Una de las verdades más difíciles que todos debemos aceptar para disfrutar al máximo de la vida es que tenemos que construir nuestro propio puente para cruzar el río de la vida. Nadie puede decir cuál es tu verdadero camino. Ni tus padres. Ni tus mentores. Ni tus psicólogos. Sin duda, escucha su sabiduría. Los consejos son útiles, pero no dejes que dominen tus instintos. Si sigues su camino, no estás siguiendo el tuyo.

El único camino que funciona, el que encaja, es el que construyes tú mismo. 

Nadie puede construir el puente para que puedas cruzar el río de la vida, nadie más que tú mismo. Hay, sin duda, innumerables caminos, puentes y semidioses que te llevarían a cruzar este río, pero solo a costa de ti mismo; te empeñarías y perderías. En el mundo solo hay un camino, por el que nadie puede ir excepto tú: ¿adónde lleva? No preguntes, síguelo. 

Hacer las paces con esta verdad no significa rechazar la ayuda. Pero la sabiduría fundamental es que... “Nadie más puede caminar como tú.” Sólo tú puedes construir tu puente. Otros pueden caminar a tu lado por un tiempo. Algunos pueden irse. 

¿Pero el puente? ¿El cruce? Eso es cosa tuya. Es tu poder. Y tú libertad. Cuando eliges tu camino, te pertenece. Pero el precio de seguir a otros es que «te empeñarías y perderías». Eso significa que cada vez que postergas tu vida en busca de validación externa, pierdes una parte de ti mismo. 

El privilegio de una vida es llegar a ser quien realmente eres. La mayoría asentimos ante estas ideas, pero luego volvemos a buscar atajos. Buscamos garantías.

Es tu obligación cruzar el río a tu manera. No esperes hasta sentirte "listo". No lo estarás. Nadie lo hace. La mayoría de las personas que esperan las "condiciones ideales" antes de tomar grandes decisiones en la vida terminan más insatisfechas. Porque esperar se convierte en un hábito. Lee las biografías de cualquier persona que admires: artistas, emprendedores, filósofos. Encontrarás la misma verdad. Lo descubrieron sobre la marcha. Se enfrentaron al miedo, la duda y el fracaso. Pero siguieron construyendo. Puente a puente. 

Los neurocirujanos aconsejan a asumir la responsabilidad de tus decisiones, incluso cuando hay incertidumbre, activa el sistema de recompensa del cerebro. Literalmente te sientes mejor, más motivado, cuando actúas en alineación con tu verdadero yo. 

Las personas que se ajustan a las expectativas externas reportan un mayor arrepentimiento más adelante en la vida. No puedes externalizar tu camino. Si lo haces, te perderás en el camino.

Por eso: No preguntes, déjate llevar. Hacerse demasiadas preguntas, como "¿Soy lo suficientemente buena?", "¿Y si fracaso?", "¿Qué pensará la gente?", paraliza la acción. El puente no se construye pensando demasiado. Se construye haciendo. No necesitas una señal ni luz verde para hacer lo que debes. 

Usa estas preguntas para encontrar claridad: ¿Qué estoy posponiendo por miedo a estar solo en ese puente? ¿Qué parte de mí estoy ocultando para encajar en el camino de otra persona? ¿Cómo sería si confiara más en mí mismo que en el miedo a equivocarme? Puede que no tengas todas las respuestas. Pero sí tienes el siguiente paso.

No hay un puente definitivo. Solamente la práctica de construir. Y no es un hábito de una sola vez. Es un proceso diario. Esa es la verdad que a nadie le gusta decir en voz alta. Tu camino no es una única experiencia de claridad ni un destino final al que aspiras; es un viaje de crecimiento y descubrimiento. Es una práctica de elegir tus valores y construir con valentía incluso cuando el camino a seguir no esté claro. 

No existe la vida "perfecta". Solo la tuya. La buena vida es un proceso, no un estado del ser. Puede que no puedas conectar todos los puntos a la vez. Pero puedes concentrarte en una conexión a la vez. El miedo al camino equivocado nos paraliza. Pero el estancamiento es peor que el fracaso. 

La gente lamenta la inacción mucho más que la acción. Cada vez que dices tu verdad, construyes. Cada vez que dices no a algo que no es para ti, construyes. Y cada vez que te arriesgas por algo que importa, también construyes. Ése es el trabajo de “puente”.

Acepta esa verdad y cambiará tu vida. Te pregunto: ¿qué planeas hacer con tu única y preciosa vida? 

Cada mañana, decides: construir tu puente (imperfectamente, con miedo, que es tuyo) o pisar el de alguien más (y perderte poco a poco).

Fomenta un acto tenaz de confianza en uno mismo. Di " no " a un camino que no te parezca correcto, aunque sea lo esperado. Y " sí " a algo incierto porque te llena de vida. 

Tolera la incomodidad de no tener todas las respuestas. Rompe una pequeña regla que no te sirva. Di lo que piensas. Y dilo en serio. Recorre el camino. Sé el camino. Empieza a darte cuenta de dónde estás externalizando tu vida. 

¿Estás dejando que una persona, un algoritmo o las expectativas familiares tomen el control total? Toma una decisión, solo una, y acéptala. La incertidumbre no es señal de que estés equivocada. Es prueba de que estás viva. La vida se contrae o se expande en proporción al coraje de cada uno.

Nuestro puente de la vida es increíblemente personal. Nadie puede darte permiso para vivir. Nadie puede absolverte del riesgo. El río siempre ha sido tuyo para cruzar. El puente es tuyo para construir. Y la única forma de fracasar es negarse a empezar. Así que da el paso. Luego otro. El resto se revelará sobre la marcha.

Nunca debes seguir un camino preestablecido. Debes crear el tuyo propio, paso a paso, con incertidumbre.

La gente te seguirá ofreciendo atajos. Caminos trillados que prometen seguridad a cambio de tu rendición. Pero la verdadera vida comienza donde terminan esos caminos. Al río no le importa si cruzas. Pero deberías. Porque al otro lado está la certeza inquebrantable de que te elegiste a ti mismo. Y recorriste el camino de tu propia vida. El puente no se construirá solo. Eres el único a quien has estado esperando todo este tiempo.

Si mis palabras te trajeron consuelo o reflexión, gracias por tu interés y tu tiempo.

Patricio Varsariah.