Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. 
    Mi pequeño sitio donde digo libremente lo que pienso y siento.   

Todos tenemos obligaciones y deberes hacia nuestros semejantes. Pero parece bastante curioso que, en la sociedad neurótica moderna, las energías de los hombres se consuman en ganarse la vida y rara vez en la vida misma. Se necesita mucho coraje para que un hombre declare, con claridad y sencillez, que el propósito de la vida es disfrutarla. Hay tanto que amar y admirar en esta vida que es un acto de ingratitud no ser feliz y estar contento en esta existencia.                                                        Mis escritos están encauzados como un camino de crecimiento personal y espiritual.

Haz las paces con tus tonterías y excusas para superarlas.

mayo 22, 2025


Nunca he visto una transformación de vida que no comenzara con la persona en cuestión cansándose finalmente de sus propias tonterías. Es la cruda realidad. Solo puedes cambiar cuando ya no soportas tus propias excusas. Ahí es cuando dejas de mentirte a ti mismo.

En mis peores momentos, me he contado historias. He puesto excusas. "No tengo tiempo". "Solo estoy cansado". "Empiezo mañana". Pero sabía que no era el tiempo, la energía ni las circunstancias lo que me frenaba. Eran las mentiras que seguía alimentándome. 

No puedes mentirte a ti mismo para siempre. Si siempre estás "bien" pero en secreto te sientes miserable, estás mintiendo. Y la cosa empeora. Lo sientes en el cuerpo. La ansiedad. La tensión. La culpa. Se acumula y se agrava. Entonces, un día, algo pequeño te quiebra. Te miras al espejo y piensas: "No puedo seguir viviendo así". Y ¡zas! Ese es el día en que comienza la transformación de tu vida si te esfuerzas. Esa es la grieta donde puede empezar el verdadero cambio.

Las justificaciones. El autosabotaje. El fingir. El esconderse. El culpar. Todo suma. Solo puedes cargar con algo hasta que te quiebra. O descarrila tu vida. Puedes leer todos los libros, seguir a todos los gurús y escuchar todos los podcasts. Pero nada de eso importa si no estás listo para enfrentarte a ti mismo.

El cambio no ocurrirá hasta que digas: "Ya basta. Ya basta de mentirme a mí mismo". Ese es el detonante. No puedes arreglar lo que no vas a afrontar. Nada cambia hasta que dices: "Ya no puedo con esto". No necesitas otra charla motivadora. Si te topas con un muro, úsalo como plataforma de lanzamiento para tu transformación. 

Tienes que reconocer tus patrones antes de poder romperlos. No necesitas más motivación. Solo necesitas dejar de tolerar tus propias mentiras. Necesitas cansarte de tu zona de confort. El crecimiento no empieza con la motivación. Empieza con la irritación. Empieza cuando estás agotado de tus propias excusas.

El cambio ocurre cuando el dolor de seguir igual es mayor que el dolor del cambio. No cambiarás hasta que el dolor de seguir igual se vuelva insoportable. El dolor es un poderoso motivador. La incomodidad mueve a las personas. La claridad surge del conflicto, especialmente del que tienes contigo mismo. Deja de esperar una señal. Deja de esperar que las cosas se arreglen por arte de magia.

No tienes que tocar fondo para preguntarte a tu yo más joven por qué todo parecía tan feliz en ese entonces. La gente piensa que el cambio se trata de disciplina. No lo es. Empieza con la autoconciencia. Observa tu vida. ¿Qué no funciona? ¿Qué finges ignorar? ¿Qué tonterías sigues considerando? Solo puedes fingir que tus malos hábitos están "bien" por un tiempo. El cerebro se resiste hasta que deja de hacerlo. Cuando tus mentiras chocan con la realidad, tu mente fuerza un cambio. En cuanto dices "basta", recuperas el control. Ahí es cuando las cosas empiezan a cambiar. Ahí es cuando comienza la transformación. No necesitas un nuevo plan. Necesitas un nuevo sistema.

Empieza con un pequeño sistema. Inicia esa conversación difícil. Envía ese correo electrónico. Da ese paseo. Simplemente haz algo para demostrar que has dejado de mentir. Si estás cansado de estar sin dinero, siéntate y afronta tus números. Si estás cansado de no estar sano, deja de estar sentado tanto tiempo y empieza a moverte. Si estás cansado de perder el tiempo, registra cómo pasas el día, hora a hora.

Reconócelo. Lo más difícil no es el trabajo. Es la honestidad. Siéntete incómodo. Rápido. Hasta que no enfrentes tus propias excusas, te quedarás estancado. Enójate. No con el mundo, sino contigo mismo. Usa esa pasión. Actúa de inmediato. No mañana, sino hoy. La razón se aplica a tu carrera, tus relaciones y tu salud mental. Nada cambia hasta que dejas de mentirte a ti mismo.

Una vez que aceptas tus excusas, eres libre. Dejas de hacerte la víctima. Tomas las riendas. El cambio empieza con el asco. Una honestidad como "No puedo seguir viviendo así". Ese es el detonante. ¿Y a partir de ahí? Construyes. Día a día. Elección tras elección. Te caes, te levantas. Dejas de preocuparte por cuánto tiempo te lleve. Simplemente no quieres volver atrás.

Tu vida no cambiará porque tú lo desees. Cambiará porque tú lo exijas. Y esa exigencia no viene de la inspiración. Viene de la frustración. La frustración de "Ya terminé con esto". Puedes mentirles a los demás. Incluso puedes mentirte a ti mismo por un tiempo. Pero tu vida siempre reflejará la verdad que estás evitando. Y cuando esa verdad finalmente se vuelve demasiado fuerte como para ignorarla, ese es tu punto de inflexión. Así que acéptalo.

Entonces, rómpelos. No necesitas permiso. Solo necesitas hartarte lo suficiente como para dejar de tolerar la versión de ti que se esconde tras las mentiras. Porque al otro lado de esa decisión está tu vida real. Aquella en la que te presentas por ti mismo. Aquella en la que dejas de huir del espejo. Y empiezas a diseñar tu mejor vida.

Cánsate de tus tonterías y ponte a trabajar. Así es como cambias tu vida. Si estás leyendo esto y estás estancado, bien. Acéptalo. Deja que te queme. Deja que te impulse. Luego levántate y muévete. No la semana que viene. No cuando te convenga. Ahora. Porque nada cambia hasta que tú lo hagas. Y no cambiarás hasta que te canses de tus propias tonterías. 

No necesitas tocar fondo para cambiar de dirección. Solo necesitas mirarte al espejo y decirte a ti mismo: "Ya no voy a hacer esto". Haz las paces con tus excusas para superarlas. Una vez que lo hagas. La transformación comienza.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente.

 

Escribir es mi forma de mantener la sensatez.

mayo 21, 2025


Escribo para saborear la vida dos veces. No puedo imaginar un mundo sin libros. La sociedad se derrumbará bajo el peso de su propia ignorancia. Mi propósito como un escritor aficionado es evitar que el país y la civilización se destruya a sí misma. Las batallas de hoy son diferentes, pero no menos vitales. La desinformación se propaga más rápido. Las distracciones se multiplican. La capacidad de atención se reduce. Pero los escritores aún debemos decir la verdad.

Cuando escribo no ensayo ser un narrador. Intento ser el guardián de la razón y un espejo para la sociedad. Exponer las verdades que ignoramos. Y nos devuelven nuestra humanidad cuando estamos a punto de perderla. 

Sin escritores, corremos el riesgo de repetir los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad. 
Los libros han cambiado mi perspectiva sobre muchas cosas. ¿Cuándo fue la última vez que un libro te cambió? Quizás expuso una injusticia. Te hizo sentir menos solo o te obligó a cuestionar la verdad. Ese es el poder de la escritura. No solo refleja el mundo, sino que cambia nuestra forma de vivir en él.

Vivimos en el capitalismo. Su poder parecer ineludible. También lo era el derecho divino de los reyes. Cualquier poder humano puede ser resistido y transformado por seres humanos. La resistencia y el cambio a menudo comienzan en el arte, y muy a menudo en nuestro arte, el arte de las palabras.

Escribir es mi forma de mantener la cordura. Es cómo recordarme quién soy y en quién no quiero convertirme. Si pierdo eso, lo pierdo todo.

Escribo para que la gente se detenga a pensar. Eso es poderoso. Y necesario. Escribo para advertir sobre el poder, el control y el peligro de la obediencia ciega. No intento ser astuto. Intento evitar que la civilización se autodestruyera. Tengo el coraje de decir lo que otros temen decir.

Escribir muestra cómo soy ahora mismo y en qué podría convertirme. La buena escritura no me permite apartar la mirada. Y eso es bueno. Mis escritos intentar hacer que la gente se sienta vista. Pero más que eso, les hago preocuparse. Impulso a la gente a pensar, a actuar, a amar mejor. Eso no es solo poesía. Es sabiduría para la supervivencia.

Escribir mantiene a la gente en marcha. Y la gente construye la civilización. Si salvamos a uno, salvamos a todos. Es una de las cosas más activas que puedo hacer. Cambiar mentalidades. Las palabras cambian la historia. Y construyen leyes. Inician movimientos. Desafían a líderes. No necesito escribir un éxito de ventas. Solo necesito escribir algo que importe. Que ayude a alguien a ver con claridad. Que diga la verdad, incluso cuando duela. Especialmente cuando duela.

Escribo. Incluso cuando estoy cansado. Incluso cuando nadie lo lea. Incluso cuando siento que estoy gritando al vacío. Porque algún día, alguien me escuchará. Y tal vez le ayude a girar el volante antes de que llegue al límite ese es el punto. Escribir no lo arreglará todo. Pero puedo evitar que lo quememos todo.

Escribir es mantenimiento. Como cepillarse los dientes o tunear un coche. Si te lo saltas, todo se descompone. Las sociedades no son diferentes. Si nadie dice la verdad, si nadie cuestiona el sistema, este se pudre y se pierde todo. 

Intento mantenerme firme cuando escribo no dejo que el óxido gane. No hace falta escribir novelas épicas ni publicar artículos de opinión en el New York Times. Una publicación breve. Notas en línea. Un mensaje que haga que alguien vuelva a sentirse humano. Eso es todo lo que se necesitó.

Una vez escribí un párrafo sobre el duelo: «La realidad es que llorarás para siempre. No superarás la pérdida de un ser querido; aprendes a vivir con ella. Sanarás y te reconstruirás a partir de la pérdida que has sufrido. Volverás a estar completo, pero nunca volverás a ser el mismo. Ni deberías ser el mismo ni querrías serlo. Ese es el propósito.

El mundo olvida rápido. La civilización tiene memoria corta. Genocidios, guerras y opresión. Se repiten cuando la gente olvida. Los escritos ayudan al mundo a recordar. El silencio facilita la opresión. Las palabras rompen ciclos.

Puede que tú y yo nunca escribamos algo que termine en los libros de historia. Pero podemos escribir algo que evite que nuestros amigos, nuestros hijos e incluso nuestro yo futuro se queden dormidos al volante. Cada vez que compartes una dura verdad en redes sociales, estás haciendo este trabajo. Tus tuits y publicaciones pueden influir en una vida.

¿La verdad final? 

Si el país o la civilización cae, no será por una gran explosión. Será por el silencio. Por la gente que elige la comodidad sobre la claridad. Por nadie que alce la voz cuando importa. Escribir es cómo te niegas a permanecer en silencio. Así que escribe. Sé tú también un escritor el que evita que el país o la civilización se destruya a sí misma. Una publicación a la vez. Ese es el propósito. Escribir es una responsabilidad. 

Yo escribo para recordar, para vivir, para resistir y para reconstruir. Hacer sentir a la gente. Así es como evitamos que las grietas de la civilización se conviertan en colapso. No estoy siendo dramático. Estoy siendo claro. La iluminación depende de alguien que se mantenga despierto, preste atención y diga la verdad. Ese es el propósito.

Cuando sienta que mis palabras no importan, recordare: que un poema sacado a escondidas de una prisión derrocó a dictadores. Un eslogan publicitario del metro ("Si ves algo, di algo") cambió la cultura de la seguridad. El video de TikTok de un adolescente desató protestas globales. La civilización no se destruye con una explosión dramática. Sino con la complicidad diaria.

 Así que lee con voracidad. Mientras las palabras se escriban y se compartan, la esperanza persiste.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
 

La amistad cumple una función de apoyo social.

mayo 21, 2025


Todos deseamos tener amigos, pero pocos se toman la molestia de ser uno.Existe un dicho famoso que dice: ¡quién tiene un amigo tiene un tesoro¡ En fin, de esto, se ha dicho mucho y se pude interpretar de muchas maneras. 

No es mi intención dar ninguna lección de ética personal, pero sí intento comprender que la verdadera amistad, posee una fuerza curativa a través de sus relaciones afectivas que determinan múltiples beneficios, como puede ser: proteger el sentimiento de soledad, mejorar nuestro bienestar personal, etc.
             
Aunque así lo expreso, he de reconocer que la amistad en general, es de una gran fragilidad, es decir; es como el jarrón que cae al suelo y volvemos a reconstruirlo. Por mucho que lo intentemos, ¡jamás será igual! Por eso quisiera añadir, que si buscamos la felicidad en el dinero, la juventud, etc. puede ser que no sea el camino correcto. Pero sí hay un factor que la relaciona directamente con la verdadera amistad. Puede ser que la base de la felicidad y el bienestar son lazos que nos unen a otras personas, puesto que en verdad somos seres sociales y en éste ámbito el poder de la amistad tiene un peso muy significativo.
            
Cuando me expreso a la amistad, me dirijo a la amistad sincera y verdadera. A esa amistad que en determinado momento te pueda orientar, con confianza, sobre todo cuando nos hacen ver que nos conducimos por caminos equivocados. De esa amistad que cuando preguntas: ¿qué tal estás?, esperas una respuesta cordial que genera toda nuestra confianza. De la amistad que engrandece cualquier acción, sólo por el mero hecho de compartirla.    
           
En la amistad, el ajuste entre sentimientos y pensamientos es algo muy importante y complicado. La amistad hay que cuidarla. Los amigos deben mantenerse en contacto, hablarse, escribirse, pasar ratos juntos. Si no, la amistad se marchita y muere. 

Hay quienes afirman que una verdadera amistad es incompatible con otras, relaciones. Aunque, es posible que ésta al mismo tiempo sea una sólida y enriquecedora base para el sostenimiento de unos nuevos vínculos. Así la amistad puede tener tantas formas como capacidad para dar lo mejor de nosotros mismos adaptándonos a las circunstancias.
            
La amistad cumple una función de apoyo social ya que genera sentimientos de pertenencia y aceptación. Esto incrementa la percepción de apoyo social y sobre todo  de ajuste personal, lo que hace que incida de una manera efectiva a nuestras emociones.
            
Estoy completamente de acuerdo con la afirmación de que en cualquier etapa de nuestra vida podemos encontrar grandes amigos, incluso los que llegan más tarde pueden convertirse en imprescindibles y no por eso tienen que venir por interés alguno.
            
Al principio hablaba de lo frágil que es una amistad duradera; dicho de otra manera, la amistad debe pasar pruebas continuas, y superarlas no es fácil. A veces, el más mínimo desliz puede romperlo todo, aunque se lleven años de convivencia. Esa amistad que puede unirnos a otra persona, por grande que sea, sólo durará mientras la mente, es decir, lo que pensamos, esté de acuerdo con la mente o lo que piense la otra persona. Al más mínimo desacuerdo en la forma de pensar, la mente se perturba, y la amistad se quiebra, siendo difícil llegar a la reconstrucción.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Esfuérzate por ser feliz: te aseguro que no cuesta nada. En ocasiones, basta con priorizarse un poco más…
 

Cuando las palabras se convierten en muros.

mayo 18, 2025


Sé que la mayoría de la gente tiene buenas intenciones. Dicen: "Dios tiene un plan" porque no saben qué más decir. Quieren ofrecer esperanza. Quieren darte algo, cualquier cosa, que haga que el dolor se sienta un poco menos arbitrario.

Yo también lo he hecho. He estado en pasillos de hospitales y junto a tumbas, buscando a tientas algo que decir. Me he apoyado en la teología como escudo contra la incomodidad de la emoción cruda. He intentado explicar cosas que no entendía, como si tener una razón hiciera más llevadero el sufrimiento de alguien.

Pero ahora lo veo de otra manera.

Ahora sé que hay momentos en que las palabras no construyen puentes. Construyen muros. Cierran la puerta al dolor.  Y la tragedia es que cuanto más seguras suenan las palabras, menos espacio dejan para la tristeza. Decir "Dios tiene un plan" puede hacer que las personas sientan la necesidad de aceptar el sufrimiento, como si dudar del plan fuera dudar de Dios. Puede obligarlas a guardar silencio, a una actuación espiritual, a sonreír en medio de la agonía para que nadie cuestione su fe.

Pero la verdadera fe no ignora el dolor. Se sienta con él. Escucha. Aborda las preguntas sin apresurarse a resolverlas. Si alguien a quien amas está sufriendo, no necesita tu teología. Necesita tu tiempo. Tu disposición a decir: "No sé por qué pasó esto. Pero no me voy a ninguna parte".

La fe con la que estoy aprendiendo a vivir Me cuesta creer en un Dios que guiona el sufrimiento. Pero tampoco puedo creer que el universo sea solo un caos descontrolado. En algún punto intermedio se encuentra la fe con la que estoy aprendiendo a vivir: una que no se acobarda ante la fragilidad del mundo ni se refugia en respuestas fáciles.

Creo en un Dios que dio libertad al mundo, no porque la abandonara, sino porque el amor sin libertad no es amor en absoluto. Creo que Dios no causa el mal, sino que lo sufre junto con nosotros. Creo que no necesita cáncer, ni accidentes, ni traición para cumplir sus propósitos, pero que se niega a dejar que esas cosas sean el final de la historia. En medio de todo lo que queda por terminar, creo que Dios sigue obrando: no controlándolo todo como un titiritero, sino redimiendo lo redimible, sanando lo que se puede sanar, llevando lo irreparable de este lado de la eternidad.

Esta no es la fe con la que crecí. No es la fe de los gráficos nítidos y las resoluciones claras. Es una fe que vive con preguntas, que se mantiene tierna incluso cuando las respuestas no llegan. Es una fe que dice que Dios no lo controla todo, pero puede redimirlo todo. Es una fe que confía en que lo peor nunca es lo último. Y es una fe que cree que el amor —el amor real, sangriento y tenaz— sigue siendo más fuerte que la muerte.

Y por eso es hora de abandonar la frase «Dios tiene un plan».

No porque sea completamente falsa, sino porque la forma en que la usamos sí lo es. Convierte a Dios en un estratega y al dolor en un peldaño en la escalera. Pero el Dios en el que creo no trata a las personas como proyectos. No programa el sufrimiento.

«Dios tiene un plan» intenta explicar lo que a menudo no se puede explicar. Convierte el misterio en matemáticas y el dolor en un rompecabezas por resolver. Pero el Dios en el que estoy aprendiendo a confiar no ofrece un guion; se ofrece a sí mismo. No un plan que descifrar, sino una presencia en la que apoyarme. Y cuando las viejas respuestas se derrumban, ese es el único lugar donde aún sé dónde pararme.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
 

Deja de esperar de las personas...

mayo 18, 2025


Las mayores y más agotadoras decepciones de nuestra vida diaria suelen ser resultado de expectativas equivocadas. Esto es especialmente cierto en lo que respecta a nuestras relaciones e interacciones con los demás. Así que no bajes tus estándares, pero recuerda que eliminar tus expectativas sobre los demás es la mejor manera de evitar que te decepcionen y te agoten por completo.

Lo que significa que es hora de…dejar de esperar que todos estén de acuerdo contigo. Mereces encontrar la alegría y la paz interior a tu manera. Mereces vivir una vida con la que fluyas. No dejes que las opiniones de los demás te hagan olvidarlo. No estás en este mundo para cumplir las expectativas de los demás, ni deberías sentir que los demás están aquí para cumplir las tuyas. De hecho, cuanto más apruebas tus propias decisiones en la vida, menos aprobación constante necesitas de los demás.

Tienes que atreverte a ser tú misma y seguir tu propia intuición, por aterradora o extraña que te parezca. Y no te compares con los demás; no te desanimes por su progreso o éxito. Sigue tu propio camino y mantente fiel a tu propósito. El éxito se trata, en definitiva, de vivir la vida a tu manera.

Deja de esperar que los demás te muestren más respeto del que te muestras a ti mismo. La verdadera fuerza está en el alma y el espíritu, no en los músculos. Se trata de tener fe y confianza en quién eres, y la voluntad de actuar en consecuencia con constancia. Decide ahora mismo no volver a rogarle a nadie por el amor, el respeto y la atención que deberías mostrarte a diario.

Mírate hoy en el espejo y di: "Te respeto, y de ahora en adelante voy a actuar como tal". Sí, es importante ser amable con los demás, pero es aún más importante ser amable contigo mismo. Cuando practicas el respeto por ti mismo, te das la oportunidad de crecer. Cuando creces, te conviertes en un mejor amigo, un mejor miembro de la familia y una mejor persona. 

Deja de esperar caerle bien a todo el mundo. Puede que te sientas indeseado o indeseada e indigno para alguien, pero eres invaluable para otro. ¡Así que nunca olvides tu valor! No importa lo buena que seas con los demás, siempre habrá alguien negativo que te critique. Sonríe, ignora su rudeza y sigue adelante. 

Pasa tiempo con quienes te valoran. A decir verdad, en este mundo hiperconectado que intenta hacerte igualar a los demás, la batalla más difícil que tendrás que librar a diario es la de ser tú mismo. Y mientras luchas, no caerás bien a todo el mundo. A veces te insultarán porque eres "diferente", pero eso está bien. Lo que te hace diferente es lo que te define a TI, y las personas adecuadas te amarán por ello a la larga.

Deja de esperar que las personas se alineen perfectamente con tu idea de quiénes son. Amar y respetar a los demás significa permitirles ser ellos mismos. Cuando dejas de esperar que las personas sean de cierta manera, puedes empezar a apreciarlas por quienes realmente son. Así que presta mucha atención y respeta a las personas por su singularidad, no por quién quieres que sean.

Simplemente no conocemos a la mayoría de las personas tan bien como creemos, y conocer de verdad a alguien es una gran parte de lo que las hace maravillosas. Todo ser humano es extraordinario y hermoso de alguna manera; solo se necesita paciencia para verlo. Cuanto más conozcas a alguien, más podrás ver más allá de su apariencia y ver la belleza de quien realmente es. 

Deja de esperar que todos sepan lo que piensas. Las personas no pueden leer la mente. Nunca sabrán cómo te sientes a menos que se lo digas. En la vida, hay que comunicarse con los demás de forma regular y eficaz. Y a menudo hay que abrir las cuerdas vocales y decir las primeras palabras. Tienes que decirles a los demás lo que piensas si quieres una interacción significativa.

Deja de esperar que las personas aparentemente fuertes que conoces estén perfectamente bien. Todos tus conocidos están librando alguna batalla, igual que tú. Cada sonrisa o muestra de fortaleza esconde una lucha interior tan compleja y extraordinaria como la tuya. Así que participa en el crecimiento de alguien sin tener esa actitud de "tengo prisa". Lo que se da, se recibe. Siempre puedes ser más amable de lo necesario.

Recuerda también que abrazar tu luz no significa ignorar tu oscuridad. A menudo se nos mide por nuestra capacidad para superar las adversidades e inseguridades, no para evitarlas. Por lo tanto, aprovechar la honestidad y la transparencia en relación con tus dificultades, para apoyar, compartir y contribuir con otras personas es una de las mayores recompensas de la vida. Esto sucede de forma natural si lo permitimos, porque todos compartimos dudas, necesidades y dificultades muy similares. Y una vez que aceptamos esto, el mundo se convierte en un lugar donde podemos mirar a alguien a los ojos y decirle: "Estoy perdido y luchando en este momento", y esa persona puede asentir y decir: "Sé exactamente a qué te refieres. No estás solo".

Deja de esperar que las personas que te importan cambien de repente. Si hay un comportamiento específico en alguien que te importa y esperas que desaparezca con el tiempo, probablemente no lo hará. Si realmente necesitas que cambie algo, sé honesta o honesto y pon todas las cartas sobre la mesa (con elegancia) para que esa persona sepa cómo te sientes y qué necesitas que haga.

Sin embargo, en general, no puedes cambiar a las personas y no deberías intentarlo. O las aceptas como son o eliges darte más tiempo lejos de ellas. Puede sonar duro, pero no lo es. Cuando intentas cambiar a las personas, a menudo siguen igual, pero cuando no intentas cambiarlas, cuando las apoyas y les das la libertad de ser como son, gradualmente cambian de la manera más hermosa. Porque lo que realmente cambia es la forma en que los ves.

Honra tus límites a medida que reduces tus expectativas. Mientras trabajas diligentemente en controlar tus expectativas, también es importante mantener límites saludables y razonables. Porque inevitablemente te encontrarás con alguien que te desacredite, te falte al respeto o te trate mal sin razón aparente. La clave es no obsesionarte intentando cambiarlos o ganar su aprobación (sin expectativas), y no dejar espacio en tu corazón para odiarlos. Simplemente date un espacio saludable…

Recuerda que distanciarte de las personas que te transmiten malas vibras o energía es autocuidado. Alejarte de las situaciones en las que te sientes poco apreciado o irrespetado es autocuidado. Elige honrar tus límites con respeto.

Además, practica ser más consciente de tus necesidades, especialmente en lo que se refiere a tus expectativas. Observa los momentos y circunstancias en los que te molesta satisfacer las necesidades de otra persona. Construye gradualmente límites saludables diciendo que no a las peticiones innecesarias que te causan resentimiento. Claro, al principio puede ser difícil porque puede parecer un poco egoísta. 

Pero si alguna vez has volado, sabes que los auxiliares de vuelo les indican a los pasajeros que se pongan sus propias máscaras de oxígeno antes de atender a otros, incluso a sus propios hijos. ¿Por qué? Porque no puedes ayudar a los demás si estás incapacitado.

A largo plazo, establecer y aplicar proactivamente límites saludables y razonables será una de las cosas más generosas que puedes hacer por ti mismo y por tus seres queridos. Estos límites fomentarán y preservarán lo mejor de ti —tu versión más sólida y capaz— para que puedas compartir lo mejor de ti mismo con las personas que más te importan.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
 

La “pregunta”.

mayo 18, 2025


Pregunta: ¿Puedes recordar quién eras antes de que el mundo te dijera quién debías ser?". 

La verdad es que la mayoría olvidamos. Olvidamos quiénes somos después de que los sistemas educativos, las trayectorias profesionales, las expectativas y los gurús nos dicen cómo es el éxito.

Nacemos curiosos. Libres. Y entonces empieza. El sistema nos programa para que nos mantengamos a raya. Poco a poco, el mundo construye una versión de ti más fácil de manejar. Más fácil de entender. No necesariamente más verdadera. Solo más segura.

En algún momento de ese proceso, tu verdadero yo quedo enterrado. No asesinado. Simplemente olvidado. Cambias la maravilla por la preocupación. Los sueños por los deberes. La verdad por la aprobación. Te pierdes a ti mismo mientras te conviertes en lo que otros quieren. Ni siquiera te das cuenta. Un día, te miras al espejo y ves una versión de ti que se siente… rara. No está mal. Simplemente no eres tú.

Eso es lo que hace que la pregunta sea aún más perturbadora.

Cada "debería" que asumes es un peso que no pediste. Puedes preguntarte: ¿Qué quiero realmente? Y mejor aún, ¿quién soy realmente? La pregunta es perturbadora porque te hace cuestionarte a ti mismo. Tu camino. Y la dirección en la vida. ¿Vives para ti? ¿O para el sistema? Es una pregunta difícil. Puede que no te guste la respuesta.

A mí no.

Pero la buena noticia es que la incomodidad es útil. Te despierta. La mayoría de la gente usa máscaras. La máscara de "profesional". La máscara de "padre perfecto". La máscara de "siempre bien". Olvidan quiénes eran por costumbre. Miedo. O supervivencia. Pero cuanto más usas una máscara, más se convierte en tu rostro. Se convierte en tu vida. Empiezas a vivir para todos menos para ti mismo. Sé esto. Haz aquello. Encaja. Con el tiempo, perdemos el hilo.

La mayoría de las personas son otras personas. Sus pensamientos son las opiniones de otros, sus vidas una imitación, sus pasiones una cita. La pregunta te quita la máscara. No para avergonzarte. Sino para ayudarte a volver a tu interior.

Tenías un yo antes de quitarte la máscara. Ese yo todavía importa. Pero tienes que volver a tu interior para escuchar tu propia voz. Ha estado en silencio demasiado tiempo. Escúchala. Podría salvarte.

Quizás hoy sea el día en que finalmente le respondas. El resto de tu vida comienza con la honestidad. No tienes que arruinar tu vida para volver a ti mismo. Pero sí tienes que dejar de mentirte. Cuando eres auténtico contigo mismo, te presentas mejor en todo lo demás. En el trabajo y en casa. Te vuelves más vivo. Y eso crea espacio para el significado. Y para una conexión de calidad. Un ingrediente necesario para una vida plena. Quizás estés pensando: "He perdido el rumbo". O: "Es demasiado tarde para mí".

No. No lo es.

Sigues aquí. Eso significa que aún hay tiempo para volver a ti mismo. Puedes cambiar tu camino. O al menos tu dirección. Incluso un pequeño cambio importa. Sobre todo, los pequeños. Así es como se produce el cambio: poco a poco, no de golpe. Así que no te des por vencido todavía.

No creo que pretendo inspirarte con esa “pregunta”. Pero a veces, una sola verdad cambia tu realidad más que cualquier libro de autoayuda. "¿Puedes recordar quién eras antes de que el mundo te dijera quién debías ser?"

La “pregunta” te lleva de vuelta a donde empezaste. De vuelta a lo real. Si te sientes perdido, quizá sea porque olvidaste quién eras. Pero puedes tomarte un tiempo para recordar. Y eso lo cambiará todo. El privilegio de una vida es convertirte en quien realmente eres. No dejes que el ruido de las opiniones ajenas ahogue tu propia voz interior.

¿La buena noticia? Puedes regresar. Puedes sentarte en silencio, escribir en tu diario, caminar y escuchar. Encuentra el camino de regreso a ti mismo. Se necesita valentía para desaprender. Para decir que no. Para empezar de nuevo. Para decepcionar a los demás para finalmente dejar de decepcionarte a ti mismo.

Pero puedes hacerlo. No tienes que cambiar toda tu vida hoy. Simplemente vuelve hacia tu verdadero yo. Poco a poco. La “pregunta”. No es solo inquietante. Es una puerta. Solo tienes que cruzarla.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
 

Una tragedia de la vida la trampa de la comodidad.

mayo 15, 2025


Lo digo sin juzgar. Con claridad. La comodidad es la ilusión de la falacia de la llegada. Es el camino lento a ninguna parte. Hemos llegado hasta aquí como raza humana porque hemos superado los límites. Y evolucionado con el tiempo. Un impulso implacable nos trajo hasta aquí. La gente sobrevivió en condiciones brutales porque no tenía otra opción. La incomodidad los fortaleció. Nos hizo crecer. 

¿Y ahora?

Hemos cambiado la resiliencia por una "civilización cómoda". Estamos absorbidos por la comodidad. Eso debería ser una victoria. Pero no lo es. La comodidad nos está matando. Lentamente. Y silenciosamente, nos estamos ahogando en nuestra civilización. La comodidad se ha convertido en nuestro mayor enemigo. Estamos cayendo en la pereza y el estancamiento. 

Estamos tan acostumbrados a la comodidad del «no puedo», «no quiero» y «es demasiado difícil» que olvidamos darnos cuenta de que cuando dejamos de hacer las cosas por nosotros mismos y esperamos que los demás nos evadan, no estamos alcanzando la grandeza. Nos hemos debilitado.

La comodidad está presente en todas partes. Evitas pedir un aumento porque es incómodo. No aprendes nuevas habilidades porque es difícil. Dejas de hablar en malas relaciones porque el cambio es incómodo. Nos hemos convertido en la generación ansiosa. Los algoritmos piensan por nosotros. La complacencia mental nos está volviendo locos.

La gente no puede afrontar cuando la «comodidad» no es la norma.

Para evitar que mi cerebro entre en shock cuando las cosas no salen según lo planeado, me obligo a hacer cosas difíciles. Tomo el camino de la resistencia a propósito. También lucho contra la vida en una silla. La comodidad se siente bien. Pero te aburre. Y una vida aburrida no vale mucho. La comodidad afecta nuestra mente, nuestros valores y nuestro propósito. La gente se aburre, se inquieta y se ansía. Lo tienen todo. Pero no sienten nada.

Esa es la decadencia. Eso es lo que hace la comodidad. Te adormece. Te da la ilusión de paz. Pero te roba el sentido. Estamos perdiendo nuestro anhelo de autorrealización, lo llamo "la neurosis general de nuestro tiempo". Mucha gente sufre la falta de sentido y el vacío de sus vidas. Esto puede definirse como la neurosis general de nuestro tiempo. La gente se está desmoronando por la falta de sentido. Se sienten perdidos, a la deriva, inseguros de cómo construir un futuro mejor. Porque la comodidad mata la urgencia. Embota nuestros instintos de tomar las riendas.

Cuanto más nos rendimos a la comodidad, menos nos esforzamos. Sin resistencia, no hay crecimiento. No hay orgullo. No hay pasión. La comodidad es gente estancada en los mismos lugares. Son oficinas llenas de gente contando horas. Sin hambre. Solo esperando el viernes. La única manera de avanzar es evolucionar. 

En tus propios términos. Rechaza la comodidad. No toda. Pero lo suficiente para evitar la pudrición mental. Cuando todo es cómodo, dejas de evolucionar. Pierdes el hambre. Pierdes la claridad. Con el tiempo, te pierdes a ti mismo. La pudrición de la vida ocurre inconscientemente. Dejas de fijarte mejores metas. Dejas de hacer cosas difíciles. Evitas la incomodidad. Si haces de la comodidad tu estándar, perderás tu ventaja. Olvidarás de lo que eres capaz. Te reducirás a una vida que parece buena pero se siente vacía.

El deterioro de la vida es gradual. Es el resultado de meses y años dedicados a evitar la incomodidad. Las cosas difíciles son las que marcan la diferencia. Las zonas de confort son donde los sueños mueren. Te vuelve pasivo. Un espectador de tu propia vida. 

La tragedia de la vida a menudo no reside en nuestro fracaso, sino en nuestra complacencia; no en hacer demasiado, sino en hacer muy poco; no en vivir por encima de nuestras capacidades, sino en vivir por debajo de ellas.

La comodidad genera complacencia. Te lo da todo. Excepto sentido. Dejas de crecer. Dejas de evolucionar. Quedas atrapado en una falsa sensación de seguridad. No podemos esperar avanzar si siempre buscamos la salida fácil. Si quieres sentirte más vivo, haz las paces con los factores estresantes que te ayudan a reconectar contigo mismo. Ya sea malestar físico, mental o emocional, un malestar mínimo es lo que te impulsará a crecer.

La frecuencia de los factores estresantes importa. Los humanos solemos reaccionar mejor a los estresores agudos que a los crónicos, sobre todo cuando los primeros van seguidos de un tiempo suficiente para la recuperación, lo que permite que los factores estresantes hagan su trabajo como mensajeros.

La comodidad elimina el estrés, todo el estrés. Sin desafío. Sin recuperación. Sin crecimiento. Simplemente estancamiento. Empiezas a perder tu enfoque. Luego tu propósito. Luego tu confianza. Y con el tiempo, incluso tu salud. Lo he notado cuando me tomo las cosas con demasiada calma durante demasiado tiempo. Por eso practico el estrés agudo a propósito. Son como mensajeros. Le dicen a mi mente: "¡Oye, despierta! ¡Adáptate!". Es como un shock para la mente. Pero luego me despierta. ¿Un entrenamiento duro? Lo mismo. Doloroso, pero productivo.

Estrésate con propósito. Descansa con intención. Empieza aquello que has estado posponiendo. No digo que debas sufrir a propósito. La comodidad no es necesariamente mala. Todos necesitamos recuperarnos. Todos necesitamos alegría, tranquilidad y tiempo de inactividad. Pero cuando la comodidad se convierte en tu estándar, en tu configuración predeterminada, dejas de evolucionar. Por eso debes saber lo que la comodidad te está haciendo. La comodidad puede garantizar placer a corto plazo, pero dolor a largo plazo. La comodidad no te llevará a donde necesitas estar. La incomodidad sí.

Así que elige tu estrés. Elige tu desafío. No dejes que la comodidad elija por ti. Ese es el camino. Esa es la verdadera victoria. El objetivo no es sentirse bien cada segundo. Es convertirse en alguien de quien estés orgulloso. No es demasiado tarde para reintroducir el desafío. A propósito. Crea tu propia fricción. Haz la vida más difícil de la manera correcta. No para sufrir. Sino para salir de la podredumbre mental.

No dejes que la comodidad entierre tu alma. Lucha contra ella. A diario. Sin descanso. Así es como te mantienes humano. No necesitas reestructurar tu vida. Solo necesitas dedicar tiempo a los factores estresantes agudos. Haz algo difícil pero corto. Eso que has estado evitando. Elige uno. Hazlo. Siente la adrenalina. Luego recupérate. Pero limita el estrés crónico.

Identifica tus momentos de inactividad. Las tareas difíciles. Los hábitos tóxicos. Elimínalos donde puedas. No dejes que la vida cómoda te lo robe. Tu mejor vida depende de ello. La buena vida no siempre es fácil. Es la que te hace inquebrantable. Empieza poco a poco. Elige una cosa cada día que te dé un poco de pena. Luego hazla. Con toda tu concentración. Sin quejas. Solo acción. Así es como cobras impulso. Así es como recuperas tu poder. Así es como revives. ¿Y la mejor parte? No necesitas escapar de tu vida. Solo necesitas escapar de tu comodidad. Hazlo. Y el mundo se abrirá. Avanzarás más rápido. Pensarás con claridad. Te sentirás más fuerte. Y amarás mejor. Sabrás quién eres, porque te has puesto a prueba. Y cuando la vida te golpee en la cara. Y lo hará. Estarás listo.

No necesitas una crisis para cambiar. Solo necesitas la verdad. Tu cuerpo quiere ser impulsado, y luego recompensado. Tu mente quiere resolver, y luego descansar. Deja de evitar el estrés. Empieza a diseñarlo. No reces por una vida fácil, reza por la fuerza para soportar una difícil.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente.
 

Practicando el arte de vivir.

mayo 15, 2025


Estoy aprendiendo a superar lo que estoy pasando sin perder la cabeza. He dejado de intentar "arreglar" mi vida. Estoy aprendiendo a vivir bien a pesar de que todo salga mal al mismo tiempo.

Durante mucho tiempo, creí que si lograba controlarlo todo (mi trabajo, mis relaciones, mi salud), me sentiría tranquilo. Establecido. Seguro. Pero la vida nunca esperará a que me ponga al día. O me adapto o me quedo atrás. Así que dejé de intentar escapar de las dificultades. Me estoy centrando en la respuesta a esta simple pregunta: ¿cómo puedo crecer a través de esto?

El arte de vivir consiste menos en eliminar nuestros problemas que en crecer con ellos. Si tu objetivo es eliminar las dificultades, el dolor, el conflicto o la pérdida de tu vida, te la pasarás librando la batalla equivocada. Nunca llegarás a un punto donde nada te moleste. Donde lo tengas todo resuelto. Donde sientas calma en todo momento. Esa versión de la vida no existe.

Pero cada vez que enfrentas algo que no elegiste y sales un poco más sabio, quizás incluso más fuerte, estás practicando el arte de vivir.

He dejado de buscar una vida fácil. Me estoy enfocando en una mentalidad que me ayudará a afrontar los muchos desafíos de la vida. Ese es el trabajo. Dejas de intentar esconderte de la vida y empiezas a aprender de ella. Desarrollas resiliencia. Te adaptas. Y sigues adelante. Creces cuando la vida te pone a prueba. No cuando todo está bien, sino cuando enfrentas lo difícil y sigues adelante.

Vivir bien no es escapar de la oscuridad. Sino llevar tu propia luz a través de ella.

La herida es el lugar por donde entra la luz. Lo he visto en mi vida y en las personas que me importan. Quienes brillan en la vida son quienes aprendieron a contener su dolor con delicadeza, sin dejar que los endureciera. Crecieron, no evitando la oscuridad, sino enfrentándola y aun así eligiendo estar presentes.

He crecido más a través de las cosas que nunca pedí. El duelo. La incertidumbre. El agotamiento. Y sí, no querría volver a pasar por eso, pero no cambiaría lo que aprendí de ellos. Ese es el punto. El objetivo es una vida sabia. Una en la que no te rompas cada vez que algo se rompe a tu alrededor. Me concentro en una experiencia a la vez. He aceptado que algunas cosas llevan tiempo. 

Algunas cosas siguen siendo difíciles. Y aún puedo vivir bien en medio de eso. Todavía puedo vivir. Aún estar presente. No estás roto porque estés luchando. Estás creciendo. Así es como se siente el crecimiento. Incómodo. Incierto. Pero significativo.

No esperes el día en que tus problemas desaparezcan. Empieza a convertirte en el tipo de persona que puede crecer con ellos. A través de ellos. Ese es el arte de vivir. No arreglarlo todo. Simplemente aprender a vivir, incluso cuando es difícil. ¿Y esa versión de ti? Esa es la que es libre. Crecer a través de cualquier cosa puede significar cosas diferentes. A veces, seguir adelante, simplemente seguir adelante, es un logro sobrehumano.

A veces, crecer significa soltar el control. Otras veces significa establecer un límite que has evitado durante años. A veces es descansar. No hacer nada en lugar de esforzarte. Y a veces es defenderte de una manera que da miedo, pero es necesaria.

¿Qué pasa si nada se “arregla” exactamente como lo imaginé? ¿Puedo seguir viviendo bien? ¿Puedo seguir amando mi vida de todos modos? Sí, puedes. Porque la alternativa no es esperar eternamente. 

La mayoría de la gente pierde el tiempo esperando a que la vida se sienta “bien”. Para que el estrés desaparezca. Para que sus relaciones se arreglen. Para que el trabajo sea más fácil. Para que sus mentes simplemente se relajen. Ante cada experiencia, tienes dos opciones: resistir y empeorar tu sufrimiento o dejarte llevar por la vida. Esta última es clave para tu cordura.

Me estoy inclinando hacia la "dualidad de la vida". El arte de equilibrar la alegría y el dolor al mismo tiempo. Crecer a través del duelo con una mentalidad de gratitud. La vida es dura. Pero crece de todos modos. Ama de todos modos. Vive de todos modos.

Permítete ser humano. Mide tu vida por lo presente que estás en tus propias experiencias, incluso en las difíciles. Porque eso es vivir de verdad: estar presente en todo. No solo en los altibajos. Los momentos bajos pueden llevarte a lugares que te fortalezcan para tu próxima experiencia.

Vivir bien no es escapar de la oscuridad. O esperar a que tus problemas desaparezcan. Es convertirte en alguien que puede crecer con tus problemas. Que puede superarlos. Ese es el arte de vivir. No hay que arreglarlo todo. No hay que fingir que es fácil. Sino aprender a vivir, incluso cuando es difícil.

Vivir bien es volver a lo que es. Y transformarse en lo que puede ser. Si la vida se siente incierta, confusa o simplemente difícil, no esperes a que pase para volver a vivir. Marca tu propio ritmo. Encuentra pequeños rituales, rutinas y hábitos que te mantengan cuerdo.

No estás roto. Te estás transformando. Y cada vez que decides aparecer, incluso en la oscuridad, te acercas un poco más a la libertad que nadie te puede arrebatar.

Si estás lidiando con algo ahora mismo. Algo incómodo o aterrador, no digo que sea fácil superarlo. Pero sí diré esto: hay una versión de ti al otro lado que aún no has conocido. Y es más sabia. Más tranquila. Más resiliente. No llegas a esa versión resistiéndote a la vida. Llegas a ella enfrentándola y creciendo con ella. Ese es el arte de vivir bien.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
A todo lo que te reste paz súmale distancia.
 

Las emociones reprimidas te mantienen estancado.

mayo 12, 2025


Reprimí mis emociones durante años. Porque era más fácil. O eso creía. No quería lidiar con ellas. Pero ignorarlas no funcionó. Mis relaciones tuvieron problemas por eso. Pero ahora sé que no es así. Estoy trabajando en ellas. Las emociones reprimidas no desaparecen. Ni se quedan calladas para siempre.

Las emociones no expresadas nunca mueren. Quedan enterradas vivas y emergerán más tarde de formas más desagradables. Cuando reprimes la ira, la tristeza o el miedo, la energía no desaparece sin más. Aparece de formas que menos esperamos. Te enojas con alguien por algo insignificante. Te sientes ansioso sin una razón clara. Pierdes la motivación. A veces ni siquiera sientes nada en absoluto; te paralizas. 

Crecí aprendiendo que las emociones «negativas» son malas. Me dijeron que "supéralo" o "supéralo". Me acostumbré a fingir que estaba bien. ¿Pero por dentro? Estaba acumulando presión. Con el tiempo, esa presión encontró una grieta.

Últimamente, cuando me aferro a emociones no expresadas, los síntomas físicos se vuelven insoportables. Me dan dolores de cabeza. Me siento tenso. Y mis músculos se tensan. Mi cuerpo paga las consecuencias cuando me aferro a todas esas emociones. Estoy aprendiendo a hablar de ello. Me permito sentir la frustración, el agobio y todo lo demás que me hace perder tiempo innecesario en mi cabeza. No quiero seguir adelante con el estrés.

Las emociones reprimidas te mantienen estancado. No puedes avanzar si arrastras un saco de dolor no expresado. Y no puedes conectar con los demás si no eres honesto contigo mismo. La ira no expresada puede manifestarse como agresión pasiva. La tristeza no expresada puede convertirse en distancia emocional. Lastimas a los demás sin querer. Lo que resistes, persiste.

Cada decisión que tomas. Cada relación que mantienes. Cada hábito que adquieres. Todo se ve afectado por lo bien (o mal) que gestionas tus emociones. La mayoría de la gente ignora a los demás sin motivo aparente. Y tiende a criticar a sus parejas y compañeros de trabajo sin motivo alguno. Terminan viendo series o series fatalistas solo para "escapar".

Las emociones reprimidas actúan de maneras que ni siquiera conoces. La mayoría de la gente ni siquiera se da cuenta de que lo hacen. No eres perezoso. No estás roto. Cargas con algo que no has dicho. Cuando ignoras esas emociones, reaccionas. Pierdes el control. Te quedas en patrones que te mantienen estancado. Pero cuando las enfrentas, aunque sea un poco, respondes. Recuperas el control. Empiezas a ser intencional. Y consciente de tus interacciones.

Lo que niegas o ignoras, lo retrasas. Lo que aceptas y enfrentas, lo conquistas. Respétate lo suficiente como para enfrentarte a ti mismo. A veces, lo que más te da miedo hacer es precisamente lo que te liberará.

Si sigues reprimiendo lo que sientes, lo más probable es que sucedan tres cosas:

1.-Te desconectas de ti mismo. Dejas de saber qué quieres, qué necesitas o quién eres. Simplemente pasas por lo que estás pasando.
2.-Saboteas tus relaciones. El dolor no expresado se convierte en distancia, resentimiento o bloqueo emocional. Alejas a las personas o las acercas demasiado de maneras poco saludables.

3.-Te derrumbas. Ya sea por agotamiento, una crisis de salud o un colapso emocional total, tu cuerpo y tu mente te obligarán a sentir lo que evitaste.

Nada de esto es para asustarte. Es para despertarte. No es demasiado tarde. Encuentra espacios donde puedas ser honesto. Diarios, notas de voz y paseos en solitario. Permítete sentir lo que necesites. Y luego deja que la presión abandone tu cuerpo.

Las emociones exigen ser sentidas. Ignóralos y no desaparecen, sino que se agravan. El estrés se convierte en dolores de cabeza. La ansiedad en insomnio. El duelo sin procesar se convierte en fatiga crónica. Tu cuerpo lleva la cuenta. ¿Y lo peor? Reprimir el dolor también reprime la alegría.

No juzgues lo que sientes. Simplemente siente curiosidad. "¿De dónde viene esto?" "¿Qué podría estar tratando de decirme?" Empieza a tratar tus emociones como señales, no como amenazas. Los sentimientos necesitan voz. Hablar de ellos es como sanamos. La ira puede mostrarnos dónde se cruzó un límite. La tristeza puede decirnos qué importa. El miedo puede señalar algo que nos importa.

Siéntelo. Observa lo que sucede en tu interior. Nómbralo. Ponle palabras a ese sentimiento: "Me siento enojado", "Tengo miedo", "Me siento solo". Luego libéralo. Escríbelo. Habla con alguien. Mueve tu cuerpo. Haz algo mientras lo procesas. Deja que tus sentimientos hablen. No son el enemigo. Te están diciendo dónde enfocar tu trabajo emocional. Sé lo suficientemente valiente para sentir. Para afrontar la presión que llevas dentro. Para dejarla pasar. No dejes que se pudra por dentro.

Conclusión clave: Tus emociones no son problemas que resolver. Son mensajes que escuchar. Ignóralas, y aparecerán y empeorarán las cosas. Escúchalas. Te guiarán de vuelta a ti mismo. No eres débil por sentir.

Eres humano. No estás destinado a guardar tus emociones en silencio. La tragedia no solo reside en el dolor que evitas. Está en la alegría que pierdes al aferrarte a lo que debes liberar de forma saludable. La tragedia oculta no es tener emociones. Es fingir que no las tienes. Termina cuando regresas a tu interior para trabajar con ellas. Y encontraras la salida hacia tu mejor vida.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
 

La gratitud libera la plenitud de la vida.

mayo 9, 2025


No he dejado de reflexionar en si solo buscaras cosas que apreciar, vivirías una vida gozosa y espectacular. La apreciación ha cambiado mi forma de vivir. Me ayuda a pasar menos tiempo en mi cabeza. Transforma rápidamente mi energía. Por eso la practico a primera hora de la mañana. Busco y noto deliberadamente lo bueno. Hay docenas de razones por las que la vida es mala. Pero esa energía te hace sentir miserable. La única manera de desactivar conscientemente un pensamiento es activar otro. En otras palabras, la única manera de retirar deliberadamente la atención de un pensamiento es prestarla a otro.

Probablemente hayas escuchado algo similar. «Lo que te enfocas crece». O «La gratitud convierte lo que tenemos en suficiente». La gratitud no solo es la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás. Este tipo de pensamientos son instrucciones. Y funcionan. Intento vivir según ellas.

En mis peores días, descontrolo conscientemente mi mente en espiral. Encuentro rápidamente cosas que apreciar. La buena salud. El amor de las personas cercanas. Lo lejos que he llegado. No siempre me siento increíble al instante. No lo soluciona todo. Pero me ayuda a estar más presente.

¿Y lo mejor? Es contagioso. Cuando aprecias las cosas, la gente lo siente. Sonríes más. Te quejas menos. También empiezas a ver lo bueno en los demás. La gente lo percibe. Cambia la forma en que se muestran contigo. En mi relación, si dejo de centrarme en lo que mi pareja no hace y empiezo a notar las pequeñas cosas buenas, cambia por completo la atmósfera.

La gente se inclina a la apreciación. No a la crítica.

La gratitud libera la plenitud de la vida. Convierte lo que tenemos en suficiente, y más. Transforma la negación en aceptación, el caos en orden y la confusión en claridad. Puede transformar una comida en un festín, una casa en un hogar, a un desconocido en un amigo. La gratitud da sentido a nuestro pasado, trae paz para el presente y crea una visión para el futuro. 

Creo que la vida puede ser increíble. Si te concentras en encontrar cosas que apreciar, transformarás tu vida en algo espectacular. Cambia tu forma de ver las cosas, y las cosas que ves cambiarán. Ese es el truco. Tu mente amplifica lo que la alimentas. Aliméntala con gratitud y vivirás la vida con alegría. Aliméntala con quejas y te quedarás atrapado en la miseria.

La apreciación reestructura nuestras relaciones. No elimina las cosas molestas de la vida. Ni las irritaciones que nos enfadan. Las pone en perspectiva. Empiezas a ver a las personas por lo mejor, no por lo peor. Puedes encontrar algo que apreciar, sin importar lo difícil que se ponga la vida. Conviértelo en un hábito. Entrena tu cerebro a buscar lo bueno. Si lo repites lo suficiente, encontrarás alegría en lugares donde nunca antes habías buscado. Y despertarás para experimentar la vida con buen humor.

El aprecio no necesita una razón. No tienes que ganártelo. Puedes apreciar algo simplemente porque está ahí. ¿El respiro que acabas de tomar? Eso cuenta. ¿Tu buena salud? Eso también cuenta. Convierte el aprecio en tu estándar. Observa cómo te sientes. Podrías descubrir que vives una vida alegremente espectacular. El aprecio es la disciplina que te mantiene en un estado de alegría cuando la vida va mal. 

No necesitas que todo salga como quieres. Solo necesitas apreciar lo que ya es bueno. Está en las pequeñas cosas, incluso en las experiencias cotidianas. Disfruta de las pequeñas cosas, porque un día podrías mirar atrás y darte cuenta de que eran las grandes.

El agradecimiento es lo primero que siento por la mañana. Así, la vida es espectacular. Intento ver la vida con todo su valor. Las cosas malas pasan; cómo reacciono ante ellas define mi carácter y la calidad de mi vida. Puedo elegir quedarme en una tristeza perpetua, paralizado por la gravedad de mi pérdida, o puedo elegir sobreponerme al dolor y atesorar el regalo más preciado que tengo: la vida misma.

Cada vez que te encuentres en una espiral (pensando demasiado, comparando, deseando que las cosas fueran diferentes), vuelve a lo bueno. ¿Quieres una vida mejor? Empieza por dónde estás. Empieza con lo que tienes. Empieza con lo que funciona. Empieza con lo que no se derrumbó hoy. Eso es agradecimiento. Ese es el comienzo de la alegría.

No toma tiempo. No requiere un curso ni un gurú. Solo tú, tu mente y la decisión de buscar el bien. Todos los días. Especialmente cuando es difícil. Ahí es cuando más importa. Siempre hay algo en tu vida que vale la pena apreciar. Ahora mismo. Encuéntralo. Nómbralo. Aférralo. Así es como construyes una vida feliz y espectacular. Una experiencia de gratitud a la vez. No puedes ser agradecido y miserable al mismo tiempo.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
A todo lo que te reste paz súmale distancia.
 

Si no afrontas tus propias heridas, tus hijos las heredarán.

mayo 6, 2025


La mayor tragedia de la familia, desde mi punto de vista y puedo estar equivocado, son las vidas no vividas de los padres. Cuanto más reflexiono sobre este tema, más comprendo mi pasado. Pero todavía no estoy seguro de cuánto de las vidas no vividas de mis padres nos afectaron a mis hermanas y a mí. La mayor tragedia de la familia de verdad que se esconde en los hogares, tras sus sonrisas, en sus silenciosos arrepentimientos. Es trágico porque es invisible. 

El peso de los sueños abandonados, las pasiones enterradas y el potencial desperdiciado es real. Cuando los padres no viven sus propias vidas, sus hijos pueden asumir la carga. No siempre se puede ver la vida no vivida. Pero sí se puede sentir. La tristeza en los ojos de un padre. El resentimiento que se manifiesta, a veces inconscientemente, a través de la ira, la culpa y el "exceso de control".

Las cosas que querían hacer, pero no hicieron. Los sueños que abandonaron porque la vida se interpuso, o el miedo se hizo presente, o las cosas que la "responsabilidad" les arrebató. Si estás amargado e insatisfecho, tus hijos lo absorberán. Tus sueños no resueltos no desaparecen, así como así, sino que pueden convertirse en exigencias silenciosas para tus hijos.

Los padres hacen lo que deben. Pero nunca olvidan la vida que se les escapó. Una madre que quería ser doctora en medicina, pero nunca tuvo tiempo. Un padre que quería viajar, pintar, escribir o emprender, pero que trabajó en un trabajo que odió durante décadas porque "eso es lo que se hace". Y quizá hicieron lo que tenían que hacer. Quizá se sacrificaron por amor. Pero eso no hace que el costo sea menos real. 

¿Cuánto de sus "vidas no vividas" afecta a sus hijos?

El dolor de una vida no vivida no desaparece. Se transmite de generación en generación, silenciosa e inconscientemente, como el ADN emocional. Cuando un padre o madre entierra su sueño, sus hijos crecen a la sombra. Pueden cargar con culpa, presión o una extraña sensación de tener que lograrlo por su padre o madre, incluso si nunca dijeron una palabra. La situación empeora si los padres quieren que el hijo o la hija tome un determinado camino en la vida. A riesgo de perseguir su propio norte.

Una vez escuché algo que me quedó grabado y es el título de este escrito: "Si no afrontas tus propias heridas, tus hijos las heredarán". No solo les transmitimos rasgos físicos a nuestros hijos, sino también nuestros miedos, nuestros fracasos, nuestras historias no vividas. Si no tenemos cuidado, los empujamos a situaciones que generan conflictos internos durante décadas.

Y finalmente, el arrepentimiento.

¿Cuánta gente se despierta a los 40 sintiéndose atrapada? Porque están viviendo la vida no vivida de sus padres, no la suya propia. He visto a gente cumplir treinta, cuarenta, sesenta años, y despertar un día con un dolor extraño. Hicieron todo "bien". Siguieron las reglas. Pero algo no encaja. No pudieron desprenderse de lo que renunciaron. Y cuánto desearían que la vida de sus hijos fuera de cierta manera. Las partes esenciales de ti que nunca "vivieron": la pasión, el propósito, la alegría, quedan enterradas.

Pero no desaparece, así como así. Se nota en la dinámica familiar. E incluso afecta el rumbo de la vida de tus hijos. A veces se manifiesta como amargura. A veces como distanciamiento emocional. A veces se convierte en presión para tu hijo. Pero lo esperanzador es que podemos romper ese ciclo. Nunca es tarde para corregir el rumbo. Nuestros hijos no tienen que vivir una vida de sacrificio silencioso y llamarla noble. Podemos animarlos a buscar lo que los llena de vida. Y al hacerlo, le das a tu familia algo aún más valioso que la comodidad: les das permiso para ser. Y haz lo mismo con sus hijos.

No digo que sea fácil. Pero una vida no vivida es una tragedia. Pero no tiene por qué seguir siendo así. Aún estás a tiempo. Mi advertencia es tratar de romper el ciclo. El mejor regalo que puedes darles a tus hijos no es una vida perfecta. Es el permiso para vivir la suya. Y lo más poderoso que puedes hacer por tu familia quizá no sea lo que renuncias, sino lo que das. La libertad de perseguir aquello que los ilumina. Si algo te quema el alma con propósito y deseo, es tu deber ser reducido a cenizas por ello. Cualquier otra forma de existencia será otro libro aburrido en la biblioteca de la vida.

Muestra a tus hijos cómo es la valentía. No somos lo que nos sucedió, somos lo que elegimos ser. Tus hijos aprenderán más de tus acciones que de lo que digas. ¿Dejarás que la vida no vivida se convierta en su carga? ¿O les mostrarás, con el ejemplo, lo que significa vivir de verdad? La decisión siempre es nuestra. Pero recuerda: nunca se trata solo de ti.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente.
 

La existencia nos cambia de identidad en cada etapa de la vida.

abril 30, 2025


Por experiencia propia a los veinte, persigues algo como si tu vida dependiera de ello. A los treinta, te preguntas si lo que creías que era tu mejor camino todavía significa algo para ti. La mayoría de la gente quiere una vida recta: elegir un camino, mantenerlo, jubilarse feliz. Pero no lo es. Es una serie de comienzos. Hitos. Cruzas uno y, de repente, todo cambia. Todo lo que creías la única realidad se convierte en una vieja verdad. Empiezas a hacerte preguntas más difíciles, que a veces, no te gustan las respuestas.

A esta situación le he llamado las crisis predecibles de la vida adulta. Yo ya los he atravesado y tu estas atravesando verdaderos cambios de identidad en cada etapa de la vida. No porque estes haciendo algo mal, sino porque estas creciendo. Cada hito puede ser difícil. La mayoría de la gente se resiste a los cambios. Pero es una oportunidad para despertar. Para subir de nivel. Para ser auténtico. 

Los veinte, fue una locura. Te pruebas vidas como si fueran ropa. Trabajos, ciudades, amantes y sueños. Algunos te parecen bien. La mayoría, no. Sigues cuestionando la versión de ti que tus padres, profesores y tu yo adolescente esperaban que fueras. Nadie te dice que eso también es un tipo de duelo. Piensas: "Una vez que descubra quién soy, me sentiré mejor". Pero no puedes descubrir tu identidad. Es algo que se construye, lentamente. Y conscientemente. Los 20 no se tratan de saber. Se tratan principalmente de intentarlo. Fracasar. Volver a intentarlo. Es un caos a nivel personal. Pero se supone que debe serlo.

Alos 30 fueron diferentes. Las ilusiones de mis 20 no se sostienen. Empiezan a resquebrajarse. ¿La gente que admirabas? Igual de confusa. ¿Las cosas que creías querer? Tal vez no. Empiezas a darte cuenta de que no tienes todo el tiempo del mundo. Empiezas a mirar tu vida y a preguntarte: "¿Es esto todo?". Tal vez te comprometas. Tal vez te alejes. Casamiento. Carrera. Hijos. O nada de eso. Pero esta década te pide que elijas algo real. No lo que se ve bien. No lo que impresiona a los demás. Sino lo que encaja. Es difícil. Es la clave para la libertad práctica. Es la vida real.

A mis 40 fueron donde aparecieron mis fantasmas y los sueños que no perseguiste. Las versiones de ti mismo que enterraste. Miras a tu alrededor y te preguntas si cambiaste tu alma por estabilidad. Te preguntas si es demasiado tarde para cambiar. No lo es. De hecho, yo creo que a los 40 es donde comienza la vida. Los 40 son los más peligrosos y los más poderosos. Sientes la tensión de todo lo que creías que sería la vida y de todo lo que realmente es. Pero en lugar de huir de ti mismo, puedes afrontarlo. Reinventarte. Re imaginar. Soltar el ego. Y volver a lo que importa.

Pero la gente entra en pánico. Lo cual es normal. Si estás casado, puede que te preguntes si los cambios valieron la pena. Todo parece estar en renegociación. Porque así es. Eso no es fracaso. Eso es despertar.

A partir de los 50, algo significativo me sucedió. Te dejas llevar. Ya sea con sabiduría o con amargura. Te sientes renovado o resignado. Pero dejas de perseguir roles que ya no encajan. Dejas de disculparte por lo que no eres. Te apoyas en lo que eres. Este es el comienzo de los mejores años. Si lo permites. O si lo haces bien. Ya no necesitas la aprobación del mundo. Necesitas la tuya. El propósito regresa. Quizás no como una ambición desmesurada. Pero como una verdad serena y sólida. Ahora puedes amar de otra manera. Trabajar de otra manera. Vivir más, pero mejor. No a pesar de tu pasado, sino gracias a él.

A partir de los 65, te encuentras en una edad en que solo cobran importancia las cosas que realmente lo merecen. He aprendido a tomar distancia. En contraposición a la urgencia y las ambiciones anteriores, he aprendido a medir mis fuerzas y, con suerte, también a aceptar mis limitaciones y convivir con ellas. Mi rutina deja de ser el enemigo. Siendo la rutina sinónimo de seguridad, es algo que empieza a apreciarse tarde. Paradójicamente, tendemos a asociar rutina a algo negativo, pero lo cierto es que “solo nos perjudica cuando nos atrapa y se vuelve extremadamente rígida.  Con la edad me he vuelto práctico y aprecio cada vez más la predictibilidad y el saber lo que viene a continuación.

Con tantos años en mis hombros. he aprendido a no rogar atención, amor ni respeto. No quiero estar en la vida de nadie por obligación. Si debo explicar mi valor, si tengo que convencer a alguien de que me respete y me acompañe en el camino de la vida, entonces ese no es mi lugar. La vida es demasiado corta para gastar energía en lo que no es mutuo. No temo envejecer; temo dejar de ser yo mismo para complacer a otros. A estas alturas, elijo mi paz por encima de cualquier cosa.

Cada etapa trae su propia crisis. Pero cada crisis también es una invitación. Te reconocerás en cada una. Quizás no en los detalles, sino en el dolor. En las preguntas. En el crecimiento. Ese es el regalo de la vida adulta. Te quiebra lo suficiente como para revelar la verdad a plena vista: tú, sin una lente falsa.

El cambio no significa que hayas fracasado. Significa que estás vivo. No te resistas. Úsalo a tu favor. Si no cambiamos, no crecemos. Si no crecemos, no vivimos realmente. Crecer exige una renuncia temporal a la seguridad. Puede significar renunciar a patrones familiares pero limitantes, a trabajos seguros, pero poco gratificantes, a valores en los que ya no se cree, a relaciones que han perdido su significado.

Dar un nuevo paso, pronunciar una nueva palabra, es lo que más teme la gente. El verdadero miedo debería ser el opuesto, 

Aquí está la parte que nadie te cuenta. Pasarás por estas etapas más de una vez. Puede que te sientas de nuevo como si tuvieras 25 años a los 43. Puede que lo cuestiones todo a los 31 como nunca lo hiciste a los 21. El calendario no siempre coincide con la crisis. Es normal. Y humano. Verás a tus amigos pasar por lo mismo. Uno está subiendo la escalera. Otro puede que la esté destruyendo. Uno está encontrando la calma. Otro está en una espiral de reinvención. ¿Y tú? 

Puede que estés en un punto intermedio. Aferrándote, soltándote, sin saber qué sigue. Guarda espacio para ti. Porque cuando dejamos de fingir que lo tenemos todo resuelto, empezamos a vivir. Empezamos a crear desde la honestidad. Dejamos de actuar la vida. Y empezamos a habitarla. La vida nos da permiso para cambiar. Para sentirnos perdidos a veces. Para tomar decisiones importantes, hermosas y aterradoras que no tienen sentido para nadie más, pero que te llegan al alma.

Puedes preguntarte "¿Quién soy ahora?" tantas veces como necesites. Puedes superar a las personas, los roles, incluso las versiones de ti mismo. Puedes desear algo diferente a los 45 que a los 25. Eso no es crisis. Eso es claridad. No le debes al mundo tu consistencia. Te debes a ti mismo tu verdad.

Dondequiera que estés ahora mismo, ya sea intentándolo, replanteándotelo, lamentándote o despertando, la verdad es que no te has quedado atrás. Simplemente te estás transformando. Una y otra vez. Haz las paces con ello.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente.
 

Los juicios de los demás no se tratan de ti.

abril 29, 2025


La pregunta es: ¿Cómo evitar que los juicios ajenos te roben la alegría? 

Aprendí hace mucho tiempo que todo lo que otros dicen o hacen es un reflejo de su miedo, ira, orgullo, culpa, vergüenza o ignorancia. Es su karma. No el mío. Esa mentalidad ha redefinido las historias que escribo sobre las proyecciones emocionales de los demás. Es una habilidad vital que te protege de la energía tóxica que la uso para evitar que los juicios ajenos arruinen mi vida. Lo que otros dicen y hacen es un reflejo de su propia realidad. Protege tu paz al no centrarte en ti.

Para la mayoría, un solo juicio puede arruinarles el día por completo. Se apegan a la realidad que los demás tienen de ellos. Una sola proyección y, de repente, entran en una espiral, cuestionándose a sí mismos. Y permitiendo que las palabras de los demás reconfiguran su propia realidad. 

A veces, las opiniones de los demás pueden golpearte directamente en el estómago. Entras en una habitación sintiéndote bien, y un comentario crítico puede arruinarte el día entero. He pasado por eso. Demasiadas veces. Pero la sabiduría que lo ha cambiado todo para mí es esta: lo que la gente dice y hace nunca se trata realmente de mí, se trata de ellos. 

La gente proyecta su dolor; no lo confundas con tu valor. Cuando finalmente entendí eso, me despegué de las proyecciones de los demás. Dejé de pasar tanto tiempo en mis pensamientos, preguntándome qué hice mal o cómo debería haber actuado de otra manera. Ahora, cuando alguien me juzga o actúa con frialdad sin motivo, no lo tomo como algo personal.

Los juicios de los demás no se tratan de ti. Se tratan de ellos. De sus miedos. Sus inseguridades. Sus visiones del mundo. Su bagaje sin procesar. No eres su espejo. No siempre lo sientes así. Pero si puedes reinterpretar el drama de los demás, tu vida será mucho mejor. Si permites que esa sabiduría penetre, no solo en tu cabeza, sino en tu alma, nunca volverás a ser el mismo.

Lo que la gente proyecta dice mucho más de lo que pasa en su interior que de ti. Quizás tu confianza les recuerda lo que nunca se han permitido ser. Quizás tu vulnerabilidad les incomoda porque han enterrado la suya durante años.

Siempre recuerda esta verdad: «Tu paz proviene de elegir si absorbes o no su proyección». Puedes tomar la energía de los demás, internalizarla, dejar que te arruine el día... o simplemente decir: «No, gracias. No me corresponde». No necesitas que todos te hagan sentir digno. A veces pensamos que, si alguien no aprueba, debemos estar haciendo algo mal. Una interpretación interna errónea. No necesitas su permiso para vivir tu vida. No necesitas que te entiendan. Solo recuerda que no debes tomar nada personal. Nada de lo que hacen los demás es por ti. Es por ellos mismos. Incluso cuando se sienta personal. Incluso cuando sea difícil de aceptar. Sigue siendo sobre ellos.

Cuando alguien te responde bruscamente, critica tu personalidad o te da la espalda, tu primer instinto podría ser tomártelo como algo personal. Pero su comportamiento refleja su mundo interior, no tu valor. Probablemente esté estresado por su propia vida, no planeando arruinarte la mañana.

¿Ese amigo que no te respondió? Quizás esté abrumado, no enojado contigo. No supongas lo peor de ti. Su realidad tiene mucho que ver. ¿Está estresado, inseguro o simplemente tiene un mal día? La curiosidad te ayuda a ver su comportamiento como un reflejo de su realidad, no de la tuya. Cómo te tratan los demás es su karma; cómo reaccionas es el tuyo. No dejes que el drama emocional de los demás arruine tu buen humor.

En el momento en que empieces a ver sus juicios como reflejos de su realidad, no de la tuya, podrás vivir tu propia verdad. Ese cambio de mentalidad funciona porque te devuelve el control. No puedes cambiar cómo actúan los demás, pero sí puedes elegir cómo responder. Así es como decides qué vale tu energía.

Y cómo proteges tu paz interior. No dejes que el drama ajeno te arruine el día. Puedes observar su proyección sin apegarte. Es un filtro mental que puede garantizar claridad emocional. Construye tus límites emocionales para tu propia paz mental. Vive de adentro hacia afuera, no de afuera hacia adentro.

Deja de doblegar tu alma para que encaje con sus opiniones. Proyecta tu propia energía, enfoque y paz. Porque la gente va a juzgar. Siempre. No puedes evitarlo. No puedes controlar cómo te ven. Pero sí puedes controlar cuánto asumes. Cada uno ve el mundo a través de su propia lente. Esa lente se define por sus miedos, sus creencias, su pasado y sus arrepentimientos. Su lente no es tu verdad. Su comportamiento es su responsabilidad. Tu respuesta es tu libertad. Solo eres la pantalla sobre la que proyectan. Y una vez que lo entiendes, sus palabras dejan de ser armas. Se convierten en ruido.

Cuando dejas de tomarte las cosas personalmente, empiezas a mostrarte tal como eres. Sin complejos. Empiezas a confiar más en ti mismo que en los juicios externos. Es el secreto para tener claro quién eres. En lo que te corresponde cargar. Y en lo que debes dejar pasar. No tienes que absorber cada emoción, cada opinión, cada comentario erróneo que alguien te lanza. Puedes elegir. Puedes trazar un límite. Puedes alejarte de las proyecciones de los demás. Puedes volver a tu propia verdad. Protege tu energía como si fuera sagrada, porque lo es. No se la entregues a alguien que ni siquiera sabe lo que proyecta. Lo que dicen de ti dice más de ellos. ¿Qué crees de ti? Ese es tu poder sobre tu vida. Deja que juzguen. Vive.

Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento. La vida es demasiado corta para dejar que la realidad o las proyecciones de los demás arruinen la tuya. Elige no absorber la mala energía de nadie. Protege tu paz mental. Elige sabiamente lo que absorbes.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
A todo lo que te reste paz súmale distancia.
 

Cambios para una Rutina Matutina Sin Estrés.

abril 29, 2025


Una rutina matutina energizante no se trata de completar tareas lo más rápido posible ni de imponerte un horario rígido. No tienes que exprimir al máximo tus horas, que ya son largas. Se trata de cambiar el guion y cultivar una mentalidad matutina que te llene el día de alegría, concentración y una sorprendente explosión de energía espontánea.

Nada de rutinas sofisticadas ni una fuerza de voluntad descomunal: solo unos sencillos cambios en cómo abordas esas preciosas horas de la mañana. Ser dueño de tus mañanas comienza con la mentalidad adecuada. Una poderosa armadura mental puede transformar tu rutina matutina de un lento avance a una plataforma productiva para un gran día. Estas mentalidades impulsarán tu mañana y te ayudarán a conquistar tu día. 

A continuación, te comparto mis cuatro cambios de Mentalidad Poderosos para una Rutina Matutina Sin Estrés, no llevan mi intención de dar lecciones, sugerencias, o recomendaciones, porque pueden minar la capacidad de los lectores de resolver sus propios problemas. Mi objetivo es: hacer pensar al lector, inquietarlo, y para algunos despertarlos del letargo.

1. El poder del "Yo elijo"

Si pierdes una hora por la mañana, te pasarás el día buscándola. Deshazte de la mentalidad de víctima. Cada decisión, cada acción, cada paso que das es una elección. Sé dueño de tus mañanas. Elige levantarte con el sol, no levantarte a regañadientes de la cama cuando el deber te llama.

Cambia tu perspectiva de "Tengo que" a "Elijo". Replantea tus tareas matutinas como elecciones conscientes en lugar de obligaciones. "Elijo levantarme temprano para priorizar mis objetivos personales" suena diferente a "Tengo que levantarme para ir a trabajar". Este simple cambio de perspectiva te permite diseñar activamente tu mañana, dotándola de propósito y responsabilidad.

La única manera de que el "Yo elijo" funcione para ti es crear una rutina que te entusiasme, ya sea introspección matutina, ejercicio, escribir en un diario o leer. Preparar el terreno para algo que te entusiasme por la mañana te dará algo significativo que esperar con ilusión. 

2. Cambia de una mañana reactiva a una proactiva. 

El caos genera agobio. Cuando te sientes abrumada, es probable que procrastines. En lugar de dar tumbos por la mañana en un frenesí reactivo, toma las riendas. Planifica tu día la noche anterior y define tus intenciones para la mañana. Las mañanas enfocadas, productivas y exitosas generan días enfocados, productivos y exitosos, que inevitablemente crean una vida exitosa.

Deshazte del piloto automático. Deja de ver tu día como un guion predeterminado donde respondes pasivamente a los eventos. En cambio, considérate el arquitecto, creando tu día con intención. Define intenciones claras para mañana antes de dar por finalizado el día. Cambiar de una mañana reactiva a una proactiva te ayuda a evitar el caos matutino. Te brinda un sistema matutino milagroso para obtener mejores resultados.

Al lograrlo, te preparas para una mañana tranquila. Es un enfoque intencional que le da propósito a tu día y te impulsa a concentrarte en el logro. 

3. La mentalidad de propósito: ¿cuál es tu "por qué"?
¿Qué te motiva a levantarte por la mañana? Encontrar tu "por qué", ese propósito que te impulsa a levantarte, es la piedra angular de una vida plena y una rutina matutina eficaz. Es la brújula interior que guía tus acciones. Conectar tu rutina matutina con un propósito mayor le da sentido.

Una mañana con propósito se trata de encontrar esa chispa intrínseca, ese "por qué" que te impulsa a levantarte con entusiasmo y determinación. No se trata solo de hacer las cosas; se trata de comprender el significado más profundo de tus acciones.

Conecta tu "por qué" con tu rutina matutina. Si pasar tiempo de calidad con la familia es tu "por qué", incorpora actividades como desayunos compartidos o paseos matutinos. Si tu objetivo es la carrera de tus sueños, dedica tiempo por la mañana a aprender una nueva habilidad que te acerque a lo que deseas. Experimenta, explora y deja que tu propósito evolucione contigo.

4. Piensa en el efecto "gran roca"

Piensa en tu día como un estanque. ¿Cuál es la piedra más grande que puedes lanzar para crear el mayor efecto dominó? Esa es tu "única cosa" que hace que el resto del día se sienta como un éxito. ¿Cerrar un trato crucial, escribir ese capítulo que has estado temiendo? El éxito exige un propósito definido. Necesitas hacer menos cosas para obtener más resultados en lugar de hacer más cosas con efectos secundarios.

Olvídate de las interminables listas de tareas y del agobio abrumador. ¿Qué tal si empezaras el día con una sola cosa, una sola acción que marque la pauta para un día victorioso? ¿Qué puedes hacer para sentir que ya has ganado el día?

Imagina despertar no con miedo, sino con ilusión. Sabes exactamente qué hacer primero; la tarea que, una vez realizada, te llena de satisfacción y prepara el terreno para futuros éxitos. No se trata de tachar una casilla de una lista; se trata de proclamar tu victoria del día a primera hora de la mañana.

Esa "cosa única" puede ser cualquier cosa, siempre que se alinee con tus valores y te impulse hacia tus objetivos más ambiciosos. Debe ser lo suficientemente desafiante como para darte una sensación de logro, pero no tan abrumadora como para paralizarte.

Trata esa "cosa única" como la persona VIP que es. Reserva el mejor momento de la mañana, la hora dorada en la que tu concentración es más nítida. Nada de correos electrónicos ni redes sociales. Solo tú y tu "única cosa" en un modo ininterrumpido y concentrado.

Ser dueño de tus mañanas es la puerta de entrada a ser dueño de tu día. Levántate con el sol, no con las exigencias de una realidad percibida. Reivindica tus mañanas, reivindica tu poder y observa cómo tu vida se transforma. Después de todo, la única persona que puede decidir el rumbo de tu día eres tú. Elige sabiamente; elige conquistar.

Al levantarme por la mañana, piensa en el preciado privilegio de estar vivo: respirar, pensar, disfrutar, amar.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
A todo lo que te reste paz súmale distancia.
 

Estoy aprendiendo a dar espacio a otro ser humano.

abril 28, 2025


No se me dan bien las emociones. Estoy trabajando en ello. Aprendiendo. Y practicando. Dar espacio a los demás está funcionando hasta ahora. Es una de las formas en que practico la inteligencia emocional. Es honrar el derecho de las personas a sentir lo que sienten. Y permitirles ser humanas. Y, por supuesto, permitirte ser humano también.

Deja que las personas sean exactamente quienes son, justo delante de ti, sin juzgarlas, sin apresurarlas para que se sientan mejor. Es lo más difícil que intento hacer por las personas cercanas. Suelo dar consejos si la gente entra en pánico. “El obstáculo es el camino”. “Esto también pasará”. Lo he dicho muchas veces últimamente. Dar espacio a veces no se siente bien. Pero funciona. Y ayuda.

Así que, por muy incómoda que me sienta con cualquier experiencia, estoy aprendiendo a dar espacio. Escuchar sin juzgar. O responder con rapidez. Una presencia silenciosa puede hacer maravillas. Es reconfortante. Y les demuestra a las personas que estás ahí para ellas. Las ves. No ignoras sus sentimientos. Ni su dolor. Y eso es poco común.

Rara vez una respuesta puede mejorar algo. Lo que mejora algo es la conexión. A la mayoría de las personas no se les escucha; se les controla, se les aconseja, se les cierra el paso. Entonces, ¿cuándo le das espacio a alguien? Estás ahí para esa persona sin interrumpir sus sentimientos. Sin presión. Sin consejos. Solo presencia pura y abierta. Es una fuente de sanación. Nos hace sentir humanos.

Dar espacio es resistir el impulso de «ganar» una discusión con tu pareja. Es usar palabras como «Ayúdame a entender por qué esto te importa tanto». Es sentarte con tu hija cuando llega a casa después de un mal día. No decir nada. Dejar que sus sentimientos se abran. También es ser intencional con tu tiempo. Estar presente cuando todo en ti podría querer arreglar a alguien o ignorarlo discretamente. Les muestras a las personas que no tienen que pagar un precio para merecer atención. Es crear un pequeño espacio de seguridad para otro ser humano. Especialmente cuando lo necesitan de ti.

Saber cuándo lo necesitan es sabiduría. Actuar con base en ese conocimiento es inteligencia. Y a veces eso es todo lo que alguien necesita. A veces, lo único que la gente necesita es que seas quien no se inmuta cuando te muestra su verdadero yo vulnerable. Tú puedes ser esa persona. Yo puedo ser esa persona. Todos podemos ser esa persona. Si elegimos la presencia sobre el desempeño. La conexión sobre la corrección. El amor sobre el control. Así que, cuando no sepas qué decir. Cuando te sientas impotente al ver a alguien sufrir, recuerda esto: No tienes que arreglarlo. No tienes que resolverlo. Solo tienes que quedarte.

Mantener el espacio. Ese es el trabajo. Esa es la verdadera esencia de la inteligencia emocional (no de la inteligencia artificial). Significa estar ahí para un familiar o un amigo que se está desmoronando. Y resistir el impulso de arreglarlo. Simplemente asentir, permanecer en silencio, dejar que sienta lo que tiene derecho a sentir antes de intervenir. Y darle tiempo a un compañero de trabajo para que se desahogue sobre algo que puede parecerte insignificante, pero que claramente no lo es para él. O luchar contra el impulso de comparar cuando tu amigo comparte un dolor con el que no te identificas.

Dale espacio y escucha. No minimices sus sentimientos. No intentes eclipsarlos con una historia propia. Cada vez que decides hacerlo, les estás diciendo que importan más que cualquier consejo que pudieras haberles dado. ¿Ser la persona que dice: “Tómate tu tiempo? ¿No me voy a ninguna parte”? Eso es inteligencia emocional. Y no es solo para ellos. También es para ti. 

Cuando le das espacio a los demás, aprendes a darte espacio a ti mismo. Dejas de huir de tus propios sentimientos. Dejas de tratar las emociones como problemas que resolver y empiezas a verlas como lo que son: información. Energía. Vida. También aprendes humildad. Ves lo poco que controlas cómo se sienten los demás. Y cuánto poder tienes para hacerlos sentir menos solos. Te conviertes en un espejo, reflejándoles su valor.

Mañana, reemplaza un consejo por una pregunta. Cambia "Deberías..." por "¿Qué necesitas ahora mismo?". Cambia "¡Mira el lado positivo!" por "Cuéntamelo". A veces, eso es lo primero que la gente necesita oír. Recordarán cómo los hiciste sentir. La gente olvidará lo que dijiste, pero recordará cómo los hiciste sentir".

La inteligencia emocional es una práctica. Una rebelión diaria contra la negación de lo que la gente está pasando. ¿Y cuando te equivocas? Discúlpate. Inténtalo de nuevo. La práctica es el punto. Todos nos acompañamos mutuamente a casa. A veces, lo más valiente que puedes hacer es caminar más despacio con alguien que tiene dificultades. Mantén la distancia y siempre escucha mejor.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente.

 

La vida no es solo un deber. Es un regalo.

abril 20, 2025


La vida exige persistencia. Incluso con dolor, duda y miedo. Has persistido durante décadas. Sigues aquí. Ese es un logro sobrehumano. A veces, seguir adelante, simplemente seguir adelante, es el logro sobrehumano.

Todos estamos hechos para sobrevivir. Pero una buena vida es más que sobrevivir. Es significado. Es encender tu alma. Es superar la desesperación. Para mí también se trata de curiosidad. Es esperanza más allá de toda duda razonable. Es creer que hay algo por lo que vale la pena vivir.

Las almas más hermosas se alzan después de las tragedias. Siguen adelante. Encuentran nuevas formas de amar, crear y construir. Me mostraron tantas razones para seguir adelante. Es resiliencia. Es fuerza. Es negarse a dejar que el dolor de la vida te afecte. 

El mundo nos quiebra a todos, y después, muchos se fortalecen en esos momentos de ruptura. Vivir no se trata de evitar la ruptura. Se trata de reaccionar, responder o lo que sucede después. Vivir con esta mentalidad te cambia. Dejas de esperar a que todo se alinee para ti. Dejas de esperar a que el dolor termine. O a que los obstáculos se detengan. Aceptas que la lucha es parte del trato. Pero sigues adelante. Sigues buscando. Dejas que la vida te enseñe.

Vivo así porque hay mucho que sentir, ver, saber y experimentar. La vida no es solo un deber. Es un regalo. El dolor puede hacer que la vida se sienta más como una obligación que como un regalo. Pero incluso en el dolor, hay movimiento. Hay una atracción hacia la sanación. La necesidad es elegir crecer a pesar del dolor. 

El absurdo o el caos son parte de ello. También lo es la alegría. No puedo controlar los ciclos, pero puedo elegir permanecer en ellos. Puedo elegir seguir presente. Quienes fluyen como fluye la vida saben que no necesitan otra fuerza. La vida es una serie de cambios naturales y espontáneos. No te resistas a ellos; eso solo crea tristeza.

Intento fluir. Resistirme no me llevará a ninguna parte. No lucharé contra las transformaciones. He aceptado que no tengo por qué tener todas las respuestas. Solo tengo que seguir adelante. Hago lo que debo. No espero las condiciones adecuadas. Un viaje de mil millas comienza con un solo paso, doy ese paso, todos los días. Confío en el proceso. 

Pensamos en la vida como un viaje, una peregrinación, con un propósito serio al final, y la clave era llegar a ese fin, al éxito o lo que fuera, tal vez al cielo después de morir. Pero perdimos el hilo en todo el camino. Era algo musical y se suponía que debías cantar o bailar mientras sonaba la música. 

Vivo porque confío en que ese propósito existe, aunque todavía no lo vea. El progreso no siempre es visible. Cada día, cada esfuerzo, cada fluir sin esfuerzo construye algo, aunque todavía no lo vea. El deber me impulsa hacia adelante.

Espero que, al final, tenga menos remordimientos. Un día, en retrospectiva, los años de lucha te parecerán los más hermosos. Así que estoy invirtiendo en experiencias. No tengo que justificar mi existencia. No necesito demostrar mi valía. Vivir en sí mismo es la clave. La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino solo por la falta de sentido. Por que quien tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo. Me aferro a eso.

El sentido puede no ser un descubrimiento enorme. Mi porqué no tiene por qué cambiar mi trayectoria vital. Puede ser la ilusión de despertar, una persona que amo, una meta para mañana o incluso el acto de dar un buen paseo solo. El deber es el porqué. No me interesa el control ni el dominio. Nunca domino la vida. Pero puedo participar pase lo que pase, en razón de que el universo es cambio; nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen de ella. Vivo para alinearme con ese cambio, para aprender de él. Lo aplico en pequeñas cosas, a diario.

Me despierto y afronto el día, incluso si no me siento preparado. Me cuido, aunque parezca una tarea. Intento disfrutar de la vida una experiencia a la vez. Un amanecer tras otro. El mundo gira sin importar cómo me sienta. El sol sale y se pone. La vida continúa. Mi trabajo es ascender con él. Algunos días, eso es suficiente. Me concentro en lo que hay aquí y ahora. No me apego a lo que podría haber sido ni miro el abismo de frente.

No te quedes mirando la desesperación demasiado tiempo. Básicamente, en el fondo de la vida, que nos seduce a todos, solo hay absurdo y más absurdo. Y quizás eso es lo que nos da la alegría de vivir, porque lo único que puede vencer al absurdo es la lucidez. Todo lo que no sale bien encierra algo valioso: una lección, un cambio mental, una nueva perspectiva. Las ganas de vivir me impulsan a verlo. Es la fuerza para ascender una y otra vez.

Vivo porque debo vivir. No porque la vida siempre sea amable. No porque siempre sea justa. Sino porque es real. Es indiferente a mi dolor. La vida no me debe consuelo. Ni una buena vida. Pero vale la pena experimentarla. Incluso la pérdida abre una puerta. Las heridas no me rompen. Dejan entrar la luz. Mis cicatrices emocionales me hacen más humano. Me hacen más vivo.

Así que vivo porque debo. No por obligación, sino por respeto y aprecio por la vida. Vivo para ver, no solo para existir. Vivo para sentirlo todo. No de forma perfecta. Pero sí plena. Siempre plena. Le he dicho sí a la vida, así que debo vivir. Esa elección lo es todo. Todo es fenomenal; todo es increíble; nunca trates la vida a la ligera.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente
 

Permítanme explicar a qué me refiero. Repensando la Cruz.

abril 19, 2025


El pecado conllevaba una pena. Esa pena era la muerte, aunque nadie podía explicar realmente por qué. Me dijeron que era Jesús, quien estaba en la mira de la ira divina para que yo no tuviera que hacerlo. Su sangre compró mi perdón. Su sufrimiento compró mi paz. Su muerte satisfizo a un Dios que solo podía ser apaciguado mediante la violencia. Jesús tenía que morir. Dios lo exigía.

Lo llamaban "buenas nuevas", pero cuanto más lo pensaba, más lo sentía como una transacción. Una ejecución. Un Dios cuya justicia se parecía mucho a la venganza y cuyo amor debía comprarse con dolor. Me dijeron que la cruz era hermosa. Pero cuando la imaginé, vi agonía. Vi a un Padre que apartaba la mirada. Vi clavos, espinas y sangre, y se suponía que debía estar agradecido porque no era yo quien estaba allí arriba.

El mensaje subyacente era claro: el amor no podía venir libremente. Alguien tenía que sangrar primero. De adolescente, carecía del vocabulario teológico necesario para criticar nada de esto. Solo sabía lo que me hacía sentir: como si en el fondo fuera indigno, como si el afecto de Dios tuviera que ganarse, y como si Jesús fuera lo único que se interponía entre mí y la ira que merecía. Me decían que esto era gracia. Pero no lo sentía como gracia. Lo sentía como culpa.

Y en lo profundo de mi espíritu, una pregunta empezó a formarse —silenciosa, temerosa, pero persistente—: ¿qué clase de Dios necesita sangre para perdonar? ¿Y si la cruz no fuera un pago, sino una protesta? ¿Por qué un Padre amoroso exigiría la muerte de su propio Hijo? ¿Por qué Dios no podía simplemente… perdonar?

Me habían enseñado que la cruz era el punto de encuentro entre la justicia y la misericordia de Dios. Pero en la práctica, sentía como si la misericordia se estrangulara para dar paso a la justicia. Jesús no estaba sanando la herida entre Dios y la humanidad; estaba frente a la bala. El mensaje era claro: sin sangre, no hay perdón. Sin muerte, no hay gracia. 

Pero piensa en eso por un momento. Si tu hijo lastima a alguien, ¿exiges que sangre antes de perdonarlo? Si alguien a quien amas te traiciona, ¿necesitas castigar a alguien más antes de poder seguir adelante? Claro que no. Y, sin embargo, ese es el Dios que a muchos nos fue dado: uno tan santo, tan ofendido, tan apegado a la justicia que la única manera de lidiar con el pecado humano era la violencia. 

No importaba cuánto nos amara Dios. El pecado exigía un pago. Y Dios, nos dijeron, era quien tenía la factura. Pero ¿y si la cruz no se trata de eso? ¿Y si Jesús no murió para satisfacer la ira divina, sino para subvertirla? ¿Y si la cruz no es donde Dios cobra, sino donde Dios revela la bancarrota de todo el sistema de "alguien debe pagar"?

Permítanme explicar a qué me refiero. Repensando la Cruz

Si creciste en la iglesia, probablemente hayas escuchado la frase "Jesús murió por tus pecados" tantas veces que ya casi no te suena. Está presente en las canciones, sermones y llamados al altar. Pero ¿te has parado a preguntarte alguna vez: ¿Cómo, exactamente, la muerte de Jesús afecta nuestro pecado? ¿Y por qué tuvo que suceder así?

La respuesta tradicional es esta: el pecado ofende la santidad de Dios, y como Dios es justo, no puede simplemente pasarlo por alto. Hay que pagar un precio. Hay que dar un castigo. Pero en lugar de castigarnos, Dios castiga a Jesús. Jesús absorbe la ira que merecíamos para que podamos ser declarados inocentes. Suena ordenado. Limpio. Incluso lógico. Pero no es el evangelio que Jesús predicó.

Jesús nunca dijo: "He venido a morir en tu lugar para satisfacer la ira de Dios". Dijo: "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia". No anduvo por Palestina predicando la expiación sustitutiva. Predicó la cercanía del Reino de Dios. Perdonó pecados libremente, mucho antes de que se derramara sangre. Tocó a los impuros, sanó a los quebrantados y desafió al sistema religioso, no porque la santidad de Dios exigiera distancia, sino porque el amor exigía presencia. Ese es un cambio clave.

La idea de que Dios requiere sangre para perdonar no proviene de las palabras de Jesús, sino de cierta interpretación de Pablo, entrelazada con siglos de teología occidental moldeada más por metáforas judiciales que por la vida misma de Cristo.

Y si la analizamos históricamente, descubriremos que la sustitución penal —esta idea de que Jesús debía ser castigado en nuestro lugar— es una teoría relativamente reciente. Fue sistematizada por teólogos como Anselmo en el siglo XI y refinada por Calvino durante la Reforma. No existía en los primeros siglos del cristianismo. Los primeros padres de la iglesia tenían muchas interpretaciones de la cruz, pero ninguna de ellas involucraba a un Dios que no pudiera perdonar sin violencia.

De hecho, para los primeros cristianos, la cruz no se trataba de ira, sino de victoria. De Dios entrando en la muerte y deshaciéndola desde dentro. De Jesús absorbiendo el odio humano y respondiendo con amor divino. De los poderes del pecado y del imperio haciendo lo peor que podían… y aun así perdiendo. Así que, cuando decimos que Jesús murió «por nuestros pecados», quizá debamos repensar lo que eso significa.

Quizás Jesús murió por nuestro pecado: por el orgullo, el miedo y la violencia que ejercemos cuando no sabemos amar. Quizás lo mató un sistema adicto al castigo y al control. Y quizás, al negarse a vengarse, al soportarlo todo y aun así optar por el perdón, Jesús expuso todo el sistema por lo que es y lo vació de su poder.

Eso no es un pago. Es una protesta. Es Dios diciendo, de una vez por todas: «Así no es cómo funciona el amor». El costo de un evangelio transaccional Durante mucho tiempo, no lo cuestioné. El evangelio que recibí —Jesús ocupándose de mí para soportar la ira que merecía— era el único marco que tenía. Lo acepté. Intenté que funcionara. Pero con el tiempo, algo dentro de mí comenzó a desgastarse. No me sentía amado. Me sentía en deuda. No me sentía libre. Sentía miedo. Y cuando llegó el dolor —el verdadero dolor—, me pregunté qué había hecho mal. Si Jesús murió para llevar mi castigo, ¿por qué seguía sintiéndome castigado?

Quizás no todos los que se aferran a esa versión del evangelio lo experimentan así. Conozco a muchas personas que encuentran un profundo consuelo en la idea de que Jesús tomó su lugar. Pero a mí me generó una profunda ansiedad tácita: que el amor de Dios era real, pero frágil. Que dependía de una transacción. Que tenía límites.

Cuando finalmente me di permiso para reexaminar la cruz —no para rechazarla, sino para entenderla de otra manera—, empecé a ver algo completamente distinto. ¿Y si Jesús no murió porque Dios exigiera sangre? ¿Y si Jesús murió porque el amor, cuando se manifiesta en un mundo construido sobre el poder, la política y el miedo, siempre es crucificado?

Ya no creo que Jesús murió para cambiar la opinión de Dios sobre nosotros. Creo que vino a mostrarnos cómo es Dios realmente. Ya no creo que la cruz se tratara de satisfacer la ira divina. Creo que se trataba de revelar hasta dónde Dios estaba dispuesto a llegar para amarnos, incluso cuando respondimos con rechazo, violencia y muerte.

Ya no creo que Jesús fue castigado por Dios. Fue ejecutado por sistemas humanos de miedo, poder y religión, sistemas en los que aún participamos. E incluso mientras moría, nos perdonó. Ya no creo que la cruz fuera una transacción. Fue una confrontación que expuso el mito de que el pecado se puede tratar con violencia. 

Reveló que Dios no nos juzga, sino que se arrodilla a nuestro lado en misericordia. Y ya no creo que Dios necesitara sangre para perdonarnos. Creo que Dios ya lo había hecho. Eso no le quita sentido a la cruz, sino que la hace aún más profunda. Porque Jesús no vino a apaciguar a un Dios vengativo. Vino a encarnar a un Dios reconciliador. Este es el evangelio que ahora sostengo: que el amor no exige pago, que la gracia no tiene condiciones y que Dios siempre se ha parecido a Jesús.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Te deseo tanta salud, como gotas tiene la lluvia.
 

Nada que valga la pena es siempre fácil.

abril 19, 2025

En algún momento de nuestra vida a todos nos pasa que el primer y peor lugar en el que perdemos nuestra base es en nuestras propias cabezas. Si creemos que es permanente una situación, entonces es permanente. Si pensamos que estamos roto, entonces estamos roto. Si pensamos que hemos alcanzado nuestros límites, entonces hemos llegado al límite. Si creemos que nunca vamos a sanar y crecer, entonces no lo haremos. Tenemos que cambiar de opinión. Necesitamos ver todo lo que nos está reteniendo, y dar a cada obstáculo, y a cada limitación como sólo temporal.

De mi experiencia propia. Siempre es posible seguir adelante, no importa lo imposible que parezca. Con el tiempo, el dolor (las lecciones) no puede desaparecer por completo, pero después de un tiempo no es tan abrumador. Así que hay que respirar ... Vas a estar bien. Recuerda que has estado en este lugar antes. Has estado tan incómoda/o, inquieta/o y asustada/o, y has sobrevivido. Tome otra respiración y sé que tú puedes sobrevivir esta vez también. Estos sentimientos no pueden romperte. Son dolorosas y agotadoras, pero puedes sentarte con ellas y con el tiempo, pasarán. Tal vez no de inmediato, pero pronto se van a desvanecer, y cuando lo haga, mirarás hacia atrás en ese momento te reirás por haber dudado de tu resistencia.

Por lo tanto, te comparto algunos puntos que a mí me han ayudado a lidiar en el corto plazo, y volver a la realidad a largo plazo:

1. Renunciar a pensar que todo el mundo lo tiene mucho más fácil que usted. -
Cuando los tiempos se pongan realmente difíciles, recuerda esta sencilla verdad: Nada que valga la pena es siempre fácil. Y cuando tu estás luchando con algo que es importante para ti, y sientes que tu vida no es justa, mira a todas las personas a tu alrededor y date cuenta de que cada persona que ves está luchando con algo, y para ellos, es sólo Tan duro como lo que estás pasando.

2. Deja de ser atrapada en la negatividad que te rodea. -
Ser positiva en tiempos negativos no es sólo un optimismo tonto. Se basa en el hecho de que la historia humana es una historia no sólo de tragedia, sino también de éxito, sacrificio, valor, bondad y crecimiento. Lo que decidimos enfatizar en esta compleja historia determinará qué tan bien vivimos. Si buscamos sólo lo peor, destruye nuestra capacidad para hacer nuestro mejor trabajo. Si recordamos esos tiempos y lugares -y hay muchos- en los que la gente se ha comportado magníficamente, y las cosas han salido bien, esto nos da la energía para actuar, y al menos la posibilidad de enviar a este mundo giratorio en una dirección diferente. Y si actuamos, por pequeña que sea, no tenemos que sentarnos a esperar un futuro grandioso y perfecto. El futuro es una sucesión infinita de regalos, y vivir en este momento como creemos que debemos vivir, desafiando toda la negatividad que nos rodea, es en sí mismo una victoria asombrosa. 

3. Renunciar a querer estar donde están los demás en la vida. -
Deja de comparar dónde estás con el resto del mundo. No te mueve más adelante, o mejora tu situación, o te ayuda a encontrar la felicidad. Simplemente alimenta sentimientos de inadecuación y vergüenza, y en última instancia, te mantiene atascado. La verdad es que no hay un camino correcto en la vida. Un camino que es correcto para otra persona no necesariamente será un camino que sea adecuado para ti. Y eso está bien. Su viaje no es correcto o incorrecto, o bueno o malo - es simplemente diferente. Tu vida no pretende ser exactamente igual a la de cualquier otra persona porque no eres exactamente como cualquier otra persona. Eres una persona propia con un conjunto único de metas, obstáculos, sueños y necesidades. 

Así que deja de comparar y empezar a vivir. Es posible que no siempre terminen donde tu tienes la intención de ir, pero finalmente llegará exactamente donde necesitas estar. Confíe en que tú estás en el lugar correcto en el momento adecuado, ahora mismo. Y confía en ti mismo para sacar lo mejor de él. 

Y por supuesto, tú no estás sola o solo. Muchos de nosotros estamos ahí contigo, trabajando duro para sentirnos mejor, pensar más claramente y recuperar nuestras vidas.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Te deseo tanta salud, como gotas tiene la lluvia.
 

Debemos mantener la cordura.

abril 17, 2025


Esta es la cita más relevante para estos tiempos locos. La única verdad que todos necesitan escuchar ahora mismo. "Estos son tiempos locos" es quedarse corto. La incertidumbre ha llegado a su punto máximo. Pero podría empeorar. La buena noticia es que no es una tragedia. Las cosas salen mejor para quienes aprovechan al máximo las circunstancias. 

Aprovecha al máximo lo que tienes. Y en un mundo donde las cosas se descontrolan, esa mentalidad es más que relevante: es supervivencia. Tu trabajo en la vida no es controlarlo todo. Tu trabajo es estar presente, una y otra vez, y sacar lo mejor de lo que suceda, no de lo que desearías que sucediera. Y cuando lo haces, por extraño que parezca, las cosas salen mejor. Quizás no como imaginabas, pero de una manera inesperada, más profunda y, a veces, mejor.

El mundo parece arder. Todos están indignados. La gente está enojada. Frustrada. Tienen derecho a estarlo. Seguramente esto no puede ser la nueva normalidad. Pero está sucediendo.Muy rápido.

Los mejores sobrevivientes no son aquellos con circunstancias perfectas, sino aquellos que hacen un uso perfecto de las circunstancias imperfectas. La cordura no es la ausencia de locura a tu alrededor. Es la presencia de claridad dentro de ti. Mantén la tuya. Las personas que amas la necesitan.

Sinceramente, lo más difícil del mundo ahora mismo es no perder la cabeza. No dejar que el caos se apodere de tu espíritu. Sacar lo mejor de cómo resultan las cosas no significa que no puedas sentirte decepcionado. Claro que sí. Significa plantarse en ello, sea lo que sea, y decir: «No he terminado. Sigo aquí». «Debo mantener la cordura».

A veces pierdo la esperanza. Pero finalmente, me levanto y reflexiono: «¿Qué puedo aprender de esto? ¿Qué puedo construir aún con lo que tengo? A veces, seguir adelante, simplemente seguir adelante, es el logro sobrehumano.

Puedes mantener la cordura. Todo puede surgir de la decisión de aprovechar al máximo cómo resultan las cosas. Empieza por reenfocarte en tu círculo de control. No puedes controlarlo todo. Ni la economía. Ni a los demás. Pero puedes crear algo con lo que te queda. Ese es el músculo que desarrollas cuando te tomas en serio la cita de que las únicas personas que hacen que la vida funcione ahora mismo son quienes la desean tanto que hacen lo que pueden mientras las condiciones siguen siendo desfavorables.

Todo, en todas partes, es malo. Pero aún puedes resolver las cosas. Ese es el mensaje.

Cuando ya no podemos cambiar una situación, nos vemos obligados a cambiarnos a nosotros mismos. A adaptarnos. O a cambiar nuestra mentalidad.

Puede que no pueda elegir las cartas, pero sí puedo elegir cómo jugarlas. Esa mentalidad lo es todo. Es lo que me impide quedarme atrapado en el resentimiento. Es lo que me convierte en alguien que se doblega sin romperse. Las personas cercanas a ti necesitan más de eso. Porque lo que estamos viviendo no va a parar pronto.

Pero si logras encontrar tu equilibrio ahora, si logras ser uno de los pocos que mantienen la calma cuando otros la pierden, ganas la batalla de la vida. Y eso importa. Más de lo que crees.

La pandemia lo cambió todo. Se llevó la vida de muchas personas. Y expuso las grietas en todo: la atención médica, la política, la salud mental. Pero también nos enseñó lo que realmente importa. ¿Quién importa? Algunas personas reconectaron con sus familias. Otras empezaron a bajar el ritmo. Y se dieron cuenta de que el ajetreo no siempre es el objetivo. De nuevo: no elegimos cómo resultó. Pero elegimos cómo responder.

Ese es el objetivo de este escrito.

Todo a nuestro alrededor se siente incierto, al revés y, a veces, incluso absurdo. Pero la verdad es simple: "Las cosas salen mejor para quienes aprovechan al máximo el resultado". No porque la vida sea justa. Sino porque eres resiliente.

Elige cómo te presentas. No solo una vez. Todos los días. Para ti y para tus seres queridos. Todo es una locura ahora mismo. Y muy incierto. Si no tienes cuidado, la locura te afectará. Empiezas a reaccionar. Pierdes de vista lo que valoras. Pero no tienes que perder la decencia, la claridad ni la fe. Los momentos difíciles son raras oportunidades para practicar la virtud. No esperes a que las cosas se calmen. Evoluciona. Aprovecha al máximo lo que sucede, no porque sea fácil. Pero porque así es como te mantienes humano.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
A todo lo que te reste paz súmale distancia.
 

Honrar el presente.

abril 17, 2025


Las repercusiones son demasiado buenas como para ignorarlas. La mayoría de las personas se pierden la vida mientras la viven. Escuchan a su pareja o colega mientras planean su respuesta. Y alternan mentalmente entre dos líneas de tiempo: el pasado y el futuro.

 Honremos el momento presente, que fluya con alegría. No solo notarlo, sino honrarlo como una experiencia sagrada. En cuanto honras el momento presente, toda la infelicidad y la lucha se disuelven, y la vida comienza a fluir con alegría y tranquilidad. Cuando actúas con consciencia del momento presente, todo lo que haces se impregna de una sensación de calidad, cuidado y amor, incluso la acción más simple. Bebe tu té lenta y reverentemente, como si fuera el eje sobre el que gira la Tierra: lenta y uniformemente, sin apresurarte hacia el futuro.

Honrar el presente ha sido un proceso continuo para mí. A veces me entretengo con mis pensamientos. E incluso intento controlar cosas que claramente no me corresponden. El pasado y el futuro. Practicar la presencia consciente se trata de regresar. Una y otra vez. Cada vez que tu mente se desvíe hacia el pasado o se desvíe hacia el futuro, simplemente retírala suavemente. Sin juzgar. Sin vergüenza.

Simplemente, oh, claro, estoy aquí. Puedes aplicarlo en cualquier lugar. Lavando tu cara. Cepillarte los dientes. Hablar con tu pareja. Responder correos. En cuanto dejas de resistirte a lo que es, liberas energía mental. Dejas de perder la paz. Dejas de vivir como si la vida siempre fuera más tarde. Porque no es así. Es ahora. Siempre es ahora.

Cada vez que regreso lenta y conscientemente al ahora, me siento yo mismo de nuevo. No la versión estresada y dispersa de mí mismo, sino la "consciente". La que sabe que estar aquí es la forma de experimentar la vida.

En el momento en que actúas desde la presencia, cuando pones toda tu atención en lo que haces, todo cambia. Incluso las cosas más sencillas se sienten sagradas. Hay una especie de amor silencioso en hacer algo con todo el corazón, por pequeño que sea. Hacer la cama. Responder a alguien con plena atención.

Siempre que interactúes con la gente, no estés allí principalmente como una función o un rol, sino como el campo de la Presencia consciente. Solo puedes perder algo que tienes, pero no puedes perder algo que eres. La consciencia es quién eres. Pero la vida se interpone. El ajetreo y las distracciones eclipsan tu yo interior. Reflexionar sobre ti mismo significa que la vida se vuelve más clara. Empiezas a responder a la vida. Tomas mejores decisiones. Escuchas mejor tu intuición. Sientes menos que estás persiguiendo tu vida y más que la estás viviendo.

Honra el momento presente me funciona. Porque es el único lugar donde la vida sucede. Con el tiempo, se vuelve sin esfuerzo. Lo practicas inconscientemente. Y lo curioso es que logras más. No arrastras tu equipaje mental en cada tarea o experiencia. Simplemente vives lo que debes, tu vida, haciendo las cosas, una a la vez, completamente presente. No tienes prisa ni estás medio presente.

Eso es lo que quiero traer a mi vida. No solo cuando hago algo "grande" o "significativo", sino todo el tiempo. Pero la presencia consciente no significa que todos los momentos del día sean tranquilos. A veces es incómoda. Pero cuando perseveras sin desconectarte, algo honesto sucede. Te enfrentas a lo real. Y ese es el lugar de la claridad. Ahí es donde comienza la transformación. Cuanto más practico esto, más confío en el fluir de la vida. Incluso cuando las cosas no salen como quiero. Especialmente entonces. Porque cuando estoy presente, ya no me resisto a lo que sucede; respondo a ello. Y fluyo con ello.

La presencia es el mayor regalo que podemos darnos a nosotros mismos y a los demás. Entrégate por completo a la actividad en cuestión. Todo lo demás fluye de la presencia. El presente no es un refugio de la vida; es el único lugar donde la vida realmente existe. Si lo extrañas, lo pierdes todo. La presencia consciente es el espacio "real" para vivir. No para solucionarlo todo. No para fingir que tus problemas no existen. No para juzgarlos. Sino para afrontarlos. Totalmente. Ahora mismo. Ahí reside tu poder. Ahí reside tu paz. Justo aquí, no en tu próxima gran meta, ni en tu plan quinquenal, ni en tu rutina matutina perfectamente planificada. Solo… la experiencia en tiempo real.

Así es como dejas de vivir como si la vida siempre estuviera cinco pasos por delante. Si estás cansado de estar siempre "conectado" o de pasar demasiado tiempo en tu cabeza, vuelve a esto: Honra el momento presente. Sumérgete en él. Deja que sea el espacio para vivir. Y observa cómo cambia cuando lo haces. Deja de intentar adelantar las cosas difíciles y simplemente vive con ellas. Así es como dejas de vivir en resistencia. Y vuelves al tiempo real.

Las repercusiones de la presencia son demasiado buenas como para ignorarlas. Te presentas mejor, para ti mismo y para los demás. La gente siente cuando estás realmente con ellos, no solo a medias con la mente en otra parte. Te dejas atrapar por dramas que no importan. Te sientes más en paz. Incluso cuando el mañana es incierto.

¿Conclusión clave?

La presencia no es un truco para la vida. Es el ancla de la vida. Es una de las cosas más poderosas que he practicado. Cuando la vida te resulta abrumadora —cuando tus pensamientos no se detienen, o te agobia la decisión, o simplemente estás… cansado— la presencia te ofrece una salida. No escapando, sino regresando. Requiere mucha práctica. Pero vale la pena.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Te deseo tanta salud, como gotas tiene la lluvia.
 

El miedo a la vejez nos hace envejecer más aprisa.

abril 17, 2025
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Cuando envejecemos, los últimos en darnos cuenta somos nosotros, porque todo el entorno se ocupa de que lo recordemos.

Además, cada año que se suma a nuestra biografía nos deprime porque estamos demasiado seguros que vamos a envejecer, que nos van a doler las articulaciones, que nos vamos a enfermar y que algún día luciremos decrépitos. Sin embargo, hay gente que tiene mucha edad y nunca llega a ser viejo.

Todos vemos a diario personas envejecidas y al mismo tiempo muy deterioradas, pero muchas veces la edad no coincide con su estado, resultando ser más jóvenes de lo que hubiéramos podido imaginar. Puede haber viejos de cuarenta años y jóvenes de ochenta.

Creencias, pensamientos y emociones crean las reacciones químicas que sostienen la vida en cada célula. El nuevo paradigma sostiene que una célula envejecida la ha producido nuestra conciencia que ha perdido la memoria de cómo mantenerse nueva. La bioquímica del cuerpo es un producto de la conciencia y si cambiamos de percepción, cambia también la experiencia del propio cuerpo y del mundo, porque la percepción se aprende y crea nuestra idea de la realidad, que es ilusoria.

El espíritu es inmune a toda forma de cambio y el tiempo no existe como absoluto, sólo existe para nosotros y aunque las cosas parezcan reales, no hay pruebas de la existencia de esa realidad objetiva, sin el observador.

La prueba que existe es que no hay dos personas que compartan exactamente el mismo universo y que cada visión del mundo crea su propio mundo. No existe color en el mundo natural, ni sonido, ni texturas, ni diseños, ni belleza ni aromas, es decir que ninguno de los hechos en que basamos nuestra realidad es válido. O sea, que podríamos cambiar nuestro mundo, incluido el cuerpo, simplemente cambiando de percepción. 

Todos estos supuestos se basan en los descubrimientos de la física cuántica. Este nuevo paradigma fue iniciado por Einstein y otros físicos famosos, quienes llegaron a comprender que el modo aceptado de ver el mundo físico era falso y que el tiempo y el espacio también son producto de nuestros cinco sentidos que experimentan los hechos en orden de secuencia.

El antiguo modelo del espacio tiempo fue reemplazado por un campo cuántico de transformación constante que no está separado de nosotros, sino que forma parte de nosotros; y cada célula es una terminal en miniatura conectada al orden cósmico.

Los seres humanos tenemos el poder de modificar nuestras funciones corporales. En vez de dejar que se realicen en forma involuntaria, como el latir del corazón, el respirar, la digestión y la regulación de hormonas, se pueden hacer conscientes y cambiar nuestra forma de envejecer. La vida de nuestro organismo es más que un proceso de combustión lenta, es un acto inteligente y la mente y el cuerpo es una unidad. El gran enemigo de la renovación es el hábito y para tener un cuerpo renovado hay que estar dispuesto a tener percepciones nuevas que den origen a soluciones nuevas.

El miedo a la vejez nos hace envejecer más aprisa, aceptarla con gracia, en cambio, nos aleja de muchas miserias, tanto físicas como mentales. El miedo surge de la idea de ser seres separados creando conflictos entre un afuera y un adentro que no existen. La experiencia de unidad se puede lograr con la meditación. Si queremos derrotar al envejecimiento tenemos que derrotar a la entropía. La entropía es la tendencia universal del orden a descomponerse en desorden y cuando la entropía se impone la inteligencia del orden disminuye.

Sin la destrucción la vida no podría existir, porque es parte del proceso de la vida. Sin embargo, toda célula puede seguir viviendo porque en ella coexisten las dos fuerzas y cada célula sabe cómo derrotar a la entropía. Una de las maneras más simples de evitar la entropía es darle al cuerpo algo que hacer. Pero como en todos los aspectos de la vida, la verdadera clave es el equilibrio entre el descanso y la actividad, la alegría, el buen humor, el arte de la moderación y la constancia de la regularidad.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
Solo se vive una vez, pero si se hace bien, una vez es suficiente.

 

¿Te parece complicado? En verdad no lo es.

abril 17, 2025

Es una verdad inequívoca de que: El modo como nos trata el mundo es un reflejo de cómo nos tratamos.Por eso es muy importante a aprender a querernos que se resume en aprender a aceptarnos y a amarnos tal y como somos, sin cargarle a nadie más la responsabilidad. Sólo podemos dar cuando nos damos a nosotras mismas ...y podemos amar cuando nos amamos. ¿Te parece complicado? En verdad no lo es.

La realidad es que nadie puede dar lo que no tiene. Amor, por ejemplo. Pongamos por caso a una mamá que siempre dice quitarse “el pan de la boca” para dárselo a sus hijos. Ella diría que lo hace por amor. Pero ¿por qué tanta violencia contra sí misma? ¿Qué no sería mejor idear alguna forma para que tanto ella como sus hijos comieran bien y sanamente? ¿Sus hijos la querrán más si ella se la pasa diciendo que no hizo nada por sí misma pues “toda su vida” la pasó pendiente del menor suspiro de sus hijos? ¿Qué lección estarán aprendiendo ellos de una mamá que no se ama lo suficiente como para hacerse una vida propia?

Hacer conciencia de situaciones así es el primer paso hacia el aprendizaje de un nuevo modo de amar y mostrar el afecto.

En las mujeres es común que se preocupen por el marido, por los hijos, por el trabajo y al final, en un lugar recóndito esconden sus necesidades porque sienten que se deben a los demás antes que a vosotras mismas, confundiendo esto último con egoísmo.

Las mujeres, al ser el centro y eje de la familia, tienen más responsabilidad de hacerse cargo de vosotras mismas y de aprender a quererse, pues de sus decisiones depende en mucho el futuro de sus parejas, empresas, hijos y subordinados. Pero desde luego que ellos podrían vivir perfectamente sin vosotras, admítanlo.

Imagina que, por cualquier razón, tú ya no estás con ellos. ¿No sería estupendo que lo que aprendieron de ti les permitiera vivir a plenitud, en lugar de llorar eternamente tu ausencia? ¿No sería mejor que tú pudieras vivir también a plenitud incluso sin ellos?

Analicemos cómo aprendimos a querernos. Cada una de nosotros somos reflejo de nuestra propia historia, que se nutrió en su mayoría de creencias limitantes, frases suicidas y tal vez hasta de falta de afecto.

De los 3 a los 7 años se conforma la autoestima de una persona y el lugar desde donde se va a proyectar y le dirá al mundo quién es, o quién cree que es. Yo creo que un niño antes de aprender a decir “papá” y “mamá”, aprende a decir “no”. Un “no” que a la larga se traduce en: no sirvo, no valgo y no merezco.

¿ Cuántas de nosotros crecimos con etiquetas como las siguientes?
• Sólo dices tonterías
• Eres un flojo/a
• Eres un irresponsable
• Aprende de tu hermano
• Eres un inútil
• Mujer tenías que ser
  etc..

Sin duda estas etiquetas hirieron nuestra identidad y nos volvieron inseguros en algunos aspectos de nuestra vida. Desafortunadamente, las consecuencias nefastas de estas etiquetas van más allá de una infancia lastimada y en ocasiones llegan a afectar en aspectos tales como la elección equivocada de pareja debido a la obsesión de buscar agradar a mamá o a papá a través de un compañero o compañera inadecuado; repetimos inconscientemente este patrón de conducta en nuestros niños.

Un primer acercamiento para comenzar un diagnóstico de cómo está nuestra autoestima sería escribir en un recuadro con tres columnas lo siguiente:
Yo soy
Yo creo que soy
Me han dicho que soy

Este recuadro nos va a ayudar mucho a identificar lo que nos corresponde, y a tirar creencias inadecuadas y máscaras impuestas por los demás.

Algo que resulta crucial para aumentar nuestra autoestima es aprender a estar en contacto con nuestro niño interior como si nos uniéramos a nuestra propia semilla, sanando sus heridas y cuidando siempre de ella con cariño y atención.

El niño o la niña que existe dentro de nosotros puede darnos la alegría de vivir, el empuje y las ganas para salir adelante si la tenemos presente, por ejemplo, colocando su foto en nuestro tocador. Hay quien incluso duerme con un peluche, para estar en contacto consigo diariamente.

Otro ejercicio muy útil para reprogramar nuestra autoestima consiste en identificar cómo nos suena nuestro nombre (nos guste o no) y darle una calificación.

1. Repasa tu nombre en voz alta varias veces. Anota tus sensaciones y dale una calificación de cero a diez.
2. Cierra los ojos y permite que aparezca una imagen con el sonido de tu nombre. Fíjate muy bien en la claridad u oscuridad de la imagen, si ésta tiene movimiento, colores o no, en qué parte de tu cuerpo la sientes, qué sonidos y volumen la acompañan.
3. Muévete, sacude tu cuerpo y regresa al lugar original desde donde comenzaste a hacer el ejercicio.
4. Evoca el momento más feliz de tu vida como si lo vieras, lo oyeras o sintieras aquí y ahora. Comienza a escuchar tu nombre a lo lejos como un canto celestial, con la música que más disfrutas y te hace sentir a gusto y en paz contigo misma.
5. Regresa a la imagen y al sonido original de tu nombre, pero ahora dale movimiento, color, brillo, intensidad, volumen, música. Haz que esa sensación de calorcito invada todo tu cuerpo y disfruta con todos tus sentidos esa sensación. Vuelve a dar un valor a tu nombre, del cero al diez. Date cuenta que hoy, aquí y ahora ya te quieres más y cada vez más.

Independientemente de tu historia personal y de las etiquetas que creas tener, recuerda que aquí y ahora puedes perdonar, reprogramarte y sanar a conciencia, con disciplina y en un camino hacia el crecimiento personal, que merece tanta o más atención que cualquier otro aspecto de tu vida. Porque aprender a quererte es el primer paso para aprender a querer a los demás en serio y ser feliz.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
 

Eso es lo que hace una buena vida. No cero errores. Solo corrección constante.

abril 14, 2025

Lo que me funcionó el año pasado podría no funcionar este año. Así que mantengo una regla de vida simple: toda la vida es corregir errores, seguir descubriendo cosas. Es lo que más me ha transformado la vida. La vida como corrección de errores es especialmente importante para quienes siguen aprendiendo a vivir. Intentas algo, fracasa, lo modificas y lo vuelves a intentar.

Mi lema es: Mientras vivas, sigue aprendiendo a vivir. Ese es el juego. No "tenerlo todo resuelto". Simplemente sigue aprendiendo a vivir. Lo uso como un mantra. La vida es un ciclo de retroalimentación.

Intentas algo. No funciona. Te adaptas. No son fracasos. Solo lecciones aprendidas. ¿Te comunicas mal? La próxima vez, habla más despacio y haz mejores preguntas. ¿Te agotas? Bien, acabas de aprender que tu cuerpo lleva la cuenta. Descansar es ahora una prioridad. Podemos retomar la misma lección con nuevos ojos.

Cada trimestre, hago un inventario de mis hábitos, principios y reglas de vida. Y descubro qué ya no funciona, lo ajusto y pruebo algo nuevo. A veces considero mi semana entera como un experimento. Al final, me pregunto: ¿Qué funcionó? ¿Qué no? ¿Qué pequeño cambio puedo hacer la próxima vez? Eso es todo. Ese es el hábito. ¿Pero no es agotador? Si interfiere en la vida, puede ser abrumador. No permito que se convierta en una obsesión. Ni en una obligación. Si reaprender, ajustar y mejorar deja de ser divertido, me concentro en encontrar la diversión de nuevo.

Para que la corrección de errores funcione, me concentro en pequeños ajustes. Uno a la vez. Todos estamos cambiando. Todos, consciente o inconscientemente, estamos refinando. Probando. Fallando. Editando. Reescribiendo el manual sobre la marcha. Pero para la mayoría de las personas, sucede en piloto automático. Porque no pueden lograr que un cambio intencional y deliberado funcione. Se resisten.

Para mí, crecer significa dejar ir la versión de mí que ya no me sirve. O sacar lo mejor de mí. Incluso las buenas. Sobre todo, las buenas. Lo que como, con quién paso el tiempo, lo que creo sobre mí: todo necesita una revisión regular. No porque las cosas se rompan. Sino porque estoy vivo.

Me gusta caminar por la vida como si tuviera algo nuevo que aprender, y lo aprenderé. La única manera de que eso funcione es mantenerme en movimiento. Y prestar atención. A veces, corregir errores significa ajustar mi rutina. A veces, alejarme de algo que me agota. A veces, sentarme en silencio y darme cuenta de que he superado esta versión de mí.

Y eso es una victoria. Siempre creí que una vida de calidad, disfrutar y el conocimiento son mi derecho de nacimiento. Nunca sospeché que tendría que aprender a vivir las formas de ver el mundo que debía dominar antes de poder despertar a una vida simple, feliz y sin complicaciones.

La vida es una espiral. Volverás a viejas lecciones, pero las verás con nuevos ojos. Ese es el proceso. Aprende, adáptate, repite. Si estás en una época rara, bien. Estás en el juego. Te estás adaptando. Estás aprendiendo a vivir. Y eso es todo lo que cualquiera de nosotros puede hacer.

Así que sigo experimentando. Es un proceso de prueba y error. Pero hago más de lo que funciona. No te quedas en una sola dirección para siempre; sigues ajustando. Porque cuando ves la vida principalmente como corrección de errores, dejas de esperar resultados perfectos. Dejas de pensar que hay una fórmula mágica. Dejas de castigarte cuando las cosas cambian. Aprendes a inclinarte. Sigue ajustando lo que no funciona hasta que algo vuelve a funcionar. Aplica la "corrección de errores" en casi todas las áreas de la vida.

En el trabajo, lo que antes te entusiasmaba puede empezar a resultar agotador. No significa que seas perezoso o estés perdido, sino que tus prioridades están cambiando. Estás en un nuevo capítulo. Entonces, ¿qué haces? Corriges el rumbo. Exploras. Pruebas pequeños cambios hasta que algo vuelve a sentirse bien. Así es la corrección de errores en la vida real. Pequeños cambios honestos. Y sí, a veces es incómodo. Pero siempre recuerdo esto: la claridad sigue a la confusión. No siempre se obtiene la respuesta primero. A veces das un paso y la respuesta aparece después. Ese es el trabajo.

No saber, luego saber un poco. Sentirse perdido, luego encontrar el equilibrio. No estamos hechos para permanecer iguales. Estamos hechos para seguir aprendiendo, adaptándonos, transformándonos. 

Corregir errores es mantenerse atento a lo que tienes delante. ¿Qué es lo único que no funciona en tu vida? Quizás sea un hábito, un trabajo, una mentalidad. No le des demasiadas vueltas; solo prueba un pequeño cambio. Observa qué pasa. Puede que te estrelles, pero aprenderás. Y ese es el punto. No tienes que reinventarte cada vez que algo sale mal. Solo tienes que seguir presentándote con un poco más de claridad. Eso es lo que hace una buena vida. No cero errores. Solo corrección constante.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
A todo lo que te reste paz súmale distancia.
 

Deja de preocuparte por lo que piensen los demás de ti.

abril 9, 2025


Con los años y las experiencias que nos provee la vida, he aprendido a dejar de esforzarme por complacer a los demás. No vale la pena. No es una buena manera de vivir. Y he dejado de preocuparme por lo que piensen. Porque no puedo cambiar la opinión de nadie. Solo puedo obligarlos a pensar. No todos estarán en paz conmigo. Y eso es bueno. Lo aprendí tarde en la vida. Pero más vale tarde que nunca.

Con los años llegas a comprender que la mayoría de las personas no están ni a tu favor ni en tu contra, solo piensan en sí mismas. Aprendes que, por mucho que intentes complacer, algunas personas en este mundo no te van a querer, una lección que al principio es inquietante y luego realmente relajante.

La mayoría de las personas que conozco o con las que me cruzo no están a mi favor ni en mi contra. No planean mi éxito ni mi caída. No se quedan sentados analizando mis decisiones ni juzgando cada uno de mis movimientos. Solo piensan en sí mismas. Pero lo olvidamos. Y nos estresamos por los pequeños detalles. Si alguien no te responde, no te preguntes qué hiciste mal. No eres tú. Son ellos. 

Si alguien en el trabajo es frío, no se trata de ti. Rara vez, o nunca, se trata de ti. Se trata principalmente de lo que están pasando, sus miedos o sus necesidades. Así como tú piensas principalmente en ti mismo, ellos hacen lo mismo.

Todos somos protagonistas de nuestras propias películas, y en la mayoría de las historias de los demás, tú y yo somos, en el mejor de los casos, personajes secundarios. Si lo centras todo en ti, te torturarás innecesariamente. Esa realidad debería ser un alivio extraño.

No te preocuparías tanto por lo que los demás piensen de ti si te dieras cuenta de lo poco que lo hacen. La mayoría de la gente no te observa. Se observa a sí misma. Eso no los hace egoístas. Los hace humanos. No importa cuánto te esfuerces por complacer a los demás o hacer que piensen diferente de ti, recuerda que están haciendo lo humano. Pensando en sí mismos. 

Si eres de los que siempre buscan complacer a los demás o creciste pensando que tu valor dependía de lo bien que pudieras hacer sentir cómodos a quienes te rodean, déjalo ir. Porque no importa cuánto te esfuerces, te muestres o incluso te adaptes para caerles bien a los demás, harán lo de siempre. Priorizarán sus intereses. Es natural. Y un instinto humano básico.

Y por un tiempo, puedes pensar: «Si me esfuerzo más, quizá cambien por mí. O me quieran como espero». No, no lo harán. ¿Sabes lo difícil que es para cualquiera cambiar de opinión sobre algo? A la gente no le importa tanto como crees o deseas, no porque estés roto o no seas suficiente. Es porque no todos son como tú. Nunca deja de sorprenderme: todos nos queremos más a nosotros mismos que a los demás, pero nos importa más su opinión que la nuestra.

No todos te verán, valorarán lo que aportas ni te encontrarán donde estás. Y eso está bien. De hecho, es bastante hermoso. Y relajante. No todos están destinados a quedarse en tu vida. No todos están destinados a comprenderte. Así es la vida funcionando como se supone que debe funcionar. Acepta el hecho de que ser incomprendido no significa que estés equivocado. Significa que eres humano. Así que olvídate de impresionar a la gente. Haz lo que quieras.

No soy lo que crees que soy. Tú eres lo que crees que soy. El "yo del espejo". Las opiniones que los demás tienen de ti dicen más de ellos que de ti. Imagina que estás en el trabajo y tu jefe se muestra frío contigo. Repites la interacción diez veces en tu cabeza. ¿Fue algo que dijiste? ¿Incumpliste una fecha límite? Pero luego descubres que su hijo está enfermo y que ha estado durmiendo dos horas cada noche. Tú no eras el problema en absoluto. Está abrumado con su propia vida. Simplemente estabas en la habitación. Claro, eso no es excusa. Deberían mejorar. Pero si no, no te apegues a su comportamiento. No malgastes energía obsesionándote con las opiniones de los demás. De todas formas, no puedes ni podrás complacer a todos. 

Muéstrate tal como eres. No la versión que crees que será más agradable. Esa mentalidad te hace real. Te ayuda a establecer mejores límites. Dejas de dar demasiadas explicaciones. Dejas de disculparte por cosas que no te corresponden. Enfocas tu energía en las personas que sí te entienden. Y dejas ir al resto con sabiduría.

La mayoría de la gente no está ni a tu favor ni en tu contra es clave para simplemente ser. Porque cuando alguien te juzga, lo hace a través de su propia vida. Su propio bagaje. Sus propias creencias. Así que deja de tomártelo tan a pecho. Confía más en tu instinto. Sé amable, pero no desesperado. Puedes preocuparte, pero no aferrarte ni apegarte. Cuanto menos externalices tu autoestima, más fuerte se escuchará tu voz. Y ahí es cuando la vida se pone interesante. 

A algunas personas no les gustarás ni te querrán por mucho que lo intentes. Pero una vez que lo asimilas, deja de ser triste. Dejas de ceder ante nadie. Dejas de intentar encajar en las expectativas de los demás. Y esa es la verdad más reconfortante de todas. Dejarás de preocuparte por lo que piensen los demás de ti cuando te des cuenta de lo poco que lo hacen.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas un día maravilloso.

Patricio Varsariah.
A todo lo que te reste paz súmale distancia.
 

Y nos preguntamos: ¿hacia dónde vamos?

abril 8, 2025

El mundo se está volviendo loco. Lo ves. Yo lo veo. Tú también lo sientes. Guerras comerciales. Crisis financieras inminentes. La política parece un circo en llamas. ¿Nos estamos yendo todos hacia una depresión económica? Quizás. No lo sé.

Pero, curiosamente, a mucha gente se le ha hecho sentir que ellos son los locos. Por atreverse a pensar: "Esto no es normal". No lo eres. Lo viste venir. Quizás te preparaste: ahorraste dinero, aprendiste habilidades o simplemente prestaste atención. Quizás simplemente estás aquí, reflexionando. Ese es un paso.

Significa que estás despierto. Ese es el primer paso. Al menos lo estás intentando. Los politicos nos ha decepcionado. No importa de qué lado estés. Izquierda, derecha, centro, nada importa. Ni siquiera importa dónde vivas. Los sistemas se están desmoronando. La gente trabaja más de lo que debería. Pero gana menos. Los politicos nos ha decepcionado. A todos.

Y nos preguntamos: ¿hacia dónde vamos? ¿Cómo nos preparamos para nuestro futuro? Esa es la verdadera pregunta que me he estado haciendo últimamente. Estoy invirtiendo en una nueva mentalidad. Una mentalidad que no se derrumbe cada vez que el mundo lo hace. Una que aprenda a adaptarse, a mantenerse firme y a seguir adelante. Los tiempos difíciles nos obligan a crecer.

El dolor nos impulsa hacia la sabiduría. La única manera de comprender el cambio es sumergirse en él, moverse con él y unirse a la danza. No somos solo bailarines. Debemos convertirnos en coreógrafos. Crea tus propios movimientos.

Te preparas para la incertidumbre comprendiendo tus propias vulnerabilidades financieras y buscando maneras de volverte antifrágil. Cada generación se enfrentó al caos. Guerras. Crisis. Revoluciones. La gente sobrevivió cambiando su mentalidad. Cambiando su forma de relacionarse con el mundo. Dejaron atrás viejas costumbres y construyeron nuevas. Entonces, ¿cómo lo lograremos?

Primero, deja de esperar estabilidad. Se acabó. Cuanto antes lo aceptes, más fácil será. 

Segundo, cuida tu mente. Concéntrate en lo que puedes controlar. ¿Qué es lo peor que podría pasar y cómo amortiguas el golpe? Si la estabilidad financiera es tu prioridad, lo más probable es que gastes menos de lo que ganas y te mantengas libre de deudas. Y, por supuesto, buscas maneras de volverte indispensable. O mejor aún, multiplica tus fuentes de ingresos para que una crisis no te arruine. Dejaste de esperar a que alguien lo arreglara y comenzaste a descubrir cómo seguir adelante.

Tercero, conéctate. Encuentra personas que entiendan lo que está sucediendo. ¿Quién quiere construir una vida mejor, incluso cuando no sabe cómo? Construye conexiones reales, no solo discusiones en línea. Encuentra a tu gente. Los tiempos difíciles hacen personas fuertes. Este es uno de esos momentos.

Puede que el mundo se esté volviendo loco, pero tú no tienes por qué hacerlo. Pero te adaptas y debes adaptarte. El destino guía a los dispuestos y arrastra a los reticentes. No tienes por qué gustarte lo que está pasando, pero sí tienes que afrontarlo.

Los politicos nos quieren confundidos. Distraídos. Discutiendo por tonterías mientras los verdaderos problemas siguen creciendo. ¿Tu trabajo? Aclarar el tema. Así es como te mantienes cuerdo. No ignorando el caos, sino reconociéndolo y luego decidiendo cómo responderás. Si estás leyendo esto, ya llevas ventaja.

Te estás cuestionando. Te estás preparando. Te niegas a darte por vencido y aceptar la locura como algo normal. Estás construyendo nuevas relaciones con el mundo. Eligiendo la claridad sobre la confusión. La resiliencia sobre la desesperación. Y la conexión sobre el aislamiento. 

Las personas que triunfan en momentos como estos son las que encuentran la cordura de forma silenciosa y constante. Cuando la política se convierte en un circo, eres tú quien se desconecta de la maquinaria de la indignación y se centra en un foco de cambio real y personal. Eres tú quien debe construir un círculo de personas en las que puedas confiar. No solo estás sobreviviendo, sino adaptándote. Y la adaptación es lo único que siempre triunfa a largo plazo. Aguanta. No estás loco. Solo te estás preparando para tu siguiente acto.

Tu futuro depende de ello. Sigue adelante. Porque ¿qué más hay? Rendirse no es una opción. No para gente como nosotros. No se llega a este punto: ver el mundo tal como es, sentir el peso de todo y ver tu casa en llamas. Porque incluso cuando el mundo parece arder, una parte de ti todavía cree en algo por lo que vale la pena luchar. Y es precisamente por eso que no puedes rendirte.

Estás despierto. Y eso es doloroso porque una vez que ves lo absurdo, ya no puedes dejar de verlo. La buena noticia es que ese es tu poder. Tienes derecho a estar cansado, pero no te detengas. Algunos días, te preguntarás si todo esto importa. Es normal. Pero el hecho de que sigas pensando, de que sigas intentándolo, significa que tienes algo que la mayoría de la gente no tiene: la voluntad de seguir adelante. Incluso cuando todo lo demás se desmorona.

Aférrate a que a veces, seguir adelante, simplemente seguir adelante, es el logro sobrehumano.

Mi gratitud por dedicar tu tiempo en leer, que tengas una tarde maravillosa.

Patricio Varsariah.

PD. -Mis escritos o comentarios no llevan la intención de dar lecciones, sugerencias, o recomendaciones, porque pueden minar la capacidad de los lectores de resolver sus propios problemas. Mi objetivo es: hacer pensar al lector, inquietarlo, y para algunos despertarlos del letargo.