Los problemas o inconvenientes que surgen, porque siempre habrá, son parte inherente del camino, son tanto más fáciles o difíciles en función de lo grande o pequeña que sea nuestra sonrisa a la vida. Hay seres humanos que desconocen una sonrisa, les cuesta incluso articularla, como si fueran a morirse al hacerlo, a otros les da miedo.  ¿Miedo de qué?  La vida sigue su curso segundo a segundo, mientras leemos esto,  estamos en facebook, escribimos un libro, meditamos, jugamos con los niños, barremos, fregamos, hagamos lo que hagamos, inexorablemente.

Ir por la vida encerrado en sí mismo, como una casa lúgubre llena de moho, polvo y arañas, acumulando resentimiento como si de medallas se tratara, eso ya es estar muerto. El cuerpo está vivo, late, pulsa, pero el espíritu, el ser, está vacío, muerto de todo. Y se está de esta manera porque se quiere, o porque no se ha aprendido a estar de otra  manera.

Observemos cómo la propia naturaleza nos ofrece tantos ejemplos: el viento batiendo lo que encuentra a su paso, los árboles y plantas tienden a moverse, a ser flexibles, esto es, NO HAY RIGIDEZ (rigidez mental que se traduce en trastornos corporales y músculo esqueléticos, en enfermedades mentales), el mar, con todas sus gotas de agua, ¿creen que el mar piensa que es mar, o que una gota piensa que es una gota,  o cuando limpia continuamente las huellas sobre la arena?  Nos esta diciendo:  todo es pasajero, transitorio, ahora así, ahora asá,  de qué sirve que las pisadas o la arena lloren o digan que no, soy agua, y dejo la superficie inmaculada. Sólo son.

¿Quién quiere ser agua, o árbol?  ¿Y quien no lo es?  Todos contenemos algo de todo esto, pero lo hemos olvidado.  ¿acaso ahora de adultos tenemos la misma constitución y estatura que nada más nacer?  Estamos en constante cambio y evolución, desgastándonos. Por cierto, no todos nos desgastamos por igual. Evidentemente en la sociedad actual difícilmente podremos llegar al nivel de calma, absorción y serenidad interior pero seguro que sí que podemos aprender que la clave de nuestra propia vida y supervivencia está únicamente en nuestras manos.

Con el paso del tiempo y de aprender a parar, te das cuenta que no hay nada más estúpido que nadar contra corriente, desgastándote, dejándote en el empeño la energía, el sudor, la alegría….  Y nadamos continuamente contra corriente. La vida nos enseña constantemente que lo natural es seguir el curso de las cosas, pero no, nos empeñamos en hacer lo contrario:

Quien dice esto, dice todo.  Me encanta cuando voy a comprar a algún sitio, que la persona que me atiende, entienda y note que me siento verdaderamente agradecido por la atención y el servicio prestado. Los que atienden son seres humanos igualitos que yo, con inquietudes, problemas, familia, sueños, aficiones… y merecen mi respeto, por eso les brindo también mi sonrisa. ¿se han dado cuenta de que una sonrisa es uno de los rostros faciales que más expresa, que más mueve, con el que decimos tanto si necesidad de poner palabras?  Brinda apoyo, coraje, determinación, compañía, seguridad, confianza,  VIDA.

Todo finalmente tiene que ver con lo mismo.  Si decidiéramos parar y mirar cómo va la vida, esto es, sin correr constantemente con la cantidad de cosas que hacemos en un mismo día, sino también prestando atención a lo que realizamos y cómo se va moviendo todo, lo que produce una cosa, lo que determina otra, estableciendo conexiones, veríamos que todo está relacionado,  con la manera en que uno afronta y vive la vida, con el llamado carácter, que en el fondo no es real, pero de aquellas partes del mismo que engrandecen el mero hecho de estar vivo, del compromiso de transitar este planeta.

¿Compromiso?  Alto y claro,  no podemos ser tan egoístas de pensar y sentir que estamos en este planeta por derecho propio y que nos pertenece.  Estamos únicamente de paso, como las golondrinas. Hoy les pregunto ¿qué compromiso tienen?  Consigo mismos, con la vida, con el vecino, con el gato… el amor, el hecho de compartir un camino con otro ser humano es una de las aventuras más extraordinarias que podamos llevar a cabo, y no se refiere únicamente a una relación de pareja, sino de madre o padre e hijo,  de nieto-abuelo, incluso de seres desconocidos entre sí que deciden unir esfuerzos, ayudarse.  “tú le pones una sonrisa a la vida”, estoy seguro que todos, en mayor o medida, se la ponemos para continuar.

Seguro que ustedes tienen una sonrisa enorme ante la vida, y si no se han dado cuenta de ello, mírense bien, integralmente, como siempre digo. Parece que tenemos sonrisas para nuestros pequeños pero no para el resto de la vida. Si los escucháramos, nos dirían que la sonrisa deberíamos tenerla a lo largo de todo el día. Los que leen estas líneas y son papas, o prontamente lo serán,  seguro saben de qué les hablo.  ¿se dieron cuenta ya que tienen en casa un pequeño maestro o maestra que puede cambiarles la vida interior?  Son sabios, pequeños pero tremendamente sabios, y deberíamos tenerlos más en cuenta. Están llenos de inocencia, de bondad,  justo los valores que tanto escasean entre la población adulta, prestémosles más atención. 

A cada esquina la vida nos propone un reto, una nueva aventura, una decisión complicada,  y lo mejor, aquí, ahora y siempre, es ponerle una sonrisa a la vida. Si les pones una sonrisa a la vida, la vida te la devuelve.  Si no se la pones, se te hace más arduo el camino. La pongas o no, la vida siempre ofrece, sólo hay que saber escuchar. Y yo quiero que aprendamos todos a escuchar…