Creo que en este mundo en que vivimos, por lo que se ve a diario y lo poco que sabemos, hay que conservar la capacidad de ser un poco loco, hay que ver la locura como una parte de nuestro potencial que, bien llevada, podría proyectarnos no sabemos dónde, si no hubiera tantos cuerdos preparados siempre para atajar a cualquier oveja que bale distinta a las demás.

Pero hay que tener mucho cuidado de no ponerse demasiado en evidencia, para eso, para conservar la capacidad de poder ejercer una locura útil, una locura que sirva para algo, para uno mismo y para los demás.

No me digáis que soy cuerdo, algo no estaré haciendo bien. Tenedme mejor por un pobre loco inofensivo y dejad que viva mi locura. Dejad que siga creyendo que esto tiene arreglo, que siga ilusionándome, que siga creyendo en imposibles, en milagros, en lo no demostrable, que siga dejando que mi corazón me lleve donde el Cielo quiera, que para eso fui puesto en la Tierra, para ser, quizás, un pobre loco que renunciara a su cordura y se dejara manejar por la mano del Gran Loco…

Hay que estar loco de verdad para seguir confiando en esta humanidad, para seguir dándoselo todo, para permitir que de nuevo, mañana, salga el sol. Hay que estar loco, ¡loco de amor!

Bendito seas, Señor, Tú sí que eres de verdad un auténtico loco, los demás somos solo pequeños aprendices que a veces dejamos que la locura roce nuestras vidas y en esos instantes vivimos la magia, la posibilidad, la vida…

he dicho.. 
Patricio Varsariah.