Nuestra percepción de la buena vida.
Publicado por Patricio Varsariah el miércoles, marzo 6, 2024

La mayor sorpresa sobre la humanidad no es la violencia ni el odio, sino una peculiar paradoja autoinfligida sobre cómo buscamos una buena vida.
Que es lo que más me sorprende de la humanidad y de la realidad actual del “buen vivir”.
La mayoría de seres humanos sacrifican su salud para ganar dinero. Luego sacrifican el dinero para recuperar su salud. Y luego está tan ansioso por el futuro que no disfruta del presente; el resultado es que no viven en el presente ni en el futuro; viven como si nunca fueran a morir, y luego mueren sin haber vivido nunca.
Somos terribles viviendo. Perseguimos el dinero, sacrificando nuestra salud, la base misma que nos permite perseguir cualquier cosa.
Luego, cuando nuestros cuerpos inevitablemente se descomponen, luchamos por recuperar esa salud, utilizando el mismo dinero que tan desesperadamente perseguimos. Es un ciclo de la vida que no deja lugar al presente. Estamos consumidos por la búsqueda incesante de más o por el miedo a perder lo que tenemos.
Quemamos la vela por ambos extremos, sacrificando el sueño, la comida sana y el movimiento en el altar de la super-productividad. Entonces, inevitablemente, el cuerpo se rebela. Pero incluso cuando estamos sanos, el futuro todavía nos paraliza.
Nos preocupamos por los ascensos, las facturas y la jubilación, y nuestras mentes analizan constantemente los peores escenarios. La ansiedad implacable proyecta una larga sombra que oscurece la alegría del presente.
La tragedia es esta: vivimos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, un futuro perpetuamente extendido ante nosotros. Posponemos el presente, esperando algún momento mágico en el que se paguen las cuentas, la casa esté limpia y las estrellas finalmente se alineen.
Pero la muerte, la verdadera fecha límite, se avecina. Nos acecha, a menudo cuando menos lo esperamos, y nos arrebata la vida que estábamos tan ocupados planeando vivir.
La ironía es deprimente pero cierta.
La vida es lo suficientemente larga, y se nos ha dado una cantidad suficientemente generosa para los logros más elevados, si todo se invirtiera bien. Pero cuando se desperdicia en lujos descuidados y se gasta en actividades no buenas, finalmente nos vemos obligados por la limitación final de la muerte a darnos cuenta de que hemos fallecido antes de que supiéramos que estaba pasando.
La verdadera paradoja es que cuando llega lo inevitable, miramos hacia atrás y nos damos cuenta de que nunca vivimos realmente. Pasamos nuestros días obsesionados con un futuro que tal vez nunca llegue, descuidando el único momento garantizado: este instante.
Nos volvemos como el mítico avaro, que atesora oro, pero nunca disfruta de su calidez. Olvidamos que el tiempo se lo lleva todo, robándonos nuestra juventud, energía y nuestras propias vidas. Un día, miramos hacia arriba, con la bóveda llena pero nuestros cuerpos frágiles, y nos damos cuenta de que hemos estado caminando sonámbulos por la vida.
Nuestra obsesión por "más" nos ciega ante el "suficiente" que ya está presente
El dinero por sí solo como objetivo es la receta para una existencia vacía.
Debemos afrontar lo absurdo de nuestras prioridades.
¿De qué sirve acumular riqueza si estás demasiado enfermo para disfrutarla? ¿Cuál es el punto de preocuparse infinitamente por un futuro que tal vez nunca llegue si se pierde la belleza del presente?
¿Es éste, entonces, el defecto inherente de buscar una vida mejor?
¿Estamos destinados a quedar atrapados en este bucle autodestructivo? Talvez no.
Merece la pena reflexionar. Sobre una realidad para replantear nuestra percepción de la buena vida.
La verdadera riqueza es la riqueza de nuestras experiencias, la profundidad de nuestras conexiones y la vitalidad de nuestra salud. La verdadera riqueza es también el enfoque consciente en el aquí y el ahora, el único lugar donde la vida realmente ocurre.
No debemos quedarnos atrapados en los extremos. Encontremos el “medio dorado”. Ya que las mejores cosas se sitúan entre los extremos.
Podemos asegurar nuestro futuro, sí, pero no a expensas de nuestro yo presente. Reconocer que el dinero es una herramienta, no un fin en sí mismo. Una herramienta para mejorar nuestra vida, no consumirla. No desperdiciemos el presente en una loca lucha por más.
Encontremos alegría en lo ordinario, conectémonos con quienes importan y crean recuerdos que inspirarán a otros mucho después de que ya no estemos. Una vida consciente basada en el presente es una riqueza sin medida. Prioricemos nuestra salud. Un cuerpo sano te permite experimentar la vida plenamente, saborear el presente y afrontar el futuro con la cabeza despejada y el corazón agradecido.
La vida se divide en tres partes: lo que fue, lo que es y lo que será. De estos tres períodos, el presente es corto, el futuro es dudoso y sólo el pasado es seguro. La elección es nuestra: vivir o simplemente existir.
Podemos liberarnos del ciclo abrumador. Podemos elegir estar presentes, saborear alegrías simples y nutrir nuestro cuerpo y nuestra mente. Podemos elegir vivir de verdad antes de que sea demasiado tarde.
Tu vida no es un ensayo general, ponte lo mejor que puedas hoy.
Patricio Varsariah.
El arte de vivir implica saber cuándo aguantar y cuándo soltar.
*Agradezco tu visita si pasas por aquí.