Es lo obvio lo que hace que la vida tenga sentido. Sólo nos damos cuenta realmente cuando se ha ido

Muchas cosas son tan obvias que las damos por sentado. Libertad personal. Buena salud. Buena conversación con un amigo o seres queridos. Incluso un gran entorno natural. Realmente sólo nos damos cuenta cuando desaparece. 

Me mudé de casa y de pais recientemente. Solía vivir en una pequeña ciudad llena de canales. Disfruté de mis paseos en soledad por la orilla del cal. Pasar tiempo cerca del agua puede mejorar tu estado de ánimo y aumentar la sensación de felicidad. Decenas de investigaciones lo demuestran. Tuve que mudarme por motivos personales. Pero extraño la experiencia del canal.

El mundo entero es una serie de milagros, pero estamos tan acostumbrados a ellos que los llamamos cosas ordinarias. Hay miles de experiencias simples pero significativas a nuestro alrededor. Pero estamos demasiado familiarizados con ellos para apreciar lo mucho que significan para nosotros. Nos movemos por la vida como turistas con los ojos vendados, rozando la superficie de lo ordinario, confundiendo familiaridad con comprensión.

Pero ¿por qué deberíamos molestarnos en cuestionar lo aparentemente mundano? Después de todo, ¿no es lo obvio, bueno, obvio?

La verdad es que nuestros cerebros están diseñados para ser eficientes. Filtramos información, descartando el ruido de fondo aparentemente repetitivo. Pero al hacerlo, nos perdemos los detalles intrincados, los matices, la magia de lo ordinario. No valoramos lo suficiente nuestras experiencias presentes.

Por ejemplo, un acto de respiración aparentemente insignificante puede convertirse en una experiencia consciente. Si prestamos suficiente atención, valoraremos el proceso de inhalación y exhalación como una experiencia consciente que da vida. Hacer una pausa y sentir genuinamente cómo el aire llena tus pulmones puede desencadenar un profundo aprecio por el regalo más simple: la existencia misma.

Debemos aprender a sumergirnos en el ahora eterno. El eterno presente es el espacio dentro del cual se desarrolla toda tu vida, el único factor que permanece constante. La vida es ahora. Nunca hubo un momento en el que tu vida no fuera ahora, ni nunca la habrá.

Pasamos por la vida en piloto automático, pasando por lo familiar con facilidad. El amanecer, el sonido de los pájaros, una buena comida, el buen aire, un buen libro y el calor de un café matutino son cosas que aceptamos como ruido de fondo, meros acontecimientos ordinarios.

Lo "obvio" es la clave para desbloquear una existencia más rica y significativa. La vida en la conciencia radical. Nuestro objetivo debería ser vivir la vida con asombro radical. …levántate por la mañana y mira el mundo de una manera que no dé nada por sentado. Todo es fenomenal; todo es increíble; Nunca trates la vida a la ligera. Ser espiritual es asombrarse.

Una experiencia consciente o rica en la vida no es sólo espectacular sino también ordinaria. Imagínese caminar la misma ruta a casa desde el trabajo todos los días. Ves los mismos edificios, escuchas el mismo tráfico y pasas por las mismas caras. Sólo por un día, decide ver de verdad. Observe los patrones de las hojas, las sutiles variaciones en las nubes y las fugaces sonrisas de los extraños.

De repente, lo familiar se vuelve fascinante. Te despiertas en un mundo repleto de detalles, cada elemento es una experiencia para saborear.

Ahora sé lo que estás pensando. ¡Todo esto suena genial, pero estoy ocupado! ¿Quién tiene tiempo para observar y estar atento? 

Pero aquí está el secreto: apreciar lo obvio no requiere grandes gestos ni cambios dramáticos en tu agenda. Empieza pequeño. Tómate un minuto para saborear el sabor de tu café matutino y notar su calidez. Envía un mensaje de texto sincero a un ser querido expresando gratitud por su presencia.

Piense en sus interacciones diarias.

¿Escuchas realmente las historias escondidas en la sonrisa cansada de tu pareja, las ansiedades tácitas detrás de la risa nerviosa de tu amigo? Si comienzas a participar activamente y a hacer preguntas abiertas, encontrarás una conexión profunda que nunca supiste que existía. Presta atención al lenguaje tácito del lenguaje corporal, a la sonrisa vacilante y responde con empatía.

Estos actos aparentemente insignificantes tienen un valor inmenso. Cambian tu perspectiva y te recuerdan que una buena vida no consiste solo en grandes logros. Profundizan tus conexiones con las personas y el mundo que te rodea. 

Cultivan el aprecio y la gratitud, secretos clave para la felicidad que a menudo se pasan por alto en nuestra búsqueda de más, más, más.

Los beneficios de apreciar lo obvio van mucho más allá de la realización personal. Cuando realmente ves el mundo que te rodea, desarrollas empatía. Notas las señales sutiles de las emociones humanas en los ojos de un extraño, el delicado equilibrio de la naturaleza y la intrincada causa y efecto que da forma a cada situación. La conciencia por sí sola mejora tu disposición a conectarse con el mundo de manera más significativa.

Deja de buscar significado en los lugares y experiencias equivocados. Para una vida más espiritual, desafíate a observar más.

Mira de cerca lo aparentemente mundano. Activa tus sentidos: huele la lluvia en la acera, siente el sol en tu piel, escucha el sonido de la ciudad. Así es como despiertas tu sentido de asombro y aprecias más. También es la forma de despertar tu espiritualidad. No olvides que el valor y el interés de la vida no es tanto hacer cosas llamativas… sino hacer cosas ordinarias con la percepción de su enorme valor.

La próxima vez que te encuentres en piloto automático, haz una pausa. Mire de cerca, pregunte profundamente y saboree las maravillas ocultas en lo obvio. Es posible que te sorprenda de la vida extraordinaria que descubres ante ti.

Saludos.

Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.
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