Nadie dijo que vivir fuera fácil, pero tampoco es difícil.
Publicado por Patricio Varsariah el domingo, mayo 30, 2021

La vida que vivimos, en muchas ocasiones no es como nos gustaría que sea, pero creo que debemos ser conscientes de esto en su mayor profundidad, y aceptarlo serenamente y sin nerviosismo. No tiene nada que ver con la resignación, sino todo lo contrario, con la libertad y la apertura. Si las cosas no son como deseamos, y conocemos esa gran verdad, ¿por qué empeñarnos en enfadarnos con el mundo y nosotros mismos, si no sucede lo que esperamos?
La vida día a día nos los demuestra constantemente ¿prestamos atención?
A lo largo de la vida, cuando empiezan a desarrollarse los niveles cerebrales y comenzamos a relacionarnos con el mundo, comienzan los sufrimientos emocionales que nos acompañarán hasta la muerte. Y el abanico es bien amplio durante la vida: apegos materiales, emocionalidad estancada o no gestionada correctamente, enfermedades, fallecimientos, rotura de estructura familiar, soledad…
Nada de todo lo anterior es deseable ni fácil, pero ocurre constantemente. Lo mejor es adaptarse, aunque tengamos que parar todo nuestro mundo (a veces es justo lo que la vida nos estaba diciendo). ¿Te has dado cuenta de que cada cosa que nos pasa en la vida tiene un mensaje de fondo súper importante? Y no consiste sino en que crezcamos, que evolucionemos, que sigamos adelante. Y justamente en esos instantes nos gustaría que el mundo tuviera un interruptor para bajarlo y que dejara de girar.
Nos sentimos como hormigas muy pequeñas aplastadas por el peso del propio sufrimiento, y curiosamente dentro de eso, nos abrimos como nunca antes, estamos más receptivos que en cualquier otra circunstancia. ¿Saben por qué? Porque paramos, porque al sentirnos diminutos caminamos despacito, casi de puntillas, porque es como si doliese el mismo hecho de respirar, de estar vivo. Y en ese parar, nos sincronizamos, y nos abrimos sin darnos cuenta, ya que, de cualquier manera, queramos o no, cambia el giro y la velocidad de nuestra vida, hasta ralentizarse mucho, o volverse sumamente frenético.
No todos respondemos de la misma manera, pero sea como sea, nos sacude, nos zarandea, y duele. Y en ese dolor debemos encontrar la manera de continuar, sin arrastrarnos, sin mortificarnos, sino siendo conscientes de la realidad. No va a cambiar nada, generalmente, por mucho que lloremos, pataleemos, insultemos, o nos quejemos. Propongo algo que resulta mejor para uno mismo: recanalizar toda esa energía.
Recuerdo hace muchos, pero muchos años, con la primera novia que tuve, que se rompió la relación de un día a otro y de improviso después de tres años, sentía que respirar dolía, que vivir era un esfuerzo, y que mi mente buscaba excusas para volver a recordar y seguir sufriendo, hasta que me di cuenta, y decidí adoptar otra postura. Me centré en trabajar para llenar un vacío y continuar día a día, tirando la llave de los recuerdos al fondo del mar, hasta que no me supusieran daño interior, y abriendo mi ser a la vida mismo, para que la naturaleza me acurrucara. Pero exige una recapitulación de uno mismo, un frenar a fondo, un ver que hay y cómo solucionarlo. No es un “te escondo”, y continúo como un prófugo, porque antes o después te dará caza, el día y en la manera en que menos lo imagines.
Nadie dijo que vivir fuera fácil, pero tampoco es difícil. Depende de uno mismo, de levantarte tras cada caída, de empeñarte en seguir sea como sea. A ver si no cómo los millones de seres humanos que viven en la pobreza siguen adelante y con esa tremenda energía y felicidad. Tenemos mucho que aprender de ellos.
El antes ya no existe, lo que hay es un ahora, un momento nuevo, en el que ya no somos lo que antes ni el mundo tampoco, en dónde tenemos que seguir adelante, encontrando nuevas maneras, vías. El dolor y el desánimo se curan a base de cantidades ingentes de cariño, respeto, apoyo, sonrisas, amor. No solo de los demás, sino de uno mismo. Tengo que encontrar la manera de quererme mucho, de apoyarme para pasar este trance, de darme sosiego, un timón, una luz. Rodearse de buenas compañías, de seres humanos que te brinden energía para continuar, salir a pasear es una buena opción, caminar, ir a contemplar el mar sintiendo como cada ola te refresca, te ayuda a continuar, limpiándonos por dentro, caminar por el monte, haciendo un sendero largo, disfrutar de las pequeñas cosas que tiene la vida es placidez y reposo. No hay que descaminarse, no hay prisa, pero tampoco hay pausa.
En una de esas pausas la tristeza o la soledad pueden gastarte una mala pasada. Cultiva tus aflicciones, lee un libro, pinta, escribe. Aunuqe no sientas ganas, porque justo ahora de eso no tienes nada, pero exígete y poco a poco encontrarás cómo te va sanando. Busca el bote salvavidas que mejor te ayude. Si necesitas hablar, compartir y no eres capaces de hacerlo con otro ser humano, coge un papel y derrama todo lo que llevas escondido, acongojado, encrespado… al papel no se le puede mentir. Es como hablarnos a nosotros mismos.
Siempre recomiendo el ejercicio de la escritura como método para aligerar las cargas de la vida. Es un auto psicoanálisis sin necesidad de ir a la consulta de nadie ni pagar, eso sí, debemos ser honestos y sinceros. No hay que realizarlo todo seguido, sino según vayamos necesitándolo, para comprender. Comprendamos y aceptemos lo qué cargamos a la espalda, qué escondemos en el alma y qué ansiamos para llenar el corazón y sentirnos plenos. En un papel podemos empezar transcribiendo qué nos mantiene así, qué sensaciones y emociones nos rondan y abrazan. Si tenemos ánimo de continuar sobre la marcha, lo siguiente es escribir ¿por qué? a cada una de las frases anteriores y con la misma honestidad, anotarlo sea lo que sea, aunque nos dé vergüenza al releerlo. Esto es un papel que nadie más verá si nosotros no queremos, por lo que no hay necesidad de mentirnos a nosotros mismos.
Después del por qué, va ¿qué me aporta sentirme así, sirve de algo? Seguimos respondiendo ¿quiero cambiarlo y puedo? Escribimos ¿cómo quiero que transcurra la vida? ¿qué puedo hacer para conseguirlo? Puedes añadir todas las preguntas que consideres necesarias. Se trata de aparte de desenmarañar la madeja, el conocernos mejor, de verdad.
Cuando nos sacude la vida, y nos da un empujón hasta el fondo del precipicio, ninguno es lo suficientemente hondo como para no salir de él, ninguno es más arriesgado que otro. A base de perseverancia podremos, a base de confianza interior podremos, a base de regalarnos cariño llegaremos a tener confianza en nuestras posibilidades y perseverar. Si necesitas abrazos, besos, un te quiero, pídelo, no te cortes, el guardarse todas esas necesidades solo nos envenena más y más.
Las personas que nos quieren y estiman sólo están pendientes de que lo pidas, que den una señal, porque no quieren romper ni interrumpir nada, están respetando el proceso y esperan que pidan ayuda cuando la necesiten. Harán lo que esté en sus manos por pasar el trance contigo, acompañándote. Digo esto porque a mucha gente se les olvida. ¡¡¡¡Arriba los buenos amigos!!!!
La vida es una montaña rusa con altos y bajos continuos. Debemos aprender a pasar por ellos, no a correr ni esconderlos si son resultan dolorosos o querer dejarlos parados para siempre si son buenos. La cuestión es que continuamente catalogamos entre malo y bueno, y en base a eso nos movemos por el mundo, auto condicionándonos y sin saberlo. Cuando algo nos parece malo, cuando percibimos algo malo en un ser humano, nos parece que la culpa de lo que pasa es de él, siempre. No hemos aprendido, porque nadie nos enseñó, a discernir y no catalogar de esa manera, es una manera de enjuiciar y etiquetar nuestro mundo. ¿No sería mejor, para sentirnos menos frustrados o descontentos?
Todo esto anterior es un poco la teoría, pero a la hora de la verdad, ¿cómo encajamos todas las piezas del rompecabezas? ¿y si encima las piezas salieron disparadas cada una para un sitio distinto? Cada uno es el que mejor conoce su resiliencia, esto es, su capacidad para afrontar los problemas que la vida les presente, y a pesar de eso les digo que pueden con lo que se enfrenten y propongan. Es ir poco a poco, sin buscar nada, sin querer nada, sin añadir más miedo, llanto o desconsuelo. Es confiar en que un día cuando miremos atrás pensaremos “lo hicimos, pudimos”. en los verdaderos problemas es cuando surge la intensa fuerza interior que todos portamos y muchos desconocen. Es una fuerza descomunal, capaz de mover montañas y poner luz en la noche más oscura, no se subestimen, sólo sientan.
Alejar los momentos de sufrimiento, añadiendo nuevas motivaciones, nuevos vivires, quizás sea un buen momento para simplificarse la vida, para cambiar cosas que nunca nos habíamos atrevido o planteado, un comenzar de cero, un punto y seguido, un continuar bajo una nueva perspectiva. Quisiera que por mucho que les costara se lo plantearan mínimamente, porque está ahí y funciona. Cuando algo se pierde, algo se queda y ese algo es lo que nos mantiene ahí, firmes (aunque sea por pocos momentos). Respiren despacio y profundamente, sientan que la vida sólo se vive una vez y que no sirve de nada arrepentirse si no se hace un cambio de verdad.
Si incluso así no sirve, y seguimos siendo egoístas con nosotros mismos, machacándonos y sufriendo, vayamos al lado opuesto, esto es pensemos en esos seres humanos sometidos a guerras, torturas, padecimientos, frío, con hijos que se mueren de hambre, o tampoco se vayan tan lejos, en todas las ciudades existen seres humanos que no tienen para comer, vestir o dormir. Somos además tan egoístas que pensamos que nuestros problemas o sufrimientos son los más importantes del universo y que nadie puede estarlo pasando peor.
Con paciencia, con entrega, paso a paso, instante a instante tu dolor irá desapareciendo y sentirás un renovado espíritu en tu ser.
Recordemos que la vida tiene maneras muy inverosímiles de hacernos entender, de hacernos crecer. No es lo que queremos, es lo que hay, ¿por qué luchar, para qué? No luches, regala amor, al mundo, a ti mismo, a tu entorno. No pelees, reconcíliate. No importa cuánto caigas y desde dónde, sólo levántate y sigue. Sigue…………. Sin parar……… siempre
Quizás ahora nos parezca inverosímil, pero un día no muy lejano, recordaremos cómo aquello nos marcó y supuso un cambio radical, una nueva puerta. Y caminando por una playa sintamos como el viento acaricia el rostro y enreda nuestro cabello, la luna llena, bella y preciosa, reflejándose en las aguas mansas de la noche, y el ser se abre y se siente igual de manso, bello y acariciado. Eso, no tiene precio, y lo dan los aconteceres de la vida, las decisiones importantes que te hacen tomar…. Y es lo único que nos llevamos al dejar este cuerpo y mundo… las pequeñas cosas de la vida que son las más grandes e intensas. Sientan lo más pequeño para que se abra lo inmenso.
Saludos.
Patricio Varsariah.