observar nuestro estado de ánimo
Publicado por Patricio Varsariah el jueves, febrero 8, 2018

Muchas de nuestras experiencias ocurren precisamente porque nosotros mismos decidimos actuar de una determinada manera. Nuestra responsabilidad en esos casos es evidente. Pero otras veces nuestras experiencias son la consecuencia de lo que los demás hacen y en esos casos normalmente no nos sentimos responsables de lo que sucede. Entonces podemos pensar que los otros nos agreden o nos perjudican y tal vez experimentemos enojo o hasta ira. Creemos que nuestro “sentido común” nos permite distinguir claramente aquellas circunstancias que dependen de nosotros de las que suceden sin que podamos hacer algo por provocarlas o evitarlas. Sin embargo, somos ciento por ciento responsables de todo lo que “nos pasa”. Todos creamos nuestras experiencias a través de los pensamientos y sentimientos, pero negamos nuestro poder culpando a otros por nuestras frustraciones. De hecho nuestra vida no es más que un reflejo de nuestro estado mental: si en nuestra mente hay paz, armonía, balance, entonces nuestras vidas pueden solamente ser armoniosas, pacíficas y balanceadas. Lo que pensamos se manifiesta en nuestras vidas.
Desde el momento en que aceptamos que somos creadores de la realidad que experimentamos, el enojo deja de ser una emoción razonable. Alterarse frente a los demás o experimentar cualquier emoción negativa como respuesta a lo que sucede “afuera” no va a producir el tipo de cambio positivo y duradero que estamos esperando.
Si todo es una proyección de nuestra mente, los cambios que nos gustaría ver en nuestra realidad deberían producirse primero en nuestra mente. En nuestro mundo interno están las soluciones para cada uno de nuestros problemas, y debemos encontrarlas allí antes de ver las manifestaciones exteriores que deseamos que sucedan.
Somos espíritus inmortales, perfectos, creados por Dios a su imagen y semejanza. Esa es nuestra verdadera naturaleza. Sin embargo, vivimos identificados con el ego y con el cuerpo y eso nos hace creer que somos imperfectos y que somos culpables de todo tipo de faltas o errores que cometemos cada día. Y lo que pensamos acerca de nosotros también lo creemos acerca de los demás. Debemos recordar esta situación en la que todos estamos, cada vez que sintamos la tentación de juzgarnos a nosotros mismos o a otros.
Perdonar no significa identificar primero cada falta que alguien parezca cometer para luego tratar de disculparla, es simplemente comprender que en este plano todos estamos actuando de manera limitada e inconsciente y que por lo tanto no merecemos ser juzgados por los errores que cometemos en este estado.
Está claro que los delincuentes deben ser detenidos para evitar que continúen haciendo daño. Lo de pasar por alto las faltas de los demás se refiere a otra cosa, tiene que ver exclusivamente con nuestra mente, con nuestros pensamientos. Porque, ¿de qué nos sirve alimentar en nuestras mentes emociones destructivas como la ira o sentimientos negativos como el rencor? ¿En qué nos beneficia? Y por otro lado, considerando que los conflictos que nos alteran cada día son casi siempre insignificantes, parece bastante razonable tratar de aprender a pasarlos por alto.
Y liberar a los demás (en nuestra mente) de toda culpabilidad, tiene la ventaja adicional de liberarnos también a nosotros de la culpa que siempre nos acompañó. Perdonar a los demás conduce inevitablemente a que nos perdonemos a nosotros mismos porque nos medimos con la misma vara.
Finalmente, si en cualquier momento del día nos detenemos a observar nuestro estado de ánimo, veremos que prácticamente siempre hay algo que nos preocupa o que nos molesta, aunque sea un poco… O estamos llegando tarde, o no alcanzamos a hacer todo lo que nos proponíamos, o alguien no hizo lo que esperábamos de él, o llueve… En cada momento en que nos sorprendamos a nosotros mismos sosteniendo pensamientos negativos, siempre podremos identificar eso que nos molesta, ponerlo en su justa perspectiva (normalmente es algún asunto irrelevante) y perdonar a quien sea necesario, o perdonarnos a nosotros mismos, o perdonar al momento presente por eso que sentimos que le falta… y entonces, simplemente, disfrutar y ser felices.
Patricio Varsariah.