas solas.

A veces pretendemos que nos estamos volviendo más "iluminados" practicando la meditación, asistiendo a talleres espirituales o leyendo todos los libros de autoayuda. Pero nada de eso importa si los utilizas para evitar tu sombra. No puedes "evitar" tu camino hacia la auto iluminación. No podemos iluminarnos concentrándonos solo en la luz. Imaginar figuras de luz, repetir afirmaciones positivas o rodearnos de "buenas vibraciones" pueden ser formas de escape, como cualquier otra distracción. Si ignoramos las partes más oscuras de nosotros mismos, no estamos creciendo verdaderamente. Solo estamos superponiendo el problema, no abordándolo.

Las distracciones pueden hacernos sentir bien por un tiempo. Funcionan a corto plazo, pero no duran. No puedes escapar de tu alma para siempre. Perturbarán tu vida de maneras que menos esperas. Se manifiestan en el exceso de trabajo hasta el punto del agotamiento. Es perfeccionismo, tratar de controlar todo para no tener que sentirte fuera de control internamente.

Es saltar de una relación a otra, para nunca tener que sentarte con tu propia soledad. Los traumas no resueltos, las inseguridades emocionales y los miedos actúan como presión bajo una tapa. Puedes seguir reprimiéndolos. Cuanto más aumenta la presión, más se infiltra en tu vida de maneras destructivas, como ansiedad, depresión, arrebatos o conductas poco saludables. Terminarás saboteándote en áreas que ni siquiera conectas con ese dolor no resuelto.

La iluminación es más que luz, paz o alegría. No se trata solo de trascender el dolor, dejar atrás el sufrimiento y flotar en la dicha. La verdadera iluminación es hacer consciente el inconsciente. La auto iluminación es sacar tu oscuridad a la luz. Es verte a ti mismo completamente (lo bueno y lo malo) y aceptarlo. No alcanzas la iluminación huyendo de tu sombra. La alcanzas enfrentándola de frente. Haciéndola tuya.

La verdadera pregunta es: ¿cómo enfrentas tu propia alma? ¿Cómo dejamos de huir?

Comienza con una decisión. Debes decidir que “enfrentar tu oscuridad vale más que evitarla”. Todos los días, te sentirás tentado a elegir la distracción. Todos los días, querrás evitar la incomodidad. Pero enfrentar tu sombra es la única manera de liberarte de su control.

Las cosas que te irritan, frustran o lastiman profundamente son pistas de tu sombra. Por ejemplo, si te enojas irracionalmente cuando alguien te critica, pregúntate: ¿Qué parte de mí se siente amenazada por eso? ¿Qué miedo o inseguridad está tocando? Estos detonantes pueden llevarte a las partes no resueltas de ti mismo. Practica la honestidad contigo mismo.

Mírate a ti mismo sin dar marcha atrás. Tienes que admitir ante ti mismo dónde estás evitando, dónde estás fingiendo y dónde aún te aferras a la ira, las distracciones o el dolor del pasado. Eso requiere coraje. Y es incómodo porque significa aceptar partes de ti mismo que preferirías rechazar. Sé más consciente de tus patrones de evasión.

Observa cómo evitas enfrentarte a tu alma. ¿Cómo reaccionas cuando una experiencia expone una parte de ti mismo que no quieres que los demás vean? Puede ser una vieja herida que no has sanado, un miedo que te da demasiado miedo enfrentar o una verdad sobre ti mismo que no quieres admitir.

Incluso los hábitos "buenos" pueden ser evasión si la intención detrás de ellos es escapar de ti mismo. Si vas al gimnasio todos los días, no porque te guste, sino para impresionar a alguien o porque tienes miedo de enfrentarte a tu cuerpo tal como es ahora, eso es evasión. Si buscas el éxito no para sentirte realizado, sino para demostrar tu valor a los demás, eso es evasión. Todas son formas de evitar quedarnos quietos con lo que realmente somos, con sombras y todo.

Una vez que tomas conciencia, el siguiente paso es la aceptación. Tienes que aceptar que tienes oscuridad. Todos la tenemos. Es parte de ser humano y no hay vergüenza en ello. La aceptación no significa que te gusten tus defectos o tu dolor, pero sí significa que dejes de huir de ellos. No podemos cambiar nada a menos que lo aceptemos.

Luego viene la parte más difícil: la integración. Tienes que integrar tu sombra en tu yo consciente. Eso significa apropiarte de tu sombra, tus miedos, tus inseguridades. Significa hacer las paces con el hecho de que tu oscuridad es parte de ti, pero no te define. Puedes aprender de ella. Puedes crecer a partir de ello.

El objetivo no es librarte de tu sombra, sino comprenderla e incorporarla a tu ser completo. No puedes cortar partes de tu psique y seguir siendo una persona completamente integrada. Cuanto más evites tu oscuridad, más poder tendrá sobre ti. Pero en el momento en que la enfrentas y la sacas a la luz, pierde su control. Te vuelves libre. Te vuelves completo. Y la plenitud incluye la luz y la oscuridad. Cuando aceptas todas las partes de ti mismo, pierden su poder sobre ti. Ya no sientes la necesidad de esconderte de ellas. La plenitud no se logra cortando una parte del propio ser, sino mediante la integración de los contrarios.

Enfrentarse a tu alma es doloroso. Es incómodo. Pero también es lo más poderoso que puedes hacer. Porque cuando haces consciente la oscuridad, te conviertes en tu verdadero yo. Dejas de estar controlado por el miedo, la inseguridad y la culpa. Comienzas a vivir desde un lugar de verdad. Y ahí es donde comienza la verdadera auto iluminación.

Así que deja de evitar tu alma. Observa tu sombra. Haz las paces con ella. Ahí es donde ocurre el verdadero crecimiento. Y así es como te conviertes en la persona iluminada e integrada que estás destinada a ser.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

¿Estoy satisfecho con quién soy y cómo vivo?”

octubre 8, 2024


¿Has pasado por alto esta mentalidad para lograr una mayor satisfacción con la vida? ¿Cuándo es “suficientemente bueno” lo suficientemente bueno? ¿Estás satisfecho en la vida?

 Podrías decir: "Sí, estoy satisfecho" o "No, no lo estoy". Pero la verdadera satisfacción no es tan fácil de definir como podría pensarse. ¿Qué significa estar realmente satisfecho? La satisfacción con la vida siempre ha sido un concepto complicado. Satisfacción proviene de la palabra latina satisfacer, que significa "hacer lo suficiente". Para ser suficiente.

¿Pero suficiente para qué?

Podrías pensar que es un sentimiento de satisfacción, una sensación de que todo es "suficientemente bueno". ¿Pero de dónde viene eso? ¿Es por marcar casillas: un buen trabajo, una excelente relación, suficiente dinero, el estatus de la sociedad o es algo más para usted? La satisfacción es como el objetivo final de todo lo que hacemos. Trabajamos, amamos y buscamos placer, esperando que todo tenga sentido. ¿Pero lo hace? ¿Alguna vez te detienes a preguntarte: "¿Estoy realmente satisfecho?"

Estamos programados para querer más. Así es como hemos evolucionado: la supervivencia depende de seguir adelante, no de conformarnos. Por eso la sensación de satisfacción es tan corta cuando está ligada a marcadores externos (metas o cosas que acumulamos). Tu cerebro dice: "Está bien, ¿qué sigue?" ¿Has oído hablar alguna vez de la cinta de correr hedónica? Es una idea psicológica que explica cómo nos adaptamos a nuevas circunstancias, tanto buenas como malas. Recibes un aumento, compras un auto nuevo o te vas de vacaciones de ensueño y te sientes bien por un tiempo. Pero pronto (espere unas semanas o meses), ese nuevo nivel de felicidad se convierte en su punto de referencia. Tú te adaptas.

La vieja alegría se convierte en la nueva normalidad. Antes de que te des cuenta, vuelves a tu estado habitual y todavía quieres más. Lo mismo ocurre con los eventos negativos. Pierdes algo, atraviesas una ruptura o tienes un revés, pero eventualmente regresas a tu línea de base. La cinta de correr hedónica muestra que los eventos externos, ya sean altos o bajos, no tienen un impacto duradero en su satisfacción general en la vida. Entonces, si no puedes encontrar satisfacción en las cosas externas, ¿dónde la encontrarás?

Aquí está la parte alucinante: tal vez la verdadera satisfacción en sí misma sea una ilusión. Tal vez usted y yo estemos persiguiendo algo que realmente no existe en la forma en que creemos que existe.

La satisfacción total puede ser imposible. Y quizás eso esté bien. Creo que la vida se trata más de “experiencias presentes de satisfacción” que de un estado permanente de satisfacción.

Los deseos humanos tienden a ser insaciables. Estamos tan ansiosos por el placer que nunca nos cansamos de él. Estimulamos nuestros órganos sensoriales hasta que se vuelven insensibles, de modo que para que el placer continúe deben tener estimulantes cada vez más fuertes. En defensa propia, el cuerpo se enferma por el esfuerzo, pero el cerebro quiere seguir y seguir. El cerebro busca la felicidad y, como está mucho más preocupado por el futuro que por el presente, concibe la felicidad como la garantía de un futuro indefinidamente largo de placeres. Sin embargo, el cerebro también sabe que no tiene un futuro indefinidamente largo, de modo que, para ser feliz, debe intentar acumular todos los placeres del Paraíso y la eternidad en el lapso de unos pocos años. La sabiduría de la inseguridad: un mensaje para una era de ansiedad

He construido la vida que quiero. La mala noticia es que mi cerebro está condicionado a querer más. Así que estoy activamente en el proceso de practicar la gratitud. No estropees lo que tienes deseando lo que no tienes; Recuerda que lo que tienes ahora estuvo alguna vez entre las cosas que solo esperabas.

Creo que la vida se trata de equilibrio. También se trata de aprender a aceptar la insatisfacción. Quizás la verdadera satisfacción no sea tener todo lo que deseas. Si obtienes suficiente de algo (suficiente dinero, suficiente amor, suficiente éxito) finalmente te sentirás satisfecho, ¿verdad? La satisfacción, la que piensas, está fuera de tu alcance. Es un ciclo que nos mantiene persiguiendo sin fin.

Cuanto más nos aferramos al éxito, al amor y al dinero, más sufrimos cuando inevitablemente cambian o desaparecen. ¿La salida? Déjalo ir. Pero sé que es más fácil decirlo que hacerlo.

La satisfacción tiene más sentido cuando la consideras un estado interno. Las investigaciones muestran que las personas que se centran en objetivos intrínsecos (como crecimiento, conexión y propósito) están más satisfechas que aquellas que buscan objetivos extrínsecos, como fama, riqueza o imagen. Una sensación de satisfacción interior (cuando estás contento con quién eres y no con lo que tienes) es la forma de escapar de la rutina hedónica.

Así que no te preguntes: “¿Estoy satisfecho con lo que tengo?”. Pregúntate: “¿Estoy satisfecho con quién soy y cómo vivo?”. Son dos mentalidades de satisfacción diferentes. Olvídate de llegar a una meta donde finalmente serás feliz. Encuentra satisfacción en el camino, en el proceso de vivir, incluso en lo absurdo. No vincules tu satisfacción a “logros futuros”: más éxito, más cosas, más experiencias. Puedes esperar crecer o lograr cosas sin apegarte al resultado.

La satisfacción no debería ser una experiencia que se retrasa. “Estaré satisfecho cuando obtenga ese ascenso”. “Me sentiré satisfecho cuando encuentre la pareja adecuada”. “Seré feliz cuando tenga suficiente dinero”. ¿Y si nunca llega? O, peor aún, ¿y si llega y te das cuenta de que sigues sin estar satisfecho?

La verdad es que la vida de nadie es siempre perfectamente satisfactoria. No compares tu detrás de escena con el video de momentos destacados de otra persona. No puedes basar tu satisfacción en lo que tienen los demás. Tiene que surgir de dentro. Cuando comparas, estás renunciando al control de tu propia felicidad.

Ahora bien, determinar lo que quieres frente a lo que necesitas es difícil. Existe una diferencia entre los deseos y las necesidades reales. Los deseos son superficiales: cosas como el dinero, la fama o el placer. Pero las necesidades, las cosas esenciales que necesitas para tu versión de una gran vida, vale la pena perseguirlas. El amor, el propósito, la conexión y la libertad pueden hacer maravillas en tu vida. No existe una versión idealizada de la vida.

La satisfacción real es cómo te relacionas contigo mismo y con tu vida tal como es. Es cambiar tu enfoque de "¿Qué sigue?" a "¿Qué hay aquí, ahora mismo?".

La pregunta "¿Estás satisfecho con la vida?" no tiene una respuesta sencilla. Creo que es la pregunta equivocada. Tal vez en lugar de preguntarnos si estamos satisfechos, deberíamos preguntarnos "¿Estoy presente? ¿Estoy conectado con lo que estoy haciendo? ¿Estoy en paz con no estar siempre en paz?". Tal vez la satisfacción no sea un estado que alcancemos. Quizás es algo en lo que entramos y salimos, y eso está bien.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

Mira hacia adentro para despertar todo tu ser espiritual.

octubre 3, 2024


Después de décadas de intentar, buscar y buscar la verdad espiritual, aprendí algo este año que cambió mi enfoque del crecimiento espiritual. Me encontré con una cita que cambió mi forma de pensar. Dice así: “No somos seres humanos que tienen una experiencia espiritual. Somos seres espirituales que tienen una experiencia humana”.

Eta simple verdad contiene una lección de crecimiento espiritual que me llevó años comprender. Y una vez que la entendí, todo cambió. No tengo que ser religioso para aplicarla. Tú y yo no somos simples mortales sino seres espirituales que experimentan temporalmente la vida en forma humana., No soy un ser humano que tiene una experiencia espiritual; soy un ser espiritual que tiene una experiencia humana. La verdad estuvo allí todo el tiempo. Simplemente no la vi. Lo tenía todo al revés.

Mirando la vida a través de la lente de ser “simplemente humano”, todo parece limitado. Es como buscar algo que siempre está fuera de nuestro alcance: paz, felicidad, conexión. Pero cuando le damos la vuelta a eso, cuando nos damos cuenta de que primero somos un ser espiritual, todo cambia.

Tú y yo no estamos incompletos. No necesitamos buscar nuestra verdad espiritual como si fuera un tesoro enterrado en alguna parte. Ya está allí. Siempre ha estado allí. No tenemos que trabajar para volvernos espiritual. Ya somo espiritual. No tenemos alma. Somos un alma. Tenemos un cuerpo.

La ironía es que cuantas más miras, más difícil se vuelve ver lo que ha estado allí todo el tiempo. No tenemos que volvernos espirituales. Solo tenemos que dejar de olvidar que ya lo somos. Somos un ser espiritual que vive en un cuerpo humano, experimentando lo absurdo de la vida. Una vida espiritual (sin la religión) se trata de recordar algo que olvidaste. El espíritu no está separado de quienes somos. No es un concepto inalcanzable reservado para los iluminados o los santos. Es de lo que estamos hecho.

Pero pasamos tanto tiempo en nuestra experiencia humana externa que olvidamos esta verdad fundamental. Olvidamos que somos más que solo nuestro cuerpo o mente. Somos la conciencia detrás de todo. Somos la conciencia que experimenta la vida a través de una lente humana. No intentes solo entender tu camino desde afuera. Mira hacia adentro para despertar todo tu ser espiritual.

Desafortunadamente, nos distraemos con el ruido de la vida cotidiana y perdemos de vista lo que ya somos. Nos hemos desconectado tanto de nosotros mismos, distraídos por nuestras luchas diarias, que dejamos de escuchar lo que ya está dentro. El verdadero desafío no es lograr algún "estatus" espiritual. El desafío es recordar quién eres realmente. Si puedes deshacerte de la distracción, el ego y el miedo, recuperarás tu verdadero yo. 

Una cosa que se interpone en el camino de vivir esta verdad son los pensamientos. Más específicamente, nuestro apego a nuestros pensamientos. Los pensamientos surgen en nuestra conciencia y automáticamente asumimos que son importantes. Suponemos que reflejan quiénes somos, pero esa es la trampa. No somos nuestros pensamientos. Tú eres la conciencia detrás de los pensamientos. Eres la conciencia que es consciente de tus pensamientos. El verdadero tú es el que observa cómo surgen los pensamientos, cómo persisten y luego desaparecen. Tú eres el que observa, no el que piensa. Ese es el verdadero tú: tu yo espiritual. 

La mente es solo una herramienta. Es útil, claro, pero no define tu experiencia espiritual. Los pensamientos son solo ruido de fondo. Pero asumimos que debemos escucharlos, analizarlos y seguirlos. El apego a nuestros pensamientos se convierte en nuestra experiencia humana. Entonces, aunque eres un ser espiritual, apenas nutres esa parte de ti mismo. Tu experiencia humana toma el control y todo se siente abrumador. El problema no es que tengamos pensamientos. Es que ellos toman el control de nuestras vidas.

Nos perdemos en las historias que cuentan. La mayor parte del tiempo, estamos en nuestras cabezas, reviviendo el pasado o preocupándonos por el futuro. Nos perdemos de lo que está frente a nosotros. Perdemos el contacto con nuestra naturaleza espiritual. Creemos que estamos despiertos, pero caminamos sonámbulos por la vida, consumidos por el parloteo constante de nuestra mente. La vida en nuestras cabezas es solo una parte de una realidad mucho más grande. Saber eso significa que la presión de "descubrirlo todo" se está desvaneciendo gradualmente en mi vida. Cuando dejas de identificarte con tus pensamientos, te liberas de las falsas experiencias humanas. Te reconectas con tu verdadera naturaleza como ser espiritual.

En cualquier momento, tienes una elección que te acerca a tu espíritu o te aleja de él. No estás aquí para ser un ser humano perfecto. Estás aquí para experimentar tu verdadero yo. Olvidamos fácilmente esta verdad, especialmente cuando la vida se interpone en el camino. Las facturas, el trabajo, las relaciones: todo esto es importante, pero no es todo lo que hay. La experiencia humana es intensa. Te atrae y te hace creer que lo es todo. Pero hay mucho más en ti que la realidad que conoces.

Olvídate de la iluminación. Siéntate donde estés y escucha el viento que canta en tus venas. Siente el amor, el anhelo y el miedo en tus huesos. Abre tu corazón a quién eres, ahora mismo, no a quién te gustaría ser. No al santo en el que te esfuerzas por convertirte. Sino al ser que está aquí frente a ti, dentro de ti, a tu alrededor. Todo tú es sagrado. “Ya eres más y menos de lo que puedes conocer. Exhala, mira hacia dentro, déjalo ir”.

He llegado a ver la vida como un acto de equilibrio entre mi experiencia humana y mi vida espiritual. Sí, todavía tengo que afrontar los desafíos de ser humana: dolor, pérdida, miedo. Pero saber que soy un ser espiritual significa que los problemas de la vida adquieren un nuevo significado. No son solo obstáculos; son experiencias. Y yo soy la conciencia que los observa o se eleva por encima de ellos para mantenerse cuerdo. ¿Y la mejor parte? No tengo que hacer nada extraordinario para vivir una vida espiritual. Solo tengo que recordar quién soy. No soy solo un ser humano que intenta volverse espiritual. Soy un ser espiritual que vive una vida humana. El espíritu no es algo que se logra. Es algo que ya eres. Recuérdalo. Aférrate a él. Porque esa verdad lo cambia todo.

El camino espiritual es simplemente el viaje de vivir nuestras vidas. Todos estamos en un camino espiritual; la mayoría de las personas simplemente no lo saben.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

Lo que es para mí exactamente la esperanza.

octubre 3, 2024


La esperanza es la rebelión contra la desesperación, la decisión de seguir adelante incluso cuando el amanecer no está garantizado. Lo mínimo que puedo hacer en mi vida es tener esperanza. Mis decisiones reflejan mi esperanza. La obstinada creencia de que incluso en los momentos más oscuros, me estoy acercando a la luz ha hecho más por mi vida en los últimos cuarenta años. La esperanza no funciona de manera aislada. Necesita que des un paso adelante, que actúes, para que realmente viva. La esperanza comienza en la oscuridad, la obstinada esperanza de que, si simplemente te presentas e intentas hacer lo correcto, llegará el amanecer.

Rara vez tenemos el lujo de ver todo el camino antes de comenzar a caminar. Pero la esperanza dice: “Camina de todos modos”. En la oscuridad, el camino no está claro. Lo único que podemos controlar son nuestros pasos. Y ahí es donde la esperanza juega su papel. Es la decisión de actuar, incluso cuando no estás seguro de si funcionará. La esperanza es elegir intentarlo, incluso cuando no sabemos cómo resultarán las cosas. Ahí es donde empieza todo: en la oscuridad. Cuando no tienes todas las respuestas, pero sigues adelante de todas formas. La esperanza es hacer un esfuerzo cuando no estás seguro de que valga la pena. Y es difícil. Pero es necesario.

Sé lo que se siente tener esperanza. Estoy seguro de que tú también. Conoces esa sensación cuando estás al borde de rendirte. Tal vez sea un trabajo que te agota, una relación que parece estancada o una temporada oscura de la vida. Has intentado todo lo que se te ocurre, pero nada parece cambiar. Ahí es donde vive la esperanza. Vive en ese momento de agotamiento, en la elección de seguir intentándolo cuando no tienes las respuestas.

Mucho habrás escuchado de lo absurdo inherente que es la vida: la idea de que el mundo no siempre tiene sentido, pero debemos encontrarle un significado. La rebelión contra lo absurdo es vivir plena y conscientemente. La razón por la que nunca pierdo la esperanza es porque todo es básicamente desesperanzador.  La esperanza es una acción con un propósito, incluso cuando el resultado no está claro. Eso es exactamente lo que es la esperanza. Es la rebelión contra la desesperación, la decisión de seguir adelante incluso cuando el amanecer no está garantizado.

La esperanza no consiste en demostrar nada. Se trata de elegir creer en una sola cosa: que el amor es más grande que cualquier acción sombría y desoladora que alguien pueda arrojarnos. 

Para cualquier persona que se enfrenta a una recuperación larga y difícil del dolor, la ansiedad o la enfermedad, la esperanza es imprescindible. Cada día es una lucha y el progreso es dolorosamente lento. Pero la esperanza está en las acciones diarias: el compromiso de presentarse a la fisioterapia, invertir en hábitos saludables, descansar y creer que, aunque hoy parezca difícil, mañana puede ser un poco mejor. Esa es la esperanza en acción. No es emocionante, pero es real.

La esperanza es importante porque puede hacer que el momento presente sea menos difícil de soportar. Si creemos que mañana será mejor, podemos soportar una dificultad hoy. La esperanza vive en la acción, no en la certeza de un final feliz, sino en la decisión de seguir intentándolo. En presentarse una y otra vez, incluso cuando no sabes cuál será el resultado. La esperanza es confiar en que tus acciones, incluso las pequeñas, te hacen avanzar. La esperanza es la creencia de que nuestros esfuerzos pueden influir en el futuro. Esa es la clave. Es saber que tus acciones tienen poder, incluso cuando no lo sientes.

Cuando estás en la oscuridad, cuando las cosas no salen como quieres, es tentador dejar de intentarlo. Pero si sigues presentándote, si sigues intentando hacer lo correcto, eventualmente el amanecer aparecerá a tu favor. No necesitas ver el panorama completo. Solo necesitas dar el siguiente paso. La esperanza no necesita un mapa; solo necesita impulso. La esperanza no exige que veas todo el camino; solo pide que des el siguiente paso. Y luego el siguiente.

La vida no siempre tendrá sentido, pero preséntate de todos modos. No soy optimista, porque no estoy seguro de que todo termine bien. Tampoco soy pesimista, porque no estoy seguro de que todo termine mal. Solo llevo esperanza en mi corazón. La esperanza es la sensación de que la vida y el trabajo tienen un sentido. La tienes o no la tienes, independientemente del estado del mundo que te rodea. La vida sin esperanza es una vida vacía, aburrida e inútil. No puedo imaginarme que podría esforzarme por algo si no tuviera esperanza en mí. Estoy agradecido a Dios por este regalo. Es tan grande como la vida misma.

El valor de la esperanza es que crece. Cuanto más la pones en práctica, más se fortalece. Genera resiliencia. Con el tiempo, te das cuenta de que el acto de presentarse, de intentarlo de nuevo, te da el control de la luz.

Puede que no siempre obtengas el resultado que deseas, pero encontrarás fuerza al saber que trabajaste por la luz. Eso es la esperanza: la creencia obstinada y silenciosa de que el amanecer llegará, incluso si aún no lo ves. La esperanza no siempre se siente como una luz que se abre paso entre las nubes. De hecho, la mayoría de las veces, la esperanza es dolorosamente lenta y silenciosa. Pero tiene un efecto tangible en tu vida. Las personas que tienen esperanza tienden a experimentar menos ansiedad y depresión. Lidian mejor con el estrés.

La esperanza no es solo un sentimiento. Es algo que se practica. Es una habilidad, como la resiliencia o la gratitud. ¿Y cómo se practica? Te presentas. Haces lo correcto a continuación. Lo intentas repetidamente, incluso cuando no tienes ganas. Con el tiempo, estos pequeños actos de esperanza construyen algo más grande. Crean impulso, una creencia de que tus acciones importan. La esperanza es poderosa porque es una elección. Puedes decidir si seguirás presentándote. Puedes decidir si darás el siguiente paso, incluso cuando no estés seguro de a dónde te llevará.

La esperanza siempre está ahí, esperando que la encuentres y la alimentes. La esperanza no hace promesas. Es un riesgo. Es una apuesta. Pero es una apuesta que vale la pena correr. Porque sin esperanza, ¿qué tenemos?

Lo mínimo que puedes hacer en tu vida es descubrir qué esperas. Y lo máximo que puedes hacer es vivir dentro de esa esperanza. No admirarla desde la distancia, sino vivir dentro de ella, bajo su techo.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso y lleno de esperanza.

Patricio Varsariah.
 

La rendición, el dejar ir y la aceptación.

octubre 1, 2024


La famosa oración de la serenidad está haciendo maravillas en mi vida: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia”. No tienes que ser religioso para aplicarla.

La capacidad de reconocer y aceptar lo que es, dejar de luchar contra la realidad y saber cómo aplicar la sabiduría cuando importa lo cambia todo. ¿Por qué perder tiempo, energía o tu corta vida en todo lo que no puedes mover, cambiar, resistir, empujar, influenciar o hacer algo al respecto?

Si te encuentras en un barco con fugas crónicas, la energía dedicada a cambiar de barco es probablemente más productiva que la energía dedicada a parchar las fugas. La entrega, el dejarse llevar y la aceptación son tres formas en las que abordo la vida. Me ayudan a separar las necesidades de los deseos y lo esencial de lo no esencial.

Para algunas personas, la rendición puede tener connotaciones negativas, implicando derrota, darse por vencido, no estar a la altura de los desafíos de la vida, volverse letárgico, etc. La verdadera rendición, sin embargo, es algo completamente diferente. No significa soportar pasivamente cualquier situación en la que te encuentres y no hacer nada al respecto. Tampoco significa dejar de hacer planes o iniciar acciones positivas. La rendición es la sabiduría simple pero profunda de ceder ante el flujo de la vida en lugar de oponerse.

La primera forma en que le digo sí a la vida es rendirme. Eso es todo. Rendirse. No en el sentido de rendirse, sino de fluir con la vida: hay una gran diferencia. Nos enseñan a controlar las cosas. A luchar contra la corriente. Empujar, tirar, agarrar. Gastamos tanta energía tratando de hacer que la vida se doblegue a nuestra voluntad. Y la mayoría de las veces resulta contraproducente. Terminamos estresados, ansiosos, inquietos.

Así que estoy aprendiendo a rendirme. Lo que resisto seguirá perturbando mi paz. En lugar de luchar contra la corriente, me estoy inclinando hacia la incertidumbre. He hecho las paces con lo que no puedo cambiar. No puedo controlar todo, o la mayoría de las cosas. A nadie le gusta la incertidumbre. Pero no puedes luchar contra ella. La previsibilidad es cómoda. Pero no está garantizada.

Me considero un gran defensore de inclinarme hacia lo que no se puede cambiar. El impedimento a la acción hace avanzar la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino. He dejado de luchar contra la corriente. Todo lo que resisto es el camino a seguir. Es el camino.

La rendición tiene que ver con la confianza. Confiar en el proceso y no apegarse al resultado. Cuando me rindo, me concentro en mis acciones, no en los resultados esperados. Abro espacio para que la vida me sorprenda. Las oportunidades, las relaciones y la sabiduría a menudo aparecen de maneras que nunca podría haber planeado.

Me rindo haciendo mi parte y luego doy un paso atrás. Respiro. Dejo de lado la necesidad de saber cómo resultará todo. Libero la necesidad de controlar las acciones o situaciones de las personas a esto se llama el arte del desapego. Estar presente en el proceso sin aferrarse a los resultados. Esta es la clave para liberarse del apego. Piense en cuánta energía liberaría si dejara de intentar forzar los resultados.

Cuando se entrega, gana poder. Poder real para responder a la vida tal como es. El tipo de poder que surge de la resiliencia, la adaptabilidad y la confianza en uno mismo. Así que sí, estoy diciendo sí a la vida al entregarme. No tengo que controlar cada pequeño detalle. Estoy eligiendo la confianza en lugar del miedo. Estoy eligiendo el flujo en lugar de la resistencia. Y estoy descubriendo que la vida resuelve las cosas cuando dejo de interponerme en su camino.

Dejar ir nos da libertad, y la libertad es la única condición para la felicidad. Si, en nuestro corazón, todavía nos aferramos a algo (ira, ansiedad o posesiones), no podemos ser libres. Probablemente hayas escuchado el dicho “Deja ir o serás arrastrado”. Es una verdad. La vida se vuelve menos difícil cuando separas las necesidades de los deseos. O mejor aún, cuando dejas ir los hábitos del “desorden intermedio” que no te sirven.

En lugar de intentar controlarlo todo, aprendí a confiar en el proceso. No digo que sea fácil. Da miedo soltar el control. Pensamos que, si nos aferramos un poco más, las cosas encajarán. Pero a menudo no es así. De hecho, si te aferras a demasiadas cosas no esenciales, es probable que las cosas importantes se desmoronen. Los filósofos y psicólogos hablan mucho sobre esta idea de dejar ir.

Algunas cosas dependen de nosotros y otras no. Nuestras opiniones dependen de nosotros, y nuestros impulsos, deseos, aversiones; en resumen, todo lo que sea obra nuestra. Después de años de aprender ahora me concentro en acciones, pensamientos y conductas esenciales, y dejo ir todo lo demás. No se puede llenar una taza que ya está llena. Hay que deshacerse de lo viejo para hacer espacio para lo nuevo. Eso es lo que estoy haciendo. Le estoy diciendo sí a la vida, liberando lo que ya no me funciona.

La única manera de conseguir lo que realmente quieres en la vida (felicidad, amor, respeto, confianza, etc.) es dejar ir tu deseo de ello. Pero dejar ir es más difícil de lo que parece. Porque dejar ir significa que tal vez tengas que enfrentarte a ti mismo sin las muletas en las que te has apoyado durante tanto tiempo. Entonces, si te aferras a algo (ya sea un objetivo obsoleto, una relación tóxica o el miedo a lo desconocido), tal vez sea hora de preguntarte: ¿esto me sirve? ¿Me ayuda a decir sí a la vida?

Si la respuesta es no, entonces es hora de dejar ir. Di sí a lo “esencial” que se alinea con quién eres ahora, no con quién solías ser. Dejar ir es un acto de confianza. La confianza en ti mismo, en la vida y en lo que está destinado para ti te encontrará. Y cuando dejas ir, no solo estás diciendo sí a la vida, sino que te estás diciendo sí a ti mismo.

La vida es simple. Todo sucede para ti, no por ti. Todo sucede exactamente en el momento adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde. No tiene por qué gustarte… pero, por supuesto es más fácil si te gusta.

Conoces esa sensación cuando la vida te lanza un rechazo, un revés o incluso una pequeña molestia. Es fácil resistirse. Nos resistimos. Queremos que las cosas sean diferentes. Queremos algo mejor. La aceptación no significa que apruebes todo lo que te sucede. Solo significa que estás dispuesto a enfrentarlo. También significa que estás dispuesto a superarlo. En lugar de resistirte a la realidad, la dejas ser lo que es, porque lo que resistes, persiste. Eso es real. Cuanto más luchas contra la realidad, más poder le das. Es como tratar de contener un río. El río fluirá te guste o no. Si te dejas llevar, fluyes con él y dejas de desperdiciar energía.

La aceptación también se trata de reconocer dónde estoy en este momento. Ya sea que haya cometido un error, algo de lo que me avergüence o que las cosas no salgan como yo había planeado, estoy aprendiendo a aceptarlo todo. Sigo queriendo que las cosas mejoren, pero no puedo fingir que ya lo están. Hay algo poderoso en mirar la verdad sin pestañear. Creo que sabes a qué me refiero. No significa que acepte todo como si fuera algo natural. Todavía hay espacio para mejorar, crecer, cambiar, pero hay que empezar viendo lo que es antes de poder crear lo que podría ser. No puedo construir una casa si no reconozco dónde están los cimientos.

Lo mismo ocurre con la vida. ¿Y sabes qué más? No se trata solo de mí. Aceptar a los demás también forma parte de esto. Las personas no necesitan encajar en mis expectativas. Están pasando por sus propias luchas, sus propias historias.

¿Quién soy yo para decir que deberían actuar o ser diferentes? Aceptarlos como son nos quita presión a ambos. Dejas de tener que controlar todo, lo que, seamos realistas, es agotador de todos modos. No podemos cambiar nada hasta que lo aceptemos. La condena no libera, sino que oprime.

La vida siempre me ha sido impredecible. Pero yo le digo sí a ese desorden. No de manera pasiva, sino de manera real y práctica. Cuando acepto las cosas como son, me abro a lo que viene después, a lo que es posible. Y eso se siente como libertad.

Entonces, ¿en qué aspectos de tu vida te estás resistiendo? ¿Qué obstáculo puede convertirse en el camino? ¿Qué es lo que no estás soltando que te está frenando? ¿Qué tal si, solo por hoy, le dices “sí” a la incomodidad, a lo que no sabes, a las cosas que no puedes cambiar ahora mismo? Observa cómo se siente.

Así es como le digo sí a la vida: a través de la rendición, el dejar ir y la aceptación. Es lo más poderoso que puedo hacer para tener una vida más fácil.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

Al final todo tendra un sentido.

septiembre 28, 2024

Se puede vivir la vida de dos formas: lamentándote por todo lo que no tienes o disfrutando de lo que sí tienes.

Realmente: ¡tú eliges! Puedes estar pasando cualquier experiencia de aprendizaje de esas que la mayoría suelen llamar problemas o dificultades, pero te aseguro que si asumes que detrás de todo hay un propósito y que para algo la vida te lo está poniendo en el camino, todo tendrá sentido. Se trata de vivir, no de sobrevivir.

Así que si tú te quejas porque las cosas no salen como lo has planeado, porque no tienes el trabajo que deseas o no te la pasas bien en donde estás laborando, porque tu pareja te dejó o porque no tienes pareja, porque tus hijos te sacan de casillas o este mes el dinero para los gastos no rindió, porque no has podido continuar tus estudios en la universidad y cientos de causas más que a veces nos hacen ahogarnos en un vaso de agua, tanto sólo reflexiona lo que una persona sin brazos y sin piernas ha podido sentir a lo largo de su vida. Y más allá, reflexiona cuántas personas están viviendo situaciones más complicadas en sus vidas y no se quejan, se esfuerzan y dan todo por avanzar.

Enfócate en tu sueño, haz lo que sea necesario para continuar en la persecución. Tú, tienes el poder de cambiar tus circunstancias, persigue aquello que más deseas. Encuentra humor en las circunstancias, en lugar de amargura. Recuerda que Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos.

Tienes que estirarte más allá de donde estás para alcanzar lo que quieres ser. La vida no es una carrera corta, es un maratón. Tú debes creer en tu poder para lograr lo que deseas. Si tratas de encontrar felicidad en los objetos, te parecerá que nunca tienes suficientes. La vida no se trata de poseer, sino de ser. 

Mientras estés aquí, mientras sigas presionando, todo es posible. Cuando estés tentado a abandonar tus sueños, presiónate para continuar por lo menos un día más, una semana más, un mes más, un año más, te sorprenderá ver lo que sucede cuando te niegas a darte por vencido. Entre más esfuerzo inviertas, más oportunidades crearás. La derrota solo afecta a quienes se niegan a intentarlo otra vez. No sirve de nada lograr que alguien te ame, sino te amas a ti mismo.

Cuando te aferras a antiguas heridas, lo único que logras es concederle poder y control a quienes te lastimaron. No permitas que el temor te impida alcanzar tus sueños. La vida no es un examen en el que pasas o repruebas, es un proceso de prueba error. La paciencia es una virtud que el fracaso puede ayudarte a desarrollar. Las elecciones que haces son lo que determina tu calidad de vida.

Tienes que ser flexible, decidido y estar listo para darle el giro a cualquier situación negativa que se pueda presentar y convertirla en algo positivo. Arriesgarse, no sólo es parte de la vida, es la vida misma.

Todo es actitud. En lo personal, te confieso que sin haber pasado situaciones tan impactantes como otras personas, pero si algunas que desde mi perspectiva de vida han sido "demasiada carga", puedo dar testimonio de que la vida te pondrá obstáculos -que como insisto, yo llamo lecciones de aprendizaje- pero el límite lo pones tú dejándote afectar o más bien fortaleciéndote de las mismas. La mayor barrera es tu propio miedo. Tú eliges a qué le das poder para que te aflija, atormente o robe la felicidad.

La vida no tiene límites. Depende de nosotros asumirlo, sin importar cuáles sean nuestros retos y nuestros obstáculos. Debemos dedicar un tiempo a pensar en las limitaciones que nos hemos impuesto o aquellas que otros han puesto en nuestro camino y las cuáles hemos elegido que nos afecten. Piensa, ¿cómo sería sentirse libre de esas limitaciones? ¿Cómo sería tu vida si cualquier cosa fuera posible? Hazlo posible.

¡Y recuerda, agradecer y abrazar la vida!

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

El dolor solo hiere a la persona que lo lleva.

septiembre 27, 2024


Cuando nos curamos es que hemos superado a ese dolor, pero no solucionamos el pasado ni borramos el dolor. Simplemente lo liberamos. Dejamos ir las cosas a las que nos aferramos: resentimientos, miedos, culpa y viejas historias que ya no nos sirven. En realidad, no curamos nada; simplemente lo dejamos ir. Suena simple. Pero esta forma de pensar podría cambia tu vida.

La mayoría de las personas se aferran al pasado porque, de una manera complicada, sienten que es parte de ellas. Han construido identidades en torno a experiencias que les quitaron una parte. Se aferran a cosas, sentimientos o recuerdos que duelen y siguen repitiéndolos una y otra vez. Es como estar atrapado en un bucle.

A las personas les cuesta mucho dejar ir su sufrimiento. Por miedo a lo desconocido, prefieren el sufrimiento que les resulta familiar. La mala noticia es que cuando me aferro al dolor, me quedo estancado. La perspectiva es que soltar es un acto de autocompasión. Es darme permiso para seguir adelante sin arrastrar el peso de viejas heridas.

Cuando me suelto, estoy liberando el control del dolor sobre mi presente. Ya no le permito que defina cada uno de mis pasos. El pasado está ahí, pero ya no tiene que controlar mi realidad en el presente. Ahí es donde ocurre la curación, no arreglando el pasado, sino liberándolo. Es como llevar una mochila pesada que no necesitas. Es más difícil avanzar cuando sigue agobiándote. Pero cuando la sueltas, eres libre de moverte, respirar y vivir.

Cuanto más me aferro al viejo dolor, más distorsiona mi presente. ¿Qué pasaría si dejaras de reproducir los recuerdos negativos y te concentraras en los positivos? Pero cuando me dejo llevar, abro espacio para una verdadera paz, alegría o incluso una sensación de ligereza. No tengo que darle sentido a cada parte de mi pasado. Solo necesito aceptarlo y dejarlo ser. La curación es aceptar lo que sucedió, procesarlo y luego dejarlo ir. Esa es la verdadera magia de la libertad.

Reconoce la emoción por la que estás pasando, siéntela y entiéndela. Pero no te aferres a ella ni te apegues a ella. Puedes dejarla ir, sabiendo que has hecho las paces con tu pasado. Cuando dejamos ir nuestro dolor, no lo negamos. Simplemente lo aceptamos y seguimos adelante. Nos damos el espacio para sanar, crecer y volvernos más fuertes.

Las heridas emocionales son complicadas. No puedo cambiar lo que ya sucedió, sin importar cuánto lo desee. El pasado es inmutable y tratar de "arreglarlo" empeora la frustración. Aferrarse al dolor solo te hace seguir viviendo en él. No puedes cambiar la forma en que alguien te trató, pero sí puedes cambiar el espacio que dejas que ese recuerdo ocupe en tu vida. 

El punto es que no sanamos deshaciendo el dolor o el trauma, sanamos al soltar el apego a ellos. No intentes arreglar lo que no se puede arreglar, ya sea un recuerdo doloroso o un error del pasado, date el espacio para respirar. Simplemente sé, sabiendo que parte de la curación es soltar lo que ya no necesita pesarte.

La verdadera curación tiene menos que ver con "hacer" y más con "ser". Es dejar ir la narrativa de que estoy roto o que necesito ser reparado. Puedo existir, con cicatrices y todo, y estar bien con eso. No tengo que forzar la curación para que ocurra. No necesito marcar una lista de cosas emocionales pendientes. Lo que necesito es dejar de aferrarme al dolor, al resentimiento y al miedo. Una vez que dejo ir esas cosas, la curación ocurre naturalmente.

El sufrimiento no te está reteniendo. Tú estás reteniendo el sufrimiento. Cuando domines el arte de dejar ir los sufrimientos, te darás cuenta de lo innecesario que era para ti arrastrar esas cargas contigo. Verás que nadie más que tú fue responsable. La verdad es que la existencia quiere que tu vida se convierta en un festival.

Deja de darle poder a todo lo que perturba tu paz mental. Deja de permitir que ocupen espacio en tu mente. Cuando dejes ir, te liberas para vivir verdaderamente. Y esa es la vida pura y consciente en el presente. 

Pero dejar ir es un proceso, sin embargo. Lleva tiempo. Pero es necesario. Requiere coraje y fuerza, pero vale la pena. Dejar ir, es ahora un acto de coraje. Es el coraje de dejar ir el dolor, los errores y el auto juicio, sabiendo que la vida es un proceso continuo e imperfecto. Es una rebelión silenciosa contra la idea de que debemos arreglar todo para estar completo. También es la libertad de vivir aquí y ahora. Es un cambio de mentalidad: de aferrarse a soltar.

También es una práctica. Una decisión diaria de soltar lo que no me sirve, ya sea un pensamiento, un sentimiento o una creencia. Algunos días es más fácil que otros, pero cuanto más prácticas, más ligera o ligero te sentirás.

Soltar es la forma más poderosa de sanación. Y en esa liberación, puedes encontrar la verdadera transformación. El dolor solo hiere a la persona que lo soporta. 

Lo que la vida te quite, déjalo ir.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.

 

La gran insatisfacción con la vida. “¿Por qué eres infeliz?

septiembre 27, 2024


Porque el 99,9 por ciento de todo lo que piensas y de todo lo que haces es para ti, y no hay nadie más. Para la mayoría de las personas, cuanto más nos centramos en nosotros mismos (nuestros deseos, necesidades y metas), decian que más felices seriamos. Nos han enseñado toda la vida a centrarnos en nuestras metas, deseos e imagen. 
Hemos construido una idea de quiénes somos: nuestra personalidad, nuestras necesidades, nuestros deseos basados en pensamientos, hábitos y condicionamientos. Si eliminas todo eso, ¿qué queda?

Pienso que cuanto más centramos nuestras vidas en “el yo”, más infelices nos volvemos. El sentido del “yo” del yo que siempre estamos tratando de satisfacer tiene “deseos” insaciables. Es un ciclo interminable de deseo e insatisfacción. De hecho, el deseo es una insatisfacción sostenida. Cada vez que consigues algo que quieres, la sensación de satisfacción se desvanece rápidamente. Pronto necesitarás algo más para sentirte completo de nuevo. Es como intentar llenar un cubo con un agujero en él: nunca es suficiente.

Somos infelices porque estamos constantemente tratando de satisfacer algo que nunca puede ser verdaderamente satisfecho. Todos somos más ciegos a lo que tenemos que a lo que no tenemos. Ahora bien, no estoy diciendo que haya algo malo en la auto priorización. Es natural hacer más de lo que garantiza la libertad interior. Pero tal vez, solo tal vez, pensar fuera de ti mismo puede ayudarte a conectar mejor con todo y con todos.

Cuando me concentro demasiado en mí mismo durante demasiado tiempo, me enredo en todo lo que está mal en mi vida. Me preocupo por lo que no tengo, lo que no he logrado y lo que podría salir mal. Es agotador. Cuanto más pienso en mí, más estrés e insatisfacción siento. Porque la vida no está diseñada para girar sólo en torno a “mí”.

Muchas personas tienen una idea equivocada de lo que constituye la verdadera felicidad. No se alcanza a través de la auto gratificación, sino a través de la fidelidad a un propósito digno. Cuando tú y yo nos quedamos atrapados en el pensamiento egocéntrico, perdemos de vista todo lo demás: otras personas importantes, el mundo que nos rodea e incluso las simples alegrías de la vida. Nos centramos tanto en “mí” que nos perdemos la conexión, la gratitud y el significado.

Una vida con un enfoque estrecho crea aislamiento. Te hace sentir separado de los demás, de la naturaleza y del flujo de la vida en sí. Y esa separación puede causar nuestra infelicidad.

Obsesionarse con la mentalidad del “yo primero” significa que estás estancado pensando en ti mismo casi todo el tiempo. ¿Qué piensa la gente de mí? ¿Lo estoy haciendo lo suficientemente bien? ¿Tengo el éxito suficiente? ¿Soy feliz? El “yo” es una colección de pensamientos, recuerdos y expectativas que hemos construido a lo largo del tiempo. Cuanto más nos entregamos para sentirnos completos, más vacíos nos sentimos.

La paradoja de la vida es que la forma de perder el placer es buscarlo primero. La primera condición de la felicidad duradera es que una vida esté llena de propósito, apuntando a algo fuera de uno mismo.

Entonces, ¿cómo podemos salir de este ciclo, cambiar el enfoque o construir una relación más saludable con nosotros mismos? La buena noticia es que no tienes que ignorar tus necesidades o fingir que no existes. Pero puedes mejorar tus fuentes de felicidad. La felicidad es mucho más que centrarse en uno mismo.

Piensa en qué hacer, qué esperar y con quién conectar sin centrarte tanto en satisfacer tu ego. Escribir ha cambiado significativamente mi conciencia de satisfacer mi ego a encontrar el flujo. Mi objetivo es la inmersión total en lo que estoy haciendo. De esa manera, me olvido de mí mismo por completo durante todo el proceso. Es una fuente de algo significativo que hacer que me impide quedarme atrapado en mi cabeza.

Para una vida más significativa fuera de la “autosatisfacción”, encuentra actividades que te ayuden a salir de tu propio camino. En lugar de pensar: “¿Qué puedo obtener?”, piensa: “¿Qué puedo dar?” o cómo puedo ayudar. En lugar de “¿Cómo puedo sentirme mejor?”, pregúntate: “¿Cómo puedo estar presente ahora mismo?”.

Sal de tu burbuja. Presta atención a las personas que te rodean. Escucha sus experiencias. Ayúdalas cuando puedas. Estar ahí para ellas. Te sentirás mejor contigo mismo cuando estés ocupado haciendo conexiones significativas con los demás. Tendrás un sentido de propósito. En ese cambio, la felicidad llega de forma más natural. El simple acto de dar, ya sea tiempo, energía o simplemente amabilidad, abre una nueva forma de ver la vida. De repente, estás contribuyendo a algo fuera de ti, y de ahí viene la alegría pura.

Estos pequeños cambios hacen una gran diferencia.

Me ayudan a salir de mi propio camino. Me ayudan a dejar de obsesionarme con la versión de mí mismo que creo que necesito “alimentar”. Me quita la presión de intentar que todo sea perfecto para mí. Olvidarse de uno mismo es dejarse iluminar por todas las cosas.

Cuanto más nos centramos en nosotros mismos, más sufrimos porque nos sentimos desconectados e insatisfechos. El “yo” que tanto nos preocupa satisfacer ni siquiera existe de la forma en que creemos que existe.

Cuando he hecho el cambio para centrarme en los demás, mis preocupaciones no parecen tan abrumadoras. En lugar de obsesionarme por lo que no tengo o por lo que no va bien, veo lo bueno que ya tengo. Una vida de “yo primero” puede sentirse bien en el momento, pero esa satisfacción siempre es temporal.

Alguien menciono que: “El mundo no es más que un gran deseo de vivir y una gran insatisfacción con la vida”.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.

 

Cuando aprendes a amarte a ti mismo.

septiembre 27, 2024


Cuanto más te ames y aceptes a ti mismo, menos dependerá tu felicidad de los demás, ya que el amor propio es cordura.

Una mejor relación conmigo mismo ha mejorado mi forma de relacionarme con los demás. Con los años, he aprendido a apreciar mi propia compañía. Cuando te sientes seguro de ti mismo, no necesitas que los demás validen tu valor. Ya lo sabes. Tu felicidad se vuelve menos dependiente de los demás. Dejarás de buscar a alguien que te complete o te haga sentir completo.

Una mejor relación conmigo mismo significa que puedo disfrutar de la compañía de los demás sin estresarme por lo que piensen de mí. Me concentro más en disfrutar de mi tiempo con los demás.

Quererte a ti mismo significa que dejas de buscar que los demás te completen. Dejas de depender de tus conexiones sociales para ser feliz. La felicidad se convierte en algo que creas para ti mismo y llevas contigo. Cuando te amas a ti mismo, dejas de buscar afuera lo que ya tienes dentro.

Te vuelves libre para ser tú. Despierta tu “felicidad” para construir mejores relaciones. Dejas de necesitar a los demás para hacerte feliz. Cuando dejes de intentar encajar en las expectativas de los demás, te sentirás libre de ser lo que eres. No necesitarás ninguna validación. La necesidad de aprobación se desvanece. No necesitas demostrar lo que vales.

No necesitas cambiar para ser aceptado. Eres suficiente tal como eres. El amor por los demás sin el fundamento del amor por nosotros mismos se convierte en una pérdida de límites, codependencia y una búsqueda dolorosa e infructuosa de intimidad. Pero cuando entramos en contacto, a través de la meditación, con nuestra verdadera naturaleza, podemos permitir que los demás también encuentren la suya.

El amor propio consiste en aceptar todas las partes de mí: lo bueno, lo malo y lo feo. Acepta todos los defectos. Es la forma de dejar de fingir. Dejarás de ponerte máscaras para ser alguien que no eres. Y cuando seas honesto contigo mismo, también podrás ser real con los demás. Esta simple verdad ha reconfigurado mi percepción de las relaciones significativas.

No me preocupa lo que piensen los demás. Su juicio no me define. Yo me defino a mí mismo. Ya no dependo del afecto o la aprobación de los demás para sentirme amado. No significa que no valore lo que los demás aportan a mis relaciones. Lo hago. Pero no dependo de ellos para llenar un vacío. No los necesito para sentirme completo.

Buscar la aprobación es agotador. Quieres agradar, encajar. Pero cuanto más buscas esas cosas, más perdido te sientes. Ninguna cantidad de elogios de los demás puede llenar un vacío interior. Date el amor que necesitas y llévalo a donde sea que estés. Cuando aprendes a amarte a ti mismo, tus relaciones se convierten en una fuente de significado en lugar de aprobación.

Si tienes la capacidad de amar, ámate a ti mismo primero. La dependencia emocional es una trampa. Regalas tu poder interno cuando dependes de los demás para obtener aprobación. Dejas que dicten cómo te sientes acerca de ti mismo. Si les gustas, te sientes bien. Si no les gustas, cuestionas tu valor. Es un ciclo agotador que tiene un precio en tu salud mental.
La autoaprobación te hace más fuerte. No tienes que ceder para encajar en las expectativas de los demás. Ya no necesitas complacer a todo el mundo. La necesidad de encajar, de ser aceptado, desaparece. Puedes vivir según tus propios términos. Puedes tomar decisiones que te parezcan correctas, no decisiones que te ganen la aprobación de los demás. Eso es lo que significa ser libre.

Quererte a ti mismo no te hace egoísta. De hecho, es lo contrario. Te hace dar más. Ya no buscas de los demás lo que ya te das a ti mismo. Ya no te agotas tratando de hacer felices a los demás. Puedes ser más real en tus relaciones porque no tienes miedo al rechazo.

No dependes de ellas para obtener satisfacción emocional. Se trata de enamorarte de ti mismo y compartir ese amor con alguien que te valore, en lugar de buscar amor para compensar un déficit de amor propio.

Cuanto más me acepto, más libre me siento. Ya no estoy atrapado por el miedo a ser juzgado. Me estoy liberando. Cuando las cosas no salen como yo quiero o cuando la gente me decepciona, estoy bien. Porque elijo ser amable conmigo mismo.

Cuando nos damos compasión, el nudo apretado del juicio negativo sobre nosotros mismos comienza a disolverse, reemplazado por un sentimiento de aceptación pacífica y conectada: un diamante brillante que emerge del carbón.

El amor propio y la aceptación son regalos que solo tú puedes darte a ti mismo. Te protegen de la negatividad que te rodea. Es una luz personal que brilla desde adentro. Y es un regalo que puedes darte a ti mismo todos los días.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

La libertad de aceptar la vida como es.

septiembre 27, 2024


Mi alma siempre sabe qué hacer para sanarse a sí misma. El desafío es silenciar mi mente.  En el fondo, sé lo que necesito. El problema es que mi mente es ruidosa. Pensamientos, preocupaciones, dudas, todo se interpone en el camino.

Cuando algo no va bien en mi vida, mi sabiduría instintiva lo sabe. Lo siento. Esa tranquila voz interior nos advierte cuando necesitamos descanso, espacio o un cambio de perspectiva.

¿Pero mi mente? Discute.

Quiere analizar, arreglar o controlar todo. Cuanto más pienso, más bloqueo esa sabiduría.
La mente es ruidosa. Está llena de listas de cosas por hacer, miedos y parloteo interminable. Si se apodera de nuestra sutil pero sabia sabiduría visceral, no podemos escuchar lo que el alma está tratando de decir.

La curación consciente pura de todo lo que nos agota no proviene del pensamiento. Proviene de escuchar. El tipo de escucha que requiere quietud.

Silenciar la mente es difícil. Tienes que esforzarte más. Tómate un tiempo para sentarte en silencio, solo por un momento, para sentir el cambio. Ahí es cuando tu alma habla. No grita ni exige atención. Es silenciosa pero poderosa. Y te dice cuándo es el momento de dejar ir algo que perturba tu paz.

Cuando dejo de intentar controlarlo todo y simplemente escucho, encuentro respuestas. La mente quiere lógica y pruebas, pero el alma aconseja en un nivel diferente: intuición, sentimientos e instintos.

Ahí es donde ocurre la verdadera curación.

El desafío es siempre el mismo: aquietar mi mente lo suficiente para que mi alma sea escuchada.
Abre paso a la vida que se abre camino en tu conciencia. Sin embargo, no puedes llegar a conocer las profundidades del propósito de tu vida si no estás dispuesto a liberar aquellas partes de tu vida que ya no son necesarias. Dejar ir es difícil. Pero es necesario revelar las profundidades de tu propósito.

Aferrarme a cosas que ya no me sirven me frena. Tal vez sea una rutina a la que estoy acostumbrado, una mentalidad a la que me he aferrado durante años o incluso relaciones que parecen seguras pero que ya no crecen. A veces, es un conjunto de creencias, un trabajo, una meta.

Cuanto más me aferro a los obstáculos para mi mejor vida, más bloquean mi camino hacia adelante. Liberar lo innecesario crea espacio para lo esencial. Simplemente debo dejar ir. Deja ir cómo pensaba que debería ser mi vida y abraza la vida que está tratando de abrirse camino en mi conciencia.

El propósito madura lentamente, pero solo si le haces lugar. Y hacer lugar significa liberar lo viejo, lo obsoleto y tu antiguo yo. No se trata solo de lo que dejo ir, se trata de para qué creo espacio.

Entonces, si te sientes estancado, intenta soltar. Se siente bien ser libre para la siguiente fase de la vida. Libera el control, solo sé. Vive un día a la vez. Mantén tu atención en el tiempo presente. No tengas expectativas. No hagas juicios. Y renuncia a la necesidad de saber por qué las cosas suceden como suceden. ¡Renuncia a eso!

Vivir un día a la vez” no es nada nuevo. Pero significa mucho si reflexionas sobre cómo se aplica a la vida. Este es el verdadero secreto de la vida: estar completamente comprometido con lo que estás haciendo en el aquí y ahora.  Todavía estoy aprendiendo a dejar de lado todos los “viajes mentales”. Mi objetivo es estar aquí y ahora. El “eterno ahora” puede no ser lo que esperamos, pero es real.

No necesitamos saber por qué las cosas suceden como suceden. A veces, no hay ninguna razón. Simplemente disfruta la vida. Deja de lado las expectativas y los juicios. Solo generan estrés. Dejé de juzgar para ver las cosas como son, no como creo que deberían ser.

Es la libertad de aceptar la vida como es.

Tener que decir: “Si esto es lo que debo aceptar, que así sea”, puede sentirse como masticar vidrio, pero no poder aceptar lo que no puedes cambiar es como tener que tragar esos fragmentos de vidrio. 

Vale la pena reiniciar y volver al tiempo presente. Aquí mismo, ahora mismo, es todo lo que puedo controlar. Y honestamente, es suficiente. El futuro no está garantizado y el pasado se fue. Todo lo que realmente tengo es este momento.

Así que vive.

¿De verdad quieres mirar atrás y ver lo maravillosa que podría haber sido tu vida si no hubieras tenido miedo de vivirla?

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

Romper con la dosis de dopamina.

septiembre 20, 2024


Existe una sustancia química en nuestro cerebro que nos hace querer más que nos controla y que se la define como el poder del deseo.  Más estimulación sensorial, más cosas, más emoción y más de todo lo que no necesariamente necesitamos. Esta sustancia se la denomina la “dopamina” que es la fuente de todos nuestros impulsos, desde el deseo de amor y conexión hasta la necesidad de control y poder. Pero el problema es que la dopamina nunca está satisfecha. Siempre quiere más, sin importar cuánto le demos. La dopamina es un arma de doble filo. Si no la controlamos, nos lleva por caminos de adicción, ansiedad e insatisfacción. 

La dopamina no es necesariamente mala. También nos impulsa a hacer cosas, lograr, explorar o invertir en nuevas experiencias. Pero cuando comienza a gobernar nuestras vidas y nos mantiene atrapados en un ciclo de querer siempre más, necesitamos dar un paso atrás y reevaluar.

Tomemos las redes sociales, por ejemplo. Publicamos algo, obtenemos algunos me gusta y nos sentimos bien por un segundo. Pero no dura. Terminamos volviendo una y otra vez, esperando más interacción. Esa es la dopamina moviendo los hilos. Recibimos una pequeña dosis y luego queremos más, aunque esa dosis nunca nos satisface del todo. Lo mismo ocurre con las compras interminables por Internet. Pensamos: "Lo próximo que compre me hará sentir genial", pero tan pronto como llega, ya estamos buscando el siguiente artículo.

La dopamina es la fuerza que nos hace ver series en exceso. También es la razón por la que la gente revisa sus teléfonos al menos 144 veces al día. La dopamina no solo tiene que ver con el placer. Tiene más que ver con el deseo.

Pero, ¿cómo funciona? La dopamina nos hace sentir emocionados por la anticipación de una recompensa, no necesariamente por la recompensa en sí. Cuando pienso en eso, tiene sentido por qué podemos quedar atrapados en ciclos de querer más. Recibes una notificación en tu teléfono y, por una fracción de segundo, te sientes emocionado. Luego se desvanece y quieres volver a mirar. La dosis de dopamina no proviene del mensaje en sí, sino del potencial de algo emocionante. Y ese es el problema. Quedamos atrapados en la próxima euforia. Siempre estamos buscando más, pero nunca nos sentimos realmente satisfechos.

A la dopamina no le importa la satisfacción. Solo quiere lo siguiente. El mundo es rico en sensaciones y pobre en causas. La dopamina está en todas partes. Las redes sociales, las plataformas de streaming, las compras en línea... todas se alimentan de ella. Están diseñadas para mantenernos enganchados, dándonos pequeñas ráfagas de dopamina con cada “me gusta”, cada nuevo episodio, cada compra. 

No es de extrañar que seamos adictos a nuestros dispositivos, siempre deseando más estimulación. Busco mi teléfono sin siquiera pensarlo. Abro una aplicación, me desplazo un poco, la cierro y luego abro otra. Ni siquiera busco nada específico. Es solo esa necesidad constante de contenido nuevo. Es agotador.

Sin embargo, la dopamina no solo tiene que ver con las distracciones digitales. También es lo que nos impulsa en otras áreas de la vida: carreras, relaciones e incluso nuestros objetivos personales. Queremos el próximo ascenso, el próximo gran logro y el próximo punto álgido en nuestra relación. Siempre estamos buscando algo mejor o diferente. Pero, de nuevo, a la dopamina no le importa la felicidad. Solo quiere que sigamos queriendo más.

En las relaciones, las personas se dejan llevar por la emoción de algo nuevo. La dopamina hace que se concentren en la emoción de las cosas nuevas y llenas de posibilidades. Pero cuando esa emoción se desvanece, comienzan a buscarla en otro lado. Es por eso que algunas personas saltan de una relación a otra, siempre buscando ese punto álgido inicial.

Incluso en las amistades y las interacciones sociales, la dopamina hace que te concentres más en obtener la validación de los demás en lugar de disfrutar de la compañía de tus conexiones sociales. Quieres aprobación, me gusta, comentarios... todo lo que te dé ese pico rápido de dopamina. Pero esas cosas son solo distracciones superficiales.

En el trabajo, las “distracciones de dopamina”, las notificaciones, los correos electrónicos y las alertas hacen que sea más difícil concentrarse o hacer un trabajo real. Muchos de nosotros estamos programados para creer que “más” es la respuesta a todo. Más éxito, más experiencias, más cosas: se supone que todo esto nos hace felices. Pero la dopamina nos engaña haciéndonos pensar que más es lo que nos llenará. Y ahí es donde las cosas se complican.

Queremos más, pero la línea de meta sigue avanzando. La dopamina es como ese amigo que siempre te convence de quedarte fuera a tomar una copa más, pero nunca te diviertes tanto como crees.

En lo personal estoy intentando romper con la dopamina, o al menos redefinir mi relación con ella. No quiero que me controle esa necesidad constante de más. Quiero sentirme satisfecho con lo que tengo en lugar de estar siempre buscando lo siguiente. 

El primer paso con mi ruptura es la conciencia. Necesito darme cuenta de cuándo estoy navegando sin pensar o buscando una dosis rápida de dopamina. Una vez que soy consciente, puedo hacer una pausa y repensar mi reacción inconsciente. No es fácil, pero es un comienzo.

También estoy tratando de reemplazar esos hábitos impulsados por la dopamina por otros más conscientes. Empecé a establecer límites con mis dispositivos: apago todas las notificaciones y guardo mi teléfono fuera de la vista cuando necesito hacer cosas. En lugar de buscar mi teléfono cuando estoy aburrido, me concentro en un tiempo de relajación escuchando música y preparando el próximo escrito. 

A veces salgo a caminar o leo un libro. Cuando me concentro en esas cosas, no siento esa atracción constante de querer más de lo que no necesito para sentirme realizado. No puedo deshacerme del deseo por completo, pero puedo ser más intencional en cuanto a cómo dedico mi atención. Quiero concentrarme en las cosas que aportan un valor real a mi vida. El objetivo es dejar de pensar en la próxima recompensa temporal.

Seguiré teniendo objetivos, pero estoy tratando de disfrutar el proceso de trabajar para alcanzarlos en lugar de centrarme solo en la recompensa al final. Ya sea que se trate de aprender una nueva habilidad, estar más saludable o trabajar en un proyecto, trato de encontrar satisfacción en el trabajo diario, no solo en la dosis de dopamina que recibo cuando finalmente alcanzo la meta.

Lo que tengo frente a mí tiene más valor que esperar una dosis de dopamina. Ya sea pasar tiempo con mi familia, disfrutar de un pasatiempo o estar en silencio por un momento, estoy aprendiendo a apreciar el ahora, no lo que viene después. La dopamina no es necesariamente mala. También nos impulsa a hacer cosas, lograr, explorar o invertir en nuevas experiencias. Pero cuando comienza a gobernar nuestras vidas y nos mantiene atrapados en un ciclo de querer siempre más, necesitamos dar un paso atrás y reevaluar.

Romper con la dopamina tiene que ver con encontrar el equilibrio. Es controlar mis deseos en lugar de dejar que me controlen a mí. Romper con la dopamina también significa alejarse de los subidones superficiales y concentrarse más en la satisfacción o las conexiones reales, las que no brindan gratificación instantánea, sino que brindan satisfacción a largo plazo con el tiempo. No será fácil. La dopamina contraatacará.

Pero estoy decidido a recuperar el control de mi vida. Tengo que ser más consciente de mis factores desencadenantes. Una vez que sepa qué es lo que me desencadena, puedo empezar a evitarlos o encontrar formas más saludables de satisfacer mis necesidades.

Puedes proteger tu concentración creando hábitos y sistemas, o puedes permanecer desprevenido y dejar que alguien te distraiga de las cosas importantes que deberías estar haciendo con tu tiempo. Creo que adelantarme a esta poderosa sustancia química es la forma de vivir una vida más feliz, más saludable y más plena. La dopamina puede hacerte feliz o destruirte.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

La atención sin filtros.

septiembre 20, 2024


Los conceptos, las creencias, las ideas preconcebidas y todo lo que creemos que es la realidad son la base misma de nuestras vidas. Nuestras mentes siempre están tratando de darle sentido a la vida. Siempre estamos buscando patrones y significados. Y eso es genial, en cierto modo. Nos ayuda a vivir nuestras vidas con algún tipo de orden, pero también puede impedirnos ver las cosas como realmente son. Todos creamos historias en nuestras mentes, sobre nosotros mismos, los demás y cómo funciona el mundo. Nuestras realidades se basan en nuestras creencias.

Pero las creencias pueden ser engañosas porque dan forma a cómo interpretamos la realidad. Por ejemplo, si crees que “la gente es egoísta”, interpretarás cada acción que veas a través de esa lente. Buscarás evidencia que confirme tu creencia e ignorarás todo lo que no encaje. La pregunta es, ¿qué pasa si esas historias o creencias son falsas?

Todo lo que plantamos en nuestra mente subconsciente y alimentamos con repetición y emoción algún día se convertirá en realidad. Intenta contarte diferentes historias basadas en una interpretación diferente de la realidad. Puede ampliar tu comprensión de la realidad. Comenzarás a ver a las personas como son, no como esperas que sean.

Si lo que buscas es la verdad, la verdad objetiva, tienes que abordar casi todo con atención sin los filtros de suposiciones, creencias o expectativas. Elimina tus filtros personales. Acércate al mundo con una observación pura y cruda, tal como es, no como deseas que sea. Aplica la ley de la atención/conciencia desnuda.

Si lo que buscamos es la Verdad, descubriremos que no podemos comenzar con ninguna suposición o concepto en absoluto. En cambio, debemos abordar el mundo con atención desnuda, viéndolo sin ningún sesgo mental, sin conceptos, creencias, preconcepciones, presunciones o expectativas.

Hablemos de algo tan básico como caminar. Normalmente, cuando las personas caminan, no están realmente allí: dondequiera que estén. Sus mentes están en listas de tareas pendientes, conversaciones que han tenido o preocupaciones sobre lo que vendrá después. 

Todo cambia cuando aplicamos la atención sin filtros. Presto atención. Noto todo lo que veo o siento. Es un ejercicio simple, pero me ayuda a conectar con la realidad directamente. Es conciencia pura en el aquí y ahora. Este enfoque puede aplicarse a casi cualquier cosa, desde comer, trabajar y hablar con alguien. Se trata de estar completamente allí sin distracciones o suposiciones que nublen tu experiencia.

La ceguera de la realidad surge de la necesidad de prestar atención a lo que ya sabes, piensas, crees; descartas lo que realmente ves. Te resistes a la realidad. La realidad es lo que tomamos como verdad. Lo que tomamos como verdad es lo que creemos. Lo que creemos se basa en nuestras percepciones. Lo que percibimos depende de lo que buscamos. Lo que buscamos depende de lo que pensamos. Lo que pensamos depende de lo que percibimos. Lo que percibimos determina lo que creemos. Lo que creemos determina lo que consideramos verdadero. Lo que consideramos verdadero es nuestra realidad.
Practicar la atención sin filtros significa que trato de ver las cosas como son sin juzgarlas ni categorizarlas de inmediato. Es difícil porque estamos condicionados a poner todo en cajas. Pero la verdad no encaja perfectamente en esas cajas. Tenemos expectativas sobre cómo deberían ser las cosas, pero esas expectativas a menudo distorsionan la realidad. Si busco la verdad, no puedo empezar con suposiciones. No puedo suponer que ya sé lo que está pasando porque eso me ciega y no me permite ver lo que tengo frente a mí.

Despejar conceptos para llegar a la verdad sobre cualquier cosa significa que tengo que dejar de etiquetar. Cada vez que entro en una nueva experiencia, tengo que luchar contra el proceso natural de mi cerebro de poner las cosas en “cajas familiares”. Debo dejar de pensar en cosas como: “Ah, ya he visto esto antes” o “Esto es igual que la última vez”. Pero, ¿es así?

Si soy sincero, debo darme cuenta de que nunca hay dos experiencias exactamente iguales. Los conceptos y las etiquetas son atajos, pero también me impiden ver el panorama completo. Cuando practico la atención sin filtros, dejo de lado conscientemente esas etiquetas. Debo observar sin prejuicios.

Digamos que estoy conversando con alguien y dice algo que desencadena una reacción en mí. Tal vez sea frustración o tal vez esté de acuerdo. Si no practico la atención sin filtros, mi mente inmediatamente saca conclusiones. Las etiqueto como “incorrectas” o “correctas” en función de mis propios prejuicios.

Pero si me detengo y escucho sin filtrar sus palabras a través de mis creencias, puedo empezar a entender lo que realmente están diciendo. Muchos conflictos personales comienzan porque las personas no se entienden bien entre sí. Supones los motivos de la otra persona y ella supone los tuyos. Cuando aplicas la atención sin tamices, puedes dejar de suponer y empezar a hacer preguntas. Puedes escuchar sin tratar de encajar sus palabras en tu marco mental.

La atención sin filtros no significa que esté de acuerdo con todo: sigo teniendo mis valores. Pero significa que le doy una oportunidad justa a la perspectiva de la otra persona sin que mis preconcepciones se interpongan. Echa la culpa al efecto de la expectativa. Uno de los mayores obstáculos para ver la realidad son nuestras expectativas. Espero que las cosas salgan de cierta manera y, cuando no es así, me frustro. 

Pero esas expectativas suelen ser arbitrarias. Son tus propias expectativas las que te hacen daño. No el mundo en el que vives. Todo lo que sucede en el mundo es real. Lo que crees que debería suceder es irreal. Por lo tanto, las personas se sienten heridas por sus expectativas. Ya sabes, no estás decepcionado por el mundo, estás decepcionado por tus propias proyecciones.

La atención sin filtros es un antídoto contra el sufrimiento mental innecesario. Las expectativas, suposiciones y creencias a menudo crean frustración, decepción o estrés porque distorsionan la realidad. Las creemos, actuamos en consecuencia e incluso nos quedamos en nuestra cabeza, rumiando sobre verdades subjetivas que pueden ser erróneas. No necesito etiquetar nada como bueno o malo, simplemente es.

La atención sin filtros me ayuda a darme cuenta cuando me aferro a creencias que no me sirven. Me impide reaccionar por decepción o enojo ante lo que es. Es un modelo mental que quiero seguir practicando para sentir menos estrés o dejar de luchar contra la realidad. La atención pura es mi forma de acercarme a lo que es. Requiere disciplina, pero la recompensa es la claridad.

Cuando elimino el ruido mental, veo la vida como realmente es, no como deseo que sea. Al hacerlo, encuentro paz interior y me acerco a la sabiduría objetiva.

Creo que tenemos un sentido muy curioso de la realidad, o, mejor dicho, tal vez debería decir, una sorprendente adicción a la irrealidad. 

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

Toda la belleza perdida y, a veces, reencontrada.

septiembre 18, 2024


A veces lo eterno trae un momento esencial para mi alma, como si un camino secreto de repente revelara un silencio consciente siempre presente debajo del cambio infinito de cada día, sutil, informe, una flor oculta de luz escribiendo poesía a través de mi corazón, percepciones de un misterio silencioso 
en algún lugar más allá de lo visible,

y cuando estoy en un espacio reflexivo, presente al silencio, disuelto, rendido al lánguido remolino del momento, como si no estuviera impedido por la vida dentro de un marco humano, intuiciones repentinas, fugaces, llenas de significado, susurros silenciosos, inspiraciones, curan mi corazón y toda la belleza perdida en la vida se encuentra de nuevo.

El silencio consciente siempre encuentra de alguna manera una manera de curarnos, como si lo eterno estuviera entretejido a lo largo de cada momento, anhelando conocerse a sí mismo como humano, conocer la belleza a veces perdida en la vida humana, a veces encontrada de nuevo, mientras que siempre, más allá de cualquier palabra que pudiéramos decir.

y oculta a nuestra mirada, lo eterno nos está curando con toda la luz que se convierte en vida, la belleza que ningún ojo puede ver pero que cada corazón conoce, el conocimiento que no se puede decir, la poesía no escrita mezclada a través del tejido consciente de nuestro mundo.

Y cuando el ahora y el aquí desaparezcan para siempre, y solo quede el silencio eterno, la poesía silenciosa del amor, la palabra no dicha que no deja nada sin decir, nada desconocido, el silencio invisible siempre más allá de cualquier palabra que pudiéramos decir, revela el significado de los momentos compartidos, el amor que encontramos, la belleza que ayudamos a traer, a través de todo el tiempo sin un final ni ningún comienzo.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

¿Que estoy pensando hoy viernes 13 septiembre 2024?:

septiembre 13, 2024


Que debemos mantener nuestras expectativas rígidas en cada paso del camino.

Las cosas simples se complican cuando se espera demasiado. Las expectativas rígidas son realmente una causa fundamental del dolor. No permita que se apoderen de usted. Cada situación difícil de la vida puede ser una excusa para la desesperanza o una oportunidad para el crecimiento personal, según lo que elija hacer con ella. Así que empiece por elegir dejar ir las expectativas que no le sirven.

Un error no duele, la expectativa sí. Un rechazo no duele, la expectativa sí. Y así sucesivamente…

Recuerda, la mente es tu campo de batalla. Es el lugar donde reside el conflicto más feroz. Es donde la mitad de las cosas que temías que sucedieran, nunca sucedieron. Es donde tus expectativas te dominan y caes víctima de tu propio hilo de pensamiento una y otra vez. Así que no bajes tus estándares, pero recuerda que eliminar tus expectativas rígidas en la vida es la mejor manera de evitar que todos y todo lo que encuentres te decepcione.

La verdad sea dicha, uno de los momentos más importantes de la vida es el momento en que finalmente encuentras el coraje para dejar ir lo que no se puede cambiar. Porque, cuando ya no eres capaz de cambiar una situación, tienes el desafío de cambiarte a ti mismo, de crecer más allá de lo inmutable. Y eso lo cambia todo…

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
 

El júbilo de “despertar” para estar vivo.

septiembre 13, 2024



La vida se pierde de mil maneras pequeñas e indiferentes. La vida no se pierde muriendo; la vida se pierde minuto a minuto, día a día, en todas las mil maneras pequeñas e indiferentes. Es una de esas verdades que es tan obvia pero tan fácil de olvidar. Simplemente estoy haciendo lo que tengo que hacer hasta que me “despierte” a todas las experiencias que me rodean. 

La verdadera tragedia de la vida es cómo la dejamos pasar minuto a minuto sin siquiera darnos cuenta. Nos enredamos tanto en rutinas, distracciones y obligaciones que ni siquiera nos damos cuenta de cuánto se nos pasa la vida.

Primero me moría por terminar la escuela secundaria y comenzar la universidad.
Y luego me moría por terminar la universidad y comenzar a trabajar.
Y luego me moría por casarme y tener hijos.
Y luego me moría por jubilarme.
Y ahora, me estoy muriendo… y de repente me doy cuenta de que me olvidé de vivir.

La mayoría de las personas simplemente siguen el ritmo. Sus rutinas son tan fundamentales que apenas se dan cuenta de cómo pasan sus vidas. Se despiertan, hacen su rutina, van a trabajar, vuelven a casa, tal vez navegan por sus teléfonos un rato y luego se van a la cama. No es un mal día, pero tampoco es realmente bueno. Es solo… un día. Y luego otro. 

La vida real son todos esos pequeños momentos que en realidad no estamos viviendo, solo existiendo.
Son todos los días en los que caes en el modo piloto automático, donde estás físicamente presente pero emocionalmente desconectado. Y todo el tiempo que pasas en tu cabeza, preocupándote por tu pasado o el futuro.

Mientras tanto, las cosas que sí importan (algo significativo, algo por lo que tener esperanza y alguien con quien conectar) se dejan de lado. Esos minutos, esos pequeños momentos de la vida, se nos escapan sin que nos demos cuenta.

Perdemos la vida de esas pequeñas y despreocupadas maneras al no estar presentes con las personas que importan. Incluso un gran trabajo puede perderse en la rutina. Los pasatiempos y proyectos personales pueden quedar enterrados bajo todo lo demás. Tal vez antes te encantaba pintar, escribir o tocar un instrumento, pero ahora han pasado meses, tal vez años desde que lo tocaste.

La vida se te escapa en el altar de una rutina “ajetreada”, no porque no estés físicamente vivo, sino porque no estás viviendo de la manera que alimenta tu alma. La gente siempre dice: “Lo haré más tarde”, incluso cuando necesitan desesperadamente tomarse un descanso para respirar. Dejamos las cosas para más tarde porque creemos que tenemos tiempo. Pero la verdad es que esos “más tarde” se acumulan y, antes de que te des cuenta, han pasado semanas, meses e incluso años. Esa es la vida que se pierde de maneras pequeñas e indiferentes. No es una pérdida dramática, pero aun así es una pérdida.

Tomemos un ejemplo sencillo: tu rutina matutina. Te despiertas; tal vez tienes prisa, así que te saltas el desayuno o comes algo para llevar sin disfrutarlo realmente. Ya estás pensando en el día que tienes por delante, tu mente está en otra parte y no estás presente. Esa es una pequeña forma en que la vida se nos escapa.

Ahora imagina si te tomaras unos minutos para disfrutar de ese café o desayuno matutino, para estar en ese momento en lugar de dejar que se convierta en tu pasado en un borrón. Suena pequeño, pero esas pequeñas experiencias hacen una gran diferencia en cómo experimentas la vida.

O piensa en cómo nos ahogamos en el ajetreo. Llenamos nuestras agendas hasta el tope, siempre corriendo de una cosa a otra. Parece productivo, pero muchas veces, es solo ruido. Estamos tan concentrados en marcar cosas en nuestras listas de tareas pendientes que nos olvidamos de vivir realmente.

Olvidamos hacer una pausa, apreciar dónde estamos, conectarnos con la gente o incluso simplemente sentarnos con nuestros pensamientos. La vida se pierde en el ajetreo, donde hacemos muchas cosas, pero no vivimos nada de ellas.

Las relaciones son otro gran problema. Puede que estés rodeado de gente (familia, amigos, colegas), pero ¿realmente estás conectando con ellos? Puede que estés físicamente presente pero emocionalmente distante. Puede que estés en la misma habitación, teniendo una conversación, pero tu mente está en otra parte. O tal vez estés demasiado cansado, demasiado distraído para participar. Perdemos algo irremplazable cuando no estamos allí con las personas que nos importan.

Lo curioso es que no son las grandes pérdidas las que nos afectan. Es la acumulación de todas estas pequeñas experiencias en las que no prestamos atención o no nos preocupamos lo suficiente como para aprovechar al máximo lo que tenemos. Y lo entiendo: no puedes estar presente y comprometido cada segundo del día. 

Pero ¿qué pasaría si hiciéramos un poco más de esfuerzo para darnos cuenta de que estamos cayendo en ese modo de indiferencia? ¿Qué pasaría si, en lugar de dejar que el día se alargue, encontráramos pequeñas formas de devolverle la vida? Como tomarte cinco minutos para hacer algo que te haga sonreír o probar la comida en lugar de comerla en piloto automático. O elegir escuchar, escuchar de verdad, cuando alguien te habla. Esas son las pequeñas formas en que recuperamos la vida.

Una vez que empiezas a hacer un esfuerzo por ‘despertarte’, es decir, ser más consciente de tus actividades, de repente empiezas a apreciar la vida mucho más. La buena noticia es que no tienes que hacer un cambio enorme y drástico para recuperar tiempo significativo. Se trata de pequeños cambios. Por ejemplo, en lugar de navegar sin pensar por las redes sociales, tómate unos minutos para llamar a un amigo o salir a caminar. O, cuando estés con alguien, estar realmente con esa persona. Deja de lado las distracciones y participa.

Cuando te des cuenta de que estás en piloto automático, intenta salir de él, aunque sea solo por un minuto. La vida es frágil en formas que no siempre reconocemos. No se trata solo de evitar la muerte; se trata de evitar ese lento desvanecimiento de la vida en el que dejamos de preocuparnos, dejamos de notar y dejamos de ser intencionales.

Estoy tratando de ser más consciente de eso y creo que tú también puedes hacerlo. Recupere esos minutos, esas pequeñas experiencias que cuentan, y conviértalas en algo que importe. Porque ahí es donde sucede la vida real: en las pequeñas cosas que se suman para lograr una vida verdaderamente buena.

Así que, sí, la vida no se trata solo de evitar el final dramático y grandioso. Se trata de evitar ese desvanecimiento lento y silencioso en el que dejamos de notar, dejamos de preocuparnos y simplemente lo dejamos pasar. Estoy trabajando en eso y sé que tú también puedes hacerlo.

Todos podemos ser más intencionales.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.


 

La vida es un proceso de transformación personal.

septiembre 11, 2024


Me he encontrado conmigo mismo una y otra vez de maneras que no esperaba. Llevo unos años en un camino de autoconciencia, pero siguen apareciendo fragmentos de mí. 

Muchas veces me he encontrado en experiencias que me resultan extrañamente familiares. Por ejemplo, cuando era adolescente, solía caminar hasta la biblioteca local para leer libros de filosofía. Nunca perseguí esa curiosidad silenciosa.

Pasé por alto una pista subconsciente sobre mi mejor yo futuro. Hoy, todavía leo libros de grandes pensadores por placer intelectual, comparto lo que encuentro con una audiencia a través de esta página web.

Tus “mil disfraces” pueden ser patrones en tus relaciones. Puede que salgas con distintas personas, pero de alguna manera, los mismos problemas siguen surgiendo. Tal vez se trate de confianza, comunicación o límites. En algún momento, empiezas a darte cuenta de que el denominador común no es la otra persona, eres tú. Te estás encontrando contigo mismo y con tus propios problemas no resueltos a través de estas diferentes relaciones.

A veces, atraes al mismo tipo de persona una y otra vez. Puede ser alguien que te desafíe de una manera específica, como poniendo a prueba tu paciencia o ampliando tus límites. Según lo que yo creo es que, no se trata solo de ellos, se trata de ti.

Los mismos patrones inconscientes siguen apareciendo porque estás ignorando algo que necesitas aprender o sanar dentro de ti. Tal vez se trate de la autoestima, la comunicación o de soltar el control. Estas personas son espejos que te muestran las partes de ti que necesitan atención. Puedes usar estas lecciones para trabajar en ti mismo o convertirte en una versión de ti mismo hasta que finalmente lo consigas.

O toma el trabajo, por ejemplo. Tal vez hayas cambiado de trabajo varias veces, pensando que un nuevo entorno sería diferente o mejor. Pero, de alguna manera, surgen los mismos conflictos: sentirse infravalorado, chocar con un jefe o luchar con la carga de trabajo. Es fácil culpar al trabajo o a la gente, pero luego empiezas a notar que es un patrón. Y, de nuevo, es como si te enfrentaras a una versión de ti mismo. Tal vez sea tu necesidad de aprobación, miedo al fracaso o dificultad para establecer límites. La vida te muestra partes de ti mismo en estas situaciones, disfrazadas de trabajos diferentes, pero la lección es la misma.

Luego está el crecimiento personal. Tanto tú como yo sabemos cómo se siente pensar que finalmente has superado algo, solo para que aparezca de nuevo, solo que de una forma diferente. He estado trabajando duro para responder en lugar de reaccionar a muchas experiencias fuera de mi control. Sé lo suficiente para mantener la calma, pero no siempre estoy en mi mejor momento. Todavía estoy en un camino personal de "integración total del yo".

Tal vez hayas trabajado duro para ser más paciente, pero de repente, pierdes la calma en una situación que se siente demasiado familiar. Es frustrante, pero es otra oportunidad de conocer esa parte de ti mismo y seguir practicando para mejorar. La idea es que no podemos escapar de nosotros mismos.
Seguiremos encontrándonos con partes de nosotros mismos en el futuro, ya sea a través de otras personas, situaciones o incluso nuestras reacciones. La vida es un espejo continuo, que nos refleja las partes de nosotros mismos que necesitamos ver. No siempre es bonito, pero tenemos que ser capaces de integrar todo nuestro ser para tomar decisiones conscientes en nuestras experiencias.

A veces, esas partes que son difíciles de mirar son las más difíciles de domar. Pero podemos usarlas para crecer si podemos reconocerlas por lo que son: pistas ocultas para aprender más sobre nuestro yo oculto. El secreto de toda vida es la obediencia: obediencia al impulso que surge en el alma, el impulso que es la vida misma, que nos insta a nuevos gestos, nuevos abrazos, nuevas emociones, nuevas combinaciones, nuevas creaciones.

Cuando las cosas se ponen difíciles, ¿te retraes o te vuelves loco, tratando de controlarlo todo? Ese es un patrón y una versión de ti mismo que la vida te sigue mostrando. Cada vez que me encuentro en una situación estresante, me reencuentro con esa parte de mí. Y cada vez, tengo la oportunidad de manejarla un poco diferente, de aprender y responder mejor.

La cuestión es que los “disfraces” no siempre son negativos. A veces, la vida también nos muestra nuestras fortalezas: cuando te sorprendes a ti mismo al manejar una situación difícil con sabiduría o notas que te has vuelto más compasivo o resiliente con el tiempo. Estos también son reflejos de quién eres y te recuerdan que has crecido.

Entonces, ¿qué hacemos con esto?

Creo que se trata de ser consciente. Cuando te encuentres en patrones negativos familiares, no te frustres. Descubre lo que tu yo subconsciente está tratando de mostrarte. Cada situación, cada persona y cada obstáculo es una rara lección de autoconciencia.

La vida tiene una forma de hacernos volver a las mismas lecciones hasta que las aprendemos de verdad. Y aunque eso puede resultar molesto, también es la forma en que crecemos. Nos encontramos con nosotros mismos bajo mil disfraces porque la vida es un proceso de transformación personal. Cada experiencia es una oportunidad para volverse un poco más sabio.

El error que cometen algunas personas es pensar que ya han llegado. La vida es un proceso de transformación, una combinación de estados por los que tenemos que pasar. La gente fracasa en su empeño de elegir un estado y permanecer en él. Esto es una especie de muerte. Integrar nuestros muchos disfraces, máscaras y yoes subconscientes es un mejor camino hacia una vida más completa.

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.
 

Las emociones salen de lo profundo de nuestro ser.

septiembre 10, 2024


El manejo de las emociones, la creación voluntaria de emociones positivas viene del darse cuenta, viene de un auto conocimiento y viene de la voluntad profunda de cambiar. Y la voluntad profunda de cambiar, no se compra en las farmacias. Tenemos que trabajar en esto constantemente, y tenemos que decirnos cada vez: voy a resolver la realidad interna mía. 

Vivir una vida plena tiene que ver con cual es el estado de nuestra mente. Según lo que estamos viviendo así son nuestros sentimientos y la energía que generamos. Las circunstancias nos hacen sentir mejor o peor, esa es la lógica humana, pero la lógica espiritual es distinta. Una cosa es lo que sucede fuera y otra cosa es lo que tú creas en tu interior. En realidad, es un cambio de paradigma, cambiamos de ser víctimas a ser responsables. 

Una vida plena tiene que ver con que tú seas consciente de que eres el creador, lo que ocurre es que tenemos el hábito de reaccionar de forma involuntaria. La situación, la otra persona te lanza un estímulo y tú permites que explote la emoción, y entonces surge esa reacción descontrolada. 

Hay un margen, mínimo, para que hagamos algo, tenemos que dar a la mente una perspectiva nueva y decidir si nos interesa esa emoción o no. Las emociones no nos interesan, aunque vivimos en una sociedad que nos inspira a vivir emociones. Las emociones nos agitan por dentro, nos descentran. Debemos darnos cuenta del efecto que las emociones tienen en nuestra consciencia. Las emociones no nos permiten tomar decisiones con claridad. 

Las emociones salen de lo profundo de nuestro ser, de nuestra alma, de nuestro corazón, de nuestra mente, de nuestro interior. Por lo tanto, es normal tener emociones, es positivo tener emociones. Sin embargo, el problema que tenemos con nuestras emociones es que a veces no son muy positivas. Y cabe preguntarse ¿de dónde vienen las emociones que no son positivas? 

Cuando uno siente emociones positivas uno está satisfecho, ya no busca otra cosa, mientras que cuando uno siente emociones negativas uno busca otra cosa. Esta es la prueba interna de que una es natural y la otra no. ¿Es natural tener sed y tomar algo para saciarla? Y ya una vez que uno está satisfecho es natural dejar de tomar. 

Hay cosas que son efímeras y hay cosas que son eternas. Las emociones más naturales son las más sanas y son positivas, por eso todos las buscamos. Las negativas son las más desagradables y son las que menos buscamos.  Lo que es negativo ha sido adquirido a lo largo de las experiencias de vida. Lo que es positivo es innato. Eso implica que se tiene la capacidad de crear ambos tipos de emociones, entendiendo que lo negativo es basura y lo positivo es salud. 

Entonces, para ir hacia lo positivo lo que hay que hacer es ocupar al ser en crear los pensamientos, las emociones que uno quiere, estar ocupado en tener pensamientos positivos y no tener pensamientos negativos. Es una cosa o la otra. 

Las emociones son parte de nuestra vida, son nuestros sentimientos ante los sucesos externos. Se generan en nuestro interior, influyen en nuestros pensamientos y actitudes. Hay personas muy negativas, inseguras, temerosas sin causa justificada, iracundas, celosas, envidiosas...aunque sea un poquito. 
Otras optimistas, activas, que van enfrentando las situaciones que la vida les pone por delante, sin sentimientos negativos ni de culpa. La calma, paciencia y perseverancia son buena compañía para vivir en serenidad. 

A lo largo de la vida aprendemos a conocernos y nos damos cuenta de lo que nos hace bien y de lo que nos hace mal...Aprendemos de la sencillez, belleza y humildad de la naturaleza y la emoción va fluyendo con creatividad y calma en nuestro interior...Somos cocreadores de nuestro mundo y tenemos la posibilidad de ofrecer nuevas perspectivas y emociones positivas, que nos faciliten nuestro crecimiento interior. 

Mi gratitud por leer y que tengas un día maravilloso

Patricio Varsariah.
Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.
 

Nuestras “angustias imaginadas”.

septiembre 10, 2024


Debemos aprender a gestionar nuestras reacciones, no los acontecimientos externos. Cuando la vida se pone difícil, puedes elegir la calma en lugar del caos desarrollando resiliencia y sabiduría.

Cuando las cosas no salen según lo que percibo de la experiencia, me recuerdo a mí mismo: "Esto también pasará". Me concentro en mis acciones y dejo ir las conductas de los demás. Para cada experiencia, me pregunto conscientemente: "¿Está esto bajo mi control?" Si no lo está, lo dejo ir. Si es así, actúo con sabiduría. Así es como me vuelvo más consciente de mis pensamientos y acciones.

La ansiedad no es algo externo a mí. Está dentro, en mis propios pensamientos. La mayor parte de la ansiedad, el estrés y la preocupación que sentimos se debe a cómo vemos las cosas. A menudo culpamos al estrés en el trabajo, a una experiencia difícil o a otras personas. Pero está en nuestra percepción. Nuestras mentes amplifican los peores escenarios.

Eso significa que puedo elegir dejarme llevar, puedo elegir cómo responder, y tú también puedes. En lugar de dejar que la ansiedad me controle, doy un paso atrás. Me recuerdo a mí mismo que tengo el poder de cambiar mis pensamientos. ¿Cómo? Viendo las cosas de manera diferente o contándome historias diferentes sobre experiencias que pueden estresarme. Así calmo la tormenta interior.

Cambiar tu mentalidad lleva tiempo. Pero cada vez que te des cuenta de que estás cayendo en pensamientos ansiosos, sé más consciente; todo está en tu percepción. No tenemos que aferrarnos a la ansiedad. Podemos descartarla. Olvídate de todo lo demás. Quédate con esto solo y recuérdalo: cada uno de nosotros vive solo ahora, este breve instante. El resto ya se ha vivido o es imposible de ver.

No podemos cambiar el pasado y no podemos controlar el futuro. Todo lo que tenemos es este momento, ahora mismo. Así que concéntrate en lo que estás haciendo, con quién estás, cómo te sientes y qué puedes hacer ahora.

Cuando me concentro en el presente, noto un cambio. Estoy más atento a lo que está sucediendo ahora mismo, lo que me ayuda a relacionarme mejor con las personas y las tareas. Es menos probable que me distraiga lo que podría haber sido o lo que podría ser. El presente es donde puedo tener un impacto real.

El hombre no se preocupa tanto por los problemas reales como por sus ansiedades imaginarias sobre los problemas reales. Es curioso cómo nuestras mentes pueden jugarnos malas pasadas. Nos preocupamos por cosas que podrían suceder, pero nunca suceden. Estas son nuestras “angustias imaginadas”.

Estamos programados para ser cautelosos. Nuestros cerebros siempre están buscando amenazas, incluso cuando no las hay. Es un mecanismo de supervivencia, pero también puede ser una fuente de estrés innecesario. Las ansiedades o angustias que creamos en nuestras mentes hacen que nuestros problemas parezcan más grandes. Es agotador y requiere mucha energía. Es como llevar una carga pesada que ni siquiera es real.

Con los años he aprendido que los “qué pasaría si” no suelen suceder. E incluso si suceden, rara vez son tan malos como yo imaginaba. Probablemente puedas identificarte. Preocuparse no resuelve nada. Solo te hace sentir peor.

Cuida este momento. Sumérgete en sus particularidades. Responde a esta o aquella persona, a este desafío, a este hecho. Deja de evadirte. Deja de causarte problemas innecesarios. Es hora de vivir de verdad; de habitar plenamente la situación en la que te encuentras ahora mismo. No eres un espectador desinteresado. Participa. Esfuérzate.

Estoy mucho más tranquilo cuando me concentro en el presente y afronto los problemas a medida que surgen. Enfrento la realidad sin dejar que el miedo se apodere de mí. Los problemas reales necesitan soluciones reales, no angustias imaginarias.

Cuando me detengo en el pasado, pierdo de vista el presente. Puedo lamentar errores o añorar lo que fue. Cuando me obsesiono con el futuro, puedo sentirme ansioso o impaciente. Pero ninguna de estas cosas me ayuda a vivir plenamente el presente.

Concentrarme en lo que tengo frente a mí me ayuda a manejar mejor las cosas y a dejar de malgastar energía en miedos que tal vez nunca se hagan realidad. Deja de crear estrés adicional. Ya tienes suficiente con lo que lidiar. Mantén las cosas en perspectiva, aborda los problemas a medida que surjan y deje de lado las preocupaciones innecesarias.

Estoy aprendiendo a darme cuenta cuando mi mente empieza a dar vueltas con miedo. Reconozco cuando la ansiedad o la preocupación se apoderan de mí y me recuerdo a mí mismo que debo ser más consciente de lo que sucede a mi alrededor. Concentrarme en lo que puedo controlar ayuda a aliviar la preocupación. Me siento más en control cuando me concentro en los hechos y no en los miedos imaginarios.

La vida se vuelve más fácil cuando nos concentramos en lo que es real. Es ruinoso para el alma estar ansiosa por el futuro y miserable antes de la miseria, envuelta por la ansiedad de que las cosas que deseas puedan seguir siendo suyas hasta el final. Porque un alma así nunca estará en reposo: al anhelar cosas por venir, perderás la capacidad de disfrutar las cosas presentes.

Cuando estoy ansioso por el futuro, en realidad no estoy viviendo. Estoy atrapado en mi cabeza, imaginando problemas que tal vez nunca lleguen. Solo me hace miserable de antemano. El miedo a la incertidumbre hace que las personas quieran aferrarse a lo que tienen, por lo que se estresan por conservarlo. Pero el miedo no nos protege; Simplemente nos roba la paz interior en el presente. Nos perdemos las cosas buenas que tenemos por delante porque estamos demasiado ocupados preocupándonos por el futuro.

El único puerto seguro en el mar agitado y agitado de esta vida es negarse a preocuparse por lo que traerá el futuro y mantenerse preparado y confiado, preparado para recibir sin vacilar ni acobardarse lo que la fortuna nos arroje. Es terrible preocuparse constantemente por el futuro: es como vivir en un estado constante de temor. Pero lo que es aún peor es cuando dejamos que nuestra ansiedad arruine nuestros momentos presentes. No podemos controlarlo todo. Tratar de predecir o prevenir todos los problemas posibles solo nos desgasta.

Trato de concentrarme en la gratitud cuando tengo la tentación de fantasear sobre mi peor yo futuro. En lugar de detenerme en lo que no tengo, aprecio lo que tengo. Esto puede ser cualquier cosa, desde mi salud hasta mis relaciones y mi entorno inmediato.
Involúcrate plenamente con lo que sucede a tu alrededor. Aprecia las cosas sencillas, como una conversación, una tarea o un momento de calma. Mereces vivir plenamente sin que te agobie la ansiedad por el futuro.

La vida es demasiado corta para distraerte con lo que está fuera de tu alcance.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
 

Encontrar alegría en el proceso, no solo en los resultados.

septiembre 8, 2024


Hay dos tragedias en la vida. Una es no conseguir lo que deseas con el corazón. La otra es conseguirlo. Es increíble lo cierto que es. Siempre pensamos que lo peor que podría pasar es no conseguir lo que queremos, ¿verdad? Pero conseguirlo puede ser igual de complicado. Así es como lo entiendo yo.

Piensa en algo que realmente querías: un trabajo de ensueño, una relación, una meta con la que estabas obsesionado. Tal vez no lo conseguiste. Eso decepciona. Sientes que todo va en tu contra y no puedes evitar preguntarte: “¿Qué hubiera pasado si…?”. Es como un dolor que te acompaña, que te molesta. Piensas en lo perfectas que podrían haber sido las cosas si tan solo hubieras conseguido lo que querías.

Pero, por otro lado, está la otra cara de la misma moneda: qué sucede cuando realmente lo consigues. Uno podría pensar que ese es el final feliz, ¿verdad? Pero, a veces, es solo el comienzo de un tipo de lucha diferente. Todos los hombres quieren, no algo con lo que hacer, sino algo que hacer, o más bien algo que ser.

Digamos que finalmente consigues ese trabajo soñado que has estado persiguiendo durante años. El que construiste en tu mente como lo que haría que todo encajara. Y luego lo logras, y… no es lo que imaginabas. El estrés, las expectativas y la realidad de todo esto pueden ser abrumadores. Empiezas a preguntarte si esto era realmente lo que querías después de todo. El trabajo soñado puede convertirse en otro trabajo más, lo que puede ser una píldora difícil de tragar.

O tomemos como ejemplo las relaciones. Tal vez quieras una pareja que se ajuste a una lista específica de rasgos. Y luego, cuando finalmente estás con esa persona, te das cuenta de que no es la persona que pensabas que era, o tal vez tú no eres la persona que pensabas que serías con esa persona. La realidad de estar con esa persona no coincide con la fantasía, y ahora estás lidiando con las consecuencias de esa comprensión.

Entonces sí, no conseguir lo que quieres en la vida puede ser desgarrador. ¿Pero conseguirlo? Eso también puede ser un tipo de desilusión. Obtener lo que quieres puede ser tan difícil como no conseguirlo: es como la pequeña broma cruel de la vida, ¿verdad? Pasas todo este tiempo y energía aspirando a algo, pensando que va a resolver todo, pero luego te golpea la realidad.

Después de obtener lo que quieres, no lo quieres. La realidad de la dualidad del deseo se aplica a todas las áreas de la vida. Un objetivo personal, como perder peso o alcanzar un determinado hito en el ámbito de la aptitud física, es otro ciclo de tragedia. Te esfuerzas al máximo para llegar allí, pensando que una vez que lo logres, serás feliz, estarás contento. Pero luego te das cuenta de que mantener ese nivel es un desafío en sí mismo.

O tal vez alcanzas el objetivo y sigues sintiéndote insatisfecho porque no te trajo la satisfacción emocional que esperabas. Te quedas pensando: "¿Y ahora qué?". Es como si estuvieras atrapado en este bucle en el que la línea de meta sigue moviéndose. Incluso en nuestras actividades creativas, es la misma historia.

Puedes pasar años trabajando en un libro, una obra de arte o una idea de negocio, poniendo todo tu corazón en ello. Entonces, finalmente lo terminas, o lo reconoces, y te das cuenta de que no llenó el vacío como pensabas que lo haría. Ahora tienes la presión de “¿Qué sigue?” o “¿Cómo mantengo esto?” Ese deseo que perseguiste durante tanto tiempo se convierte en una nueva lucha. Terminas con más preguntas que respuestas.

No estropees lo que tienes deseando lo que no tienes; recuerda que lo que ahora tienes alguna vez estuvo entre las cosas que solo esperabas. Recuerdo eso cada vez que mis deseos intentan superar a mis necesidades. Cuanto menos quieras, más rico serás. Cuanto más necesites para ser feliz, más miserable serás. Nada es tan simple como pensamos que será.

En el mundo real del deseo humano, las cosas no siempre son lo que parecen. El verdadero proceso de entender la vida puede ser incomprensible. Pero supongo que el punto es que siempre estamos en esta extraña danza entre querer y tener, y ninguna de las partes está libre de sus desafíos. Pero la cuestión es la siguiente: tú y yo sabemos que este ciclo no nos impedirá desear lo que necesitamos, ni soñar. Y tal vez eso esté bien. Tal vez el objetivo no sea evitar la persecución, sino afrontarla con los ojos abiertos, sabiendo que cada deseo conlleva su propio conjunto de complicaciones.

Entonces, ¿qué hacemos con eso?

Creo que se trata de equilibrio. Se trata de encontrar alegría en el proceso, no solo en los resultados. Y entender que, tanto si consigues lo que quieres como si no, siempre habrá algún tipo de desafío. Así es la vida. La clave es apreciar el desorden del medio, adonde sea que nos lleve, en lugar de obsesionarse demasiado con el resultado. Tanto si conseguimos lo que queremos como si no, la realidad del deseo no es fácil de dominar, ni siquiera para los expertos.

Así que aprende a reconocer que ambos lados, tener y no tener, vienen con su propio conjunto de luchas; también te da, curiosamente, más libertad. Puedes disfrutar del viaje sin poner tanta presión en cómo resultan las cosas. Puedes ser más amable contigo mismo cuando las cosas no salen como lo habías planeado, e incluso cuando sí, puedes afrontar la realidad con un poco más de sabiduría.

Al final del día, se trata de saber que, pase lo que pase, ya sea que obtengas lo que quieres o no, tienes la fuerza para afrontarlo. Y eso es lo que importa. Todo lo que podemos hacer es vivir un día a la vez. Considerar cada día como una vida plena. Cómo lo pasas es cómo vives. En última instancia, es el deseo, no lo deseado, lo que amamos.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.
 

El presente es a donde pertenezco.

septiembre 7, 2024


Dondequiera que esté, debo estar allí en mente, cuerpo y alma. Por corta o larga que sea, mi experiencia en tiempo real es cómo vivo. Debo vivirla y estar plenamente en ella. Así es como realmente experimento la vida. Pero a menudo lo olvidamos en el momento. Nuestro lamentable pasado y nuestro futuro incierto son demasiado fuertes para dejarlos ir. Casi hemos reducido la vida a dos realidades: el pasado y el futuro. 

La actividad inconsciente de la vida se ha convertido en la medida de una buena vida. Incluso cuando hacemos tiempo para experiencias inmersivas, estamos demasiado ocupados con el pasado o el futuro para apreciar la realidad tal como está sucediendo en el momento.

Dejemos de medir los días por el grado de productividad y comencemos a experimentarlos por el grado de presencia. Cuando dejamos de ser conscientes, la presencia rápidamente se convierte en nuestro pasado. Si tu mente lleva una pesada carga del pasado, experimentarás más de lo mismo. El pasado se perpetúa a través de la falta de presencia. La calidad de tu conciencia en este momento da forma al futuro.

Cuando me aferro a viejos dolores, remordimientos o errores, estos se repiten en mi vida. Veo los mismos patrones, siento las mismas emociones y tomo las mismas decisiones. El pasado se convierte en mi presente. Para experimentar la vida completamente, debo estar presente. Debo involucrarme con cada momento tal como viene. Cuando lo hago, me siento vivo. Encuentro fluidez. Vuelvo más consciente de mis propios pensamientos, sentimientos y, lo más importante, de las experiencias que me rodean. La presencia no tiene tanto que ver con lo mucho que hago sino con lo presente que estoy en lo que hago.

Tu verdadero hogar está en el aquí y el ahora. Vive el momento actual. Solo este momento actual es vida, dice. Pero la presencia siempre parece estar fuera de nuestro alcance porque estamos ocupados mirando hacia atrás o hacia adelante en lugar de estar “aquí”.

Quiero vivir por grado de presencia. No por grado de productividad. Quiero ser plenamente yo, aquí y ahora. Eso significa que tengo que aprender a soltar: entregarme al momento, sea lo que sea que esté haciendo. Alegría, dolor, aburrimiento, emoción... no importa. También tengo que dejar ir el apego a los resultados. El presente es donde pertenezco. Es donde encuentro significado, propósito y a mí mismo. Mi tarea es vivir en él.

El regalo más preciado que podemos ofrecer a los demás es nuestra presencia. La presencia también es un regalo para ti mismo. Cuando te presentas plenamente para otra persona, también te presentas para ti mismo. La vida existe solo en este mismo momento, y en este momento es infinita y eterna. Porque el momento presente es infinitamente pequeño; antes de que podamos medirlo, se ha ido, y sin embargo persiste para siempre.

La vida es un flujo continuo de momentos presentes. Cada uno es nuevo, fresco y lleno de potencial. El presente es infinito porque siempre está con nosotros. Pero lo damos por sentado porque estamos demasiado ocupados para notarlo.

El presente siempre ha sido la base de toda experiencia. Es la fuente de toda experiencia. Es donde realmente vivimos. El presente es infinito porque siempre está con nosotros. Pero nuestra mente divaga. Planeamos, nos arrepentimos. Pero volver al ahora siempre es posible. Es una práctica, una elección. Dejar ir las expectativas y simplemente ser. Es un desafío, sí, pero también una forma de vivir verdaderamente.

En cualquier momento, sin importar cuán perdidos nos sintamos, podemos refugiarnos en la presencia y el amor. Solo necesitamos hacer una pausa, respirar y abrirnos a la experiencia de estar vivos dentro de nosotros. En esa apertura despierta, regresamos a casa, a la paz y la libertad de nuestra conciencia natural.

La conciencia despierta es la forma en que regresas a ti mismo cuando notas una ausencia consciente. La presencia ya está dentro. Siempre puedes regresar a tu verdadero yo, donde la paz y la libertad existen naturalmente. Cuando estoy apegado a la confusión o la angustia, siempre puedo regresar a la presencia. Al hacer una pausa, respirar, desapegarme y abrirme al momento, me reconecto con la paz y la libertad que son mi estado natural.

La presencia siempre ha sido la clave para medir nuestras vidas. El grado de presencia que tengamos hoy es lo que nos permitirá saber que estamos viviendo completamente en el aquí y ahora. El grado de presencia que tengamos en cualquier momento refleja cómo vivimos.

No se trata de cuánto hagamos, sino de cuán profundamente experimentemos lo que hacemos. Éste es el verdadero secreto de la vida: estar completamente comprometido con lo que estamos haciendo en el aquí y ahora. Cuanto más presente estoy, más vivo me siento. Para vivir verdaderamente, debo estar presente. La presencia es la verdadera medida de mi vida. Es lo que hace que mis experiencias sean reales y significativas. Cuanto más la ejerzo, más fuerte se vuelve.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.
 

Las personas son como los crepúsculos.

septiembre 7, 2024


Las personas son tan maravillosas como los atardeceres si los dejas ser. Todos somos hermosos y suficientes tal como somos. Pero tratamos de cambiar a las personas cercanas a nosotros. Queremos que encajen en nuestra percepción de un "humano perfecto". Nos olvidamos de disfrutar de su compañía y nos centramos en todo lo que está mal en las personas.

Las personas aprecian los crepúsculos tal como son. Es asombroso. Observas, sin juicios ni preguntas. Lo esperas y lo disfrutas mientras dura. Pienso que cualquiera podría ser tan maravilloso como un atardecer si lo dejas ser.

Cuando miro un atardecer, no me encuentro diciendo: "Suaviza un poco el naranja en la esquina derecha". No trato de controlar un atardecer. Simplemente observo con asombro cómo se desarrolla. Imagínate ver a las personas como atardeceres. No es necesario editar ni corregir. Solo observa y tómate el tiempo para experimentar su compañía. Verás sus fortalezas, sus peculiaridades, su magia. Los apreciarás tal como son. Pero es más difícil de lo que parece porque la sociedad nos enseña a juzgar y a encontrar defectos. Pero una vez que te dejes llevar, experimentarás su “atardecer oculto”. Ahí es cuando realmente te conectarás.

Ese proceso comienza contigo. Mírate a ti mismo como un atardecer. Acepta tus colores. Tus defectos son parte de ti; intégralos para despertar tu yo completo. Luego mira a los demás. Observa su atardecer. Disfruta de su singularidad. No es fácil. Requiere práctica. Los viejos hábitos son difíciles de erradicar. Pero cada vez que resistes el impulso de controlar, cambiar, ves con más claridad. La gente deja de irritarte.

En razón de que todo lo que nos irrita de los demás puede llevarnos a comprendernos a nosotros mismos. Así que aprecia a las personas que amas y tus conexiones de calidad. Deja que su brillantez te llene de asombro. Es un regalo para ti y para ellos. Verás el mundo de otra manera. Te conectarás mejor.

Las personas, como los crepúsculos, son hermosas e imponentes. Pero a diferencia de ellos, podemos interactuar con las personas y disfrutar de su compañía. Podemos influir en ellas y ellas también pueden influir en nosotros. Cuando nos acercamos a las personas con una sensación de control, pienso que solo vemos una parte de ellas, no su ser completo. No intentes “suavizar un poco el naranja”. No puedes cambiar a nadie.

En compañía de una personalidad única, niégate a empujarla hacia tu imagen ideal. El resentimiento, la ira y la desconexión crecen cuando abordamos nuestras relaciones con una mente cerrada. Nadie necesita cambiar para cumplir con tus estándares. Es perjudicial tanto para ellos como para ti.

El grado en que puedo crear relaciones, que faciliten el crecimiento de los demás como personas separadas, es una medida del crecimiento que he logrado en mí mismo.

Acércate a las personas con apertura y curiosidad. Obsérvelas brillar (con defectos y todo) como lo haría con una puesta de sol. Así es como inspira y anima a las personas a sentirse vistas, escuchadas y valoradas. También es la forma de minimizar los sentimientos de incompetencia, vergüenza y aislamiento. Déjales ser ellos mismos y se tu mismo en tu presencia. Los resultados serán hermosos.

No te dejes atrapar por tus propias expectativas y juicios; borran la belleza de la conexión humana. Si realmente quieres conocer y comprender a alguien, se menos crítico. Déjale ser quien es sin juzgar ni esperar nada. Puede que te sorprendan los resultados. Si te permites comprender realmente a otra persona, esa comprensión podría cambiarte. Y todos tememos al cambio. Por eso, como digo, no es fácil permitirse comprender a una persona.

Entender a alguien es una experiencia transformadora. Sin embargo, también da miedo. Tememos el cambio, y comprender a alguien puede llevar a un cambio en nuestras perspectivas y creencias. Pero es fundamental ver a alguien en su totalidad. Es la única manera de ver sus esperanzas, sueños, miedos e inseguridades. Sí, es incómodo. Sí, es arriesgado. Pero tal vez ese sea el punto. Tal vez el crecimiento siempre venga acompañado de un poco de incomodidad. Pero te obligará a redefinir tus propios prejuicios y suposiciones.

Es precisamente la incomodidad que necesitas para crecer o evolucionar hacia tu mejor versión. Y estar dispuesto a dejar que tu comprensión de cualquier persona te cambie. Es más fácil seguir siendo el mismo. Es más fácil mantener a las personas a distancia, no dejar que se acerquen demasiado. Porque si lo hacen, es posible que después no seas la misma persona. Verán todo de ti (las partes ocultas que quieres ocultar).

Pero aquí está la cuestión. Creo que comprender a los demás puede hacernos mejor. Si comprender a otra persona puede ayudarnos a crecer, entonces tal vez valga la pena correr el riesgo. Tal vez valga la pena enfrentar ese miedo. Porque permanecer igual puede parecer seguro, pero también significa perder conexiones significativas, empatía real y convertirnos en una versión completa de nosotros mismos.

Estoy tratando de permitirme comprender realmente a las personas, incluso cuando es difícil. No siempre lo logro. A veces, todavía me echo atrás. Pero estoy trabajando en ello. Y creo que eso es todo lo que cualquiera de nosotros puede hacer. Las personas son tan maravillosas como las puestas de sol. Solo tenemos que dejarlas ser.

Que tengas un día maravilloso y gracias por leer.

Patricio Varsariah.
Vive de acuerdo con tu naturaleza, NO con las expectativas de los demás.