Ten presente en tu conciencia que lo bueno procede de todas las cosas y que cada experiencia se te da para ayudarte a crecer y a expandirte. Date cuenta de que sin experiencia de primera mano no serías capaz de entender ni de abrir tu corazón a tus semejantes, sino que permanecerías distante e incluso en disposición de juzgar y condenar. Se te han proporcionado experiencias, sin que importara su grado de dificultad o extrañeza, para un propósito. Intenta ver en todas las cosas, comprueba que nada es por casualidad, y que no existe cosa alguna que pueda considerarse fortuita.

Date cuenta de que atraes hacia ti todo lo mejor o todo lo peor de la vida. Puede ser paz, serenidad y tranquilidad, o puede ser caos y confusión. Todo eso procede del interior, de tu estado de conciencia; por eso, no le eches la culpa a tu entorno. Un caracol lo lleva todo consigo, incluso su casa. Tú lo llevas todo dentro de ti, y eso se refleja en el exterior. 

Cesa de acumular tensión persiguiendo cosa alguna y simplemente deja que las cosas vayan ocurriendo. No permitas que la preocupación te ate ni te mate; aprende, mejor, a depositar todas tus cargas para poder encontrarte libre para cumplir y seguir tu camino. No puedes vivir si estás enredada contigo misma y el árbol te impide ver el bosque, así que relájate y suelta. Permanece en quietud y meditando en las maravillas de la vida. Que tu mente quede asentada. Abre tus ojos, contémplame en todas las cosas y da eternas gracias.

Cuando eres capaz de ver en todas las cosas, tu corazón está tan pleno que no puedo evitar dar las gracias; está, simplemente, lleno a rebosar y se desborda hacia afuera. No se puede ocultar un corazón lleno de amor y gratitud, pues eso se refleja y queda a la vista de todos. Cuando estás en un estado de gozo y gratitud, atraes a otros hacia ti. A todo el mundo le gusta estar con un alma desbordante de amor, pues el amor llama al amor.

Estamos conectados con todo en el Universo. No hay nada de lo que no seamos parte; todo fluye a través de nosotros y hacia nosotros. Nuestras energías, nuestros pensamientos y nuestras palabras fluyen a través de toda vida, en la Tierra y en todas partes. No tenemos fin ni principio sino un flujo continuo de luz, cambiando de forma una y otra vez. Estamos perfeccionando nuestra forma continuamente en cada una de nuestras encarnaciones. Hemos sido innumerables formas, desafiándonos deliberadamente a nosotros mismos para ser más y más mientras recorremos el laberinto estelar hacia casa, a la Fuente, sabiendo en lo profundo de nuestro ser que en este tipo de existencia no hay ningún fracaso, sólo evolución.

A medida que alcanzamos la cúspide en este nivel de existencia y evolución, empezamos a darnos cuenta del efecto que tienen nuestras palabras, pensamientos y miedos en este momento decisivo de la humanidad. Hablamos sin pensar, creamos por capricho y profetizamos desde el miedo. Hablamos como niños de escuela pensando que nuestras palabras no significan nada, sin darnos cuenta de que se crearon mundos con una palabra, un pensamiento, un decreto. En nosotros está el poder de destruirlo todo o crear una utopía, un cielo en la tierra. Con nuestras palabras frívolas, saboteamos nuestras propias vidas, nuestras finanzas, nuestra salud, nuestro matrimonio y nuestro futuro.

Cada pensamiento que tienen está vivo. Cada palabra que pronuncian nace a la existencia. Ustedes la liberan de su reino interior. Como si dejaran salir a un genio de una botella, sus palabras, sus pensamientos, esperan sus órdenes para entrar en el mundo de la materia y hacer lo que hacen mejor, ¡crear! ¡Toda creación es hecha por ustedes, para ustedes y a través de ustedes! El tiempo entre el pensamiento y la manifestación se hace más y más breve, forzando la atención de todos al vestíbulo de espejos de la responsabilidad. Es allí que nuestros reflejos mundanos sacuden la esencia misma de nuestra alma. Nos preguntamos: ¿Fuimos nosotros los que creamos esta confusión? Cada situación es obra nuestra, una creación concisa y perfecta, puntuada, perforada y configurada para la gente por la gente.

Hacemos esto como individuos, como países, familias, continentes y mundos. Tantas oportunidades para aprender y evolucionar, sin conocer el poder del instrumento a la mano. Hacemos lo mejor que podemos para cumplir profecías antiguas y bíblicas, creyendo a cierto nivel que quienes vivieron antes sabían más que nosotros, cediéndoles nuestro poder y nuestro mundo a los huesos enterrados del pasado. Si esas mismas personas profetizaran hoy en día, nos reiríamos considerándolos excéntricos o miembros de alguna secta, sin honrar sus palabras, ni sus miedos. El mundo exterior sólo refleja nuestros pensamientos y diálogo internos. La vida no es algo que nos sucede, es algo que nosotros creamos continuamente.

Sabiendo que podemos crear y creamos colectivamente, pongamos manos a la obra y creemos un mundo de armonía. Veamos a nuestro vaso del mundo siempre lleno en vez de medio vacío y desganado. Toda vida responde a sus pensamientos. Saber cuán poderosas son nuestras palabras las 24 horas del día por toda la eternidad nos arruina un poco nuestras bromas. Lo que podamos decir aún bromeando va a expandirse a través de todo espacio y tiempo. Lo que decretamos para otro nos lo regalamos a nosotros mismos. Nuestros enojos, nuestros miedos, nuestros celos se están animando, vivitos y coleando, pateándonos a su vez para atraer nuestra atención. Hoy se encuentran donde los han traído sus pensamientos; mañana estarán donde los lleven sus pensamientos.

Patricio Varsariah.