No tener ilusiones es un drama.
Publicado por Patricio Varsariah el miércoles, septiembre 25, 2019

Las ilusiones son esenciales para que las personas no decaigan anímicamente y son el motor que permite avanzar. La palabra ilusión viene del latín (ilusionis) y significa, en realidad, engaño. Es un trastorno de la percepción por deformaciones de lo que estimula a nuestros sentidos. Pero en el lenguaje popular tiene un significado distinto que se relaciona y vincula con la expectativa de alcanzar determinadas metas que predispone a un estado de ánimo optimista y que impulsa a la motivación para actuar.
Sin embargo, una condición saludable es que la ilusión no esté muy alejada de las posibilidades reales del individuo ya que se debe equilibrar el deseo por conseguir un objetivo con la posibilidad de que el mismo puede llegar a conseguirse. Eso lo diferencia de la persona ilusa que se hace ilusiones, pero sin bases ni fundamentos. En otras palabras, no se puede vivir sin ilusiones, pero tampoco es bueno hacerlo sólo en base a ellas. El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas.
Las ilusiones son esenciales para que las personas no decaigan anímicamente y tengan la fuerza necesaria para perseguir metas y cumplir objetivos, aunque implique esfuerzos o no se logren de entrada. Esa capacidad de tener ilusiones es el motor que permite avanzar en la vida y alcanzar una sensación de bienestar. El análisis de las conductas de los niños aún muy pequeños permite evaluar que el cerebro está genéticamente diseñado para buscar la gratificación de los deseos. Y es lo que hará después el adulto con las ilusiones.
Vale destacar que siempre resultará mejor tener desilusiones que vivir sin ilusiones por miedo a las decepciones. Muchas personas, y en distintas edades de la vida, sufren la carencia de ilusiones que se traduce en carecer de propósitos y objetivos, por lo cual resulta muy pesado comenzar el día. Se genera una suerte de círculo vicioso en el cual la falta de ilusiones no permite visualizar metas claras y la falta de metas, a su vez, hará que no se tengan ilusiones. Esto suele coexistir con expectativas fantasiosas pero no realistas que al no verse cumplidas hacen perder la ilusión por conseguir otra meta posible y más accesible.
Son comunes los sentimientos de desánimo, de indefensión (sensación de que nada depende de ellos), de sentirse perdido, vacío e insatisfecho, de no saber lo que se quiere, con mal humor, todos signos posibles de un cuadro depresivo subterráneo que amerita ser evaluado como tal. Las desilusiones no son simplemente carencias que afecten a un contenido particular del pensamiento, ni tampoco simples conflictos entre lo que se piensa y se hace; son algo mucho más complejo que afectan a la totalidad de la visión del mundo y que no se corrigen mediante el ejercicio de la buena voluntad. Se necesita, en realidad, una conciencia crítica capaz de comprender que es la manifestación de un trastorno depresivo y como tal merecería ser tratado.
Saludos.
Patricio Varsariah